Sinopsis
Este debate gira en torno a una censura contra la exposición “Mujeres en Custodia” o “Mujeres Ocultas” de la artista María Eugenia Trujillo en el Museo Santa Clara, programada para abrir al público del 28 de agosto al 28 de septiembre de 2014.
El principal ente censurador era una página web llamada “Voto Católico” que incitaba a sus simpatizantes a votar en una petición donde se le solicitaba a la directora del Museo Santa Clara de abstenerse de presentar esta exposición, alegando que se estaban utilizando símbolos de la fe católica de una manera inapropiada y que así mismo, se estaba insultando y atentando contra la moral de los practicantes de dicha religión. La Abadesa del Monasterio Santa Clara Bogotá, Madre Celina de la Eucaristía, también se pronunció y solicitó revocar de la exposición. La exposición fue suspendida temporalmente luego de que se presentaran tres tutelas separadas por “presunta violación del derecho fundamental a la libertad de cultos consagrado en el Artículo 19 de la Constitución Política”.
El fallo fue apelado por los abogados de la artista y fue reabierta en enero de 2015.
¿Qué es lo que se debate?
Sin lugar a dudas este tema causó gran revuelo y generó distintas opiniones mixtas. Halim Badawi publicó en Arcadia un texto llamado “Censura artística en el Museo Santa Clara” en el que expresa que “las custodias de Trujillo «pasarían desapercibidas» en «la tradición más avezada del arte contemporáneo», así como algunas de las iniciativas de Voto Católico”, también cuestiona la manera como la obra es percibida. Catalina Navarro se cuestiona en su texto “Vaginal” en el diario El Espectador ¿por qué va a ser ofensiva la representación de una vagina?, haciendo referencia al contenido de la obra y a las reacciones que recibió. Otras opiniones van desde el rechazo a la censura hasta el cuestionamiento de la calidad de la obra, es decir, si es realmente buena o si destaca solo por ser polémica.
Un nuevo caso de censura se presenta en nuestro medio. A diferencia de otros episodios, donde la censura emerge en el momento en que se hace pública una obra, en esta ocasión se inicia con bastante antelación de su apertura al público. El 5 de agosto el grupo «Voto Católico» publicó una carta solicitando apoyo para evitar que se realice la exposición «Mujer en custodia» en el Museo Iglesia Santa Clara. Entre sus argumentos, se acogen a un artículo de la Ley Antidiscriminación donde se especifica «hostigamiento por motivos de religión orientados a causarle daño moral». Varios días después, el Museo de Arte Colonial, entidad a cargo del Museo Santa Clara respondió con una petición y una carta abierta.
¿Cómo incide en este debate la polarización que existe en otros ámbitos como la política, donde los límites entre Estado y creencias religiosas son -como pasa con la procuraduría- cada vez más borrosos?, ¿qué tipo de fuerzas e intereses políticos o institucionales se mueven detrás de este debate? ¿tiene real incidencia el tema de lo femenino en las obras o el hecho de que sea una mujer la que propone la muestra? ¿Es posible que al hacer una muestra que toca temas religiosos en un Museo Iglesia, se active el espacio como lugar religioso? Si es así, ¿tiene sentido el argumento de voto Católico en que hay «hostigamiento» y se genera un “daño moral” a los creyentes de la Iglesia Católica?, ¿qué papel juega el arte en todo este debate?
«La exposición señalada tal como se pretende realizar en Bogotá en las instalaciones del Museo Santa Clara, es una injuria por vía de hecho por las imputaciones deshonrosas que se pretende realizar sobre colectivo de creyentes de la Iglesia Católica en Colombia […] Adicionalmente, la realización de la exposición de las obras de la artista por parte de el Museo Templo de Santa Clara, que usted dirige, califica dentro de las conductas que son sancionadas por la ley 1482 del 30 de Noviembre de 2011, o ley Antidiscriminación que nos protege de actos de hostigamiento por motivos de religión orientados a causarle daño moral a un grupo de personas o comunidad católica por razón de nuestra religión, y es sancionado como delito por el artículo 134 B del Código Penal con pena de prisión doce (12) a treinta y seis (36) meses y multa de diez a quince (15) salarios mínimos legales mensuales vigentes, salvo que la conducta constituya delito sancionado con pena mayor y tiene agravación punitiva cuando la conducta se ejecuta en espacio público, establecimiento público o lugar abierto al público y si la misma se realiza por servidor público, aumentando las penas de una tercera parte a la mitad.»
Continúa aquí http://citizengo.org/…/10249-abstengase-autorizar-y…
Desde el pasado 5 de agosto de 2014, la exposición de arte contemporáneo “Mujeres ocultas” a exhibirse en el Museo Santa Clara a partir del 28 de agosto hasta el 28 de septiembre de 2014, quiere ser censurada por la página de internet “Voto católico”, invitando a sus navegantes a votar una petición donde se le exige a la Directora del Museo Santa Clara “abstenerse de realizar en el recinto histórico del museo Iglesia de Santa Clara que usted dirige, la exposición “Mujer en Custodia” de la artista plástica María Eugenia Trujillo que está programada para realizarse en el presente mes de agosto o en cualquier tiempo futuro en el Museo Iglesia de Santa Clara”.
El argumento esgrimido por dicha página, con divulgación también en www.citizengo.org/es, es que la exhibición “utiliza los signos de una confesión religiosa en particular, la fe católica, haciendo de ellos escarnio público, agrediendo abiertamente a la comunidad católica del país”. Dicha información representa una desinformación o tergiversación de la obra, dado que la artista realiza objetos estéticos, utilizando la técnica del bordado, para representar distintas partes del cuerpo femenino, con la intención de mostrar cómo éste es sagrado y no debe ser violentado ni por sus semejantes ni por ninguna institución.
Los aquí firmantes consideramos que las exposiciones de arte, contemporáneo o no, deben ser vistas, discutidas y, si es necesario, debatidas y hasta rebatidas, pero no censuradas. El arte es un medio de expresión y de representación, por lo cual todos los artistas están en pleno derecho de expresar y representar el mundo de la forma que más les plazca.
Si un mensaje artístico resulta polémico, los ciudadanos tienen plena potestad de criticarlo, cuestionarlo, pero no exigir su censura. Si las instituciones públicas, y más las de carácter cultural, aprueban el silenciamiento de lo que para algunos es equívoco o errado, se corre el riesgo de negarle la libre expresión a miembros legítimos de nuestra sociedad y negarse a sí mismas entrar en contacto con ideas diferentes a las tradicionales.
La censura está muy ligada al fundamentalismo y Colombia ha padecido una guerra constante gracias a las diferencias ideológicas de distintos grupos armados. Si apoyamos el actual proceso de paz y esperamos que llegue pronto la era de post-conflicto, es necesario respetar al otro, escucharlo y permitirle su libertad de expresión. Las instituciones públicas y sus funcionarios tienen la obligación de abrir los canales adecuados para que exista debate y no silenciamientos. Solo así, respetando todos los derechos de expresión, se puede llegar a construir una sociedad civilizada y en armonía.
Si usted está de acuerdo con las palabras aquí consignadas, le agradecemos dé su voto aquí y difunda esta información.
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Actualización
Aunque Voto Católico no ofrece información sobre sus responsables, según algunas fuentes el administrador de la página se llama Jesús Herrera, politólogo graduado en 2012 y señalado por algunos como “fundamentalista” (El Tiempo del 30 de diciembre de 2012) gracias a su participación en algunas acciones que, motivadas por su temperamento religioso, pisan los límites de lo legal: en noviembre de 2011, en un debate sobre el matrimonio homosexual en el Senado de la República, publicó en su blog la entrada “Alerta, primer debate del matrimonio gay”, en donde incluyó fotos, teléfonos y correos electrónicos de los integrantes de la Comisión Primera del Senado con el objetivo de generar presión negativa sobre la iniciativa. Otras iniciativas amplificadas por Voto Católico han sido en contra del presidente Juan Manuel Santos, el matrimonio gay, el aborto, la eutanasia, el uso medicinal de la marihuana, la educación sexual y el Ciclo Rosa de la Universidad Javeriana, un espacio de pensamiento académico sobre temas LGBTI clausurado en agosto de 2013 tras la intervención del presidente de la Conferencia Episcopal, el Arzobispo de Bogotá y el Nuncio Apostólico. Así mismo, Voto Católico ha reproducido textos de autores bastante menores cuyos títulos parecen extraídos del breviario de un cura regeneracionista: “Masonería apoya la reelección de Juan Manuel Santos”, “El pacifismo es cobardía o tibieza, nunca una actitud católica”, “Colombia Diversa adhiere a la campaña de Juan Manuel Santos y critica a Óscar Iván Zuluaga”, “El Aborto y la perspectiva de género son demoníacos” y “Perspectiva de género: sus peligros y alcances”. Según Corsi Otálora, la exposición de María Eugenia Trujillo pretende “desde unas perspectivas feministas atacar los símbolos religiosos de la eucaristía y la fe cristiana en uno de los lugares de adoración, que es la custodia del Cuerpo de Cristo”. Sin embargo, estas palabras hubieran podido emplearse en otras exposiciones realizadas anteriormente en el mismo museo, como Cuerpo Sagrado (2007), del artista norteamericano Andrés Serrano, famoso por su fotografía Piss Christ (1987), en la que introduce un crucifijo en un frasco de orina. La cruzada tampoco fue en contra de la exposición Belleza accidental (2013), del artista Carlos Castro, en la que el artista presentó la escultura Hijo de Dios, una osamenta humana bellamente modificada para parecerse a un simio, dispuesta en el altar de la antigua iglesia. La cruzada es contra una artista mujer, cuya mirada femenina cuestiona la masculinidad hegemónica no solo dentro de la tradición eclesiástica, sino también en la sociedad colombiana. Una artista que ubica una vagina, cuidadosamente bordada, en el lugar de la custodia reservado al hombre, un pequeño círculo llamado “viril”. Trujillo pone en discusión la masculinidad que ha servido como medida de todas las cosas y que ha derivado en vejámenes contra las mujeres: discriminación, inferioridad laboral, maltrato doméstico, ataques con ácido, violaciones sexuales, salarios menores, baja escolaridad y discriminación dentro de la Iglesia. Una forma de masculinidad que se ha proyectado a la historia del arte, que comúnmente señala a las mujeres como productoras de un arte menor, un arte que no merece la posteridad, la exhibición y el recuerdo; un arte de estampitas, dibujitos, bordaditos y ceramiquitas; un arte que merece ser invisibilizado y censurado. El mismo sistema que permite la explotación del cuerpo desnudo de la mujer a través de la industria publicitaria, ya sea en comerciales de quesos o de jabones, es el mismo que impide que una mujer artista ponga una vagina en el lugar de la custodia reservado al hombre. La obra de Trujillo, protegida por el artículo veinte de la Constitución Política de Colombia, es un cuestionamiento sutil e ingenioso a este orden de cosas, y deja en el aire varias preguntas: ¿Cómo una mujer puede representarse a sí misma dentro de los símbolos de un mundo creado por y para los hombres? ¿Si la iglesia fuera una institución femenina (cosa que hubiera ocurrido si ciertos grupos del cristianismo primitivo hubieran prevalecido), cómo sería la representación de lo femenino en los símbolos de la Iglesia? ¿Desde cuándo el cuerpo femenino se convirtió en algo ofensivo, vergonzoso y abyecto que merece todo el repudio? ¿Qué está verdaderamente en juego en el intento de censura? ¿Es un asunto estrictamente artístico o estrictamente religioso? ¿O es una discusión política que debe ser leída en un marco más amplio? También, cuando los homosexuales se besan en público o cuando un ateo defiende sus posiciones, ¿es una ofensa al sentimiento y a la moral católica? ¿O permitirlo es asunto de libertades civiles?»
Texto completo aquí
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Catalina Ruiz Navarro dedicó al caso su columna de El Espectador y con el título «Vaginal» señala que se presenta un caso de «censura previa» y se pregunta ¿por qué va a ser ofensiva la representación de una vagina?
«La censura previa está prohibida de manera extensiva en la jurisprudencia internacional. Un caso emblemático es el de La última tentación de Cristo, caso Olmedo Bustos y otros contra Chile. A principios de 1997, el Consejo de Calificación Cinematográfica de Chile aprobó la exhibición de la película La última tentación de Cristo, filme que en su momento causó mucha controversia. Antes de que mostraran la cinta públicamente en los cines chilenos, un grupo de abogados interpuso un recurso de protección alegando que la película afectaba los derechos de libertad de conciencia y de religión, consagrados en la Constitución chilena. La Corte de Apelaciones de Santiago decidió prohibir la exhibición de la película, sentencia que después fue ratificada por la Corte Suprema. Un claro caso de censura previa. El caso llegó a la Corte Interamericana, que condenó al Estado chileno, ordenó la exhibición del filme en las salas de cine y ordenó la modificación del texto constitucional que establecía un sistema de censura.
Quién sabe cuántas veces tendremos que decirles a los censores cristianos que Colombia es un Estado laico, que democracia es garantizar los derechos de las minorías y que un museo no es lo mismo que una iglesia. Aquí también es importante decir que no se puede “agredir la honra” de la Iglesia católica porque las instituciones no son sujetos de derecho, no pueden tener “honor”, el honor lo tienen las personas. Además, en este país hay libertad de expresión y así como unos pueden ofender, otros tienen derecho a no ofenderse. Como lo puso Marilyn Monroe alguna vez que enfrentó una situación similar: “Si mi espectáculo amenaza su fe, quiere decir que sus creencias son muy débiles”.
A todas estas, ¿por qué va a ser ofensiva la representación de una vagina? La obra de Trujillo ni siquiera hace referencias al coito, y la vagina es una parte del cuerpo como cualquier otra. Ahora, que los genitales de las mujeres les parezcan ofensivos a algunas personas, como las senadoras citadas, es otra cosa. De todas formas, uno podría decir que en eso de hacer representaciones simbólicas de vaginas en objetos religiosos, los católicos son pioneros; comenzaron con eso de “mojar la hostia en el vino”, ¡en una copa de sangre! ¿Así o más vaginal?»
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La Abadesa del Monasterio Santa Clara Bogotá, Madre Celina de la Eucaristía, nombre civil, Elicenia Ávila Chapetón, se pronuncia y solicita revocar de la exposición.
El 22 de agosto Andrés Castaño publica «La custodia y la vagina» en esferapública, donde analiza el papel de lo femenino en el arte sacro:
Sobre la exposición “Mujeres Ocultas”
«Y no te acercarás a una mujer para descubrir su desnudez durante su impureza menstrual». Levítico, 18:19
El arte verdadero no admite maniqueismos. Lo profano no es sino un sesgo moral en la apreciación estética. De hecho, en la historia del arte religioso occidental, lo profano ha nutrido el inconsciente semiótico del arte religioso. Esto resulta a veces paradójico por la inversión de términos. Como anécdota, la cruz fue un símbolo de escarnio en para la Roma Imperial; los proscritos agonizaban a lo largo de las vías principales del imperio, como advertencia a quienes se atrevieran a quebrantar la dura Lex Romana.
La presencia del eterno femenino en las religiones semíticas ha sido prácticamente anulada. Entendido el término como una fuerza vital inherente, que puede representarse de manera abstracta en la figura de la madre nutricia, así lo entienden los hindúes con las vacas sagradas en su religión; mientras que para las tres religiones monoteístas, Eva, la primera mujer, es la culpable de sembrar su semilla transgresora en el hombre.
El arte cristiano es una actualización de la estética grecorromana. Las representaciones pictóricas a imitación de los mosaicos griegos, en un pantocrátor del siglo VIII, hasta la Pietá de Miguel Ángel —sincretismo de las representaciones funerarias del arte clásico romano—: casi siempre el hombre, virtuoso en su sacrificio, es el centro de la representación del arte religioso cristiano. El papel de la mujer, como personaje secundario, débil y compasivo, ausente de la potencia del carácter masculino, acentúa la franca misoginia de las tres religiones monoteístas.
La mujer y el misterio evidente en su sexualidad, ese vórtice íntimo de múltiples relaciones de misterioso placer inmanente, siempre fértil y poderoso, tan ajeno a la limitada sexualidad del hombre, desde el Medioevo se ha constituido en némesis de las religiones. Ninguna religión permite la presencia impura de la mujer. Ni el judaísmo, ni sus religiones tributarias, cristianismo e islamismo, han considerado al cuerpo femenino un objeto digno de culto estético y teológico. La teología fue el recurso intelectual de la religión, su muleta racional contra la evidente demostración de la verdad biológica evidente en la potencialidad de dar vida, posible solamente para la naturaleza del eterno femenino.
La figura religiosa de la custodia, que tuvo su mayor esplendor en el arte del siglo XVI en Europa y en el barroco americano, tiene múltiples interpretaciones estéticas. En la teología las aristas del concepto simbólico no admiten diferentes modos de comprensión. Así el ostensorio o custodia, cumple la función de portar y resguardar el cuerpo de Cristo, tras el rito de la transubstanciación eucarística. Su forma somera, consiste en un viril —término ya lo suficientemente elocuente, que refiere a una figura fálica que constituye el cuerpo ontológico y central del artefacto— que hace las veces de pilar, junto a la corona concéntrica de oro o plata, que parece envolver la hostia con la luz del sol.
La simbología religiosa de los egipcios, que el Helenismo, tras la conquista de Alejandro Magno del mundo Mediterráneo llevó a Grecia, ha influido de forma poderosa y secreta en este objeto semiótico del que se vale el arte religioso católico para presentar a su deidad. Ra, el dios sol que irradia y ostenta la potencia de su plenitud sexual sobre el mundo, es metamorfoseado por la teología cristiana, en la figura de un dios generatriz, capaz de surgir ex nihilo y por causa sui, evocando a Spinoza, en un objeto que derroca los poderes telúricos de las primitivas diosas madres del paganismo. Ya se dijo al principio que no es posible buscar matices en el arte religioso: los judíos no representan un dios antropomorfo puesto que concebir un ente abstracto destruiría su esencia ontológica; tampoco los musulmanes pueden siquiera osar una figuración de Alá, so pena de la condenación eterna del entendimiento de dios o de la expulsión del paraíso a sus prosélitos, anhelantes del premio de las niñas vírgenes bañándose en ríos de leche y miel por la eternidad.
La imagen de una vagina, en lugar de la predecible presentia corporalis christi en el centro de la custodia, ha causado revuelo en un puñado de fanáticos religiosos en la tartufa y parroquial sociedad bogotana. La causa: una exposición sobre la subyugación de la mujer, a cargo de una artista plástica colombiana en el Museo Santa Clara, donde tiene sede una muestra permanente de arte religioso colonial.
Bajo el argumento de que las figuras del arte religioso no pueden equiparadas con órganos sexuales, se pretende cancelar la exposición. ¿Qué hubiera pasado si a Julio II se le hubiera ocurrido censurar a Miguel Ángel, ordenando cubrir el impúdico sexo de esa obra maestra sobre el rey David, porque sentía que se mancillaba su fe por un asunto tan baladí como la desnudez humana? Si la ostensión del cuerpo de un hombre martirizado —no el de una mujer, queda claro—, en el que se encarnó el mismísimo dios de forma misteriosa y asexuada, para salvar con su sacrificio de amor al género humano, es objeto de desprecio por los estultos seguidores de su credo espurio, es blasfemo, ¿qué otra redención le queda sino su exaltación por la belleza del arte?
Censurada la exposición “Mujeres Ocultas”en el Museo Santa Clara
En horas de la tarde fue suspendida temporalmente la exposición “Mujeres Ocultas” cuya inauguración estaba programada para este jueves 28 de agosto. La medida es el resultado de una acción de tutela que pide la cancelación de la muestra por “presunta violación del derecho fundamental a la libertad de cultos consagrado en el Artículo 19 de la Constitución Política”.
Además, la resolución por parte del Tribunal Administrativo de Cundinamarca también solicita que se le entregue copia del escrito de tutela al Episcopado Colombiano, al Procurador General de la Nación. El auto también indica que “se les concede un término improrrogable de dos (2) días con el fin de que remitan su respuesta con los soportes fundamentales […]“.
Hasta el momento, el Ministerio de Cultura se ha limitado a hacer la siguiente declaración: “El Ministerio de Cultura es respetuoso de las decisiones judiciales y por eso, aun cuando no comparte la decisión, atiende dicha orden. Dicha providencia está siendo impugnada, ante el mismo Tribunal”.
De las cartas de petición, el asunto pasó a las redes sociales, portales, blogs y, este lunes, se puso en escena en el programa de Canal UNO: Veredicto, conducido por Silvia Corzo y que presenta «a los protagonistas o expertos de los más importantes temas». Participan el museólogo William López y la senadora María del Rosario Guerra.
La censura que suma: “Mujeres ocultas” + Voto Católico Colombia
La censura hace parte de las obras que censura, al conjunto de piezas que componen la exposición Mujeres ocultas de la artista María Eugenia Trujillo, se suman dos nuevas obras. Gracias a la contingencia de la censura, un par de piezas se añade a la composición general de esta muestra programada para ser expuesta en el Museo Santa Clara de Bogotá (un antiguo espacio de culto desacralizado en 1968 y luego consagrado al estudio e interpretación de lossímbolos religiosos y su lectura como signos bajo la libertad que garantiza un estado laico).
Esta son las fichas técnicas de las nuevas dos piezas que se incorporan a Mujeres ocultas:
Obra #1
Título: Acción de tutela
Autor: Manuel León (Colectivo Grupo Voto Católico y/o Ejercito del Santo Rosario)
Técnica: Persona
Obra#2
Título: Medida Cautelar
Autor: Tribunal Administrativo de Cundinamarca
Técnica: Institución
La Obra #1 forma parte de las más de 40 tutelas que han interpuesto los miembros del Grupo Voto Católico, del que forma parte William Andrés Mora Murcia, para impedir que tenga lugar la exposición de Trujillo en el Museo Santa Clara. Ellos consideran que la muestra “irrespeta y ridiculiza sus creencias y las de su comunidad católica”. La obra #2 es la resolución legal que impide la exposición y ordena: “Suspéndase la acción titulada “Mujeres Ocultas” prevista a partir del 28 de agosto al 28 de septiembre de 2014, en el Museo Santa Clara de esta ciudad. Hasta tanto este tribunal profiera un fallo definitivo al respecto.”
William Andrés y el Tribunal ahora, quiéranlo o no, forman parte de Mujeres ocultas. La muestra pasa de ser una exposición individual a ser una muestra colectiva y del espacio del museo al teatro de los medios. No hay que censurar la censura, la ficción de todo Jesús necesita de un ritual de crucificción. En la parodía del arte los censuradores, con su acto punitivo, le garantizan a la obra una pronta resurrección. Amén a esto, hagamos una suma visual de ambas piezas a la obra de arte total de la que ahora forman parte por toda la eternidad:
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Recordar es vivir:
En Colombia todo nos llega tarde, incluso este voluntarioso acto de censura contra la candidez de la exposición Mujeres cultas. Hace unos años se hizo en Bogotá la exposición León Ferrari en el Museo de Arte del Banco de la República y no pasó nada. Algunas obras de esa exposición retrospectiva habían generado reacciones parecidas a las del Grupo Voto Católico en su versión gaucha. A finales del año 2004, en Buenos Aires, la Asociación Cristo Sacerdote instauró una acción legal contra la exposición de Ferrari que tenía lugar en el Centro Cultural La Recoleta (una institución que recibía fondos estatales). El Arzobismo de ese entonces, un tal Jorge Bergoglio (hoy Papa Francisco), no solo incitó a sus fieles a protestar ante la muestra sino que fue él mismo quien hizo el peregrinaje hasta el banco para depositar en efectivo los 170.000 pesos (más de 30.000 dólares) que costó la caución que le permitío a la Asociación Cristo Sacerdote judicializar la exposición para cerrarla. El veredicto fue apelado, un juez de una instancia superior, Horacio Corti, emitió un fallo, dejo sin efecto la sentencia y profirió un nuevo dictamen favorable a la exposición. La retrospectiva fue reabierta el 4 de enero de 2015 y luego de la cuarta amenaza de bomba, y por común acuerdo entre Ferrari y el Centro Cultural, fue cerrada a final de mes, cuatro semanas antes de lo previsto. Si el Tribunal Administrativo de Cundinamarca quiere hacer bien la tarea que tiene entre manos, debería leer con cuidado el antecedente del Caso Ferrari y releer con dedicación la sentencia completa que emitió su par argentino. Un aparte de lo que dijo el Juez Corti en su texto:
“Mientras que la decisión de las autoridades administrativas de la Ciudad que ejecutan la política cultural porteña muestra el arraigo de las convicciones democráticas, la necesidad de proteger el arte crítico y la realidad concreta de la tolerancia (no como valor ideal sino como práctica de gobierno), la orden judicial de censurar la exposición nos retrotrae a un pasado que es nuestra obligación, tanto como ciudadanos como funcionarios del Estado, impedir que vuelva a ocurrir. […] El arte es también crítica de las ideas arraigadas, de las creencias (mayoritarias o minoritarias) y, en otro nivel, de las situaciones políticas y sociales. […] Desde el punto de vista del orden jurídico, la libertad de expresión artística debe considerar esta situación y proteger al arte crítico y si es crítico no puede obviarse que es molesto, irritante o provocador. Es en el respeto de la libertad de esa forma de arte cuando una sociedad democrática prueba qué valor le otorga a la libertad de expresión artística. Allí se verifica la genuina tolerancia, que lleva a soportar la existencia de una obra artística que molesta, que irrita, que perturba o que desagrada.”
PD: A nivel local, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca también puede consultar la siguiente sentencia de la Corte Constitucional, de 1996:
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1996/t-104-96.htm
Dos apartes:
“LIBERTAD DE EXPRESION ARTISTICA-Fundamental
La libertad de expresión artística es un derecho fundamental de aplicación inmediata, susceptible de ser amparado mediante la acción de tutela. Y es razonable que así sea, pues la expresión artística constituye el medio por excelencia para la realización del potencial creador de todo ser humano, resultando así corolario obligado del libre desarrollo de la personalidad. Por esta vía se hace efectivo el deber impuesto al Estado, de promover y fomentar la creación de la identidad nacional a través de la cultura.”
“CENSURA DEL ARTE-Prohibición
En un Estado como el que define la Constitución, en el que las personas son moralmente autónomas, a nadie puede impedírsele difundir o tener acceso a las obras que quiera, so pretexto de su contenido inmoral o antiestético. El hacerlo, entrañaría un acto de censura, proscrito de nuestro ordenamiento constitucional y violatorio del derecho a la difusión de la expresión artística. La censura consiste, precisamente, en prohibir o recortar la difusión de cualquier idea por la sola razón de ser contraria a una ideología determinada, incluso si dicha ideología es la acogida por la mayoría de habitantes de una región o de todo el territorio colombiano.”
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ACLARACIÓN
Mario Manuel León, la persona que “presentó las tutelas ante el Tribunal de Cundinamarca”, en un correo envía una serie de aclaraciones en relación a la naturaleza de los accionantes de las tutelas:
“1. Los accionantes de las tutelas no forman parte del grupo Voto Católico.
2. La iniciativa de acción de tutela nació de cada uno de los accionantes.
3. Yo fui la persona que redactó y presentó las tutelas ante el Tribunal de Cundinamarca por solicitud expresa de los accionantes.
4.Hago una salvedad, aun no soy abogado, soy estudiante de segundo semestre de derecho de la Universidad Republicana de la ciudad de Bogotá.
5. No fueron 20 sino 75 las tutelas radicadas.”