La trama digital ilusoriamente desjerarquizada instauró (ilusoriamente) un territorio (ilusorio) demarcado a partir de una serie progresivamente mayor de servidores e interfaces interconectados similar a la idea –física o mental- de un cluster o puesta en paralelo instantánea de todas las mentes humanas activas (y por símil de extensión, de todas las máquinas de cómputo activas). De manera insólita, esta trama digital ilusoriamente desjerarquizada instauró la percepción de su horizontalidad en el momento mismo de su definición haciendo que la reflexión sobre la instauración de nuevos procesos de jerarquización fuese relegada como un asunto desintegrado por la abrumadora “evidencia” de la percepción común a favor de la nueva ilusión. La abrumadora evidencia no solamente no constituye evidencia alguna, si no que sirve de herramienta para que la trama digital ilusoriamente desjerarquizada ejerza inadvertida como una emergente red de jerarquías sin encontrar resistencia.
La voluntad de creer en la nueva ilusión de un cluster mundial desjerarquizado provino, casi sin dudarlo, de la oportunidad envisionada para abrir una fisura en los filtros de control de expresión (y del silencio) que la sociedad no virtual precedente, si existiese una frontera entre virtual y no virtual, había establecido. Lo novedoso de la virtualidad no es su advenimiento, si no acaso, la posibilidad que ahora exploramos de simular la virtualidad mediante mecanismo ingeniosos, acaso algo más que gadgets electrónicos poseedores de memoria, software e interfaces de diversos grados de complejidad. En lugar de mirarnos en nuestra fisicidad, simple o compleja, convinimos en experimentar el proceso de nuestro vertimiento digital como la alborada de la virtualidad. Este mundo digital nos plantea algunas preguntas sobre lo que somos y lo que quisiéramos ser.
La confianza –excesiva o moderada- en la condición permanente de un territorio digital desjerarquizado, o el deslumbramiento derivado de su excesiva brillantez, encierra grandes riesgos de los que el ser humano o bien no es conciente, o de los que, siendo conciente, no puede –o desea- escapar. El primero es una confianza –excesiva o moderada- en la ruptura de los filtros de monopolio de expresión que puede ser aprovechada eficientemente en la instauración de nuevos filtros aún más complejos y más difíciles de identificar y desmontar, precisamente gracias a que opera en el marco de una nueva fe nacida a partir de la ruptura “definitiva” de cualquier forma de interferencia sesgada (o filtro pre-existente). Así en el uso ingenuo de un buscador, parecería existir tan solo la asepsia matemática de un algoritmo matemático que es, en tanto pieza de software, totalmente neutro e incorruptible. No se trata de un cluster para crackear los filtros de la administración, sino de un duelo siempre a favor de la casa en donde la contraparte, controladores de los filtros, también ha encontrado su propio cluster para realizar los refinamientos necesarios para la permanente reinstauración de sus filtros.
Otro riesgo en la confianza del horizonte desjerarquizado es la instauración de la equivalencia entre usuario de red y mano de obra gratuita. La red es un archivo que requiere satisfacer su tendencia por una permanente expansión y diseñar simultáneamente procesos eficientes y de bajo costo para el archivo preciso de los materiales. Puede afirmarse que este método de archivo se realiza observando dos principios estadísticos: primero, cada dirección de la red aspira a tener el mayor numero posible de visitantes y segundo, cada dirección de red aspira a obtener una máxima rentabilidad de cada uno de sus visitantes. En este proceso de inflar y ordenar el archivo enfocado sobre un principio de rentabilidad de la circulación, ha hecho del ser humano o usuario digital, una pieza clave del algoritmo de producción y puesta en orden de los contenidos en red. Bajo el símil de la autopublicación –o el modelo de autoedición-, lo que equivale a decir, al libre derecho de ejercicio administrativo sobre campos digitales ínfimos en servidores extensos, se induce al productor de textos digitales a ignorar el que, tal como sucede en el campo del impreso, quien tiene el control sobre la totalidad del espacio de flujo es quien controla las esclusas de la circulación, y quien produce los elementos que van a ser puestos en circulación es una pieza prescindible entre cientos de miles de piezas que comparten el mismo molde. El texto digital es una pieza del mecanismo mediante el cual la circulación se manifiesta en permanente circulación.
Este acceso a porciones de servidores remotos limitado tan solo por pequeñísimos requisitos formales de inscripción ofrece bondadosamente, bajo el aura de la democratización de los espacios de expresión y del levantamiento de los filtros precedentes heredados de una cultura de control del impreso y la frecuencia de emisión, la trampa de la disolución de la identidad en una identidad totalizante; la disolución del individuo en la totalidad anónima y la reducción del valor particular en la cancelación estadística. El nuevo filtro hace descansar su eficiencia en la condición anónima efectiva derivada por la finitud prácticamente inabarcable de las direcciones de red, y en segunda instancia, en la poca influencia que tienen las palabras que logran sortear este filtro, frente a los nuevos filtros adaptados del cluster totalitario: en medio de la multiplicación de la información y del aumento de las necesidades de memoria, la cuestión de la imposición y ruptura de los filtros se realiza desde la construcción del índice de acceso. Tal índice se construye desde los motores de búsqueda (manteniendo en foco maximizar la rentabilidad de la circulación) y la lucha del individuo para interferir en el proceso de construcción del índice de acceso es limitada al grado de ofrecer mínimamente al usuario la esperanza en su no plena inutilidad, pero declarada para el orden editorial del cluster como probabilísticamente inútil (no es una interferencia para la rentabilidad de la circulación). En general, el filtro del cluster será amplio con todo aquello que no amenace una ruptura del orden económico y con este criterio habrá de diseñar los parámetros de los motores de búsqueda, los que serían a su vez inútiles sin el otro extremo de la interface no existieran millones de usuarios sustituibles invocándolo de manera asidua.
La dinámica del índice del cluster presenta una tendencia a desdoblarse en índices de diferentes grados, recursivamente contenidos, hasta aparentar ser únicamente un índice de índices, en donde lo único posible es la circulación entre índices que nunca llegan a punto final. La circulación solo requiere circular para generar la rentabilidad.
Otro riesgo en la confianza en la desjerarquización del cluster es menospreciar la tendencia introducida por el símil de lo virtual por establecer algoritmos que pretenden dar cuenta de todas las áreas de actividad humana. Surge como un superaparato estatal digitalizado, cuya capacidad de predictibilidad no se reduce a un ejercicio pasivo de observación, si no que moldea el sujeto de sus observaciones con la enunciación de las leyes que habrían de hacerlo predecible, lográndolo predecible.
La diferencia entre la virtualidad humana y la virtualidad humana que puede ser simulada a través de aparatos externos digitales, es un residuo al que cándidamente se podría denominar lo puramente humano. Cuando esta diferencia sea vacía, se habrá concluido el proceso de vertimiento de lo humano en lo digital. En el universo del cluster el hombre es necesario en tanto representa una entrada externa para el sistema mientras él mismo logra diseñar un macrosistema que le contenga y sustituya la necesaria entrada manual suministrada por el ser humano.
La pregunta para el artista es sí, al igual que sucede en el terreno de la virtualidad física de plaza (o presencia en metros cuadrados), al participar en la construcción de los índices y la ilusión de la circulación, se hace también partícipe de los mecanismo de control editorial para la circulación rentable que operan sobre él y sobre otras personas, y acelera los procesos de volcado digital de la experiencia y del ser humano. En este terreno virtual digital el artista ha desarrollado hacia los administradores de los filtros digitales la misma relación que tenía antes frente a regímenes políticos constituidos en donde las idealizadas revueltas ocurrían en plaza pública cuya medida se daba en metros cuadrados (no en megabytes). Al parecer, la única transformación tangible podría ser el cambio de unidades de archivo y vivencia de la experiencia.
Finalmente, cuando la virtualidad humana logre ser plenamente simulada, el sistema de índices podrá hacer del elemento humano un elemento prescindible dentro del algoritmo, y alcanzará una autosuficiencia plena para desarrollar experiencias perceptibles únicamente por sus propios mecanismos de percepción digitales.
La fortaleza de este mecanismo de modelado de los usuarios, la intención de lograr su total vertimiento digital, descansa en la inevitabilidad de acudir al filtro para obtener una existencia digital, que aparece de forma creciente como la única forma de tener existencia propia alguna, o al menos de acceder a un reflejo que constate nuestra presencia en el mundo. Frente a la clausura de todas las otras alternativas, la opción es participar abnegadamente en la construcción colectiva del universo digital, rediseñar los filtros de control de este espacio, saturar los servidores y librar una lucha inútil para hacer prevalecer un criterio en la fabricación de un índice específico acorde o discorde con la rentabilidad de la circulación.
La esperanza es el motor del orden de pleno volcado digital que se vislumbra. Lo que parece se encuentra fuera de todo marco de predictibilidad posible es el examen sobre si esa misma esperanza que hace del individuo una materia trágicamente dúctil puede suministrar también una forma de defensa contra las formas de administración total que sobre él se ciernen.
Pablo Batelli
Bogotá, Colombia
abril 28 de 2009
Texto escrito para InteractivA 2009 (Raúl Moarquech Ferrera_Balanquet) >> http://www.cartodigital.org/interactiva/interactiva_09/equipo.html
Catálogo en línea >> http://www.cartodigital.org/interactiva/interactiva_09/ensayos09.pdf
Agrtadecimentos:
Raúl Ferrera, Claudia Díaz, Jaime Iregui