El pasado en presente

Eduardo SerranoHace pocos días circuló por Esfera Pública una nota tomada de El Tiempo que lleva por título “Hay Más Curadores Que Artistas, Dice Eduardo Serrano” a la que le siguió un pequeño debate donde Mauricio Cruz y otros respondieron con especial virulencia a las declaraciones de Eduardo Serrano. Para recoger ese guante me dí a la tarea de entrevistar a Eduardo Serrano, y aclarar algunas situaciones que un hombre de su talla conoce con especial atención. Empiezo por enviar a manera de complemento, una entrevista que apareció plotiada sobre las paredes del Mambo en el marco del homenaje que organizó Gloria Zea con motivo de los 40 años de vida profesional de ES. Esta entrevista (la de Gina) me sirve para contextualizar dos temas que me parecen claves: Un recuento breve de la curaduría en Colombia y la figura de Eduardo Serrano como protagonista y testigo especial de la vida pública del arte en Colombia y affaires tan interesantes como la relación Serrano- Gonzalez y la avanzada de curadores que en su momento se formaron al lado del maestro y quienes hoy en día, a expensas de su experiencia y formación en el Mambo, persisten en mantener una actitud ácida con un personaje a quien considero abrió un camino que sirve de tránsito para una parte importante de la actividad artística actual.

(Entrevista de la periodista María Cristina Pignalosa)

Conversando con Eduardo Serrano Rueda

Sería difícil encontrar un artista colombiano que haya tenido alguna relevancia durante los últimos cuarenta años y sobre cuya obra no haya escrito Eduardo Serrano. Las presentaciones suyas en catálogos de exposiciones se cuentan por cientos al igual que sus curadurías. Sus libros son textos imprescindibles para la comprensión del desarrollo del arte nacional durante el mismo período, y también para la dilucidación de importantes capítulos de nuestra historia plástica. Como Curador del Museo de Arte Moderno, Director de Asuntos Culturales de la Cancillería y de Artes de Ministerio de Cultura, Serrano ha desplegado una tarea de positivas repercusiones para la escena artística del país, tarea que por estos días se le reconoce a través de un homenaje en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Con este motivo hablamos con él:

¿Cuál fue su primera conexión con el arte? A qué edad?

Fue en Barranquilla, en La Cueva. Yo era muy joven, tendría unos dieciséis años pero era amigo de Julio Roca y de Álvaro Cepeda Samudio  y en ese bar, con ellos, conocí  a Obregón, a Grau, a Cecilia Porras. Me intrigó mucho su presencia, su mundo.

¿Qué es arte?

No existe una definición del arte que pueda ser eterna. Pienso que hoy el arte radica en la pertinencia social de los planteamientos  implícitos en las obras y en la conciencia que entrañen sobre las circunstancias del hombre y la sociedad contemporánea. Mañana radicará en otra idea.

¿Qué es la crítica de arte?

El género literario más practicado y menos leído en el mundo.

¿Es cierto que usted ha dicho que el arte popular es bueno y el académico no?

Para nada. Lo que yo he dicho es que tanto en el área de lo popular como de lo académico puede haber arte, y que hoy no es necesario asistir a las facultades de arte para ser artista. También he dicho que no es lo mismo ser artista que ser profesor de arte y que, con honrosas excepciones, los profesores de arte son artistas frustrados, que no han logrado consolidar una obra lo que con frecuencia los llena de amargura y de rencor hasta volverlos obsesivos contra los artistas que son reconocidos y los críticos que no les paran muchas bolas.

¿Podría citarme algunas de esas honrosas excepciones?

Claro: Juan Fernando Herrán, Fernando Uhía, Clemencia Echeverri, Gustavo Zalamea, Manuel Santana, Consuelo Gómez…

¿Y podría citarme algunos artistas que no hayan pasado por facultades de  Artes Plásticas?

Por supuesto: María Teresa Hincapié, Danilo Dueñas, Luis Fernando Roldán, Oscar Muñoz, Libia Posada, Rolf Abdelharden, Juan Manuel Echavarría. Algunos han tomado cursos o estudiado otras carreras pero no artes plásticas.

Diga cinco palabras que lo describan A USTED

Hipertenso, constante, gocetas, desordenado,  provocador…Carolina Ponce dice que cizañero, pero yo prefiero provocador  (risas),

A propósito, también se ha dicho que a usted lo han atacado todos los demás críticos…

A mucho honor. Pienso que ese comentario, más que una ofensa, es un cumplido. Nunca he querido hacer parte de esas sociedades de elogios mutuos que abundan en Colombia. Nunca me he prestado para esos tratos de yo digo que tu eres buen crítico o buen artista y tú dices que yo soy buen crítico. Además, que la gente dedique su tiempo a pensar en uno, a estudiarlo a uno y a escribir de uno, para bien o para mal, habiendo tantos temas trascendentales y tantas personas importantes, es algo que  lo hace sentir a uno muy bien y que hay que agradecer.

¿La cualidad que más admira en la gente?

La independencia

¿La cualidad que más admira en los artistas?

Una actitud crítica.

¿De qué se arrepiente?

De muchas cosas. Por ejemplo, de no haber aceptado el consulado en Munich que me ofreció el Presidente Gaviria, o de no haber seguido más de cerca los trabajos de los artistas colombianos en el exterior. Nunca he entendido a la gente que piensa que el crítico de arte no tiene derecho a arrepentirse o a cambiar de opinión. Es lógico que a medida que uno aprende y reflexiona, vaya ajustando su criterio de acuerdo con los nuevos conocimientos y experiencias.

¿Cómo definiría usted el arte colombiano?

Hasta ahora, como un constante esfuerzo, con frecuencia fallido, de actualización con las teorías y definiciones del primer mundo.

¿Qué es estilo?

Algo así como una característica o un sello personal, que fue muy importante en el arte del período moderno.

¿Cuál es la más grande cualidad del arte colombiano?

 En este momento, la atención a su contexto en todos los órdenes.

¿Cuáles sus defectos?

El reciclaje, todavía hay artistas intentado sacarle partido a obras que fueron presentadas colectivamente hace más de una década, es decir, en el siglo pasado. También, por supuesto, la manipulación por parte de los artistas, en su personal provecho, de las instituciones a las que se hallan vinculados

¿A que le teme?

A las culebras…de todo tipo!

¿Cuál ha sido su más grande logro?

Mis libros.

¿Que ama?

Escribir

¿Que odia?

Escribir

Nombre 5 artistas importantes del arte colombiano

Andrés de Santa María, Alejandro Obregón, Edgar Negret, Bernardo Salcedo, Carlos Rojas

Y cinco nombres de artistas jóvenes, poco conocidos pero con posibilidades de convertirse en grandes. 

César del Valle, Luis Carlos Tovar, Eduardo Soriano, Pablo Guzmán, Sebastián Pérez, Nadir Figueroa.

¿Cómo fue su relación con Marta Traba?

Respetuosa y afectuosa. Era imposible no sentir gran admiración por ella. Recuerdo especialmente su vasta cultura y su agudo sentido del humor.

¿Qué buen recuerdo le dejaron sus veinte años en el Mambo?

El de infinidad de exposiciones, algunas extranjeras como la de Andy Warhol, que se llevó a cabo en colaboración con la galería Leo Castelli cuando Warhol era todavía un nombre desconocido en Colombia, y otras  nacionales como los Salones Atenas, las Bienales de Bogotá…

¿Cuál es  su película favorita?

Nunca he podido decidir entre Casablanca y el Ciudadano Kane.

¿Que lee actualmente?

Un libro titulado Caravaggio en la Playa que es una recopilación de artículos sobre arte contemporáneo.

¿Que bebe?

De todo, pero preferiblemente vino.

3 comentarios

Debo aclarar que mi incompatibilidad con el personaje que Eduardo Serrano representa no proviene de ningun asunto personal pues no he tenido nunca un problema específico en el que se encuentre involucrada mi persona, ni recuerdo haber tenido un enfrentamiento cualquiera o sostenido siquiera una charla con él, ni pienso que el crítico haya alguna vez conceptuado sobre lo que yo haya hecho o haya dejado de hacer. Cuando me lo encuentro por ahí y el eye-contact resulta inevitable, lo resolvemos con una tácita y leve inclinación de cabeza diciendo ‘lo reconozco, pero no tenemos mucho que ver’. Por lo tanto, no veo antecedentes personales directos que determinen esta ‘diferencia’.

Y lo que se percibe como ‘especial virulencia’, y que expresé de manera bastante sintética en el comentario al que alude Gina Panzarowski, no pasa de ser un diagnóstico sobre el escudo cultural colombiano en el que Eduardo Serrano ocupa, ciertamente, una posición ‘emblemática’. El problema, como dije, está en lo que representa.

Para unos, como Gina, y como ilustra la entrevista periodística de María Cristina Pignalosa, Eduardo Serrano ha sido un “protagonista y testigo especial de la vida pública del arte en Colombia … un personaje que abrió un camino que sirve de tránsito para una parte importante de la actividad artística actual”. Lo que condimentado con haber sido el “Curador del Museo de Arte Moderno y Director de Asuntos Culturales de la Cancillería y de Artes de Ministerio de Cultura” es un dato, a mi modo de ver, más bien descriptivo. De modo que el reconocimiento oficial y la evaluación crítica que ahí corresponde, son dos cosas bien distintas:

En el primer caso, en virtud de los hechos cumplidos se inscribe indudablemente en el marco de nuestro acontecer cultural; y en el segundo, nos preguntamos por las particularidades y las cualidades intrínsecas de dicha trayectoria.

Como en cualquier Salón Nacional, lo que se premia se discute. Y él no ha de ser la excepción.

No hay más curadores que artistas. Lo que más hay son artistas-curadores. Habría que hacer, de manera muy simple, una encuesta en cada país, para cuantificar este fenómeno y preguntarse por el poder efectiuvo de los curadores, que al ejercer un trabajo crítico, a veces, entran en dificultades con los poderes públicos. Cuestión que dista mucho de ser, si tomamos la experiencia de artistas emblemáticos, en algunas escenas de institucionalidad frágil (Chile) o de musealidad autosatisfecha (Brasil), que han aprendido a navegar en la marea estratégicas de los fondos concursables y de los proyectos alternativos con vocación institucional, de un modo más eficaz que los curadores, y que, en virtud de un modelo de acumulación de fuerzas que limita a veces en la obsecuencia (Chile), terminan redibujando el mapa de las carreras de sus propios colegas. Entonces, cuidado con atrubir responsabilidades a agentes que ya carecen delpoder de nominación que se espera que ostenten. Por lo demás, este es una especie de castigo hacia el estatuto curatorial, de parte de artistas que descubren que sus estrageias de avance resulta más rápida y más eficaz que las ofertas delegitimación curatorial. Más bien, con la aprición de entidades independientes y experiencias de residencias gestionadas por artistas, la figura del artista-curador-promotor se ha instalado para resolver las faltas de escenas en crisis de crecimiento.

Pienso que la definición que da de «estilo» es parcial.

Faltó agregar que el estilo también es de suma importancia para los artistas actuales así como fue importante en el periodo moderno (si se admite que existe un tal “periodo”).