Hace apenas unos días, cuando me encontraba en un intento de vacaciones en mi primer día de sol, aparece compartida repetidamente en las redes sociales la posición respecto a la situación del arte en Medellín publicada por el señor Félix Ángel, un pintor que ha tenido una trayectoria bastante significativa y ha realizado interesantes aportes como la publicación de los textos “Nosotros” que fue el inicio de una investigación sobre arte en Medellín y “Nosotros, vosotros, ellos” publicado en el 2008 el cual proponía una mirada retrospectiva al arte de los años 60 y que ha funcionado como soporte informativo para las nuevas generaciones (la mía por ejemplo) sobre qué ha pasado en nuestro arte más próximo. Esto no deja la menor duda de que sus acotaciones son valiosas, por lo tanto, este no es un texto respondiendo a su postura de manera radical y diciendo que es un “mala leche”porque dijo la verdad, esa que tanta falta nos hace y que sin duda a tantos ofende convirtiéndose en generadora de pataletas y lloriqueos. En este texto quiero rescatar asuntos en los cuales tiene una razón irrefutable, pero también hay que señalar algunos aspectos en los que no la tiene tanto.
Primero, se evidencia en el texto que el autor posiciona su opinión desde una lejanía contextual del que no se confronta con el hablar desde el aquí y el ahora, si no que se apoya en los chismecillos de “algunos amigos” (habría que ver quiénes son esos «algunos», y si hablan desde dentro de la actividad artística en Medellín o si lo hacen desde la pataleta que genera el malestar de sentirse renegados, como generalmente solemos hacer cuando nadie nos presta atención), y en el remilgue que asiste la actitud del “todo pasado fue mejor” aunque según leo para el señor Félix Ángel la cosa es más lamentable todavía porque aún seguimos “llevados,” y por lo tanto nunca hubo un «pasado mejor».
El primer punto que se expone es que la ciudad no se ha recuperado de lo que fue la terminación de la Bienal y que aquello afectó potencialmente el mercado del arte y con ello el interés por el arte como experiencia de vida; pues bien, hay algo cierto en cuanto al estado deplorable y árido a nivel de coleccionismo que, evidentemente no existe pero, que esto haya traumatizado el interés para rodearse de arte como parte de una experiencia de vida, eso sí que no es cierto. En este punto se cae en el error de atribuir a Dios lo que es del Cesar, es decir, mezcla el estado mercantil con el interés de acercarse al arte y volverla experiencia de vida a sabiendas de que el arte como experiencia más allá del mercado es otra cosa. A diferencia del estancamiento que esta visión propone, en asuntos de fomentar el interés artístico en la ciudad, proponer eventos y dinamizar el medio artístico, Medellín está más movida que nunca, tenemos espacios independientes que luchan por ejercer un balance entre la burócrata institución y los procesos externos de los artistas más jóvenes, tenemos centros culturales, el Museo Casa de la Memoria, el Museo del Agua, se han abierto nuevos espacios de exhibición, tenemos más bibliotecas con salas expositivas, están surgiendo galerías nuevas (que sean malas o buenas eso aún hay que verlo) y cada día aparecen proyectos experimentales institucionales e independientes donde se pueden confrontar procesos y contextos, vidas y memorias. Entonces esto afirma que definitivamente si cultivamos un interés por rodearnos de arte como parte de una experiencia de vida. El arte no es (hace mucho rato no lo es) pintar un buen cuadro y venderlo «bien», de hecho sabemos que el arte no son ni las ferias, ni las bienales, ni las subastas, estas sólo son condensadores de públicos específicos donde se puede apreciar el arte (en ocasiones, cuando hay).
Tampoco ha de ser verdad que se estranguló el nexo que se había creado culturalmente entre Medellín y el resto del mundo, de hecho si no estoy mal este año Medellín será una de las ciudades que harán parte del próximo Art Destination, un programa de difusión y documentación que es realizado en la plataforma Universes in Universe, donde se documentan los eventos más importantes del arte alrededor del mundo.
Es muy cierto sí, que lamentablemente cargamos con el estigma de ser la ciudad de las putas y la droga, pero francamente seguir machacando en estos repudiables sucesos de nuestra cultura, es similar a seguir mostrando al público televidente estas repugnantes narco novelas con la disculpa maniquea de que “no hay que olvidar la historia”. Entonces mi pregunta es ¿Cuándo podremos avanzar? Ya sabemos que aquí reconocen más a las mujeres prepago que a las mujeres artistas porque a los hombres les servimos más con las piernas abiertas que pensando y creando, pero seguir rumiando esto como abuelo en mecedora, tampoco es muy aportante.
Debo aclarar algo muy cierto aquí y es que el autor habla desde las experiencias que los años de trayectoria le han revestido y por los cuales sus letras tienen una posición escéptica y amarga (en apariencia), mientras que yo, apenas con poco más de un cuarto de siglo, tengo una mirada un tanto más positiva sin negar nunca las infamias del sistema, pero intentando recordar que no todo es blanco o negro, y presiento, que el texto nos quiere persuadir de que el estado del arte en Medellín es negro como un abismo; pues bien, yo no creo que sea así, lo que pasa es que la quejadera sobre las cosas malas que pasan es abismalmente más poderosa que la voluntad de levantarse y hacer que las cosas buenas pasen.
En cuanto a las relaciones Medellín-Bogotá y el ya conocido y odioso centralismo, es indudable que aquí seguimos “montañerizados” a más no poder, que aún queda mucho remedo del mal gusto narco de los ricos ignorantes que no diferencian el arte de los pegotes ni los cachivaches (algunos artistas tampoco lo hacen), pero es indudable también que algunos de los agentes culturales de la capital han tenido que reconocer a Medellín como una ciudad donde definitivamente se hace muy buen arte hace mucho rato. Desde este punto, el problema no es ni siquiera que en Bogotá se sigan movilizando a través de la endogamia cultural, «Nosotros y nuestro ombligo, nuestro ombligo y nosotros», el problema es que los paisas somos unos vendidos con complejo de inferioridad que ante cualquier guiño corremos como borregos y cuando no, nos quedamos esperando a que se acuerden de nosotros por allá donde hace frío, a sabiendas y ha quedado más que demostrado con el anterior Salón Nacional de Artistas, ese que le tapó la boca a más de uno y el único en mucho tiempo que trato a los artistas como artistas y no como pordioseros recibiendo limosnas (Así también hayan hecho berrinche los excluidos) que nosotros en Medellín tenemos absolutamente todo el potencial, la infraestructura y hasta a las personas para descentralizar el sistema del arte (aunque ni nosotros mismos lo queramos creer) sobre todo si dejáramos de invitar a los curadores de afuera a que en lugar de investigar el sistema artístico local, se instalen en los eventos con sus “amiguis” foráneos y cual avistamiento de OVNIS, los artistas de Medellín, se queden como bobitos mirando para el páramo mientras nos meten el golazo. Esto ha sido muy característico sobre todo en los MDE anteriores, que como menciona el texto y con razón:
(…) es una feria de vanidades incomprensible para el público, realizada a un costo enorme y de una inutilidad comprobada en cada una de las convocatorias anteriores, que ha ignorado consistentemente cualquier talento local, pero muy entretenida y beneficiosa para curadores invitados, asesores de plataformas conceptuales y toda la palabrería al uso que tanto excita a quienes la utilizan como jerga que les permite reconocerse entre sí a los de la misma tribu, pero enajena al ciudadano que, de una manera u otra manera, es un contribuyente forzoso con sus impuestos y pasividad”
Pese a esto, no deberíamos adelantarnos a satanizar lo que no se ha probado en este 2015, es probable o por lo menos esa es mi esperanza, que con la nómina de curadores y especialmente con el curador seleccionado para Medellín, este aspecto de vanidad, inutilidad, plataformas superficiales y espectáculo cosmopolita pueda transformarse en un evento que fortalezca la relación cultural de Medellín con el mundo, los procesos internacionales en relación a los locales, pero sobre todo que nutra los espacios propios de ciudad, su infraestructura, y que proponga una reflexión histórica desde un estudio y una buena investigación.
Lamentablemente y no hablo sólo por mí persona, no puedo estar de acuerdo con la posición que sólo descalifica la labor de los dos museos principales, no es uno y medio, son dos, cojean pero se mueven y, aunque es evidente que ambos museos tienen deudas grandes con los artistas, especialmente al incluirlos en sus casi inexistentes colecciones, con el público y con su misma infraestructura, no podemos negar quienes vivimos aquí en Medellín, que en los últimos años especialmente desde la re inauguración del Museo de Arte Moderno en Ciudad del Río, así las llamen importadas o “descontextualizadas”, se han realizado exposiciones que han sido un valioso aporte cultural y hasta pedagógico sobre todo para el público más “montañerito” como supongo lo llamará, y también para el público más joven que aún está en formación académica, el cual, a pesar del arribismo modo-ON que vivimos incluso desde las facultades (ese arribismo tipo señora emperifollada de traqueto vieja guardia que puede ver uno en las exposiciones y sobre todo galerías) otro segmento del público y otros estudiantes no poseen los recursos económicos suficientes para viajar a ver las obras de por ejemplo William Kentridge, Sophie Calle, ORLAN, o hasta a Neto. Sí señor, es que no todos se pasean por el mundo como si estuvieran en la sala de su casa y es una maravilla que muchos puedan hacer esto, pero por fortuna, estas muestras importadas y “descontextualizadas” existen, como decían las abuelas paisas “bendito sea mi Dios”.
En cuanto al museo como pasarela de modisto frustrado y mochilero neo hippie o pseudo intelectual, además goterero, ¿En serio creen que este fenómeno sólo pasa en los museos de Medellín? Absolutamente no, es más, entre más «cosmo» y civilizada la ciudad, mayor es el nivel de pseudos así ellos vistan PRADA y aquí vistamos ropita de diseñador frustrado. Y eso que el texto es puntual en que estos son espacios de arribismo, lo que me da a entender que muy probablemente en las inauguraciones y los eventos del MOMA, el Louvre o el Guggenheim se respira un aire de humildad y altruismo insuperable ¡Si, como no! En relación a este punto puedo decir que la mochila o la ropa no impide que una persona así sea en un minuto de su tiempo y de su vida pueda disfrutar o reflexionar gracias a una pieza, un dibujo o una instalación que albergue el museo, si esto sucede, si hay una transacción real entre la obra y quien la observa no importa ni siquiera si el resto de la noche se la pasó tomando licor gratis.
Crítica si hay, oficializada y jerárquica no tanto, pero es que ni en la capital, porque uno lee los textos de los críticos de allá, esos que sólo escriben, promocionan y le dan premios a los amigos y francamente uno tiende a pensar que tampoco hay nada. Quizás la ausencia de crítica se refiera a la inexistencia de figuras colosales como Marta Traba y en eso sí tendría mucha razón; es una pena, porque ahora más que nunca un filo como el de su pluma es lo que hace falta, sobre todo porque estamos en esta aparente posmoderna época del “todo vale” lo cual, sabemos que no es cierto. Y en cuanto al periodismo cultural ahí no puedo refutarle nada, tiene usted toda la razón, ¡es vergonzoso!
El mercado artístico es una falacia, eso también es verdad, las academias de arte también contribuyen un poco al estado de pasividad mental y mediocridad artística, sobre todo porque al estudiante le vacían un balde con nombres de teóricos que hay que aprenderse, pero sobre arte local e historia no saben absolutamente nada; esto acontece porque no hay exigencia académica alguna debido a que los estudiantes cada vez más artistas ellos desde que tocan el primer semestre, no se les puede si quiera mirar, ponen la queja o arman su berrinche de adolescente y es por eso quizás que a nadie le interesa tampoco hacer crítica de arte ahora, es que lidiar con el ego de los pseudo artistas berrinchudos que a cualquier cuestionamiento reaccionamos como hienas asustadas (lo acepto, yo lo hago) si es muy mamón.
Finalmente el concepto del artista antioqueño egoísta y avaro es una realidad en la que todos nos movemos, pero, como mencionaba anteriormente en otro punto, no me van a decir a mí que en los contextos donde sí se moviliza el mercado del arte sólo hay arcángeles, eso quisiera verlo. El egoísmo existe donde exista un hombre de pie, así que adjudicar esta cualidad sólo a los paisas es inaceptable, ni que decir de los artistas en otras ciudades, por ejemplo ¿El centralismo capitalino, qué no es eso egoísta? Entonces ¿Por qué esta agüita sucia sólo para los paisas? La novelería y la envidia son absolutamente reales aquí y en Tombuctú a pesar de apodarse la ciudad de los 333 santos, entonces en este sentido un texto que podría ser un buen llamado de atención para que revisemos nuestro estado actual, se volvió una cantaleta como el mismo Felix Ángel muy bien lo dice, que parece escrita diez años atrás por el resentimiento de un artista que no ha tenido en absoluto éxito siendo paradójicamente esto lo contrario.
Desafortunadamente el texto se leyó y se releyó sin ninguna profundidad de análisis, lo compartieron muchos de mis contactos en Facebook y la única posición al respecto era decir que todo cuanto allí se escribió es “verdad” identificados todos con el mismo desprecio con que tratamos a los demás. Lo peor de todo es que luego de esto muy seguramente todos los que simpatizaron sin un mínimo nivel de análisis de si las cosas son tan así o si no lo son tanto, van a seguir rascándose las nalgas sin moverse de la silla, mirando en Facebook otro artículo que nos recuerde lo llevados que estamos, pero ninguno va a hacer nada.
Si realmente el maestro Félix Ángel tiene la razón, lo que hay que hacer en lugar de quedarnos esperando a que otro de afuera nos diga lo que ya sabemos, es movernos más, investigar más, enviar más propuestas a las convocatorias (no sea mediocre y deje de escudarse en que hay rosca) proponer más proyectos, dejar de lamerle la suela a los de afuera, buscar auto gestión, abrir más espacios participativos, los museos deben encontrar la manera de adquirir más piezas de sus artistas y no esperar a que les donen todo gratis, hay que dibujar más, pintar más, esculpir más (pero enserio) leer más, escribir más, proponer en lugar de quejarse, porque de otro modo le seguiremos dando la razón a una persona que por aquí no asoma las narices y por allá ya se ha hecho su capitalcito mientras que nosotros como babosos al igual que el perrito con la astilla en el trasero, nos quedamos sentados rumiando y enterrándonosla más, cuando lo que debemos hacer es levantarnos y actuar.
Ursula Ochoa*
*publicado en Bitácora de Textos
1 comentario
Gracias Úrsula por mostrarnos la otra cara del Arte en Medellín.