Apocalipsis non sancto
Tengo la esperanza que llegue el fin del mundo y estoy segura que no soy la única con ese anhelo. Simultáneamente tengo la recurrente fantasía de que sobreviviría a ese cataclismo y que tampoco sería la única. Claro, seríamos muy pocos, justo los necesarios para comenzar un nuevo proyecto, para hacer todo con nuestras propias manos, para esculcar, para no trabajar, para pasear tranquila, para hacer tantas cosas…
Sólo tienes que ver el éxito de las películas de zombies para comprobar que esa expectativa es generalmente anhelada ¿Por qué será? Yo creo, y esto es especular, que todos los que deseamos el apocalipsis, lo que realmente sentimos es impotencia. Sabemos que la sociedad está definitivamente corrompida y que la solución sería borrón y cuenta nueva. Y bueno, lo de la fantasía post-apocalíptica es otra cosa, es un deseo profundo de participación, de ser alguien, de probar por un segundo que se siente ser la dueña de tu propia vida. Es la posibilidad de ejercer a voluntad el poder, aunque sea bajo condiciones extremas, sin agua, sin electricidad, sin celulares, sin gasolina y sin supermercados. No, mejor sin restaurantes y con supermercados abandonados y disponibles para nuestros estómagos, los de los sobrevivientes.
Porque claro, uno en el mundo tal y como está tiene voto, pero no tiene voz. Uno se somete a ser representado por el “menos peor”, estamos obligados a ver en el noticiero las torpes e incomprensibles jugadas de la economía, sin poder hacer nada más al respecto que intentar jugar bajo sus reglas. Así, como en Tío rico. Nos reducimos a ser espectadores de la propia vida y la sóla idea de revolucionar el sistema, es decir, el capitalismo y la democracia, es punible en este país. Si la rebeldía es un crimen, en esta política firme y quieta, la voluntad de cambio es subversiva y el apocalipsis es la sublimación, políticamente correcta y no subersiva, de este deseo que me acompaña desde la primera vez que ví en las pantallas una ciudad vacía y abandonada, toda dispuesta para satisfacer mis deseos.
Claro, el apocalipsis es lo único que nos queda. El cosmos, el azar, la energía nuclear o dios mismo, como en las loterías, le darían el premio a algunos pocos. Y es precisamente ahí cuando vale la pena creer. Cuando sabes que tú cabeza no puede inventar un nuevo orden, que ya todo es de una forma y que el cambio sólo es posible por medio de una intervención ajena, de una gran catástrofe orquestada por dios, el azar o cualquier otra cosa que te permita tener fe. Porque a través de la fe, esa voluntad de cambio se traslada de la política inflexible, al terreno plástico de las creencias religiosas que deben ser toleradas. En donde uno es dueño y forjador del destino de su alma y si sigue correctamente las reglas hasta se puede llegar a ser feliz.
Calendario apocalíptico y post-apocalíptico
Lo invitamos a escoger un mes del año 2012 y/o del año 2013.
Especificaciones:
Formato: Carta – Media Carta (sin marco)
Técnica: Libre (no digital)
Recepción de dibujos:
Carrera 10A # 67-76 (después de la una de la tarde)
Desde el 12 de septiembre hasta el 7 de noviembre 2011.
La apertura de la exposición será el 7 de diciembre y el cierre tendrá lugar el miércoles 21 de Diciembre en *Matik-Matik* (carrera 11 # 67 – 20).
Visite el blog de miedo y amor y envíenos sus dibujos escaneados en formato JPEG al correo electrónico miedoyamor@gmail.com, para compartir algunos detalles de las imágenes.
Contacto:
Matilde Guerrero 3143590566 – 7585831
Alvaro Escobar 3142874551 – 7585831