Dimo García acierta cuando subraya y cuestiona la idea de Uhía de que el gusto es un exceso de realismo; el buen gusto del que se habla es todo lo contrario, es someter la medusa-realidad al pensamiento creativo del artista poeta. La celeridad y el entusiasmo puestos en la respuesta de García connotan una especie de grito de independencia, una revuelta contra los tiranos de las prácticas artísticas contemporáneas: El Concepto: Las Teorías.
Trato de comprender el llamado Arte Contemporáneo como la obra del artista asceta, para diferenciarlo del artista poeta de todos los tiempos. Éste capta la gracia, la alegría, la belleza, el entusiasmo por aprender a vivir allende nuestros condicionamientos impulsivos; el primero expresa su rencor hacia todo aquello que aprecia el artista poeta. En el pasado, los teóricos de las bellezas relacionaron la gracia con el gusto y el rencor con el Kitsch; el primero lo asociaron al espíritu cortesano, el segundo fue explicado como un remedo estético propio del espíritu burgués. El cortesano aprende a vivir la vida, la hace sonreír; el burgués con su esnobismo silencia todo aquello que es incapaz de comprender, se convierte en agelasta y persigue a las gracias, porque no le enseñaron a sonreír: tener gusto es saber sonreír; tras su amargura estética, el burgués esconde este fracaso.
El espíritu agelasta y el Kitsch, según Kundera, surgen por un análisis deficiente de las ideas recibidas. No es la primera vez que Uhía escribe sobre el gusto, lo hizo en NQS No. 1, Noviembre de 2006, cuadernillo publicado por el artista y distribuido gratuitamente en centros artísticos. Allí Uhía relaciona de manera equivocada el gusto con lo sublime, con lo cual muestra que no ha comprendido ninguno de los dos conceptos, ni los contextos que articulan. Uhía se equivoca de buena fe con sus cornadas a las tradiciones que se articulan en los diferentes momentos en que lo bello ha encontrado un lugar en nuestra existencia.
Jorge Peñuela