El premio Luís Caballero empezó mal y terminó mal, porque empezó y terminó con Fernando Uhía.
Es un fallo que sorprende porque si la exposición de Alberto Baraya fue la más improvisada, la de Luz Ángela Lizarazo la más ingenua, la de Fernando Uhía fue francamente la más mala.
Este fallo nos indica que sigue causando estragos en Colombia esa tendencia del “arte conceptual” que dictamina que se puede armar una exposición con cualquier cosa, ojala sea enchufable para no dejar dudas sobre su contemporaneidad, así los cables estén regados por todas partes, pues para llamarla “instalación” es suficiente con botar las cosas al piso y punto.
El truco consiste en defender esa “acción” con un discurso farragoso, lleno de referencias, no importa si están mal puestas porque normalmente son tan mal estructurados que no se entiende nada, un texto que intimide al espectador y si es posible a los jurados y a los críticos; nuevamente el traje nuevo del emperador. Para eso resulta muy útil apropiarse de un concepto poco conocido de las ciencias humanas o de las ciencias (lo que resulta de más efecto) como “masa crítica” y luego colgarle cuanto significado “cultural” y “político” se pueda.
«La masa crítica se trata de una frase que se usa en física. Es la mínima cantidad de materia para que haya fisión nuclear. Es tener la mínima cantidad de sonido para que se produzcan imágenes en la cabeza de quien lo oiga»… “Son sonidos de televisión de películas de horario Triple A, en las que un gringo destruye un lugar del Tercer Mundo y luego cobra un montón de plata. Ese género de acción lo tiene uno en la cabeza y lo quiero potenciar para que la gente se haga la película”. Después de esta generosa explicación ya no tenemos dudas de lo que la obra significa y lo que debemos entender de ella. Luego basta con que algún “crítico” agregue en un foro de Internet comentarios como: “Es saludable que desde una obra se hagan preguntas sobre el ruido y que estas preguntas puedan relacionarse con la vida diaria, inclusive con el ruido de un pequeño foro de discusión sobre arte; la obra “Masa crítica” hace una critica que incluye a Esfera Pública, siendo Esfera Pública un espacio para la crítica”, para que mágicamente la obra termine hablando sobre todo.
El triunfo de Uhía es el triunfo de la palabrería, de la contemporaneidad gratuita, del “todo vale”, que parecía que al fin estaba cediendo y que volverá con más fuerzas que nunca. ¿Se imaginan los próximos concursos, exposiciones, convocatorias con la oleada que se va a venir de obras basadas en ideas sin ningún valor artístico rodeadas de grandes discursos intimidatorios?
Jacinto Albarracín