La idea de los curadores de la exposición The Art of Dissent in 17th-Century China: Masterpieces of Ming Loyalist Art from the Chih Lo Lou Collection suena a la de encontrar una relación histórica con el «arte activista» contemporáneo – incluído por supuesto el arte chino contemporáneo – en la China del Siglo XVII. La reseña del New York Times trata de dar un colorido Wei Wei «contemporáneo» a la estampa Ming del pasado:
«One artist, Ni Yuanlu, hanged himself. Another, Wang Siren, starved himself to death in an extreme gesture of passive resistance. The painter of the bamboo handscroll, Gui Changshi, gave himself over to inconsolable regret at his early diffidence toward imperial service, and he wasted away.
Gui Zhuang, his son, also a painter of bamboo, took up more positive forms of activism, simultaneously organizing a counterinsurgency and excoriating the old regime for having so miserably failed the Chinese people.»
Sin embargo la lógica casuística, el «slippery slope» historicista del curador y de la prensa crítica – del aparato ideólógico – no logra invertir para beneficio da las «resistencias» contemporáneas, el hecho de que es a través del Paisaje, la Caligrafía y el aislamiento – generos y actitudes estigmatizadas por el vigilantismo estético contemporáneo – que los artistas Ming decidieron rebelarse contra la «Institución» Manchú.
¿Cómo pueden el ruido, el escándalo, la pomposidad, la voluntad erostrática y la sed insaciable de celebridad a través del «activismo» del artista contemporáneo del «disenso», ser un eco del silencio, la contemplación extática de la naturaleza y la meditación en tinta y seda de los paisajistas Ming?
¿No será tal vez que la forma como se manifiesta la resistencia de los paisajistas Ming se corresponde mejor con otras formas de resistencia actuales – el paisaje o el arte abstracto, cuyas raíces por cierto se encuentran en la caligrafía – ante las instituciones Manchú del siglo XXI? Instituciones que con ésta muestra pretenden abusar la historia del arte chino para clavar una lanza de reputación histórica que marque las nuevas y recientes conquistas del Arte y el Activismo de Salón.
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http://www.metmuseum.org/special/se_event.asp?OccurrenceId={21B83B2A-9489-43C8-BCAE-85E3B475BD90}
2 comentarios
O, ¿pretender que el activismo del arte contemporáneo se impregne -por asociación de ideas-, de la poética del siglo XVII que le es ajena..?
Dentro de esta nueva guerra fría, el intento de los curadores europeos es muy claro:
Se busca destacar artistas chinos paralelos a los héroes de la doctrina del arte moderno: van Gogh, Gauguin, Tolouse.
Con ello se busca ir desfigurando la común opinión que ve en la pintura china elementos muy concretos como la seguridad de la pincelada caligráfica, le riqueza de grises y la concreción plástica de elementos espirituales como el Ki.
La finalidad de ello es hacer lo mismo que se hizo con los paises de este hemisferio donde se desfiguró la tradición al punto de hacerla irreconocible y empezar a coronar mediocres absolutamente dependientes de la institucionalidad del arte moderno sacrosanta y todopoderosa.
Esa institucionalidad occidental totalitaria busca hacer revisionismo respecto al arte chino porque los elementos visuales de esa tradición aún vigente se identifican claramente con la idea de «Nación» y esa idea resulta de las mas proscritas por el arte moderno a menos que sea para hablar mal de la nación.
El gigante dormido hace mucho reconoció el intento y lleva a esos hambrientos mercaderes de ideas «democráticas» del arte moderno, a sus fauces y después de devorados los pondrá en su sitio justo.
El gigante lo sabe y sueña porque, esta vez, el tigre, de nuevo, es de papel.