Es común escuchar a los artistas quejarse de lo difícil que es escribir sobre su propio trabajo, y esto es completamente comprensible: Aunque nuestra profesión es un oficio serio y respetable, nos cuesta verbalizar con efectividad nuestras intenciones y procesos conceptuales porque la investigación plástica, curatorial, literaria, poética, y en general artística, surge de la intuición y los afectos, y crece en conjunto con esta área de nuestras mentes. El arte, en cualquiera de sus formas, requiere de mucha lectura e investigación, prueba y error, planeación y gestión… sin embargo, todas estas etapas del proceso se desarrollan cubiertas del misterio, el impulso, la imaginación y el capricho propios de los afanes estéticos. Aunque el arte es un oficio eminentemente intelectual, su irregular forma torneada por la evocación y la intuición, lidia con certezas que provienen de lugares de la mente difícilmente explicables en castizo.
Será tal vez por eso que en otras épocas el oficio crítico le era encomendado a literatos, antropólogos e historiadores, confiando en que gracias a su destreza con las palabras sus textos corrieran con mayor fortuna. Hoy el problema persiste, aún en tiempos en los que las artes visuales suelen contener gran cantidad de datos y referencias como base de su estrategia conceptual. Incluso tratándose de trabajo de nuestra autoría, enfrentarse a puntualizar en la estructura y los alcances de una obra de arte sigue siendo un reto mayor para muchos.
Y es en parte esta naturaleza evasiva de la descripción la que dificulta la sustentación de un proyecto de arte, un paso útil para encontrar apoyo institucional y financiamiento económico para las empresas que nos trazamos. Es la dificultad generalizada en describir efectivamente un proyecto, unido al desconocimiento de algunas normas sencillas, lo que hace que muchas propuestas interesantes y que merecerían mayor atención pasen desapercibidas por los filtros del panel de selección.
Las siguientes son algunas anotaciones generales, extraídas de un manual para aplicación a convocatorias artísticas en Colombia que lanzaré al público dentro de poco. Aunque otros aspectos más puntuales y herramientas más específicas se quedan por fuera de este texto y sólo podrán consultarse cuando el libro se publique, prosigo a delinear un panorama básico que le será útil a cualquier aplicante a tener en cuenta. Mi intención con este corto escrito introductorio es solventar esa injusta brecha de desconocimiento, dar mayor competitividad a los artistas en esta área para que sea la calidad y pertinencia de sus proyectos la que sobresalga y se imponga.
Los capítulos a continuación se centran en las dos áreas sobre las cuales reconozco mayores dudas en el tema: la descripción, concepto y diagramación de un proyecto, en este caso centrado en una convocatoria breve para una bolsa de trabajo, y una puntual reflexión sobre la precarización de la labor en el medio artístico. En un futuro desarrollaré otros temas de importancia: los diferentes tipos de convocatoria y sus distintas urgencias (Residencia, simposio, proyecto extenso, curaduría, libro y texto crítico), Statement, Curriculum vitae, imágenes adjuntas y planos de montaje.
Por ahora, enfoquémonos en lo más básico:
DE LA DESCRIPCIÓN Y CONCEPTO
La parte central de su propuesta debe describir el proyecto, no solamente de una manera formal, sino en sus intenciones poéticas, su alcance intelectual y marco conceptual. Los jurados no solamente quieren saber sobre la obra, evento o texto que usted quiere llevar a cabo, sino que también quieren entender por qué usted lo considera interesante, por qué cree que el estímulo del cual pretende ser acreedor debiera ser para usted. Si es un concurso serio y el panel de selección es profesional, no solamente pretenderá guiarse por sus intuiciones inmediatas o meramente por su gusto personal, querrá atender a su investigación como artista y a su punto de vista sobre el arte actual, querrá abrirse a la posibilidad de que usted demuestre a profundidad la calidad de su obra.
Los requisitos para describir conceptualmente un proyecto varían enormemente dependiendo de cada convocatoria y de qué tipo de proyecto sea. Existen algunas convocatorias que le exigirán resumir su idea en una página, o incluso en un párrafo largo. Existen otras que le pedirán numerosos ítems descriptivos, conceptuales, contextuales, procedimentales y económicos. Las exigencias de una convocatoria, no sobra decirlo, varían también dependiendo de si su proyecto consiste en hacer una exposición de obra de su autoría, si es un proyecto curatorial, si es un libro o una pieza editorial, si es un evento como un ciclo de conversaciones o un encuentro comunitario. Cada uno de estos formatos tiene unas exigencias particulares, sin embargo, independiente de la extensión exigida o la naturaleza de del producto final, existen tres puntos básicos que toda convocatoria necesita contener.
1. Aunque algunos proyectos (como la mayoría de las residencias y ciertos tipos de proyectos educativos y talleres) no exigen un resultado final más allá del proceso investigativo, la mayoría de las bolsas de trabajo solicitan un resultado o serie de resultados como metas finales. En estos otros casos, a pesar de que debiera ser lo más obvio, no todos los postulantes adjuntan una descripción clara y precisa del resultado final del proyecto. Es absolutamente necesario, cuando se exige, que exista un párrafo en el que se deje en claro cuál va a ser el resultado tangible, que es lo que, más allá de las interpretaciones, se va a encontrar el público y una idea central que englobe su intención primordial. Esto es de enorme utilidad para el jurado, pues deja en claro y sin confusiones cuál sería la exposición, el libro, la curaduría o el proyecto que se espera. Entre tanta vuelta teórica, citación filosófica y futurismo entusiasmado que a muchos artistas les brota tratando de explicar lo interesante de una idea, el barroquismo del lenguaje llega a tornar incomprensible la meta concreta que se está buscando.
Ahora bien, la manera en que este objetivo puntual aparece en el texto puede variar: En favor de orientar la aplicación, el postulante debe analizar cuidadosamente en la naturaleza de la institución que provee el estímulo, el contexto en el que está planteada y a qué público está encaminada. Ser consciente de que tipo de filosofía y objetivos tiene la institución de apoyo a la cultura, por qué vieron la necesidad de crear la beca o bolsa de trabajo que le interesa, y para qué público está dirigido y qué tipo de relación experiencial se pretende crear junto a ellos, ayudará a dilucidar la pertinencia de este proyecto para este estímulo, y la manera en que puede hacerse explícita su importancia. Es de mucha ayuda que la manera en que describa su proyecto se alinee con los posibles intereses de estas entidades, así será claro por qué precisamente está aplicando a este apoyo y no otro, y que tan beneficioso para sus objetivos les resulta apoyar su idea,
Algunos jurados preferirían que el primer párrafo de la propuesta se centre en dar esta información, para luego ir desglosando cada aspecto detallando su complejidad. Algunos artistas consideran que esta estrategia solo la solicitan jurados perezosos, que no se toman el tiempo de evaluar correctamente las propuestas brindándoles la atención suficiente a todas y cada una. No hay una opinión absoluta sobre este punto, sin embargo, es innegable que iniciar un texto creando la imagen mental clara de lo que quiere hacer le facilita al jurado ubicarse en las intenciones del artista, las cuales no conoce de antemano. Por otro lado, es importante tener en cuenta que los jurados de una convocatoria revisan en ocasiones cientos de proyectos en el lapso de un par de semanas, y dejar una impronta clara en sus mentes desde el principio facilita la lectura y por tanto ayuda a la legibilidad de las ideas.
2. Algunos artistas prefieren apuntarle a un estilo más literario e iniciar sus textos con una frase, una reflexión sobre el tema que están trabajando o una anécdota que detonó el proyecto que buscan llevar a cabo. A esto se le conoce como Punchline, y sirve para que el texto se distinga inmediatamente de los otros sentando un tono y un núcleo de interés. Este estilo literario también podría darse ciertas licencias y hacer uso de un estilo poético y más ambiguo, que confíe en la interpretación del jurado a pesar del peligro de ser pobremente entendido. Pero si a usted le interesa este tipo de estructura, debe tener en cuenta que un jurado responsable no entregará bajo ningún motivo un estímulo a un proyecto impreciso, incompleto o que no sea claro en su formulación.
Recomiendo que, si se decide a redactar un plan de trabajo en un estilo literario y poético, se encuentre en algún punto un fragmento que concrete y describa exactamente lo que va a ocurrir, lo que tangiblemente se va a elaborar, y bajo qué parámetros va a lograr su propósito. Sin embargo, debo hacer la salvedad que no toda convocatoria se ajusta igual a esta exigencia, pues hay proyectos de carácter más procesual e investigativo (con una naturaleza de resultados más abiertos, como un taller o una residencia de investigación) y otras elaboraciones mucho más concretas (un proyecto curatorial o una serie de obras cuya planeación ya está diagramada). En el caso de los proyectos más procesuales, sugiero que demuestre claridad frente al proceso mismo (objetivos de investigación, estrategias de abordaje y agentes que colaborarán y participarán con usted), y que sugiera un resultado final, que aunque sujeto a cambios, debe tener unos límites razonables programados por usted.
3. Si la convocatoria lo solicita, es indispensable para entender su proyecto hablar sobre su investigación como artista, crear un contexto que deje aclare de dónde vienen sus ideas. Cierto soporte conceptual que ha guiado su producción, y referentes a trabajos anteriores de los que ha surgido la propuesta actual, dejan en claro que esta es una idea refinada de una experimentación profesional y crítica, encaminada por una búsqueda que ha tenido muchísimos puntos anteriores de reflexión. Sin embargo, es muy importante aquí anotar que dicho contexto no debe sobrepasarse en extensión, pues demasiados referentes académicos externos, anécdotas personales o un énfasis desmesurado en la relación con trabajos anteriores harán que la fuerza del planteamiento general se diluya.
Por ejemplo, si bien es supremamente útil un concepto filosófico, antropológico o histórico que alimente el entendimiento del trabajo y su alcance intelectual, convertir un fragmento del escrito en una lección teórica para los jurados es innecesario o incluso contraproducente. Hay datos vitales para comprender ciertos proyectos, sobre todo cuando se trata de una investigación académica como una curaduría, un marco histórico o antropológico en la concepción de un proyecto in situ, o una referencia a una obra anterior cuando es intrínseca en la comprensión del proyecto actual. El problema radica en no excederse con este marco y saber cómo otorgar la información justa, y esto se logra al decantar la información que es inevitable citar para explicar el proyecto completamente. El exceso de marcos referenciales puede extraviar la atención del lector, además de comunicar falta de claridad y por tanto debilidad conceptual por parte del autor.
4. A pesar de que necesitamos poner las ideas claras sobre lo que se va a hacer, no podemos olvidar que estamos aplicando a una convocatoria artística, que busca apoyar el desarrollo del pensamiento estético y que será evaluada (idealmente) por un panel de profesionales con criterio y conocimiento sobre el arte actual. La descripción de su proyecto debe lograr un balance en el que sea atractiva, pero también clara y precisa sin exagerar sus alcances, debe estar narrada con generosidad sin caer en la cursilería. Tenga en cuenta que cuando usted escribe los lectores no tienen contexto sobre su búsqueda e intenciones, y es por esto que a lo largo de este texto he hecho tanto énfasis en la precisión de sus descripciones. Un pequeño truco que tenemos quienes escribimos constantemente es pedirle a un amigo que lea nuestro texto, sin darle pistas sobre nuestras intenciones. Este lector servirá como prueba de nuestra claridad y precisión, pues en base a lo que entienda (o no) del escrito podremos ajustar la manera en que exponemos nuestras ideas
No le sugiero que adorne sus ideas y objetivos, o que trate de crear un estilo literario grandilocuente para seducir al jurado. Lo realmente importante aquí es que, de una manera sobria e intelectual, la relación entre el aspecto formal y el aspecto conceptual de la idea sean evidentes, y que la sólida manera en que usted ha hilado estas ideas comunique la seriedad y el interés que usted tiene por su propio trabajo: es a través de estas cualidades que usted tendrá la capacidad de demostrar la verdadera importancia de su proyecto.
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Existen algunas convocatorias que son particularmente breves, reduciéndose a una página o en ocasiones incluso a un párrafo para describir el proyecto a cabalidad. Representan la forma aplicativa del elevator pitch, en la que en un espacio brevísimo la idea debe sobresalir entre una amplia convocatoria de aspirantes. Usualmente estas convocatorias se abren para proponer ponencias, charlas y simposios, o para llamados de amplitud enorme en la que decenas de jurados leen grandes cantidades de propuestas y la selección se hace por puntaje en una elección democrática.
La dificultad de este tipo de aplicación es precisamente su brevedad, pues en un espacio tan reducido debe quedar perfectamente claro:
A continuación, trataré de resumir en dos párrafos una propuesta artística que contiene estos cinco puntos. Le pido que no tome esta esquematización como un molde para seguir al pie de la letra, pues mi objetivo con ella es ejemplificar estos aspectos de una manera clara, pero inevitablemente subjetiva y personal. Para ello imaginaré que un artista inexistente, a quien llamaremos Fernandito Lotero, propone una exposición de varias piezas artísticas sobre la realidad actual del país. La propuesta de Fernandito es la siguente:
DEL PRESUPUESTO Y CRONOGRAMA
El jurado de la convocatoria es un grupo de profesionales con la responsabilidad de entregar dinero a quien haga mejor uso de él. Además de la importancia artística y conceptual del proyecto que usted pretende llevar a cabo, es vital que en su propuesta quede clara la manera en que va a invertir el estímulo. No es suficiente que su idea sea “buena”, tiene que ser ejecutable completamente, debe ser coherente con la cantidad de dinero que solicita, y además de esto usted debe demostrar que tiene toda la experiencia necesaria para llevarla a cabo. Este know how es comprobable a través del presupuesto y el cronograma, dos aspectos prácticos que generan grandes dudas entre los artistas, pero que con unos cuantos conocimientos básicos pueden ser planteados de una manera muy efectiva.
Estos aspectos son, dicho de manera muy directa, los inventarios de acciones y gastos que necesita el proyecto para existir, los que describen en que se va a gastar el dinero y los pasos que sigue en su plan de trabajo. Por lo tanto, para generar confianza en sus analistas (el jurado) es vital que sea absolutamente realista y claro con su estrategia de inversión. Un estímulo es finalmente un financiamiento económico, y aunque el fin sea apoyar la poética, la escena artística, es un negocio y una transacción de esfuerzo por dinero: Tenga en cuenta que así usted tenga un proyecto plástico inteligente y poético, si usted no tiene un presupuesto minucioso y absolutamente claro, usted generará enorme desconfianza como receptor del estímulo y no conseguirá los recursos para llevarlo a cabo.
Y es que, si la descripción y conceptualización del proyecto sirven para demostrar que su obra es interesante y usted es un artista serio, el cronograma y el presupuesto sirven para dejar en claro que su obra es de hecho factible y usted un socio responsable, que ya tiene un plan de trabajo y sabe muy bien lo que está haciendo. Usualmente todo estímulo artístico es muy competido, y por lo tanto un deber del jurado es velar por otorgar la bolsa de trabajo a un proyecto con plena posibilidad de realizarse.
En el cronograma se debe desglosar el paso a paso de la elaboración de su proyecto, desde la fecha en la que se da a conocer a los ganadores del estímulo (con suerte, usted entre ellos), hasta la fecha de la última entrega de resultados que requiere la convocatoria. Las metas que se propone también deben ser distribuidas en períodos de tiempo sensatos, una relación coherente entre el gasto y el ritmo de producción que se irá dando en el proceso, pues en esta planeación sensata se fundamenta el avance exitoso hasta la meta final.
Ajuste su estructura de trabajo al tiempo exacto estipulado en la convocatoria. Ya en la parte de sustentación y descripción usted debió dejar en claro los avances previos, el trabajo que lleva adelantado y la investigación que ya se ha hecho, así que esa información no debe estar incluida en el cronograma. Lea muy bien los requisitos y tenga claro que la meta es realizable en dicho lapso de tiempo, y en caso de que conscientemente se ha dado cuenta que necesita un tiempo mayor, quizás deba buscar otra convocatoria que se ajuste a sus necesidades, o darle un poco más de tiempo de investigación a la idea para que su plan de trabajo pueda ser más efectivo.
Usualmente estos estímulos esperan que usted socialice su proyecto a través de una exposición artística, una ponencia pública o un informe detallado y sustentado de resultados; En muchos casos también le pedirán hacer las tres cosas, así que debe tener muy en cuenta que toda esta entrega de informes, registro de las obras o eventos y ciclos de charlas también deben ser incluidos tanto en el cronograma como en el presupuesto. El cronograma termina en la fecha en la que el último compromiso con su patrocinador debe ser cumplido.
Es difícil definir qué tan específica debe ser la organización del tiempo en el cronograma, que tan detallado debe ser cada proceso para que haya una claridad en el procedimiento sin excederse en información. Lo que recomiendo es dividir la producción en grandes etapas muy generales, y si la propuesta contempla varias piezas o eventos distintos, dividir estas categorías en procesos puntuales para mayor claridad. Lo demostraré organizando la producción para nuestro héroe, Fernando Lotero:
Para desglosar el presupuesto conviene recurrir a una tabla similar, que divida por áreas de trabajo lo que se debe gastar ítem por ítem. Si la convocatoria lo permite (pues no todas lo hacen) el porcentaje de comisión para el artista, viáticos o similares deben incluirse en este apartado. Tasar este porcentaje depende de las posibilidades de la convocatoria misma, la cual debería dejar en claro cuanto del dinero puede ser invertido en aspectos personales. El pago de asistentes, montajistas y otros colaboradores se incluye aquí también. Por último, cabe anotar que el presupuesto debe abarcar a cabalidad el precio del estímulo, siendo la suma de todos los ítems igual al dinero que se reciba.
Por último, y como consejo personal, lo invito a que primero firme y adjunte todos los documentos necesarios y luego elabore el resto de la propuesta. Muchas, muchísimas aplicaciones no pasan del primer filtro de evaluación porque los artistas han evadido hasta el último momento completar éste, el requisito más sencillo, y por algún accidente o un simple olvido envían una documentación incompleta. Conozco decenas proyectos (incluidos algunos míos) que han sido rechazados porque la plataforma de aplicación colapsó justo antes de que el artista anexara la fotocopia de su cédula de ciudadanía o su foto. Conozco incluso un premio de poesía recientemente revocado porque la autora no adjuntó su firma en la aplicación. En los últimos años he procedido a adjuntar los documentos como primer paso para hacer mi aplicación, apenas abre el portal en internet para anexarlos, o si es en físico, los inserto en el sobre de manila justo antes de iniciar el proceso de escritura. Es una especie de ritual de iniciación que me ha librado de inconvenientes tontos de último minuto, además de ayudarme a entrar más fácil en el mood de la concentración redactora. Inténtelo y verá el pequeño gran cambio que hace.
DE LA AUTOESTIMA
Claramente el espíritu de quien dedica su vida a las artes es un espíritu romántico, incluso el de los galeristas, curadores y gestores culturales. Para haber decidido invertir tanto tiempo, esfuerzo, dinero y emocionalidad en un mal negocio que básicamente solo nos retribuye con experiencias intelectuales, debe existir un aprecio fuera de lo común por el desarrollo de los afectos, por algo más que el enriquecimiento monetario en la idea que tenemos de la vida.
Hasta allí todo estaría muy bien, si no es porque al parecer ese ideal romántico empieza en algún punto a tornarse en una excusa para que los artistas seamos sujetos de una serie de negociaciones, inviables e indignas con nuestras propias necesidades. En muchas ocasiones, los mismos artistas normalizamos que largas horas de trabajo en instituciones culturales o prácticas pedagógicas sean remuneradas muy pobremente, que los precios por los que se vende nuestra obra ni siquiera cubran los costos de producción, que nuestra participación en eventos de exposición pretenda ser recompensada miserablemente con falsas expectativas de networking y proyección profesional.
Los prejuicios románticos que siempre han estado conectados con el trabajo artístico (desprecio por el dinero, búsqueda de la libertad a través de la rebeldía, entender la falta de reconocimiento como una posible muestra de genialidad) han echado ya mucha leña a la caldera de la precarización. No es que en sí mismos estos conceptos sean totalmente falsos, no es lo que digo, pero es hora de separar los términos y las metas que tenemos para nuestro desarrollo individual, y analizar qué tan buen negocio representan muchos de los acuerdos económicos, que como comunidad encontramos tan normales en la escena de las artes plásticas.
Le sugiero, por ejemplo, que si en alguna ocasión le llegan a proponer un puesto operativo, gerencial, de producción, cuyo sueldo irrisorio sea justificado con la excusa de que “es un proyecto artístico” y “le va a dar visibilidad”, reflexione si esas personas que lo contratan también están ganando solamente “visibilidad”, o si alguien que haga el mismo trabajo, pero en otro tipo de negocio, gana un sueldo igual de “artístico” a usted.
Como una zona franca en la que la especulación y la negociación en ámbito privado es la moneda de mayor circulación, el mundo artístico se ha dejado convertir en un sistema cambiario sin regulación económica. La inflación gratuita de algunos agentes y la precarización de otros son percibidas como normales, pues al tratarse de valores incuantificables bajo una métrica standard, el arte convierte a la evocación y la intuición (sus motores principales) en pilares de su negociación.
La negociación en secreto y la falta de estructuras que protejan los procesos artísticos se alimentan de la falsa aura de importancia que trae el pertenecer a la escena artística, de exponer y ser visto como un miembro operante y aprobado por las directrices de este nicho, confundidos por figuras administrativas como críticos, curadores y galeristas. La inclusión en sociedad de quien produce arte es vital en este campo pues no solamente representa una pasión creativa, sino un sentido de identidad y pertenencia para quienes comparten intereses peculiares y poco comunes en nuestro sistema laboral. Aunque la apreciación artística es una habilidad que todos los seres humanos desarrollamos, los que dedicamos nuestras vidas a este campo construimos una personalidad entorno al desarrollo de nuestro proyecto estético, nos relacionamos con personas que entienden inquietudes muy puntuales sobre lo que significa hacer obra e interesarse en las artes.
Lo que cuestiono de este sistema es la importancia que le hemos dado a agentes operativos que en muchos casos no solamente no tienen las habilidades intelectuales para “dirigir nuestro barco”, sino que además se aprovechan de una mentirosa apariencia de influyentes en la carrera de los artistas. Esta máscara de falsa importancia en muchas ocasiones permite que procedimientos ausentes de fair play y equidad económica precaricen nuestra labor.
Es muy importante que como comunidad empecemos a exigir mejores condiciones de trabajo, con pagas justas que al menos nos permitan una dignidad laboral. Aún no conozco supermercados, bufetes de abogados o sistemas de transporte público que cobren más baratos sus servicios a los artistas, y por tanto, creo que si no conseguimos gestores u operadores gerenciales que nos den las condiciones que necesitamos, nos unamos para analizar y poner expectativas realistas a nuestro campo laboral, y desde allí colectivamente mejorar nuestros modos de operar de una manera más horizontal y equitativa.
William Contreras Alfonso*
Este texto hace parte de Escenas del arte | Seminario Modus Operandi, organizado por el Departamento de Arte de la Universidad de los Andes. Septiembre-noviembre de 2019.
*Sus exposiciones y textos se enfocan en investigar procesos intelectuales que se alejan de la lógica racional y la argumentación tradicional, como por ejemplo la intuición, la espiritualidad, el sinsentido, el enajenamiento y el humor. Ha curado exposiciones como “Tejadita, viajero y sibarita” (Museo La Tertulia, Cali, 2014) y “Gustavo Sorzano: Partituras mentales” (Espacio El Dorado, Bogotá, 2019). Escribió el libro monográfico: “Raíz de la unidad: Beatriz Eugenia Díaz”, ganador de una beca para investigación MinCultura 2014. Como artista ha expuesto sus fotografías, dibujos y performances en The Box Gallery (Los Ángeles), Museo de Arte Moderno de Medellín, A Gentil Carioca (Rio de Janeiro), TEOR/ética (Costa Rica,) 41 Salón Nacional de Artistas Colombianos y otros cuantos eventos más. Es maestro en artes y psicólogo de la Universidad de Los Andes, y junto a su madre María Ana Rosa Alfonso conforman el colectivo “Rosita Alfonso e hijo”.
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*** Un agradecimiento a Paola Peña, Liliana Sánchez, Ana María Ruiz, Carlos Bonil, Erika Montoya y Ana Belén Cantoni por su apoyo.