El 7 de agosto, Gustavo Petro (o alguien con acceso a su página en facebook) puso esta fotografía, acompañada del siguiente texto: “Los artistas que hicieron el obelisco ‘Homenaje a Bogotá Humana’”. Las mujeres presentes en la imagen son Clarisa Ruiz (Secretaria de Cultura) y Adriana María Mejía (directora de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño). Al parecer, el obelisco itinerará por Bogotá. Nadie sabe hasta cuándo.
Entre los artistas participantes del proyecto estuvieron Eivar Moya, Mauricio Zequeda, Camilo Pinto, Rafael Buitrago, Felipe Cifuentes, Andrés Alarcón y Alfredo Araújo. La propuesta hizo parte de la programación diseñada por la alcaldía para celebrar el cumpleaños de la ciudad. Según reza el comunicado de prensa de la propuesta, su elaboración fue poco menos que enternecedora:
“El Señor Alcalde Doctor Gustavo Petro, acompañado por su familia, recorrió las obras y expresó su emoción ante la perspectiva del arte itinerante, inclusivo y por supuesto más humano.”
Y su logística ya está poco menos que resuelta:
“Las piezas serán almacenadas y cuidadas en la Fundación para ser expuestas al público en diferentes zonas y eventos de la ciudad capital.”
Todo salió a pedir de boca (de urna). La gestión demostró la efectividad de las acciones que viene emprendiendo la Fundación Alzate desde la más reciente modificación de su organigrama y del diálogo que, al parecer, ha establecido con (un grupo de) artistas y (un sector del) público. Además, en la producción del obelisco participaron representantes de dos comunidades tradicionalmente favorecidas por el paternalismo demócrata hacia las artes: obvio, artistas y, luego, estudiantes de artes plásticas.
La cuestión no deja de resultar interesante toda vez que lleva incorporada la pregunta por el modo en que fueron seleccionados esos artistas precisamente. O, en el caso del segundo grupo, por su adscripción a una privada academia de artes. Por dos razones. Porque hay una tradición histórica en la administración distrital para abrir la ejecución de los recursos dirigidos hacia la cultura a través del dispositivo de la convocatoria pública. Y porque es bien conocida la cercanía de este mandato con la Universidad Distrital. Entonces, queda por saber de qué manera fueron invitados los artistas que hicieron la obra y por qué no se invitó a participar a estudiantes inscritos en la Academia Superior de Artes de Bogotá.
Contando con que el periodo de esta alcaldía termina este año, es importante saber a quién se le ocurrió esta propuesta. Precisamente porque estamos en la antesala de las elecciones locales y, más allá del cumpleaños de la ciudad, el obelisco difícilmente habla de algo relacionado con la actividad cultural que ha defendido esta administración. En breve, ¿la alcaldía de la Bogotá Humana ha utilizado ese símbolo para representar qué en otras oportunidades?
También es difícil determinar de qué modo se integrará el obelisco con las iniciativas culturales de la administración entrante. O saber algo mucho más sensible. Teniendo en cuenta la carencia de espacio en las instalaciones de la Fundación Alzate y los costos que acompaña el traslado de una obra de estas características: ¿de verdad ese obelisco se almacenará y cuidará en la Fundación? ¿dónde? y ¿cómo se va a financiar su erección en el espacio público de la ciudad?
Aunque menos mediatizado que las demás fiestas que reunieron a los bogotanos alrededor del cumpleaños de la Bogotá Humana, el malestar hacia este plan de trabajo que parece ir hacia ninguna parte ya ha hecho su aparición. Exfuncionarios de esa entidad manifiestan su molestia por el proyecto. Por ejemplo, se pregunta por la implicación de la actual dirección de esa Fundación en actividades de propaganda política. Una propaganda que aunque se crea por-supuesto-más-humana, no deja de servir para beneficiar a alguien. No a Gustavo Petro ni a la Bogotá Humana. Sino de pronto a quien decidió mandar hacer el monumento. Pues se trata de un cálculo a futuro. Algo legítimo para todos nosotros. Sobre todo para quienes han hecho carrera política por décadas.
–Guillermo Vanegas
2 comentarios
Este artículo deja clara la triste mentalidad de tantos que lejos de trabajar por su propio crecimiento y de los demás, sólo saben criticar y desvalorizar los esfuerzos de los demás. No es de extrañarse que en este artículo se pretenda hacer creer en una oscura intención política y en una supuesta estrategia, dado que como de costumbre en este país El Ladrón Juzga Desde su Propia Condición! Pero lo cierto es que el obelizco nació de la mente de los artistas que lo hicimos, sin más intención que la de crear una pieza fruto de la colaboración mutua y de manera incluyente y participativa, por lo que invitamos a paarticipar en ella a artistas en condición de discapacidad. Fue un acto simbólico inspirado plenamente en la idea de una Bogotá Humana y abierta a todos
Guillermo, para tener dificultad al determinar tantas cosas es usted un hombre de muchas afirmaciones… lo felicito su nivel de suspicacia es del talante de la milimetría. Tiene dudas sobre la calidad de los convocantes, por lo tanto tiene dudas sobre la calidad de los convocados, por lo que porsupuesto queda en duda la calidad del producto, por lo que queda en duda la utilidad del producto ante la inoperancia de la institución que lo debe difundir, ante lo que sin lugar a dudas podemos concluir que cae todo un manto de duda sobre la calidad y la capacidad operativa de la administración que es operante y de calidad sólo para estar politizada, lo cual sí es legítimo entre los que han hecho carrera política por décadas…. me pregunto si usted vió el obelisco en vivo… tal vez no, o de lo contrario seguramente le hubiese generado dificultades para determinar el tipo de trazo o el manejo de luz que sobre sus obras hizo cada artista… pero eso será también muy difícil de determinar