La espada, el capricho presidencial y la respuesta del Museo

La Espada de Bolívar y su contenido no le pertenecen a un presidente, ni a este ni al anterior, pertenecen a ese contenido cada vez más urgente, que conocemos como patrimonio. ¿Qué tiene por decir el Museo Quinta de Bolívar sobre el capricho del ahora ex– presidente Duque y la “necesidad” del actual mandatario de mandar a traer la Espada?, ¿qué implicaciones tiene -en términos de patrimonio- mover ese objeto? Pero sobre todo ¿Qué significados institucionales justifican semejante escenificación pública?

La presencia (entre una urna) de la Espada de Bolívar en la posesión de Gustavo Petro como Presidente de la República, activa distintas reacciones, algunas profundamente emotivas como las experimentadas en medio de la multitud en la Plaza de Bolívar o entre quienes en directo esperábamos desde alguna pantalla pública que se cumpliera la orden de traerla. Sin embargo, pasada la emoción generada por la escena, la pregunta por esta Espada y por lo que con ella –como símbolo- se activa, movilizando distintos archivos es importante. De la espada de Bolívar existe una réplica, pudo utilizarse en la ceremonia, sin embargo, resulta determinante que aquella que vimos trasladar en medio del protocolo -soldados vistiendo el Papagayo-, el tiempo de espera entre la orden y el traslado, la urna en la que la transportaron, fuera la verdadera. Las imágenes de la espada robada y exhibida en 1974 configuran significados diferentes, no solo en relación al momento histórico, también respecto de las estrategias de visibilidad utilizadas alrededor de mostrar el objeto, en ese caso en condición de trofeo.

¿Qué tan lejos están esos significados producidos por la imagen de los que se produjeron y circularon el domingo pasado? ¿Qué implicaciones tiene -en términos de patrimonio- mover ese objeto? Pero sobre todo ¿Qué significados institucionales, justifican semejante escenificación publica? Otras preguntas tienen que ver particularmente con el hecho de que el Presidente Gustavo Petro diera la orden de traer la espada, y el público de la ceremonia respondiera con aplausos y ovaciones, dando por sentado que aquello no solo era posible en términos de poder, también que era por completo entendible, como si de alguna manera la historia personal y la de ese objeto, desde la militancia en el M19, hasta la Presidencia, fueran coherentes, es decir, que luego de múltiples y complejas derivas, objeto y sujeto por fin convergen en el mismo espacio, tiempo y propósito. Sin embargo, frente a Bolívar, sus imágenes, y símbolos, no hace mucho durante el Estallido social, otros significados colectivos se movilizaban, otro tipo de reacciones y emociones públicas se escuchaban y sobre todo se hacían visibles. Esos significados, que hacen que la estatua ecuestre del Monumento a los Héroes haya sido retirada del espacio público, y hoy este siendo restaurada, no son exactamente las que aparecen en la exhibición de la Espada. Sin embargo, pasara a la historia que la primera orden presidencial sea: ¡traigan la espada!

La Espada y su contenido no le pertenecen a un Presidente, ni a este ni al anterior, pertenecen a ese contenido cada vez más urgente, que conocemos como patrimonio. ¿Qué tiene por decir el Museo Quinta de Bolívar sobre el capricho del ahora ex– presidente Duque y la “necesidad” del actual mandatario de mandar a traer la Espada? Al respecto un video –otro-, no el de la escena alrededor del préstamo para la posesión, sino el que el Museo produce en respuesta a la importancia simbólica de este objeto; sobre esto escribe Emma Zapata @malditamarimar:

“El video fue realizado por Cinemacolors S.A.S a bajo la dirección de Andrés Castro y un equipo de cinco profesionales[1] con mucha experiencia en el campo audiovisual, este equipo fue el encargado no solo de darle un sentido emotivo a una de las piezas más simbólicas, emblemáticas y anecdótica de la historia contemporánea colombiana “La espada de Bolívar” sino además rendirle un homenaje a varias de las personas que aparecen en él, como Alexa Rochi firmante de los acuerdos de paz. es excombatiente de las Farc y fotógrafa que acompañó la posesión presidencial, Carolina La Torre, abogada especialista en derechos humanos activista por la paz y trabajadora por los derechos de las mujeres líder en diferentes procesos con víctimas (Hidroituango), Hugo Pedraza, jardinero patrimonial de la Casa Museo Quinta de Bolívar (como un homenaje a sus 40 años dedicado al cuidado del primer jardín histórico del país), estos y muchos otros rostros fueron parte de la producción realizada en diferentes lugares del país en tiempo récord de dos semanas. La espada utilizada fue la réplica de la pieza original que se encuentra exhibida en la Casa Museo Quinta de Bolívar, la original fue trasladada al Palacio de Nariño desde el año 2019 y ayer vista por todos en la posesión presidencial.”

Daniel Coronel se puso en la tarea, como él mismo dijo, de investigar los detalles que rodearon la solicitud de la espada, el “Reporte” sobre el tema círculo al tiempo que la de la imagen del nuevo retrato de Iván Duque para la galería de Presidentes en el Palacio de Nariño, la nueva pintura, menos interesante que la anterior, supone un cambio significativo en la imagen que, de él mismo, pasará a la historia, también a la de las imágenes. Pese a lo interesante del reporte, el análisis sobre el pulso de poder alrededor de este símbolo, no debería quedar meramente en lo anecdótico. Lo interesante de la escena con la espada, también nos da un retrato de los mandatarios, lo sabemos, el Museo Quinta de Bolívar, también lo sabe, y para eso prepara ese video. Poseer momentáneamente el símbolo, poseerlo de nuevo, esta vez a través de una orden directa en medio de la ceremonia, hacer el tiempo mientras se ejecuta la orden, mientras todas, todos y todes vemos, que ahora tiene el poder legítimo sobre ese símbolo y que a propósito lo exhibe, debería al menos, ocuparnos reflexivamente, por un tiempo. Mientras tanto observar, escuchar la respuesta del Museo a través de este corto video parece una invitación indispensable, en la medida en que parece hora que otras narrativas e identificaciones coincidan con ese modesto, pero histórico objeto.


[1] Angélica Castro productora de campo. Alexis Castro, Productor en línea. William Gómez, director de fotografía.