La gente cree ver muchas cosas en las obras de arte. Hace poco, un crítico culinario que ha devenido crítico de arte decidió postular en una reputada revista bogotana de espectáculos la idea de que existe un movimiento de artistas que denomina “otros realistas o alterrealistas”, que buscan “cuestionar la ilusión, la magia y la irrealidad del otro lado del espejo.” Como chiste, esta propuesta es excelente, tanto que no sólo sirve para identificar a algunos artistas, sino también a un amplio grupo de sujetos vinculados al miniuniverso artístico colombiano. Algunos de ellos estamos hoy aquí, reunidos bajo una pregunta retórica, inscrita en “otra realidad o alterrealidad”.
1.- ¿Quién quiere saber si el Salón Nacional de Artistas es de artistas o de curadores?
La pregunta que titula este encuentro hace parte de esa “otra realidad o alterrealidad”, pues se formula a las personas equivocadas. Si para hablar sobre este tema se reúne a un grupo de curadores que anteriormente hicieron obras de arte o enseñan en Departamentos de arte o estudiaron arte (concluyendo o no su carrera), y entre ellos nadie estuvo involucrado en organizar el mecanismo de participación de que se habla, quizá haya poco por decir. En otras palabras, si se concede que ninguno de los integrantes de esta mesa participó en la esquematización del modelo de Salón Regional de Artistas a través de convocatoria a curadores (de hecho, como enseña el olvidado régimen de inhabilidades colombiano, si lo hubieran estado, no hubieran podido participar en el concurso), ¿con base en qué presupuesto se espera que se responda adecuadamente a esta pregunta?
Para tratar de conciliar estas dos “otras realidades o alterrealidades”, la de los participantes a convocatoria y la de los organizadores de convocatoria, valdría la pena preguntar: ¿Por qué no hay nadie que haya intervenido en la configuración de ese modelo de Salón hablando aquí? ¿Quién de los que lo hizo quiere hablar sobre el actual modelo de los Salones Regionales de Artistas? O, si probablemente tuviera algo que decir ¿Por qué el Asesor del Área de Artes del Ministerio de Cultura aparece como moderador y no como ponente?
Ya hace bastante tiempo un artista reconocido entre las décadas de 1970 y 1980 dejó en claro que el modelo actual del Salón Nacional no estaba dirigido al gremio de productores de arte. A finales del año anterior, la actual Ministra de Cultura reforzó el cuestionamiento. La pregunta que surge ahora tiene que ver con la iniciativa que la impulsa. Y, una de las respuestas que también se propone tiene que ver con la instrumentalización de la presencia de quienes estamos aquí. Me explico: si se abre una convocatoria para postular un proyecto de investigación y alguien decide presentarse y gana, ¿debe dar cuenta de los mecanismos que se pusieron en juego para armar la convocatoria a la que participó? Luego, si se le invita para que hable de la convocatoria de la que hizo parte como postulante, ¿será posible que diga algo con conocimiento de causa? O, mejor ¿a qué se le invita a hablar? ¿su presencia valida en silencio de quién? Si se acepta que “instrumentalizar” es “emplear como instrumento para el logro de un fin”, esta mesa funciona a la perfección: gente que parece no tener nada que perder habla sobre lo que no sabe para dar la idea de que existen mecanismos de debate en un contexto cultural.
2.- ¿Qué diferencias hay entre un Salón Nacional de Artistas organizado a partir del criterio de un jurado de selección y premiación y uno conformado por investigaciones curatoriales, sometidas también a un jurado con la misma potestad?
La segunda parte de esta “otra realidad o alterrealidad” tiene que ver con que, ciertamente, el Salón Nacional de Artistas no tiene ningún modelo de acción. Hoy en día ni siquiera está claro cómo las curadurías que integran los Salones Regionales de Artistas van a verse representadas en él. Valga repetir –para evitar errores futuros y se termine invitando a hablar a la persona menos adecuada-, que éstas se organizan como investigaciones curatoriales patrocinadas por el Estado luego de concurso público, y que el Salón Nacional, hasta el momento, se deriva de una curaduría asignada a dedo, o por méritos que sólo reconoce un panel de expertos, y que parece no responder ante nadie. (Si se recuerda el 41 Salón [Inter]Nacional de Artistas en Cali será más sencillo hacerse una idea de lo que sucede con tanta autonomía). De ahí que valga añadir que si hoy hablamos algunos de los curadores de los 13 Salones Regionales de Artistas sobre este asunto, de hecho somos el resultado de la elección de un panel de expertos. En ese sentido, lo único que ha cambiado es lo más importante: quién se queda con el dinero. Anteriormente, los premios que ganaban los artistas que participaban en el Salón Nacional de Artistas eran asignados por un jurado. Entonces, los artistas representaban un criterio de selección. Hoy, los artistas no concursan por nada, apenas hacen parte de grupitos armados por curadores que ganan becas de investigación asignadas por un grupo de jurados. De esta forma, también representamos un criterio de selección.
Y hasta ahí, la estructura es la misma: modos de repartir dinero entre sujetos vinculados a un pequeño sector del campo de las artes visuales. Hay que indagar sobre la manera en que esa distribución de recursos es representativa y a cuáles sujetos beneficia. Pero, para encontrar una respuesta hay que ir más allá de la ilusión de que existe algo llamado Salón Nacional de Artistas. Sobre todo porque desde los espacios de articulación que actúan en las distintas regiones del país hace tiempo que esa institución del arte visual dejó de existir. Poniéndolo en otros términos, son escasos los ejemplos de integración de artistas más allá de capitales de departamento. Importan más otras iniciativas de índole privada (el ansiado matrimonio Empresa privada-recursos públicos), porque dan jugosos premios y porque llegan hasta donde están los productores.
3.- Una alternativa
Si se busca realmente activar el componente Nacional del Salón Nacional, bien podría invertirse bastante tiempo en definir qué nación es la que se invitará a hacer parte y de qué manera se la va a invitar. Si es la de los artistas en formación de centros universitarios, si es la de los artistas semiprofesionales que trabajan en centros de turismo, si es a la de las minorías de género o raciales, si es a la comunidad de personas con discapacidad, si es a los artistas de la diáspora, o si es, como hasta ahora, a la de los artistas que ya no hacen obra y prefieren derivar su manutención de Departamentos y Facultades de arte. Las últimas versiones de este evento han marginado a los productores-productores de las bolsas de inversión. Quizá es momento de retornarles la hegemonía y ponerlos a participar entre sí, y no con productores-difusores que, al parecer, tan mal lo hacemos.
Guillermo Vanegas*
* Ponencia Encuentro de Lugares, 42 Salón Nacional de Artistas