La arquitectura y el urbanismo del Movimiento Moderno encuentran en las propuestas de la abstracción geométrica de las primeras décadas del siglo XX, una plataforma estética e ideológica que representa como ninguna los principios de orden, función y técnica que sustentaron el ideal de una sociedad moderna que -se pensó- evolucionaba en la línea recta del progreso.
Los movimientos con postulados de la abstracción geométrica tuvieron como elemento común la reflexión en torno a una serie de principios organizativos (1) del espacio pictórico, arquitectónico y urbano, que artistas y arquitectos como Mondrian, Le Corbusier, van der Rohe, Doesburg, Gropius y Oud propusieron como los fundamentos estructurales de un mundo nuevo.
Algunos de estos movimientos contaban con revistas que editaban periódicamente con el fin de representar y difundir sus planteamientos estéticos, como parte del ideario racionalista con el que buscaban incidir en todos los niveles de la sociedad. En ellas publicaban artículos teóricos, manifiestos, proyectos urbanísticos, propaganda, información sobre conferencias, exposiciones, encuentros internacionales y otros textos programáticos relacionados con las propuestas que cada movimiento planteaba para alcanzar sus objetivos.
En el caso de las revistas De Stijl, Bauhaus y L’Esprit Nouveau, además de lugar de reflexión y debate, constituían todo un dispositivo diseñado para producir un espacio y un hábitat para el hombre verdaderamente moderno a través de propuestas del arte, la arquitectura, el urbanismo, el diseño gráfico, la publicidad, el diseño industrial y, en definitiva, un trabajo colectivo y comunicativo encaminado tanto a difundir sus ideales como a hacerlos realidad en proyectos específicos.
En nuestro contexto, los manifiestos y postulados del arte abstracto, así como la idea de un trabajo colectivo entre artistas, diseñadores y arquitectos, no irrumpe por medio de escritos o publicaciones de artistas, sino a través de la revista Proa, específicamente en la época que va de 1946 a 1951 (2), y de la cual hacen parte manifiestos de lo que debería ser una ciudad moderna, postulados, proyectos y planes locales para hacerla realidad, así como artículos sobre la obra de Piet Mondrian, Walter Gropius, Le Corbusier, y en el caso de la producción local, sobre artistas como Alejandro Obregón y Guillermo Wiedemann.
La revista jugó un papel determinante para introducir y espacializar las ideas de la arquitectura racionalista del Movimiento Moderno, así como para que durante más de dos décadas Bogotá se pensara –y se representara- a partir de los postulados planteados desde esta revista. Proa fue definitivamente un espacio de debate alrededor del cual se convocó al gremio de arquitectos, estudiantes, empresarios, funcionarios y ciudadanos, a unir fuerzas y capital para luchar por un proyecto de ciudad acorde con los ideales del progreso y el cambio que, en ese momento, constituían la opción legítima para sacar a la ciudad y al país del caos y el estancamiento en que se encontraban.
En esta época (1946 1951) los artistas colombianos que desarrollarán una obra abstracta exponen aisladamente, como es el caso de Eduardo Ramírez Villamizar y Edgar Negret, exhiben un trabajo que todavía se encuentra en un proceso de definición de los planteamientos con los que se les conocerá posteriormente. Una vez consolidan su mirada a finales de los cincuentas, esta se centra en la producción de pinturas y esculturas abstractas para el espacio de exposición, de las que dan cuenta artículos de críticos como Walter Engel, Casimiro Eiger y más adelante, contextualizados desde los textos, espacios de debate y exposición producidos por Marta Traba, como la revista Prisma y el Museo de Arte Moderno de Bogotá, que fundó como entidad artística en 1953 y abrió sus puertas al público en 1961.
Entre 1946 y 1957 sólo se llevan a cabo dos ediciones del Salón Anual de Artistas Colombianos. Además son lánguidas, pues se dan bajo el gobierno de Laureano Gómez y la participacion de los artistas es tímida. En 1954 se presenta la Primera Exposición Colectiva de Pintura Abstracta, con obras de Eduardo Ramírez Villamizar, Armando Villegas, Marco Ospina y Judith Márquez. La primera y tal vez única publicación realizada por artistas sobre el arte abstracto es Plástica, editada por Judith Márquez y cuyo primer número data de 1956. (3)
Finalmente, me interesa resaltar cómo una serie de proyectos que develan una decidida voluntad de cambio y geometrización del centro de la ciudad y su arquitectura, anteceden a los hechos del 9 de abril. Es decir, que la gran mayoría de cambios que se dieron a partir de este acontecimiento, se encontraban conceptualizados y, en algunos casos, planeados desde la revista Proa.