Volvemos a tener crítica de arte en Colombia. Esta es una crítica sin mecenazgo mercantil como aquel que caracterizó a la crítica de arte a partir de los años setenta del siglo pasado. La crítica de arte se ha remozado y los artistas jóvenes se sienten bien con el fortalecimiento de su alter ego. No obstante, y a pesar de su remozamiento, esta crítica aún es precaria, porque no da cuenta efectiva de la vida artística de nuestro país. Son muchos los artistas egresados de las facultades de arte de nuestras capitales que, con mucho esfuerzo y gran entusiasmo, muestran al público sus propuestas plásticas y visuales. Pero pasan sin pena ni gloria por los variados escenarios especializados. Pocos son los que se enteran de estos eventos–los amigos de facebook–, y nulos los ciudadanos y ciudadanas que traducen a palabras sus ideas estéticas. El artista contemporáneo sabe que la palabra legitima la obra plástica, que la saca del mundo de los objetos privados –para el consumo sensorial– y la introduce en la esfera de la libertad, aquel lugar en el cual hombres y mujeres interactúan en igualdad de condiciones para reafirmar una individualidad que sea garantía de solidaridad. La crítica polifónica que se ha ensayado con éxito en Esfera Pública debe fortalecerse para animar a otros actores que, curiosos, observan el resurgimiento de este fenómeno y esperan otras condiciones para participar.
Ahora bien, no es que las propuestas ignoradas de los artistas que luchan por salir al mundo de la libertad en la palabra, no merezcan un lugar en esta red de significados que salva al artista del canto de las sirenas metálicas. Este no es el problema. No es un asunto estético, es de políticas culturales que orienten con claridad a los protagonistas de la vida artística de nuestro país: los artistas. Sabemos que los significados elaborados por la crítica condicionan el lugar del pensamiento artístico que va surgiendo en medio de las obviedades decorativas que pueblan nuestras calles ideologizadas en verde-corazón y que se han consolidado como obras de arte en el imaginario colectivo de la ciudadanía bogotana; lo condicionan en el mejor de los sentidos, en el sentido de señalar un lugar fértil en la árida Feria de Vanidades de nuestra época. El problema es que muchos jóvenes talentos no logran este último reconocimiento, quizá el más fundamental en la vida profesional de un artista. Pienso en Andrés Bustamante quién presentó una propuesta sugestiva en la Sala Alterna de la Galería Santa Fe, simultáneamente con Fernando Pertuz. No hay estímulos estatales efectivos para que la actividad crítica cristalice el pensamiento del artista joven que guerrea día tras día en nuestra ciudad; sus esfuerzos se evaporan en medio de la indiferencia de la ciudad desmesura, la pedantemente indiferente. La crítica de arte que atiende la convocaoria del Premio Nacional tiene una gran debilidad: con frecuencia se interesa por artistas que han superado con éxito las etapas fundamentales de su carrera. Es una debilidad cómoda, por supuesto.
Es reconfortante observar cómo el Premio Nacional de Crítica más importante del país, registra cada año un aumento considerable de los interesados en mostrarnos sus destrezas hermenéuticas y críticas. Esto es un excelente indicador para tener en cuenta en el momento de evaluar la pertinencia de este estímulo en las actuales circunstancias culturales y sociales del país. En efecto, tengo una objeción. Los aspirantes a esta distinción estatal realizan su participación anualmente, presumiblemente más con interés económico que estético. En los mejores casos, pues existen notables excepciones, escriben crítica de arte emulando al padre de familia que juega fútbol los domingos con sus hijos pequeños, por cumplirles y quedar bien con la madre de los niños. Además, quienes escriben lo hacen sobre acontecimientos que ya han perdido todo su lustre, todos sus colores. Lo relevante en la crítica de arte es que se acerca a su objeto de poesía cuando el pensamiento está en primavera, cuando vida y pensamiento son una y la misma actividad, a diferencia de la filosofía e historia que lo hacen cuando el pensamiento afronta penosos inviernos, cuando el pensamiento se confronta consigo mismo y se deshace de la vida para satisfacer su ansía de sublime. Cuando la poesía artística pierde su lozanía y juventud deviene filosofía, la actividad humana más solipsista, aburrida y pretensiosa del mundo. Por eso la primera es apasionada, desinteresada pero interesada en mejorar permanentemente al homre y la mujer, mientras la última no cesa de ser amanerada e interesada, en sí misma. Algunas propuestas de arte contemporáneo pecan por este amaneramiento; son pocas las que se destacan por su apasionamiento.
Pese a que ha sido manejado con pulcritud, transparencia y eficiencia, algo debe acontecer con el Premio de Crítica de Arte a muy corto plazo. El mundo on line le hace permanentemente guiños inequívocos y significativos, que los coordinadores del Premio se han negado a ver, hasta ahora. Es necesario que el Ministerio de Cultura y la Universidad de los Andes convoquen una reunión extraordinaria que tenga un solo punto en la agenda: replantear el procedimiento mediante el cual se otorga este estímulo que ha sacado a la crítica de arte de su ostracismo infame. Los coordinadores del Premio tienen oído fino y la perspicacia de leer Esfera Pública, por eso no dudo de que sabrán propiciar este encuentro y satisfacer las demandas de la ciudadanía que los aprecia y quiere en esos cargos administrativos.
El Premio Nacional de Crítica de Arte ya ha agotado hace tiempo su primera fase; Juan Carlos Guerrero, ganador del Premio Nacional de Crítica de Arte 2007, la denomina la fase pedagógica. Estoy de acuerdo con él. Es necesario introducir algunas mejoras. ¿Debemos conformarnos con un estímulo otorgado a quienes sólo les interesa la crítica para navidad y como aguinaldo estatal? No lo creo. Al contrario. Debemos repensar cómo debe circular la crítica de arte en Colombia, o considerar si, simplemente, no debe circular como acontece con los productos –algunas veces monumentales, en otras minimalistas– que se han premiado en esta fase pedagógica, tanto nacional como localmente. En verdad se ha abusado de esta pedagogía paternalista, en algunos casos se ha sido muy generoso, en otros, dadivoso. No viene al caso mirar estas pequeñas cosas con el telescopio de la crítica. Basta señalar que poco aporta a nuestra comprensión simular la toga con que se investía en el pasado la crítica de arte, ni la toga ni la simulación le quedan bien a una época tan menesterosa como la nuestra.
Ahora, ¿debe circular la crítica extemporáneamente, o por el contrario, debe iluminar con humildad los días arduos en que las obras de los artistas son más vulnerables? Los críticos de arte que creen en el arte –existen los que lo instrumentalizan– deben reconfigurar los procedimientos de que se valen para hacer circular sus ideas, deben escribir más periódicamente en medios al alcance de la ciudadanía para que su pensamiento tenga legitimidad en la comunidad artística. El Premio actual debe permanecer pero desdoblado como estímulo a jóvenes talentos, ensayistas menores de 25 años, y en los mismos términos que regulan el actual, aunque los textos que se elaboren deben tener menor extensión. Pienso que debe desdoblarse en tres estímulos.
Paralelamente, solicito al Ministerio de Cultura la creación de un premio que estimule las prácticas críticas efectivas en el campo artístico colombiano, que anime las participaciones que acompañan día a día, la obra de los artistas que logran salir a los escenarios de nuestra ciudad. Propongo que Esfera Pública, con el aval de Jaime Iregui, sea la plataforma que dinamice la circulación de esta remozada crítica de arte. Sucede algo en Esfera, se mueve algo, los artistas jóvenes hablan de lo que allí se debate y esto es importante para configurar la autoestima de nuestras prácticas artísticas, diezmadas por la injerencia ilegítima y desmedida del encanto que tiene el vil metal para nuestra época. Es cierto, quizá la exploración de esta alternativa virtual sólo sea un fenómeno bogotano. No obstante, es susceptible de extenderse a otros territorios. Sólo encontrando un medio democrático de interacción eficaz, la crítica de arte tendrá impacto efectivo en el pensamiento de los artistas nacionales; no sólo en la formación ciudadana, sino principalmente en la del artista. Jaime: ¿es viable un blog con este propósito en convenio con el Ministerio de Cultura y la Universidad de los Andes? ¿El costo de la publicación actual del Premio, la cual aporta muy poco al medio artístico, no puede orientarse para hacer efectiva esta propuesta?
La modalidad de crítica que propongo tendría otras reglas de juego. La amplitud de los textos serían diferentes y la distinción anual sería otorgada por un comité que elegiría el ganador, seleccionándolo de un grupo de nominados, los cuales pueden ser propuestos por algunas instituciones o personas naturales que sigan las intervenciones de los interesados en realizar crítica de arte. En las condiciones actuales, ¿quién se atreve, de un jalón, a leer los cuarenta y tantos ensayos que son enviados anualmente a la Universidad de los Andes, sede del premio? ¿Los ensayos de crítica de arte son escritos para suplicio de los jurados contratados o para la ciudadanía que requiere formación y orientación oportuna a este respecto? En la actualidad, una vez publicados los resultados, a lo sumo leemos los tres finalistas. Otros, chapucean algunos párrafos del ensayo ganador. Dicho en otras palabras, el Premio Nacional de Crítica de Arte comienza a perder importancia efectiva en el medio artístico, el lugar que le otorga su legitimidad; es el momento de realizar una pausa y replantear algunas cosas. Con la participación de los artistas y la ciudadanía en general, es el momento de pasar a la siguiente etapa del renacer de la crítica de arte en Colombia.
Finalmente, la Alcaldía de Bogotá y el Ministerio de Cultura deben sacar los premios de crítica de arte de los conciliábulos palaciegos. Son frecuentes las quejas de pasillo en torno a algunos estímulos estatales a esta modalidad artística. Algunos sospechan que de cuando en vez algún Job entra a Palacio por el Garaje sin ser registrado en las minutas de control. Si nuestra Corte Suprema de Justicia tuvo la audacia de devolver la dichosa terna para Fiscal General de la Nación, porque apenas llena las formalidades de ley, la comunidad artística de Bogotá debe considerar rechazar este estímulo en las circunstancias actuales, porque con dificultad cumple con algunas formalidades literarias.
Los diseñadores de los criterios para evaluar las participaciones en el Premio Nacional de Crítica de Arte deben pensar en serio el indicador de impacto del aporte crítico al campo artístico. El problema aquí esbozado, puede dar origen a un proyecto de investigación en artes: ¿cuál ha sido el impacto efectivo del Premio Nacional de Crítica de Arte en el medio artístico colombiano? Podríamos partir de la siguiente hipótesis: el Premio Nacional de Crítica de Arte ha sido un proyecto pedagógico importante para la reactivación de la crítica de arte en Colombia sin que haya logrado aportes significativos y efectivos para el quehacer de los artistas plásticos y visuales de nuestro país.
Llamo aporte efectivo al campo artístico a los análisis que realizó Gina Panzarowsky sobre Alcuadrado y a los informes sobre la tensión épica entre la Casa Mambo y la Casa Luis Ángel Arango, publicados generosamente en Esfera Pública. Llamo aporte efectivo a las ideas que nos ayudan a comprender mejor la opacidad oprobiosa de nuestra contemporaneidad artística en Colombia. Por estas razones, nomino a la señorita Panzarowsky para el Premio Nacional de Crítica de Arte 2010. Gina, lo digo muy en serio. Por supuesto, esta propuesta en sólo una entre las muchas que se pueden considerar y debatir.
POSDATA AL INSTITUTO HEMISFÉRICO
Ignoro cómo terminó la participación de los artistas que contribuyeron a la puesta en escena del VII Encuentro de Performance y Política realizado en la Universidad Nacional. La participación de los estudiantes de las Facultad de Artes-Asab de la Universidad Distrital en el evento fue muy provechosa para su formación, no obstante, fue un poco frustrante. A pesar del esfuerzo personal que realizó cada uno de los participantes y del esfuerzo económico realizado por la Universidad para apoyar las iniciativas de sus estudiantes, la coordinadora general del evento, la señora Adriana Mejía, se ha negado a cumplir la promesa de expedirles una constancia de participación, documento quizá insustancial para la Organización, pero muy significativo para un joven entusiasta que se aventura a explorar el mundo de las artes, ignorando que éste con frecuencia es instrumentalizado por el Poder. Los estudiantes sólo querían que les creyeran en sus casas que participaron en estas acciones plásticas. Tres meses han pasado ya de transcurrido el evento y sólo han encontrado evasivas a este respecto por parte de la señora Mejía. ¡Vaya responsabilidad! ¿Los amigos de la Universidad Nacional no pueden hacer algo al respecto? Aprovecho este espacio para felicitar a los estudiantes por el entusiasmo con que trabajaron desinteresadamente para este evento. Finalmente, el indicador de progreso moral, creía Kant, es el entusiasmo que mostramos cuando algún acontecimiento congrega y conmueve a un grupo de seres para develarles su condición de humanidad. Bástenos saber que hemos progresado moralmente.
5 comentarios
Como bien usted lo afirma Jorge, volvemos a tener crítica de arte en Colombia, aunque, estamos lejos aún de estar en un buen momento. Del comentario coyuntural de los periodistas culturales, que han demostrado con creces ser incapaces de realizar un ejercicio crítico digno, a los textos críticos de calidad que de una u otra manera siguen su ruta en revistas especializadas y prestigiosas como Art Nexus, se añaden textos críticos que han asumido el espacio de la red. Esfera Pública sin lugar a dudas es uno de estos espacios, aunque añoramos a uno de los pioneros en Colombia: Columna de Arena, que desde el 2005 ha dejado de circular y que fue, lo confieso, el detonante para que surgiera hace ya casi diez años Vistazos Críticos. Recuerdo aún esa primera salida de Columna que circulaba por Hotmail en el año 98 donde José Roca decía lo siguiente:
“Ante la ausencia de espacios institucionales para publicar, a la crítica puede quedarle otro camino: generar sus propios espacios. En muchos países la respuesta de los artistas frente a la excesiva rigidez de los espacios institucionales ha sido la creación de espacios regidos por artistas para los artistas; esta estrategia puede funcionar para la crítica: una reflexión sobre el quehacer artístico que circula, incestuosamente, entre el medio del arte y quienes gravitan en torno a él, y que no tiene como prioridad el llegar al “gran público”. Columna de arena es un espacio de crítica que existe fuera de los espacios habituales, y que se disemina a través del fax y el correo electrónico. Una columna de arena es un soporte precario: en su imposible solidez radica el poder seductor de esta imagen.” (1)
Luego de circular por el correo y el fax, la columna crítica de Roca es acogida por el proyecto de Pat Brinder y Gerard Haupt, Universes-in-universe(2), donde adquiere un despliegue y una resonancia importante. Ahora bien, los premios de ensayo, estimulados por el Ministerio de Cultura y la Secretaria Distrital de Recreación y Deporte, antiguo IDCT han logrado llenar un vacío enorme con estudios serios, generalmente provenientes del mundo académico. Entre el más recientemente publicado (con algo de retraso, pero salió que es lo importante), se encuentra “La llamada de la tierra: el nacionalismo en la escultura colombiana” Premio de ensayo 2007 del joven historiador Christian Padilla. Aunque este texto es un estudio histórico, logra abrir una brecha de cómo se puede hacer crítica histórica, pues logra revisar una generación de artistas sepultados precisamente por la crítica de arte enunciada por Marta Traba, quien insistía en los años cincuenta y sesenta que el arte moderno apenas comenzaba en Colombia, hecho que ha sido por fortuna desvirtuado con estudios serios provenientes de la academia. En este sentido la crítica de arte no solamente es coyuntural sino que estaría encaminada a abrir espacios de orden histórico.
Sería en verdad importante que el Ministerio y la Secretaria reciba su propuesta, sin embargo no hay que olvidar que: los premios son importantes pero no definitivos para que exista crítica de arte. Los premios de crítica (y los premios de arte en general) son como los reinados de belleza, siempre hay sorpresas. Los premios como los de la Secretaría, logran hacer visibles esfuerzos que en ocasiones están condenados al ostracismo académico. Sin embargo, la crítica de arte es un ejercicio arduo que se instala a lo largo del tiempo.
Lo del Premio de Crítica va orientado en otro sentido. Estos dos premios ahora comienzan a ser replicados en otras ciudades como en Bucaramanga donde se impulsará un premio de crítica que dará cuenta de la producción artista local, bastante importante por cierto y desafortunadamente en ocasiones desconocida por todos nosotros. Sería loable que existieran más voces para crear esa polifonía necesaria a toda crítica. Solamente así estaremos llegando a ese buen momento.
Sobre su posdata Hemisférico del Performance, así yo trabaje en la Universidad Nacional, creo que no podré hacer nada para que los estudiantes de la ASAB-facultad de artes tengan un certificado. Adriana Mejía ha dado muestras de ese tipo desplantes, desde que se puso a la cabeza en la organización del evento, el cual valga la pena decirlo, fue absolutamente desordenado. Lo que sucede es que en un evento de tal magnitud no se pueden ver las fallas en sí, pero lo más visible si se hizo evidente: la falta de coherencia cuando estalló el escándalo Bruguera: los organizadores no sabían exactamente qué decir y lo que hicieron fue mal informar a la prensa y a la comunidad en general. Por ejemplo, hoy muchos que (no leen esfera desafortunadamente), piensan que yo fui el organizador del evento donde participó Bruguera, luego de haber sido manipulado por la tanda mediática que sucedió al evento, cuando yo no tenía velas en el asunto (3). Así que no quiero desanimarlo en su empresa de pedir certificaciones pero no creo que suceda nada de nada con la señora Mejía. Cierto la ropa sucia se lava en casa, pero en ocasiones hay que ventilarla afuera, al menos para que seque.
(1) http://www.universes-in-universe.de/columna/col1/col1.htm
(2) http://www.universes-in-universe.de/espanol.htm
(3) http://www.eltiempo.com/culturayocio/arte_eltiempo_vivein/polemica-por-artista-que-ofrecio-cocaina-en-performance-en-la-universidad-nacional_6072428-1
Sobre los textos de crítica es simplemente un problema de educación general en el país. Si en los colegios no se enseñan bien las reglas generales de sintaxis, ortografía y gramática ya sabemos cuáles son los resultados.
Los estudiantes salen en pésimas condiciones del bachillerato y entran a la educación universitaria donde a los profesores de artes les resulta facil romperles las estructuras muy endebles que traían.
Como los profesores saben más bien poco y están al mismo nivel que los estudiantes (lo llaman educación horizontal) el pensamiento es algo que se confunde con una masa amorfa de términos, modas y resonancias misteriosas que buscan ser compartidas (para supuestamente tener acceso a roscas). Entonces se escriben y se premian los escritos que se destacan por alabar las virtudes de algún figurón mediocre y reverenciado en la turbia escena local, todo esto en textos plagados de problemas estructurales, finalmente lingüísticos.
Por eso es terrible leer los textos que se presentan al premio crítica, las ´´palabritas´´ en ingles que aparecen para darles un tono contemporáneo a los escritos (dan lastima por tercermundistas). Y ¿qué decir de las referencias a autores que quien sabe por qué diablos están allí citados?.
Consuela sin embargo que leer todo eso es casi igual de patético que leer muchos textos que se publican en Art Nexus.
Ricardo ¿Aún no te has dado cuenta o es que te haces?
Decir que «volvemos a tener crítica de arte en Colombia» puede parecer un señalamiento un tanto auto-afirmativo. Me explico: cuando se habla de «crítica de arte» es más que todo para referirse -como se infiere del texto de Jorge Peñuela- a aquellos textos críticos que versan sobre la producción artística.
Si esto es así y vemos el cúmulo de participaciones que se dan en Esfera Pública notaremos que la crítica de las obras son demasiado pocas en comparación con las demás participaciones que se dan en este foro y que por lo general tienen que ver con arbitrariedades institucionales, relaciones entre el arte y la política, la mirada sobre la misma crítica, el tema del mercado y propuestas curatoriales.
La «crítica de la obra» es apenas uno de los más de diez temas de esta plataforma (ver índice superior) y dentro de esa sección, quienes escriben con relativa periodicidad son precisamente Jorge Peñuela y Lucas Ospina, y eso está muy bien! Es una labor que hace bastante falta y estos dos autores no alcanzan a cubrir un mínima parte de las muestras que tienen lugar en Bogotá. Pero esto es una cosa y otra, muy distinta, afirmar que su producción de textos es indicador de un renacimiento de la crítica de arte.
Lo que se pudo haber dado es, como ya lo han señalado autores como William López*, que la crítica de arte se ha desplazado de los periódicos al Internet. Y esto parece ser un fenómeno global-, pues los grandes medios operan cada vez más de acuerdo al pensamiento light que impone el mundo del mercado.
Desde mi punto de vista, no creo tampoco que Esfera Pública sea un espacio de crítica «especializada y prestigiosa» como la de Art nexus y espero que nunca se convierta en algo parecido. Lo que si puede suceder es que lo críticos de arte que escriben en este foro aspiren a que les abran un espacio en Art nexus o el Ministerio de Cultura les patrocine su producción. Están en todo su derecho y es una demanda absolutamente legítima.
Finalmente, si la dinámica libre y espontánea que caracteriza la discusión en este foro se va a ver impregnada por la expectativa de recibir un premio del Ministerio de Cultura, en cuestión de meses esta forma de discusión dará paso a otras dinámicas distintas y el espacio pasará a regirse por la necesidad de obtener el reconocimiento que otorgan las entidades que tanto ha confrontado: la institución oficial, la figura del jurado, la figura del autor, la figura del experto y en definitiva, el deseo de escribir básicamente para obtener un aval institucional (!!?).
Lo que puede resultar viable es que las instituciones que organizan el Premio de Crítica diseñen un proyecto nuevo que estimule, como lo propone Jorge Peñuela, la crítica de exposiciones. Este proyecto puede ser una revista impresa -mensual o bimensual- con una versión en Internet. Pero bueno, habrá que esperar a conocer qué piensan las instituciones en cuestión sobre la propuesta de nuestro crítico de arte.
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* La crítica de arte en Colombia: amnesias de una tradición.
Ver: http://esferapublica.org/portal/index.php?option=com_content&task=view&id=34
Lo que comparte Jorge Peñuela en su escrito me resulta como las imágenes de Honoré Daumier que escoge para acompañarlo, representaciones de la institucionalidad, del reglamento establecido que se auto proclama como el autorizado a juzgar y orientar. Lo digo con respeto a Jorge, pero francamente me atrevo a preguntar.
¿Será que un artista serio que invierta parte de su tiempo a elaborar escritos orientativos en torno al arte, lo hace buscando un premio? Es decir, ¿Habrá alguien valioso, que se ponga a escribir critica con la misma actitud de un atleta frente a los 100 metros?
Pienso que no. Sería mejor definir sobre un periodo de tiempo, qué textos han sido más significativos, más trascendentes en medio de los discursos en torno al arte. Y que quienes juzguen estos aportes, sean los miembros que participan en los mismos debates.
Sin duda, Esfera Pública, puede ser uno de esos espacios donde se de esa valoración (Bueno y si el gobierno y las universidades quieren manifestarse con un aporte económico importante, no creo que nadie que pague impuestos se moleste.)
LA NUEVA CRÍTICA DE ARTE
Los aportes desinteresados de quienes están contribuyendo a este debate son muy importantes en este momento, porque corroboran la necesidad de una crítica de arte nueva. La necesitamos porque tenemos objetivos sociales, políticos y artísticos que todavía están pendientes por realizar en Colombia. Mientras sigan pendientes, el arte reclama garantías para realizar una presencia efectiva en nuestra sociedad. Estas garantías sólo la puede proporcionar un discurso que esté en capacidad de comprender su pensamiento, que le sirva de puente para llegar a la sociedad en su conjunto. La nueva crítica de arte es una instancia de diálogo privilegiada para el artista. ¿Quién puede ejercer esta actividad? Después de diez años de haberse creado el Premio Nacional de Crítica de Arte, son muchos los que podrían proponer y debatir criterios que articulen lo que los artistas actuales están pensando.
Parece que todos coincidimos en dos aspectos fundamentales. 1) Debemos evaluar los aportes efectivos al campo artístico del Premio Nacional de Crítica de Arte, dando por descontado que, en su momento, fue una iniciativa pedagógica muy importante, en menor grado para la crítica y mucho más fundamental para la práctica artística de nuestro país, pues, poco a poco el arte ha recuperado la palabra que le fue arrebatada. Ahora que la ha recuperado no puede volver a perderla.
Después de diez años de pedagogía sobre crítica de arte tenemos clara la siguiente tesis: los productos del entendimiento humano que no son acompañados de una reflexión crítica que los ubique en una tradición histórica que reivindique la libertad práctica como su soporte fundamental, son objetos de consumo comercial o industrial. En este estado de cosas, el arte como esfera especial del conocimiento humano desaparece como campo del pensamiento. 2) Es necesario ampliar el alcance de la crítica de arte por medio de la dinamización de las estrategias que los estímulos institucionales han implementado para que el pensamiento crítico cristalice en nuestro país. Los artistas que creen en el arte como campo de pensamiento deben reclamar a la sociedad de la cual hacen parte, un escenario que haga real sus ideas. Todos sabemos que en la época de la imagen por la imagen, sólo la palabra pensada puede hacerlo.
Muchas propuestas se pueden debatir para hacer visible la gran variedad de propuestas artísticas que surgen en nuestro país. La de Gabriel Merchán es buena, y puede haber otras en gestación. No obstante, la idea de que la nueva crítica circule por Esfera no debería descartarse sin antes debatirla más. Los abonados temen que el Sitio comprometa su frescura e independencia. Sospechan que cualquier convenio con algunas de las instituciones con las cuales los abonados son muy críticos, pueda ingerir en las políticas del moderador de Esfera. Los argumentos son legítimos y debemos considerarlos.
Ahora bien, he propuesto que Esfera sea la plataforma en que se apoye el Premio Nacional de Nueva Crítica de Arte, porque es un Sitio que tiene credibilidad, ha conformado comunidad y cuenta con un número de abonados considerable. No obstante, no debemos desconocer que así como muchos entusiastas reconocen que el formato facilita la comunicación de una manera ágil y entretenida entre todos los interesados en el arte contemporáneo, también son muchos los que critican que se aburren con tanta pelea que no llega a nada, que concreta muy poco.
Las críticas son buenas, si se las sabe capitalizar para mejorar el Sitio y recuperar a los abonados que les molesta tanta discusión que no se concreta en criterios claros para pensar nuestra práctica artística. He propuesto que una manera de hacerlo sería crear un blog adicional para que circule la nueva crítica de arte polifónica. El abonado siempre estará en libertad a negarse a leer aquello en lo que no está interesado.
Gabriel Merchán tiene razón. Es apresurado e ilegítimo inferir una reactualización de la crítica de arte en Colombia, sólo porque uno o dos interesados en el arte están haciendo lo posible por hacerlo. No obstante, Gabriel, creo que son muchos los que han sentido la curiosidad de hacer crítica de arte recientemente. Son todos aquellos que en algún momento se han presentado a las Convocatorias, así sea anualmente. A la última Convocatoria se presentaron más de cuarenta propuestas, esto es un número importante. Además, conozco personas que se han manifestado dispuestas a asumir el reto de la nueva crítica, si cambia la modalidad de circulación.
La Nueva Crítica de Arte que puede circular a través de Internet tiene la ventaja de que se puede distinguir con claridad de otras modalidades impresas. Por ejemplo, es más ágil e interactiva. En Esfera, hemos convenido llamar a esta nueva crítica, Crítica Polifónica, para diferenciarla de la crítica de arte con toga. Juan Bernadó tiene razón. Las caricaturas de Daumier confunden la lectura de mi propuesta. Quiero aclarar que fueron insertadas con un propósito específico. Mostrar la necesidad de una nueva crítica de arte, sin toga, para una época muy confusa, sin referentes claros, ni en política ni en estética. De la misma manera, quería señalar que el resurgir de una nueva crítica de arte en Colombia aludía de manera directa a aquello que la diferenciaba de la crítica con toga: la polifonía.