Más de diez artistas, críticos y curadores responden semanalmente un único cuestionario sobre arte, política y vida. Hoy, Francesca Bellini le hace estas preguntas al artista Mauricio Cruz Arango. Fundador de iLLiCo-artefactum, un espacio de carácter privado en el que produce una serie de cuadernos sobre asuntos diversos y ha dictado conferencias seminarios y cursos en varias instituciones culturales colombianas.
1. ¿Para qué sirve el arte?
Para lo mismo que sirvió ir a la luna. Lo que no impide que alguien pueda ponerse a vender su ‘servicio’ con la intención de capitalizar la mediación. Pienso que cualquier definición, cualquier proyección posterior o inmediata, limita necesariamente su campo de acción.
2. ¿El arte y la política deberían mezclarse?
La política del arte es mezclarse. Si toda actividad humana es social (incluyendo los ‘antisociales’), la pregunta carece de sentido. Entre políticos y artistas, lo que cuenta son las excepciones.
3. ¿Ha llegado la hora en que los políticos sean reemplazados por los artistas?
¿De dónde proviene la idea de que los artistas (a priori) sean mejores que los políticos? Será porque el arte, todavía, es una palabra con estatus. Otra cosa, como parece que está sucediendo, es que intercambien papeles estratégicamente para ganarse los favores del público.
McLuhan, en 1970, observó: “Confrontados con el nuevo ambiente de la radio, el negro americano creó el jazz –una forma de arte que integraba todas las culturas del mundo. El establecimiento no se dio cuenta de esto y comenzó a ‘integrar’ al negro.”
4. ¿Cree usted que el arte es una forma válida de activismo?
Mientras que los ‘activistas’ buscan transmitir a los otros artistas una culpa por no corresponder a una situación específica, es decir, por no ‘servir para algo’, las nuevas tecnologías permiten un tipo de actividad y cubrimiento con sutiles y profundas consecuencias sociales sin necesidad de ampararse en una particular ideología. La diversidad es la regla.
5. ¿Debe haber ética en el arte?
La exigencia que el arte supone es ya suficiente. Lo demás es parcial, doctrinario. Por lo general, el tonito moral que se está utilizando sirve apenas para maquillar ‘socialmente’ carencias evidentes de talento.
6. ¿Qué no es ético en el arte?
Meter gato por liebre. Apoyarse ortopédicamente en la ilusión ‘conceptual’ del espectáculo. Un efecto puramente mediático que no logra instalarse en la siquis realmente. Una seducción sin consecuencia.
7. ¿El arte es una forma de lucha?
El arte es, ante todo, una lucha contra las dificultades que el arte mismo supone. Después viene aquello de si uno lo enfoca o no hacia otros propósitos. Mi posición en este caso depende de aquello que tenga entre manos. Por ejemplo, ¿qué diferencia habría entre investigar ciertas funciones del lenguaje, registrar observaciones sobre la cultura norteamericana, y cubrir una superficie con pintura de acuerdo a una particular estrategia? Todo esto, para mí, son problemas.
8. ¿Se considera un artista político o un artista crítico?
La crítica es una actitud espontánea y natural puesto que todo acto de conciencia, al ser reflexivo, la incorpora. Todo trabajo supone decisiones, es decir, crítica: que si esta coma aquí, que si este color o elemento allá, que qué medias me pongo… Sin embargo, más que ‘criticar’ sistemáticamente (postergando neuróticamente el ejercicio creativo) me interesa más poder hacer ver, mostrar algo.
9. ¿Para qué hace su obra?
Para explorar relaciones posibles entre palabras, signos, ideas y cosas. Para intentar resolver, artística y plásticamente, el enigma que se va presentando.
10. ¿Para quién hace su obra?
No tengo la menor idea. Lo que que sí tengo claro es que yo soy el primer espectador calificado. De todos modos es algo bastante gratuito pues, en últimas, pienso que es la obra misma quien genera y convoca el público adecuado.
11. ¿A qué artistas admira?
Mi lista (en Facebook) es esta: Fidias, Carpaccio, Durero, Van Eyck, Giorgione, Le Nôtre (jardinero), Jean Goujon, Velázquez, el Greco, Hokusai, Ingres, Grandville, Géricault, Van Gogh, de Chirico, Munch, Magritte, Giacometti, Duchamp, Johns, Cage, Guston, Walker Evans (fotógrafo), Reinhardt, Richter, Cragg, Cattelan, David Lynch (cineasta)… A los que habría que añadir: Winsor Mcay, R. F. Outcault (The Yellow Kid), Chris Ware, Jean-Jacques Sempé, Chester Gould (Dick Tracy), Richard Mcguire, David Carson…
Como podrán darse cuenta, en este ejercicio de ‘crítica’ todavía no he incluido a ningún colombiano.
12. ¿A quién censuraría si pudiera?
Al entrometido arribista que capitaliza egocéntricamente el trabajo legítimo de otros. Un espectro vampiresco verdaderamente muy amplio.
13. ¿Qué le molesta del mundo en el que vivimos?
El fanatismo. Los lugares comunes. La actualidad ignorante. Las inflaciones mediáticas. La vulgaridad descarada y triunfante.
14. ¿Tenemos esperanzas de salir del atolladero?
Ninguna. El “atolladero”, como usted lo llama, es el caldo de cultivo de todas las cosas. El ‘mierdero’, paradójicamente, es el nido del ángel; de ahí precisamente su Gracia.
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