Hace tres meses me partí las dos manos para no tener que escribir sobre arte contemporáneo colombiano. Llevaba más de un mes impedida para escribir, no por las manos, por fortuna sanaron rápido, sino por lo que debo escribir; sobre arte contemporáneo colombiano y más específicamente sobre las pocas exposiciones e iniciativas que he visto desde que vivo en Medellín, hace ya casi dos meses.
Entre otros espacios de iniciativa independiente, están Taller 7 y Casa Tres Patios, parte de los satélites del Encuentro de Medellín MDE07 y que funcionan, como todo espacio-práctica artística en Colombia: con las uñas.
Casa Tres Patios, está ubicada en el barrio Prado Centro, mi barrio, tipo Teusaquillo, con casas que alguna vez fueron de la clase alta paisa, grandes y muy bonitas, algunas venidas a menos pero que conservan un gran encanto y que esta proyectado por planeación urbana de la ciudad como el sector cultural. Taller 7, está ubicado en el centro de la ciudad cerca a las famosas Torres de Bomboná, en un barrio de casas clase media, muy bonitas y sobre todo muy cercanas a la frenética furia del centro de toda ciudad latinoamericana.
Casa Tres Patios (desde el 2006) comenzó como un proyecto auspiciado por una beca internacional de uno de sus integrantes, mientras que Taller 7 (desde el 2003) comenzó como atelier de estudiantes y recién egresados de la Escuela de Bellas Artes y que progresivamente, aunque de manera rápida, fue abriendo sus puertas al público. Ambos fueron acogidos y catapultados por el MDE07, que les brindó programación con artistas del Encuentro y que además y por el apoyo institucional del Museo de Antioquia, un aval que les permitió consagrarse como espacio independiente. Desde entonces los dos espacios han persistido con programación activa y frecuente, dándole un lugar a iniciativas de artistas, artistas jóvenes, residencias artísticas y otro tipo de actividades provenientes de diferentes instancias como por ejemplo un coro o una exposición de un espacio de artes y oficios (!!).
Ambos espacios, con sus particularidades, abren sus puertas de esa manera tan calurosamente paisa, con la solución siempre a la mano y sin el acartonamiento que dilata, obstaculiza y hasta lapida cualquier proceso (si, sí hágale!). Aquí y gracias a este tipo de espacios los artistas jóvenes o mejor, muy jóvenes, SI muestran mientras están en proceso de formación, SI tienen la experiencia de una exposición con todo lo que aquello acarrea: la obra, el montaje, el público y sobretodo el creerse artistas. Creencia poco asistida por algunas universidades de la capital (Estudiantes y Egresados de Arte de Los Andes repitan conmigo: Yo soy artista.)
El jueves 24 de Septiembre, un día antes de la anunciada muerte del más visible (casi único) espacio independiente de arte contemporáneo y vida social de Bogotá, El Bodegón (2005-2009), yo asisto a una muestra de Taller 7, en la que me encuentro con más vida social que arte. De ningún trabajo expuesto esa noche vale la pena escribir, más que decir que la mayoría estaban montados con cierto profesionalismo, como cuando los artistas (repito) por más jóvenes y con poca experiencia que tengan se creen el cuento de ser artistas. También asisto con cierta regularidad a la Casa Tres Patios de mis vecinos, donde se dan charlas y encuentros con alta frecuencia. En los dos algo pasa.
Taller 7, Casa Tres Patios y El Bodegón comparten el hecho de estar (pasado en el caso de El Bodegón) conformados por artistas de formación, académicos, profesores o aliados a universidades, una base que mal que bien, garantiza una disciplina, rigurosidad y sobretodo soporte, que es visible en el tipo de eventos, de público y de obras (sin hablar de la calidad de las mismas) que se realizan en los espacios. No tienen un interés comercial, de diferentes tipos, que aunque no es necesariamente malo si encamina todos los procesos por otro lado. De ese lado, y para Bogotá se vislumbran nuevos y nacientes espacios como El Parche, La Peluquería y La Residencia, falta ver si salen y con que salen.
La pasión (nunca la del vacío corazoncito rojo) es mantener día a día un espacio a pesar de sí mismo como lo dice Albarracín, sin plata y con conflictos, con trabajos-obras precarios y de dudosa calidad (ojalá con excelente calidad), con pocas oportunidades monetarias pero con mucho por hacer. La pasión es escribir con las manos rotas sobre arte contemporáneo colombiano, por pasión, no por dinero, no se bien porque, pero por pasión. La pasión desde preferencia y deseo hasta padecimiento y sufrimiento.
Gracias a Julián Urrego (Taller 7), Santiago Vélez y Tony Evanko (Casa Tres Patios) por la apasionada conversación.
Lina Castañeda
1 comentario
‘Rotos: La Campana, El Vidrio Y El Corazón’
Es el título de otro articulo tuyo en este espacio. En éste son las manos las que han pasado por estar rotas, pero al contrario de anudarse a dicha serie, donde yacen una ‘estupida campana rota’ que auspicia privación y no libertad; un vidrio roto que, se puediese decir, sentencia la distancia entre el ver y el tocar y, redoblando la privación del no acceso carnal que quiebra ‘el vacío corazoncito rojo’… a diferencia de esa serie, las manos se rehacen en la pasión por la escritura a propósito del arte y nos evocan la frase de quien escribe BAJO EL VÓLCAN: ‘Con una mano escribo y con la otra me sostengo’… nos evocan a Beckett cuando sentencia: ‘No puedo seguir… seguire’… Escribir mientras se rehacen las manos con todos sus tegumentos es semejante a como palpita la vida social y los encuentros que se suceden en taller 7 o en casa tres patios acá en Medellín desde una experiencia de tipo experimental con el arte que com parte, que parte desde el tiempo y los espacios de los habitantes de la ciudad.
2. Será tema de ejercicio derivar la pesquisa, tentar los vasos comunicantes entre estas dos series y la que plantea Almodovar en Los abrazos rotos.
3. Ver y tocar tocar y coger coger y comer comer y beber de los fluidos que de allí brotan es una sugestiva invitación para suturar el alma de la cultura y para darle otro final a la historia de Filadelfia en otras historias que ya serán otras ciudades… y así romper, con la ‘intocable campana de la libertad’ lo que es lo mismo decir que será necesario seguir rompiendo con el slogam-contradición que trae el escudito: libertad y orden.
Lina (Castañeda: hasta que nos podamos volver a ver, abrazo y beso para vos
Gaspar (Figueroa)