por Ana María Lozano
Quiero comenzar este texto contando una historia. En 1830 en África del Sur murió un hombre, al parecer de complicaciones pulmonares. También al parecer, era un jefe de comunidad. No sabemos su nombre, tampoco su exacto lugar de procedencia. Sus familiares lo enterraron. Los hermanos Jules y Edouard Verreux, franceses aventureros, taxidermistas y comerciantes de pieles y de cuerpos de animales,[1] no tuvieron reparos en profanar la tumba, sacar los restos, eviscerar el cuerpo y luego ¡taxidermizarlo![2]. La piel que, con el arsénico empleado en el procedimiento, cambió de color, fue ennegrecida con betún. Le colocaron ojos de vidrio, columna de madera y relleno de paja. En algún momento le pusieron, en medio de este teatro del racismo y el exotismo, a manera de objetos de utilería, un taparrabos, un escudo y una lanza. También coronaron su cabeza con un penacho de plumas. Hecho esto, los hermanos llevaron el cuerpo a Europa donde trataron de venderlo.
Se tiene noticia de este cuerpo disecado el 15 de noviembre de 1831, cuando fue exhibido en París como un animal exótico. Ese día en el diario Le Constitutionnel se lee:
«Dos jóvenes, los señores hermanos Verreaux, han llegado recientemente de su viaje al extremo de África, en las tierras del cabo de Buena Esperanza. Uno de estos interesantes naturalistas, que apenas cuenta dieciocho años, ha pasado veinte meses recorriendo el país salvaje al norte de la tierra de los Hotentotes, entre el cabo Natal y la costa oeste de la bahía de Santa Elena. Las privaciones que han sufrido, los peligros que han corrido nuestros jóvenes compatriotas entre los nativos de esta zona de África, negros tan feroces como las fieras salvajes con las que viven, es algo que no intentaremos relatar […].»
Más adelante agrega el periodista:
«Pero lo que es realmente singular, es un individuo de la nación de los Bechuanas. Este hombre, conservado por los medios de los que los naturalistas se sirven para preparar los sujetos a los que pretenden restituir su forma y, por así decirlo, la vida inerte, es de baja estatura, negro de piel, la cabeza cubierta de una lana corta y espesa, armado con flechas y una lanza, vestido con pieles de antílopes, tocado con crines de puercoespín y aderezado con cuentas, semillas y huesecillos.” (Taxidermidades, julio de 2016)
Sabemos de nuevo de él por una fotografía tomada en 1880. Luego, del 12 de febrero de 1887 al 8 de febrero de 1888, fue exhibido en el Museo Martorell de Barcelona. Posiblemente allí lo vio el veterinario catalán Francesc Darder, quien lo compró. En 1916 lo donó al Museo de Historia Natural en Banyoles, Gerona, España, museo que lleva su nombre. El cuerpo fue entendido como parte de la colección del museo y le fue otorgado el número de identificación 1004 de la colección, con el nombre de “El cafre de la cafrería”[3]. La gente lo llamó “El negro de Banyoles”[4].
Desde ese momento hasta 1991, el cuerpo estuvo exhibido en la sala dedicada a mamíferos del museo. Por 71 años, al parecer, a nadie le incomodó ver un ser humano taxidermizado, exhibido en una vitrina: a nadie. En 1991, en vísperas de los Olímpicos de Barcelona, dos periodistas visitaron el museo y escribieron un artículo sobre el caso del cuerpo humano disecado. Este artículo lo leyó un médico de origen haitiano, Alphonse Arcelin, habitante de Cambrils, ciudad no tan lejana de Banyoles. Lleno de indignación, dio inicio a una gestión que duraría años, solicitando que el cuerpo fuera retirado de la exhibición y mejor aun, fuera devuelto a su país de origen. Las insistencias y demandas de Arcelin le valieron problemas con la comunidad política y aun, le reportaron bloqueos en el ejercicio de su profesión. Lo llamaron “El negro de Cambrils”.
Apenas en 1997 el cuerpo fue retirado con vitrina y todo, a pesar de las protestas de los catalanes que, unidos en diversas manifestaciones, sostenían el slogan “el negro es nuestro”. El 4 de marzo de ese mismo año, el diario El País publicó un artículo titulándolo “Banyoles quiere a su negro”[5], centrándose en las reacciones de los pobladores de la ciudad, indignados por el retiro del cuerpo de las salas del museo. Retirarlo implicó descatalogarlo como pieza del acervo y reclasificarlo como “resto humano”, cabe señalar.
Entre otras cosas, el artículo dice:
“Para los vecinos de Banyoles (el cuerpo disecado) es un factor de identidad del municipio y un motivo de orgullo casi tan apreciado como el lago de la población. Por ello, en Banyoles no se hablaba ayer de otra cosa -y con evidente indignación- que del repentino anuncio del alcalde, el socialista, Joan Solana, de que a finales de esta misma semana dejará de exhibirse públicamente la figura humana disecada”. (Costa Pau, 4 de marzo, 1997)
Se esgrimieron argumentos como que el cuerpo era la “pieza” estrella del museo local, que su presencia reportaba entradas económicas a la ciudad, que era parte del patrimonio e identidad de la misma. En medio de las tensiones separatistas, al parecer, Cataluña no quería dejarse presionar por el gobierno central ni por entidades internacionales.
Apenas en el 2000 se decidió retornar los restos del cuerpo taxidermizado a África, donde fue enterrado con honores pero.. en el país equivocado[6]. Los hermanos Verreux, con su ansiedad de dinero, inscrito dentro del show bussiness etnologico decimonónico, ocultaron concienzudamente cuaquier pista o documento que pudiera filiar el origen del hombre[7].
Cito esta historia terrible porque creo que permite desnaturalizar la noción de patrimonio. El patrimonio, como dice Raymond Williams de la tradición, no es algo que nos dejó el pasado. Es el presente, activado en algún sentido por parte de las hegemonías que detentan los poderes políticos y culturales; que poseen el control de los sistemas simbólicos y de la representación, manteniéndose con ello, en una posición de dominio y de privilegio.
En este caso, una situación llena de contingencias, exabruptos, acomodos económicos, consolida en la sala de un museo, con la legitimación que va dando el paso de los años, un cuerpo humano tratado como una cosa, en varios niveles profanado. Hicieron posible esta aberración, formaciones discursivas colonialistas e imperialistas de supremacía blanca-europea.
Así, con el pasar de los años, la consolidación de una tradición hizo a los habitantes de Banyoles naturalizar la posesión de un cuerpo humano, integrándolo a la identidad de la ciudad, tanto como para convertirlo en atractivo regional. Y, en contra de lo que el sentido común nos dictaría, el cerco de la mirada colonial impidió ver el exabrupto, pasando de largo los procesos de decolonización acontecidos en los años 60, tanto como las más variadas luchas sociales, de género y étnicas acontecidas entre los mismos años 60 y 70 o aun, los procesos de redemocratización de España.
Ahora bien, dejemos a un lado a Banyoles y su Museo y rotemos ligeramente el caso, salgamos a la calle. Las reflexiones anotadas arriba nos son útiles para pensar el espacio público y los monumentos que lo pueblan. Las calles y plazas de las ciudades europeas y las de América, por dar esos ejemplos, están salpicadas de piezas escultóricas que celebran a determinados personajes, clarísimamente inscritos en el canon: hombres, blancos, europeos, poderosos. Desde luego, nadie nos consultó, pobres ciudadanos de a pie, el sentido e interés de esos monumentos, valga decir. Simplemente, fueron emplazados.
Cuando se visita un parque o se camina por una plaza que ostenta una figura así, de alguna forma, el cuerpo mismo presentiza el imaginario que ese personaje, al que se le canta en el espacio público, representa. La efigie, al compartir espacio con uno, lo convierte en cautivo de la celebración de ese ego.
Pensemos cualquier ejemplo: Sebastián de Belalcázar. En alguna ciudad, quizás Cali. Antonella Medici, hablando del caso de Cataluña, extrañamente parecido al colombiano dice,
“La figura del indiano[8], por ejemplo, ha sido tradicionalmente parte del imaginario colectivo de muchas poblaciones (…) . Su consideración como personajes quasi-heroicos que migraban para hacer “Las Américas” y lograban amasar grandes fortunas -generalmente desde una situación socioeconómica humilde- forma parte de una visión que participa directamente de una memoria mitificada sobre el sistema colonial y el esclavismo, y rinden homenaje al pasado imperial como sistema modélico” (Medici, 2019: 381- 400)
Y sí, las ciudades colombianas están pobladas por las presencias en mármol y piedra de símbolos coloniales e imperiales, que por ende, homenajean y celebran ese pasado. Extraño, ¿no? Paradójico, ¿no? Porque de un territorio que sufrió de forma directa los efectos de la invasión, conquista, trata humana transatlántica, saqueo, violación, genocidio no se esperaría que celebre tales nefastos personajes. Pero así funcionan el colonialismo epistémico y el colonialismo interno, los podemos ver en funcionamiento[9]. Y ahí seguimos engarzados en ciudades que simbólicamente, desde sus políticas de la representación expresadas en los monumentos exhibidos en el espacio público, de nuevo someten, subalternizan y colonizan.
Esos monumentos, arrogantemente, hacen caso omiso del hecho de estar emplazados en el espacio público de un país democrático pluricultural y multiétnico. Conforman una suerte de mofa a la constitución, a la historia nacional. Irrespetan a las diversas identidades que encarnan las víctimas de ese proyecto europeo conquistador, colonizador y patriarcal. Son una extraña manifestación de resquicios eurocéntricos, ruinas de un pensamiento impuesto que dejó sus huellas en alguna parte sombría y confundida de la auto representación.
En las últimas décadas ha venido desarrollándose a nivel mundial un proceso de decolonización de los museos, de revisión de los guiones museales, de las señaléticas, de los acervos. En cuanto los museos han sido custodios de memoria así como formadores de opinión, no pueden permitirse perpetuar discursos coloniales, racistas, patriarcales, heteronormativos, excluyentes, ofensivos o estigmatizantes. Así, ha sido de vital importancia en las políticas de la nueva museología, ese autoexamen. Otro tanto ha ocurrido en las ciudades. En este caso, las mismas luchas populares han procedido a purgar de monumentos esclavistas y coloniales ciudades como La Paz, Bristol, Londres, Amberes, Hautmont, París, Milán, Valladolid, Madrid, Barcelona, Nueva York, Providence, Sain Paul (Minnesotta), Richmond, (Virginia), Boston (Massachusetts), Portland, Ventura (California). Parte de estas expresiones más recientes, han tenido que ver con el movimiento Black Lives Matter, asociado con el asesinato de Georges Floyd.
Dejo acá un video de la colectiva Mujeres creando de Bolivia, que registra un evento en el cual fundan la nueva Plaza de la Chola Globalizada. Pues, desde luego, el arte ha participado de estos procesos de resignificación, reflexión e interrogación del patrimonio, que como todo acontecimiento cultural y por tanto, construido, puede y debe ser interrogado y de hecho, puede ser modificado.
Mujeres creando, Plaza chola globalizada, La Paz, Bolivia, 12 de octubre de 2020
REFERENCIAS
Almodóvar, M. (septiembre 9 de 2020). Merienda de blancos. Madridiario.
https://www.madridiario.es/opinion/miguel-angel-almodovar/merienda-de-blancos
Antón, J. (diciembre 1 de 2006). Un libro revela que Cuvier conocía al Negro de Banyoles. El País. https://elpais.com/diario/2006/12/02/catalunya/1165025259_850215.html
Briega. (Julio 27 de 2020). Caen las estatuas coloniales: Una revisión histórica a pie de calle.
https://www.briega.org/es/opinion/caen-estatuas-coloniales-revision-historica-a-pie-calle
Costa Pau, M. (marzo 4 de 1997). Banyoles quiere a su negro. El País. https://elpais.com/diario/1997/03/05/ultima/857516402_850215.html
Castro, José Andrés (abril 30, 2021). Lo que debería aprender Néstor Morales de su conversación con el gobernador misak. Las dos orillas.https://www.las2orillas.co/lo-que-deberia-aprender-nestor-morales-de-su-conversacion-con-el-gobernador-misak/
Díaz Mattei, A (Ed.) (2019). La negritud y su poética. Prácticas artísticas y miradas críticas contemporáneas en Latinoamérica y España. AcerVos, 2019
Fernández, V. (agosto 5 de 2020). La vida robada del “Negro de Banyoles”. La razón. https://www.larazon.es/cataluna/20200508/fle4dubopvdpth7vxrvimmialm.html
Historia de África y de los pueblos negros (s.f.). La historia del “Negro de Banyoles”, un africano que fue disecado y expuesto como un animal en un museo de España. Historia de África y de los pueblos negros. https://historiadeafrica.com/la-historia-de-bechuana-un-negro-disecado-que-fue-objeto-de-museo-en-cataluna/
Martínez, F. (febrero 19 de 2021). El negro sin nombre de Banyoles. La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20210219/6250978/negro-banyoles-darder-bosquimanos.html
Pérez, S. (julio 7 de 2016). Crónica del “negro de Banyoles”. Taxidermidades. https://www.taxidermidades.com/2016/07/cronica-del-negro-de-banyoles.html
Pérez, A. y Vargas, S. (noviembre 4 de 2020). De estatuas, conquistadores, y colonialismo. Un aporte al debate sobre la presencia del pasado en el presente. El Espectador.
https://www.elespectador.com/el-magazin-cultural/de-estatuas-conquistadores-y-colonialismo-article/
Prieto, C. (marzo 24 de 2019). “El Negro nos pertenece”: el bosquimano disecado de Banyoles se venga de Cataluña. El Confidencial.
https://www.elconfidencial.com/cultura/2019-03-24/negro-disecado-westerman-cataluna-espana_1893386/
Redacción BBC Mundo. (Septiembre 16 de 2016). La increíble historia del africano que fue disecado y expuesto como un animal en un museo de España. BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-37384599#:~:text=Este%20es%20el%20Museo%20Darder,una%20de%20sus%20joyas%20culturales.&text=El%20gobierno%20espa%C3%B1ol%20decidi%C3%B3%20repatriar,de%20nuevo%20en%20suelo%20africano.
Vélez, L.F. (septiembre 28 de 2020). De monumentos y tumbas o la revisión de la historia.
Zetalab. Junio 13 de 2020. ¿Abajo los monumentos racistas? Varias estatuas de figuras históricas coloniales están siendo derribadas. Videonews.
[1]Los Verreux son narrados como naturalistas, autores de publicaciones y colaboraciones en museos. En el siglo XIX, las dos personas, la del aventurero, comerciante y explotador con la del investigador, no se peleaban.
[2] La taxidermia es un procedimiento que se lleva a cabo en animales, conservando la piel, no las vísceras. Un trabajo taxidermista procura dar la apariencia de vida del ejemplar tratado. Es importante no confundir esta técnica con el embalsamamiento, practicado en seres humanos. Se trata de un conjunto de operaciones que detiene la descomposición del cuerpo, conservándolo en su integridad. En principio, se ha aplicado con fines religiosos y ceremoniales.
[3] Cafre o originario de Cafrería, región del sudeste de África
[4] La ficha en la parte baja de la vitrina rezaba: Bosquimano de Kalahari Botsuanés.
[5] https://elpais.com/diario/1997/03/05/ultima/857516402_850215.html
[6] Frank Westerman ha dedicado media vida a investigar acerca del hombre. La documentación conseguida por él indica que era natural de Cape Town o de sus cercanías. Hoy está enterrado en Botsuana.
[7] Si Westerman tiene razón, probablemente el hombre era un sujeto occidentalizado, con códigos indumentarios también occidentalizados y de habla holandesa. Ocultar su origen era necesario pues así, se hacía posible la estrategia deshumanizante que emplean los hermanos Verreux, vistiéndolo con los atributos de un arquetipo creado/odiado por el racismo colonial europeo.
[8] Indiano es un término que hace referencia a los emigrantes españoles en América, que después de sus viajes conquistadores, expoliadores y extractivistas, retornaban enriquecidos a España. Debo agradecer al texto de Antonella Medici hacerme caer en la cuenta de dicho término.
[9] Hago referencia a la entrevista realizada por Néstor Morales al Gobernador Velasco el día 28 de abril en horas de la mañana. Morales en la entrevista se muestra agresivo, acusativo e irrespetuoso. Durante la conversación, realiza preguntas que implican de antemano un juzgamiento, manipulando al escucha. Uno de los elementos más sorprendentes de su “entrevista” es el empleo de la palabra civilización. En un retorno improbable al siglo XVI, Morales parece entender que si habla con un representante del pueblo Misak, debe acudir al binario civilizado / incivilizado.
2 comentarios
Tremenda historia. Dolorosa, pero que evidencia la dignidad de la resistencia.
La escritora está un poquitin extraviada porque mezcla épocas, confunde términos como «colonia» y mueve a risa cuando supone que el paso del oficialismo de la historia patria al oficialismo de las «venas» Eduardo Galeano supone algún tipo de decolonización cuando en realidad corresponden a la más servil obediencia al embajador gringo Poinsett.
El ataque gubernamental a las clases de historia en la educación básica ha derivado en cientos de desaguisados como el de la profesora Lozano