¿Porqué será que el silencio es más intenso y elocuente que la zalamería y lambonería para alabar al establecimiento, y “criticar” sin argumentos a lo que se sale de éste al no estar de acuerdo con sus procedimientos?
Definitivamente, cualquiera se endilga el titulillo de crítica de arte y mucha gente se come el cuento – sin embargo, para merecer credibilidad como tal, hay que tener un mayor rigor teórico y conceptual y no simplemente alabar lo establecido, y “criticar lo otro” por falta de un análisis objetivo y coherente. Entre otras cosas, y para el asunto que nos concierne, habría que saber y entender porqué y para qué se tienen iniciativas y se hacen grandes esfuerzos para salirse del establecimiento y plantear opciones alternativas. Obviamente, lo fácil es quedarse allí, siendo subordinada y obediente como muy bien lo hace esta comentarista de la era de las luces…., pero de bengala – fugaces y sin dirección!
Y sí, efectivamente, La Otra se hace por iniciativa de un galerista independiente como lo dice la comentarista – lástima que no se pueda decir lo mismo de ella. La galería Valenzuela Klenner participó en la feria de Artbo dos años seguidos, al cabo de los cuales decidió retirarse al no estar de acuerdo con sus procedimientos y objetivos, como también, al considerar que el arte, su circulación y mercado son algo muy importante y delicado como para dejarlo solamente en las manos de la Cámara de Comercio.
El “publi-reportaje o la publicidad política pagada”, como bien podría llamarse a este artículo de la Señora Estefanía Sokoloff, está fuera de foco en cuanto a lo que se trata de hacer en La Otra; sin lugar a dudas, no es para gente que como ella, se dejan deslumbrar por un espacio amplio, cómodo y generoso, con todos los servicios complementarios…., cito una de sus memorables frases: “Indudablemente las instalaciones de Corferias están diseñadas para albergar, acomodar y exhibir productos de variadas naturalezas, y como feria de arte es sin duda alguna inmejorable. Artbo cuenta con un espacio generoso, cómodo, amplio y ofrece todos los servicios complementarios….,” ni es para personas que como ella, piensan que los espacios de arte deben estar aseptizados y neutralizados por el olor a sampic, a clorox, a Channel # 5, y a un tipo de mercado que quiere “imponer” el establecimiento. La Otra es “otra” cosa.
Añade ella: “La Otra, sin un espacio fijo, deambula por edificios abandonados de la ciudad adoptando un modelo promovido con mucha sabiduría por la Galería Alcuadrado de Bogotá. Buscar espacios alternativos de exhibición no es sinónimo de desorden y abandono.” Con perdón de mis amigos de Alcuadrado, este modelo no se adoptó de ellos, pues es lo que se hace en todos los campos del arte cuando no se cuenta con un espacio propicio para lo que se requiere realizar; el tomarse espacios alternativos para hacer montajes, exhibiciones o eventos se lleva a cabo en el mundo hace ya muchísimos años, sin ir muy lejos, la galería Valenzuela Klenner lo hizo en varias oportunidades 10 años atrás, cuando la ocasión lo ameritó; lo que pasa, es que a veces tener una sede permanente y bien adecuada para exhibiciones de arte, acarrea costos fijos y gastos de mantenimiento muy altos, resultando más práctico utilizar el modelo nómada, que repito, no es novedoso, o de pronto sí, para la sabiduría de la señora E. Sokoloff.
Otra frase de la señora: “…La lectura de las obras y de las líneas curatoriales de las galerías participantes requería de una gran concentración y de mucha paciencia. Contados ejemplos lograron superarlo apoderándose de los buenos recuerdos que de su recorrido se asentaban “ En cuanto a lo primero, cómo siento que le haya causado tanto problema la lectura de las obras y las líneas curatoriales de las galerías, a decir de muchos, no era tan complejo, ni de tanta concentración y paciencia – seguro que no tuvo este problema en Artbo, feria más comprensible para E.S., obviamente. Le paso lo de propaganda de Davivienda! La Otra, era el lugar equivocado para ella. En cuanto a lo segundo subrayado, podría explicarnos que quiso decir con esta “grandilocuente” frase, pues creo que aquí nuevamente se le fundieron las luces, pero a la dama en mención.
Y para complementar, dice ella: “…pero también vale la pena resaltar, como cada galería realiza un detenido análisis para el montaje (en Artbo), buscando que su stand resulte impactante y por ende sea admirado y visitado”. Por favor, son muy pocas las galerías que hacen ese ”detenido análisis” que Ud. aduce, y muy pocas las que lo logran! Sería importante hiciera una revisión, esta sí critica, de cerca de 30 galerías de las 50 presentes en Artbo y encontraría varias sorpresas en cuanto a su nivel de se refiere – pero seguramente con su argumento de que:“Una feria de galerías debe ofrecer múltiples posibilidades para los comprares”, todo es valido, hasta las galerías de pésima calidad!
Frase final: “ Artbo vs La Otra no es en realidad una comparación ni una posibilidad. Resta por calificar con adjetivos exclamativos la primera y con palabras mudas la segunda tal como ese silencio sepulcral mencionado de cuando se va la luz, que se te somete a lo que hay y te impide visualizar las posibilidades”. En lo primero, “Artbo vs La Otra”, tiene Ud. razón, ni una comparación, ni una posibilidad; en cuanto a lo segundo – “los adjetivos exclamativos a la primera”, lo más probable es que haya asegurado su “chanfa” para Artbo, feria a la cual pertenece, sin lugar a dudas! Y ni hablemos de los aplausos a la señora Iovino, quién al parecer, se apoderó de la feria, haciendo salones o egocuradurías dentro de una feria que se supone debería ser para que las galerías exhiban a los artistas que representan, y no para impulsar a los artistas de la señora Iovino – que al no estar la mayoría de ellos representados por ninguna galería en un evento o feria de galerías, va en detrimento de las mismas galerías para las cuales, se supone, trabaja.
Como dato adicional, La Otra invitó a seis coleccionistas internacionales a que visitaran la feria y se interesaran por la producción de arte local, esto con recursos muy limitados a diferencia de los recursos públicos de la feria Artbo, léase Cámara de Comercio – que de alguna manera, sobran los comentarios acerca de la magnitud de dichos recursos! De igual manera, se tenía lista una exposición curada por Jaime Cerón en uno de los pisos del edificio sede de La Otra, con una selección de obras de cinco de los más importantes coleccionistas de arte contemporáneo colombiano, pero no se pudo llevar a cabo, pues no hubo una compañía de seguros que quisiera asegurar las obras. Como se podrá entender, era un riesgo demasiado alto para hacer la exposición sin el seguro correspondiente, y tocó, lastimosamente, días antes de inaugurar la feria, cancelarla.
Evidentemente, La Otra se hace bajo unas condiciones de extrema dificultad, más aún en un año tan difícil como el actual, y seguramente, hubo fallas y las seguirá habiendo por algún tiempo, pues ésta era sólo la tercera edición, pero a decir de muchas personas que saben entender este tipo de iniciativas, lo que sucedió allí fue algo importante y decisivo para generar una dinámica mayor en nuestro muy reducido mercado de arte. Esto creo, beneficia a los artistas y su producción, pues uno de los problemas graves es, precisamente, la falta compradores para obras que se atreven a salirse del esquema de arte para decorar interiores, y a la vez, aporta a que Bogotá se siga consolidando como una de las ciudades líderes en arte contemporáneo de Latinoamérica.
Jairo Valenzuela H.
Director
La Otra, feria de arte contemporáneo de Bogotá
P.S. – …….qué pasaría con la “otrora” rebelde y contestataria señorita Estefanía, acaso era una simple pose?
10 comentarios
Apreciado Sr. Valenzuela: usted ha dado un paso importante en la sustentación de un espacio para exhibir las mercancías del arte actual, desde hace un buen tiempo. Un lenguaje que pide – para continuar su desarrollo – la cimentación de su complemento, es decir el público.
Sin embargo, no debe despelucarse de esa manera si se oyen voces que cuestionan sus procedimientos. Leer lo que dice Estefanía es un precursor que merece destilarse con calma, a pesar del tufillo sectario que asume la nota de Sokoloff.
Su verdadera preocupación o al menos la motivante, es cómo continuar su propio proceso ajeno al quehacer de Artbo, especialmente en lo que tiene que ver con su “sospechosa” pretensión de montarla paralela a las fechas del evento de la CCB.
Chuparle rueda a Artbo le quita fuerza a su voz, una voz a todas luces cargada de motivos y razones que debe superar la dicotomía Artbo y la Otra.
Una cosa es la una y otra cosa es la otra.
No se desgaste, no mire a los lados. Su meta es diferente. Pensar verde trae buenas cosas, como dice Bancolombia.
Gina Panzarowsky
Apreciada Srta. (Sra.?) Panzarowsky,
No es que me despeluque, pues me queda algo difícil, y no es que en La Otra no aceptemos críticas, por supuesto que estamos abiertos a recibirlas, siempre y cuando sean objetivas y constructivas – somos un proyecto que recién empieza y que se ha trabajado con entusiasmo, aunque con poco presupuesto y equipo, lo que dificulta la concreción de ciertas cosas que se quisieran ya solucionar. Como a todo proyecto que inicia, hay que darle un compás de espera, y no irse lanza en ristre contra él, como lo hace la señora E. Sokoloff, con una marcada y «sospechosa» (ésta sí) parcialidad hacía Artbo. Y lo que es peor, con una obvia “misión” de crear un manto de duda a través de un medio de comunicación hacía un proyecto que el público ha apoyado sinceramente, a juzgar por las manifestaciones de aliento y felicitaciones que hemos recibido. Un público que quiere y acepta proyectos nuevos que ayuden a estimular la escena cultural de la ciudad, y aporten en la consolidación de un mercado de arte más amplio y coherente.
Ahora bien, lo «sospechoso» que Ud. aduce «sospechosamente» no tiene nada de “sospechoso”, pues todas las ferias en el mundo se hacen paralelamente y por razones tan obvias, que sobran las explicaciones – Londres tiene 5 ferias al mismo tiempo, Basilea tiene 6, Nueva York 4 o 5 y Miami TIENE 18!
Por lo tanto, no se trata de «chuparle rueda» a Artbo, pues como bien lo anota Pablo León de La Barra, de pronto los más beneficiados han sido ellos, pues entre otras cosas, el retiro de Valenzuela Klenner y la aparición de La Otra, fue un campanazo de alerta de que la prepotencia y dinero de la CCB no era suficiente para hacer una buena feria de arte! lo que los empujo a empezar a mejorar la cuestionable calidad de galerías participantes, como también, el enfoque de un espacio para exhibir las «mercancías del arte actual”, para usar sus propios términos. Creo, están más preocupados ellos con La Otra, que nosotros con Artbo – considerando las cosas que hicieron como “sonsacar” con “jugosos” ofrecimientos económicos a galerías que se enteraban iban a participar en La Otra, o el averiguar subrepticiamente de antemano, en donde estaban hospedados los coleccionistas invitados por La Otra para esperarlos con sendas carpetas con programa y atractivas invitaciones incluidas, por ejemplo.
Francamente me conozco el numerito de este tipo de ferias de memoria, pues es un esquema replicado en todo lado – pienso, lo difícil y el reto es salirse de este esquema y plantear algo diferente que responda más eficazmente a los planteamientos del arte producido en la actualidad. Aclarando que aunque feria de arte somos, nos interesa crear un esquema de plataforma en donde suceda algo más que el hecho de un espacio meramente comercial – nos interesa, por supuesto, incrementar el mercado, la circulación y difusión del arte contemporáneo pero con visión, calidad e innovación.
Y tenga Ud. la seguridad que estamos concentrados en La Otra, nos preocupa es ella! Lo que pasa es que al estar paralelas, las preguntas del público y de los medios siempre estarán enfocadas a compararlas, algunos con el consabido morbo, y otros con sinceridad, pero pienso que más adelante se aceptará que co-existan , pues siempre habrá un publico para cada una de las ferias.
Jairo Valenzuela H.
Gracias por los comentarios, buenos, malos y hasta desobligantes. El tono de insulto personal utilizado por Jairo Valenzuela no aporta realmente nada a una discusion, pero pues no esperaba realmente nada distinto.
Seria buenisimo, como afirma Valenzuela asegurarme una chanfa en Artbo, pero lastimosamente por ahora no me han ofrecido nada. Me resulto gustoso y estimulante leer los comentarios de Gina Panzarowsky, que por cierto, mucho gusto.
El tufillo sectario al que se refiere debe ser como acertadamente afirma, tomado con calma. Muchos temas relevantes a la feria se mencionaron, pero muchos otros tambien se omitieron. Evidentemente la diferencia entre presupuestos es una realidad a la cual no se deberia contestar con una clasicada colombiana “SE HACE LO QUE SE PUEDE”. La Otra con la cabeza en alto deberia afirmar que tiene un producto interesante y que esta trabajando por mejorarlo. Senalar los errores no es sinonimo de descalificar los esfuerzos.
Como profesional en el area considero que los balances son igual o tan importantes como el evento en si. Estructurar politicas de autoreflexion y autoevaluacion ayudan a fortalecer la gestion cultural. Ademas senor Valenzuela tiene gracias a Esfera Publica un espacio de opinion profesional que debido a la nota publicada ha desatado un foro de participacion donde los participantes se han tomado el tiempo de pensar en La Otra y de analizar sus alcances. Que importante no cree?
Otra sospecha, otros sospechosos
Tiene razón Jairo Valenzuela al quejarse de la falta de cultura de quien escribe la nota en la Revista Cambio. No me refiero a los puntos sobre los que el galerista ha llamado nuestra atención. Señalo el descuido que ya notó Iván Rickenmann. Me sorprende que una publicación tan importante deje pasar tantos gazapos gramaticales, para no mencionar los pertinentes a las prácticas artísticas contemporáneas y sus conceptos, de los cuales la periodista puede ser exculpada. A Gina, en otras oportunidades tan cuidadosa y celosa con respecto al estilo, en esta oportunidad ha sido bastante generosa. No creo que se le hayan ido las luces, pero olvidó mencionar que estas pequeñas grandes cosas son muy importantes para una revista de prestigio literario. No obstante, no nos compete a nosotros, aficionados por vocación y convicción, evaluar a los profesionales del discurso, a los escribientes del régimen. Sólo cito una perla: «¿porque será que el silencio de cuando se va la luz es más intenso que el silencio de cuando uno apaga la luz?» Pregunto a continuación: ¿por qué será que esta pregunta no señala una línea argumentativa clara como reclama el señor Valenzuela? ¿Falta de experiencia del medio que explora la periodista o es que su versión de Word no tiene corrector de ortografía?
Dejémonos de formalidades, así sean relevantes. Tienen razón quienes han señalado prudentemente que entre los eventos reseñados en el artículo no es posible una comparación, por supuesto, que sea legítima. Es más. Es una torpeza metodológica, se mesclan peras con papas. No obstante, ante el silencio de quienes hubieran podido hablar con más propiedad y claridad, quizá el artículo fue bien intencionado. Aunque debemos considerar, con todo el respeto que merece la periodista, si el impacto que tuvo la nota en el medio artístico proviene no tanto de lo dicho por ella, sino por la empresa que lo publicó. Todavía padecemos síndrome de abstinencia de gran prensa.
El señor Valenzuela olvidó mencionar algo importante, que con seguridad debe conocer. El interés del arte contemporáneo por los lugares abandonados de la mano del diablo o llevados a la ruina por sus acólitos capitalistas, tiene un propósito epistemológico. La verdad no es algo que resplandece a partir de unos principios universales –pensamiento moderno–. Al contrario, y ésto es lo importante. Los artistas contemporáneos consideran que la verdad se revela a partir de los fragmentos que logran resistir la fiereza del tiempo que devora a sus hijos, comenzando por los mejores, los innovadores. Los artistas contemporáneos desprecian la solvencia y la luminosidad de Zeus y aprecian con fervor las obras del contrahecho y menesteroso Hefeistos.
Es cierto. Alcuadrado supo aprovechar este giro epistemológico que caracteriza nuestra época, aunque no siempre ha aplicado con éxito esta herramienta conceptual. Las puestas en escena que más llamaron mi atención fueron la exposición de Juan Fernando Herrán en el Centro Cultural Jorge Eliecer Gaitán y la de Miguel Ángel Rojas en la fallida construcción para el Hotel Hilton, en la Carrera Séptima de Bogotá. Este criterio epistemológico fue el que orientó la participación de la Facultad de Artes-Asab de la Universidad Distrital, en el VII Encuentro de Performance y Política. En este caso, el lugar seleccionado fue el Antiguo Matadero Distrital. La construcción endemoniada y exorcizada no fue utilizada como estantería para colgar algunas ideas estéticas, o para feriarlas al mejor postor, o para ofrecerlas a los consumidores compulsivos de imágenes. Al contrario, con el propósito de dar un poco de luz a nuestra época, sus muñones fueron limpiados e incorporados como elementos que detonaron y guiaron la construcción del sentido en la alegoría propuesta.
Recurrir a lugares marginales –coloquialmente llamados alternativos– tiene el propósito de evidenciar la menesterosidad de la condición humana, de cambiar los referentes epistemológicos que nos permiten destilar la realidad. En este sentido la propuesta de Jairo Valenzuela es una acción que no se puede comparar trivialmente con los bazares de arte. En potencia es otra cosa y así debe entenderse, si resta algo de generosidad en el mundo. Esto no quiere decir que no haya cosas que mejorar, siempre existen cosas que exigen mejoras, y quizá no menores. Por ejemplo, pensar mejor los espacios seleccionados; relacionarlos con el pensamiento de los artistas; no silenciarlos, como hicieron los museógrafos de La Otra, quienes negaron la posibilidad de diálogo con la arquitectura como estrategia para estimular el interés de los ciudadanos por los discursos propuestos. Por supuesto, intervenir con éxito un lugar rico en sentido para una comunidad no es asunto fácil. Este es un asunto que hemos visto en el Premio Luis Caballero. Se requiere mucha paciencia y generosidad para comprender estos lugares. Mario Opazo habló de que su experiencia en la Galería Santafé fue guidada por la idea de habitar. Y tiene razón. No se trata de blanquear, de borrar las huellas de estos lugares significativos. El propósito debe ser limpiar los muñones, activarlos para enriquecer el diálogo en ellos detenidos o reprimidos. En esto consiste el giro epistemológico mencionado. Por supuesto, es más fácil realizar las ideas estéticas en un taller privado, y llegar dos días antes al espacio asignado para colgar la obra y posteriormente desmontarla, sin más consideraciones; pero es una acción muy simple: ¿de espíritu moderno? Observé en La Otra mucho muro falso innecesario. Un lugar tan generoso, dinámico y versátil no merece estas imposturas.
Alquilar un lugar para desahogar en él una nostalgia de museo, o para solucionar provisionalmente problemas de espacio, no tiene mérito alguno. No creo que éste sea el propósito de Jairo Valenzuela, así él lo haya manifestado, por lo menos no lo puede ser a futuro. Por eso su acción no se puede comparar legítimamente con Bazares de Arte, así el propósito sea vender. No obstante, si en verdad su propuesta pretende ser una alternativa artística para nuestra ciudad más que una estrategia comercial para competir con eficacia con sus rivales, son varias los asuntos que deberá tener en cuenta, entre ellos la crítica. Así ésta sea informal, como aquella de la cual nos ocupamos. El desierto cultural de la ciudad será refrescado y la ciudadanía lo agradecerá, y por lo tanto, esperamos que el fisco también apoye financieramente sus futuras iniciativas . Ante tantos Lugares Comunes, debemos exigirlo.
Ignoro cuál es la participación de dineros fiscales en Artbo; si en verdad existe esta inversión pública en este proyecto de iniciativa de carácter privado. Sería deseable saber si no es una especie de Arte Ingreso Seguro. Como ciudadano me gustaría estar mejor informado al respecto. Tampoco entiendo por qué el señor Jairo Valenzuela no recibe apoyo fiscal, si la ciudad y sus artistas se benefician con estas iniciativas. Por supuesto, debe haber contraprestaciones. Por ejemplo y entre otras, garantizar el ingreso gratuito a los estudiantes. El filtro económico fue frustrante para muchos jóvenes, en especial para los estudiantes de artes que tienen fe en que el arte en su génesis pretende recoger con generosidad a toda una época. Cobrar cover es una práctica descortés que les funciona muy bien a las discotecas, pero que aquí está fuera de lugar. La verdad, hubiera querido ver más gente en La Otra. Sin duda fue un gran esfuerzo y debemos apreciarlo mejor. Jairo Valenzuela debe estimular todas las críticas posibles y aprovecharlas para que en una próxima oportunidad, el evento no sea tan oneroso ni para él ni para los ciudadanos y ciudadanos ávidos de cultura pensada, es decir, decidida a transformar nuestras compulsiones atávicas. Las lisonjas sólo son apreciadas por los tiranos.
Finalmente, y a propósito de sospechas. Gina: ¿no es esta una oportunidad para hablarnos con verdad, sin máscaras ni simulacros? Podría considerar revelar en Esfera Pública, ¿cuál es el superyó invisible que maneja los hilos de su delicada y perspicaz escritura? Usted ha hecho aportes importantes a las discusiones de Esfera, me he quitado el sombrero en varias oportunidades. ¿No cree que el diálogo será mucho más razonable y generoso si todos nos quitamos las capuchas en donde impunemente nos refugiamos? Atrévase ya que hace parte importante de esta familia disfuncional que es Esfera Pública como expresión de nuestra época.
A uno le da vaina meterse en estos debates, porque es como meterse en pelea de cultos, cuando uno menos piensa termina siendo atacado, que por el estilo, que la ortografía, que la falta de información, etc.… (Pero de todas formas opto por meter la cabeza a lo Cattelan, en medio del agujero, y mirando hacia arriba con toda inocencia y buena voluntad.) Porque creo que todos en alguna medida tienen razón, aunque se sienta un ambiente de acaloramiento fruto del legítimo interés en generar debate en torno al arte.
Quisiera saber, ¿desde cuándo ese tono de confrontación en los debates de arte?, ¿es algún legado de Marta Traba? – que se nos enquistó- ¿dado que en su momento Colombia no contaba con alguien capaz de generar reflexiones pedagógicas saludables a las descalificaciones apasionadas de dicha critica?, ¿fue para el arte colombiano constructivo ese tono? Yo diría que no, al juzgar por la evolución de la mayoría de los “intocables” como ella llamó a los artistas que prefería.
Me quejo, además del tono con que se manejan estos debates, de la poca promoción y divulgación nacional de los dos eventos mencionados, la información visual, para mí la más importante, no es suficiente, vivo en Barranquilla y no he podido acceder a ninguno de los dos eventos a pesar de la riqueza de medios de contacto con que contamos hoy.
Lamentable que los dos eventos se desarrollen solo en Bogotá, y no cuenten con medios de difusión que aprovechen la riqueza de medios de comunicación audiovisual contemporáneos. ¿Eso pone en evidencia cierta condición poco confesable de los dos eventos?
¿Sería posible una feria de arte virtual, pública, permanente que no tenga sede, sino que se desarrolle enteramente en la red?, ¿Eso es Esfera pública?
A Estefanía Sokoloff,
A decir verdad y a diferencia suya, yo si esperaba algo diferente de Ud. y de su parcializada “crítica”. Se queja Ud. del “insulto personal” pero no se da cuenta que cuando se hace ese tipo de “crítica” mal intencionada y superficial en un medio de comunicación masivo, tratando de sesgar la opinión del lector, se torna en algo peor que lo que Ud. asume como insulto personal. Y no se salga por la tangente quedándose en lo del “insulto”, hay mucho más que eso en las respuestas y argumentos que le he dado como respuesta a sus muy sospechosas apreciaciones.
En cuanto a lo de la Chanfa, ojala le salga, pues se la merece, la ha trabajado, no se desespere, que ya vendrá.
Y las verdaderas “clasicadas colombianas” son de sumercé, pues, a falta de argumentos se sale con la más clásica de todas cual es la de descalificar el debate con el consabido “SE HACE LO QUE SE PUEDE” – esas son palabras suyas, pues si algo dije, fue más bien: “SE HIZO LO QUE SE HIZO CON LO QUE HUBO” – esto es, con los recursos que se tuvieron y en una situación económica que no fue la más favorable – Lo importante es aportar, y creo que se logró en gran medida, así Ud. piense con sus ininteligibles metáforas de las luces y apagones que todo fue oscuro y negativo. Y valga la ocasión para “aclarar”, que los problemas de oscuridad parcial en los stands de la galerías, se debieron a que el transformador de ese sector de la avenida Caracas – lado sur oriental, se encuentra enclavado en los sótanos del edificio sede de La Otra – un transformador de 11.500 voltios, que enviaba una corriente de 150 voltios al edificio quemando de 15 a 20 spots diariamente. Codensa, empresa que hizo la conexión, adujo que así era la “cosa” en ese sector y no hubo forma de corregir esta anomalía salvo la de salir a comprar cuanto spot había, haciéndose a veces imposible la labor al 100%.
Sería bueno revisara su artículo, en donde no se limita a señalar errores sino a ensalzar a Artbo descalificando a La Otra en prácticamente todo lo que pudo. Su otra “clasicada colombiana” aún mayor, es criticar todo desde la comodidad de la hamaca. Ese sí que parece ser el deporte nacional y eres, siento decirlo, una magnifica representante del mismo.
Ojala lea la respuesta de Jorge Peñuela en la cual hay críticas a La Otra, pero con un deseo de construir y de una forma respetuosa y objetiva. Éstas serán tenidas en cuenta, como también contestadas, en el mismo tono en que están enunciadas – de manera seria y reflexiva, pues el Sr. Peñuela parte de un reconociendo a lo que sucedió en La Otra a pesar de algunas fallas que, como él bien anota; “siempre existen cosas que exigen mejoras y quizá no menores”. Podré no estar de acuerdo con algunas de ellas, pero se aceptan, vuelvo y reitero, por la buena intención que connotan.
Finalmente, y para no cansar a los amables lectores, en cuanto a lo de: “Ademas señor Valenzuela tiene (sic) gracias a Esfera Publica…”, asumo que lo que quiere decir es “que dar” gracias a Esfera Pública…, claro que le doy gracias, pues de otra manera su “crítica” sesgada se hubiese sólo ventilado en la revista Cambio – y valga la verdad, no fue Ud. quién publicó la nota en Esfera, lo hizo un asiduo participante de la misma. Y como seguidor y participante ocasional en los debates de Esfera Pública le doy gracias a nombre del amigo Iregui, por las flores al reconocerla como un “espacio de opinión profesional” – y, también, porque gracias a su nota, “los participantes se han tomado el tiempo de pensar en La Otra y de analizar sus alcances. Que(sic) importante no cree?” Claro que sí, muchísimas gracias!
Jairo Valenzuela H.
Sobre las ferias (ArtBo y La Otra): Entrevistas con Jairo Valenzuela, Carlos Hurtado y Paco Barragan.
para ver >
http://www.prismatv.unal.edu.co/?tx_ttnews%5Btt_news%5D=999&no_cache=1
Es interesante ver cómo estas discusiones en torno al mercado, fortalecen la crítica y el análisis dentro de lo que significa una feria de arte. Es un poco iluso pretender que “LA Otra” y ARTBO, busquen algo diferente a vender, por algo son ferias de arte, sino se reducirían a meras exposiciones.
Es cierto, promueven diferentes propuestas pero al final, hay que vender. La visceral y dolida respuesta del Sr. Valenzuela, sólo aporta comentarios personales más que un análisis constructivo. Se afirma que cualquiera se da el titulillo de critico, pero lo mismo aplica para los galeristas y coleccionistas, cualquiera se atribuye el titulillo. En tierra de ciegos, el tuerto es rey. La realidad es que la escena de Colombia esta años luz de otras realidades en el mercado. En mi opinión, tanto Artbo como La Otra constituyen dos esfuerzos por promover los artistas locales y tratar de establecer un diálogo con el mercado internacional, para el que somos una minúscula expresión. Ambas son muy recientes y están en proceso de consolidación, y ninguna esta en el nivel de ser la feria deseada del momento. (De hecho, algunos galeristas me han comentado que sólo van por lo bien que lo pasan en Colombia y no precisamente por las ventas que hagan, para eso están la FIAC, FRIEZE, ART BASEL…….) Hay que afrontar nuestra realidad de casi invisibilidad en el mercado internacional (Cuántos artistas Colombianos contemporáneos son incluidos en las Subastas de Sotheby´s, Christie’s o Phillips?) y pensar que estos son esfuerzos en establecer una real dinámica comercial en torno al arte, que deben ser complementados con un trabajo desde el ámbito legal, tributario y educativo.
Estefanía es un claro ejemplo de la mentalidad del establecimiento colombiano: descalificante con todo lo que se atreva a surgir fuera de su esfera viendo en las intenciones autónomas, amenazas en las sombras de la obscuridad de su propio bloqueo, un establecimiento que no ahorra en loas para disfrazar de magnánimas sus precariedades, las del mínimo esfuerzo, en cualquier cosa.
«La Otra», tal vez, y por que no, insurge de la manera, muy cuestionable, como la CCB debe manejar la convocatoria mercantil, la plusvalía, los espacios y manipula el mercado con respecto a la calidad y al contenido…. y lejos de insinuarla como una hija rebelde es sin duda un lugar mucho más cómodo para el arte, no porque fuera el de esta edición el mejor, sino porque las condiciones y criterios de independencia de Valenzuela hacen que lo sea.
Según Estefy ó lo que le mando redactar el texto, ó ambos, nadie debería atreverse a algo, nadie debería cuestionar nada sino sentirse cómodo en la apariencia y el confort decorativo, por lo que no me sorprende que lo que la inquiete no sean las obras sino la manera de mostrarlas, como ella lo dice en el texto, que tuvieron, sin duda, que escudarla en el exagerado título de ¡crítica de arte! y es que su propaganda solo se reduce a las alabanzas de unas condiciones ambientales… ¿habrá habido parqueadero gratis para compradores o tarjetas de puntos….? no lo menciono. (aclaro que me sorprende el título no la propaganda, la que precisamente se define por referirse a lo vano, al falso resplandor del empaque, y me pregunto si para nuestro contexto el título de ‘crítico de arte’ será como el de ‘doctor’… yo que soy vago podría aspirar a el primero pero no al segundo, aunque con este pudiera aspirar a una fanegada de AIS).
Para ella, ó lo que ella, ó sus palabras representas (ella seguro es una ‘bacana’), lo que la crío, lo que la educo, lo que me la tiene así, lo que le configuró la idea del mundo y, sobre todo, el lugar vertical que se debe ocupar en él, no deben existir opciones autónomas sino la que el más rancio elitismo se digne ofrecer, como habrían sido las expo en la cortina de hierro y de este modo con todo lo demás, desconociendo, y porqué no también, las leyes del marketing, que dictan que habría que aprovechar la convocatoria y la atención de la demanda generada por Artbo para ofrecer otras ofertas….
Que lamentable lo que representa ese lenguaje porque esa mella en mente colombiana es la que nos gobierna, con las condiciones lamentables de violencia y cuya única promesa cumplida es la guerra, la división, la enemistad la misma que leí en el texto de Estefanía y en los mensajes de este blog o la misma que vemos con Venezuela-Uribe (no Colombia) – 7 bases gringas…. blanco es… gallina lo pone…
Ese ataque contra la iniciativa de Valenzuela es la prueba de que cualquiera que lo intente debe ser señalado con el rigor de cualquier sentencia y la descalificación, cualquier atisbo de independencia crítica debe ser proscrito.
Y es que la vergüenza social y política en que todos vivimos, que muchos padecemos y que algunos eligieron y aplauden se refleja en un texto tan precario que pareciera no dice mucho pero lo hace, porque no es otra cosa que esa mentalidad de hacernos sancadilla entre nosotros… y sobre todo por eso nunca vamos a ser campeones del mundo en algo que valga la pena: mundial de futbol y mundial de pilotos.
Y siendo Estefy, o lo que a ella la envuelve o representa o lo que sea que la haga escribir eso…¿?, congruente y comprometida con esta mentalidad, que es la del conflicto armado que mira las consecuencias y no las causas, ya que estas nos llevarían a una verdad muy incomoda, el punto de ella no es la calidad curatorial, mencionarlo no es tratarlo, no es la gramática (evidente en su texto), no son los contenidos, no es el mercado…. sino el sentido político que representa la expresión crítica de Valenzuela, no es el resultado sino la afrenta del intento.
Es como la columna de la periodista Rueda que descalificaba a la Minga indigena argumentando que eran ellos los verdaderos y unicos terratenientes de Colombia, que cómo se atrevían esos igualados…, sugiriendo y exigiendo entre lineas una sentencia de muerte a su atrevimiento, sentencia que fue captada luego por un, este sí, periodista con una foto de un oficial del estado disparando un fusil contra la Minga…. y se preguntan ¿porqué estamos en guerra? por eso estamos en guerra.
Yo, luego de su irresponsabilidad que solo creó conflicto y asperezas, muy del estilo Laureanista o Uribista mejor, y de la gran inteligentes de la frase con que Estefy abre el artículo en Cambio y habiéndome tomado el tiempo, de vagar, en pensar en el sentido de su texto, la sugiero para un cargo alto en el Mambo o en la Federación Colombiana de Futbol, dos entes inertes y suplantadores sin logros ni resultados.
(¿Establecimiento?, ¿antiestablecimiento?)
Editorial del periódico El Tiempo del día jueves 22 de octubre:
Arte para dar y convidar
Arrancan hoy en Bogotá dos importantes ferias de arte: ArtBo y La Otra. Su apuesta común pareciera ser derrotar con lienzos e instalaciones el escepticismo financiero que tan duro ha golpeado al mundo del arte. ArtBo trae 30 galerías internacionales y 16 nacionales y La Otra les abrirá espacio a 13, entre locales y extranjeras, como Jason Rulnick Gallery, de Nueva York, y Living Art Room, de México D. F.
Mientras que Corferias será la sede de la quinta edición de ArtBo, La Otra estará ubicada en un edificio de los años cuarenta, ‘Panauto’. El logo de La Otra imita la técnica grafitera del ‘esténcil’, que contrasta con la imagen más mesurada de ArtBo. Ya aquí se evidencian las tendencias antagónicas que inspiran a ambas ferias, donde los ganadores son, claro, los visitantes. La Otra trae artistas como el polémico -y no pocas veces criticado- Jeff Koons y performances como el de Zhang Huan, quien aparecería trepado en una montaña de libros, con un libro gigante en el cuello.
Si bien ArtBo le apunta al arte joven -su Pabellón Artecámara está destinado a artistas menores de 35 años elegidos por un grupo de curadores destacados-, también reserva un espacio a grandes exponentes de la escena nacional, como Ómar Rayo, Fernando Botero y Eduardo Ramírez Villamizar.
Algunos compararían el nacimiento de La Otra, hace tres años, como respuesta a la establecida ArtBo, con el fenómeno «Off Broadway» ante la propuesta comercial del teatro de Broadway. En efecto, surgió como una protesta contra el circuito «oficial» de las galerías y ha logrado cosechar también sus seguidores dentro de los amantes del arte.
Pero, al final, el resultado es positivo: dinamiza la producción artística, jala una mayor variedad de público y de galerías y fortalece este mercado vulnerable, más aún en tiempos de crisis, cuando el arte termina por caer bajo el rubro de «bien suntuario». Es clave pugnar por la supervivencia de estos espacios privilegiados para el arte, asistir a ellos y que su oferta cree una impronta en el público y que genere nuevos lazos entre pintores, curadores y galerías.
Será una ocasión de oro para visualizar cuál es la verdadera situación de este mercado en Colombia y para calibrar el nivel de innovación o estancamiento de nuestras escuelas de arte, reflejadas en las obras expuestas. Que haya dos grandes ferias de arte en Bogotá, con galerías y visitantes de peso internacional, será, pues, un privilegio, pero también una prueba de fuego para nuestra producción artística local.