El arte y las corridas de toros

Quienes defienden las corridas de toros generalmente argumentan que por tratarse de una manifestación artística son inmunes a un examen ético, y que quienes abogan por su abolición están simplemente incurriendo en un acto de censura. Considero que el debate no debe centrarse en la discusión bizantina alrededor de la legitimización, o no, de las corridas de toros como una manifestación artística. Para construir un debate útil, y en aras de avanzar en esta discusión, podemos aceptar que se les otorgue ese rótulo. Aceptado esto la pregunta central seria ¿están eximidas de responsabilidad ética las acciones artísticas? ¿tiene un artista “derecho” a torturar animales durante un acto artístico? ¿es aceptable la tortura de animales así se trate de una tradición cultural?. En resumen, ¿es legitimo torturar animales argumentando que es un “arte” practicado desde el medioevo ?

En los últimos años, el debate alrededor de las corridas de toros ha ido ganando visibilidad en los medios de comunicación masivos. Este debate es importante ya que refleja la relación de una sociedad con los seres vivos con los que cohabita. El aspecto ético de este debate debe ser analizado desde distintas disciplinas. El 3 de febrero, los biólogos investigadores Daniel Cadena e Iván Jiménez 1 publicaron un artículo titulado Aspectos de Biología y el Debate sobre las Corridas de Toros en Colombia 2 como respuesta a varios artículos periodísticos y en particular al Manifiesto en defensa de las corridas 3 que publicó el periódico El Tiempo el 3 de febrero de 2012, en el cual un grupo de reconocidos escritores y periodistas defienden las corridas de toros utilizando “argumentos evidentemente inválidos” desde el campo de la biología de la conservación y la ecología. Por mi parte, como artista y académica en el campo de las artes visuales, abordaré el tema desde el punto de vista de la cultura y el arte, específicamente con relación a la censura, la libertad de expresión y la responsabilidad ética del arte.

Usualmente se cree que las obras de arte están eximidas de responsabilidades éticas y legales, el caso extremo es el de el espectáculo de los toros. Quienes defienden las corridas de toros generalmente argumentan que por tratarse  de una manifestación artística son inmunes a un examen ético, y que quienes abogan por su abolición están simplemente incurriendo en un acto de censura. Considero que el debate no debe centrarse en la discusión bizantina alrededor de la legitimatización, o no, de las corridas de toros como una manifestación artística. Para construir un debate útil, y en aras de avanzar en esta discusión, podemos aceptar que se les otorgue ese rótulo. Aceptado esto la pregunta central sería ¿están eximidas de responsabilidad ética las acciones artísticas? ¿tiene un artista “derecho” a torturar animales durante un acto artístico? ¿es aceptable la tortura de animales así se trate de una tradición cultural?. En resumen, ¿es legítimo torturar animales argumentando que  es un “arte” practicado desde el medioevo?

A lo largo del siglo veinte las artes visuales y las artes en general han gozado de una libertad extraordinaria tras liberarse del mecenazgo, constituyéndose en campo de acción para la expresión de las fantasías más perversas, violentas y controversiales. Estas manifestaciones no han estado exentas de la censura de los regímenes en el poder, incluso existen casos recientes en Colombia 4 . Coartar o censurar la libertad de expresión es desde luego inaceptable, sin embargo para analizar el caso de las corridas de toros hay que tener en cuenta que una cosa son las ideas y las metáforas (literarias o plásticas), y otra las acciones violentas reales contra seres vivos reales.  Es en esta distinción donde radica el problema con las corridas de toros puesto que lo que sucede en el ruedo no es una metáfora, como se argumenta en el Manifiesto en defensa de las corridas. Los seis  toros, que mueren ahogados en su propia sangre después de ser torturados por veinte minutos, son animales reales que poseen un sistema nervioso sensible al dolor físico y psicológico. A los espectadores de las  corridas les puede parecer mas “poético” matar a un toro torturándolo por 20 minutos en una plaza de toros que matándolo en un matadero “sin ceremonia”. Sin embargo este argumento pasa por alto varios  detalles, los toros no sólo no comparten esta concepción de arte,  sino que además, su sistema nervioso es sensible al dolor físico y psicológico. Esta condición neurológica no desaparece por el simple hecho de adornar el mecanismo de tortura con la parafernalia que legitima este espectáculo como arte y tradición (lentejuelas, trompetas, chicuelinas, verónicas, paseíllo etc). 5

Quienes consideran que la categoría de “arte” o “tradición” no exime a los individuos de responsabilidades éticas y que por ello no se puede justificar la tortura de animales, son acusados en el Manifiesto en defensa de las corridas de estar realizando una “manifestación violenta de intolerancia cultural y social”, y exigen “respeto absoluto” por sus “gustos y sentimientos”. ¿Dónde radica la violencia en esta petición? ¿Acaso tienen derecho los seres humanos a exigir “respeto absoluto” a sus “gustos y sentimientos” aún si esto implica torturar animales para pasar una tarde de domingo? ¿Acaso exigir que cese la tortura de animales en un espectáculo equivale a coartar la libertad de los seres humanos? Una cosa es la libertad y otra el abuso de poder, en las corridas los toros son sometidos  a una lucha injusta (si la lucha fuera justa el toro ganaría con más frecuencia), además de apelar a una muerte lenta para el esparcimiento y entretención de un público. La tolerancia cultural radica en garantizar que los individuos ejerzan su derecho a hacer con sus vidas lo que quieran mientras no hagan daño a otros. La tolerancia cultural  no radica en permitir que un grupo de seres humanos torturen animales por el hecho de que las consideren una manifestación artística y una tradición.

Abogar por la abolición de las corridas no representa una censura a lo que los autores del Manifiesto en defensa de las corridas consideran “los ideales de la cultura hispánica: el sentido trágico y heroico de la vida” y  a la “gran metáfora sobre la vida y la muerte”. Estos ideales y metáforas pueden expresarse artísticamente por medio de representaciones que no hagan daño a nadie (humano o no humano), o por medio de expresiones artísticas entre individuos que accedan a hacerse daño voluntariamente (como sucede en el boxeo y en algunas expresiones artísticas de los últimos cincuenta años 6). En este punto vale la pena resaltar que los toros no asisten a las corridas por voluntad propia.

Torturar animales para celebrar “el sentido trágico y heroico de la vida”, como plantea el Manifiesto en defensa de las corridas,  no tiene justificación alguna desde los preceptos de la ética contemporánea que ha desplazado al ser humano como centro del universo ampliando consideraciones éticas a los demás seres vivos de nuestro planeta 7. Para analizar la vigencia de la tauromaquia empecemos por analizar  brevemente el contexto en el que nació esta tradición. La tauromaquia nace de un imaginario medieval en el cual el toro representa al “monstruo” (a la fuerza del mundo natural no-humano) y el torero representa al héroe, la supuesta superioridad y valentía del hombre. Se trata de la representación de la conquista de la naturaleza por el hombre, la corrida de toros es pues la celebración de una concepción anacrónica de heroísmo 8. Esta tradición es un rezago de una cultura que habitaba un mundo salvaje  que ya no existe, ya no existe ni una península ibérica indómita, ni estamos ante la exhuberancia natural que encontraron los conquistadores ibéricos al llegar al actual territorio colombiano. En la actualidad habitamos un mundo que es el legado de esa cultura que ha celebrado el abuso y la lucha contra la naturaleza: un mundo que vive una catástrofe ambiental, hemos contaminado ríos, devastado bosques, extinguido millones de especies animales y vegetales.  Estos hechos evidencian que es urgente replantear la actitud de nuestra cultura hacia los demás seres vivos, y por ende replantear nuestros rituales y celebraciones.

Lo que celebra la tauromaquia  por consiguiente, no es sólo obsoleto, sino que además es nocivo porque legitima y celebra una cultura que percibe al resto de la naturaleza como un recurso ilimitado para ser explotado de manera egoísta y sin límites éticos, una cultura que ha tenido consecuencias nefastas para nuestro entorno natural y para nosotros mismos. La historia de nuestra civilización demuestra que los humanos tenemos el poder de subyugar  y exterminar a los demás seres vivos ¿pero qué  sentido tiene continuar celebrando esta capacidad de exterminio y subyugación en el estado actual del planeta? una prueba de verdadero heroísmo sería  que, como especie dominante, asumiéramos la responsabilidad de conservar lo que queda, y un paso para lograrlo es aboliendo tradiciones que celebran una relación violenta contra otros seres vivos, puesto que una celebración de este tipo avala y en últimas deriva en actitudes violentas frente al mundo animal y natural.

El hecho de que se maten seis animales durante una corrida, puede parecer un hecho superfluo si se compara a las miles de personas y los millones de animales que mueren violentamente cada año en Colombia. Sin embargo, el hecho de que en este momento histórico, esta sociedad celebre la explotación de animales sin límites éticos hasta el punto de aceptar tradiciones en las que se les tortura como forma de esparcimiento, adquiere gran importancia a nivel simbólico, puesto que es un reflejo de la posición ética de esta cultura frente a los individuos no humanos. Este hecho es aún más grave si se tiene en cuenta que se está ignorando la opinión de la mayoría de los colombianos que consideran este espectáculo como un acto de barbarie 9. Se están privilegiando los intereses (superfluos) de una minoría, la pequeña élite que las considera un espectáculo artístico, un escenario social, un buen negocio o la mejor forma de celebrar su ancestro ibérico.

Una cultura tiene una doble composición, por una parte, tiene la faceta de conservar algo de sus tradiciones, costumbres etc., y por otra parte, al igual que una especie, una cultura, requiere de una capacidad evolutiva para sobrevivir; es decir, necesita, revisarse, reflexionar y cambiar para adaptarse a las necesidades de su entorno en lugar de aferrarse ciegamente a sus tradiciones. Si las sociedades no evolucionaran todavía existiría la esclavitud, el Circo Romano y la Inquisición y las mujeres aún no tendrían derechos civiles. Es precisamente en esta faceta de cambio, creación, transformación, e innovación en donde radica el lugar privilegiado del arte. Las manifestaciones artísticas, no son inamovibles, y por consiguiente, no pueden estar eximidas de una revisión y de una responsabilidad ética. La oposición a las corridas de toros, no nace de un afán de censura, es parte de un movimiento ético y cultural mayor que busca construir un mundo mas justo redefiniendo las relaciones entre los humanos y entre los humanos y las demás especies del planeta.

 

María Margarita Jiménez
Profesora Asociada
Departamento de Arte
Universidad de los Andes
Bogotá, Colombia
marjimen@uniandes.edu.co

 



1 Daniel Cadena, Ph.D es Profesor asociado y director del grupo de investigación Biología Evolutiva de Vertebrados de la Universidad de los Andes. Iván Jiménez, Ph.D.  es curador en el  Center for Conservation and Sustainable Development Missouri Botanical Garden y Adjunct Assistant Professor, en el Departamento de Biología,
en la Universidad de  Missouri – St. Louis, EEUU.

4 Ver el caso del 2007 del artista Wilson Díaz cuya obra “Rebeldes del Sur” expuesta en la Glynn Vivian Art Gallery en Gáles,  fue “retirada”  por el entonces embajador en Inglaterra Carlos Medellín.

5 He  leído (desafortunadamente no puedo citar el articulo) artículos en los cuales Antonio Caballero (entre otros) afirman que los toros por ser animales agresivos por naturaleza disfrutan de las corridas de toros que  aprecian ser toreados con “arte” y que no sienten dolor por que la adrenalina lo bloquea. Desafortunadamente existen muchos conceptos veterinarios  y biológicos (por no hablar del de sentido común) que rebaten este argumento.

6 Ver los performances de Marina Abramovic, por ejemplo.

7 Se pueden revisar los textos de  Peter Singer, en particular su libro Ética Práctica, Cambridge University Press, Cambridge, 1979; second edition, 1993, y de Tom Regan, Es profesor emérito de filosofía en la Universidad Estatal de Carolina del Norte hasta 2001, ver The Case for Animal Rights, University of California Press (1983, 1985, 2004).

8 . Con respecto a este punto, Javier Gil hizo el siguiente comentario a este texto: “Por lo demás también discutible, quizás no se trata de dominar la naturaleza, su propia naturaleza, sino de aceptarla, de integrarla, de totalizarla en si mismo. Esta concepción esta articulada a una mirada modernista, racionalista, por la cual el sujeto se opone al objeto, y desde la distancia racional busca dominar al objeto, usarlo y capitalizarlo. Naturalmente existen otros modelos de relación con el entorno en los que prevalece la co-pertenencia y la comprensión afectiva.”

9 “Un sondeo realizado por Caracol Radio reveló que el 78 por ciento de los colombianos está en contra de las corridas de toros. Según la encuesta tan sólo el 19.4 por ciento de los consultados está a favor de la fiesta taurina y el 2.6 se mostró indiferente hacia esta actividad.” (…) “En la ciudad de Bogotá el resultado fue el siguiente: el 85% se mostró en contra de las corridas de toros, el 9 por ciento a favor y el 6 por ciento les es indiferente”. Caracol | Febrero 12 de 2009. http://www.caracol.com.co/noticias/entretenimiento/el-78-de-los-colombianos-desaprueba-las-corridas-de-toros-revela-sondeo-de-caracol-radio/20090212/nota/762496.aspx


2 comentarios

Muy bien Margarita, se que no está en busca de felicitaciones, sino que escribe con argumentos sólidos por qué es una costumbre aborrecible y necesita superarse; desterrar como práctica de una sociedad que necesita civilizarse con urgencia como lo es Colombia. 

Estoy básicamente de acuerdo con la argumentación de Margarita Jiménez pero aún asi quisiera llamarle la atención sobre la contradicción en la que incurre cuando, despues de desdeñar por ¨bizantina ¨ la discusión sobre si la corridas de toros son o no arte, le otorga a la misma sin embargo un papel destacado en su argumentación.  Y añado que para mi no resulta  para nada ¨bizantina¨ la discusión sobre el caracter incruento del arte porque es precisamente ese caracter uno de los logros del complejo movimiento civilizatorio de larga duración que ha tendido históricamente ha sustituir la guerra por las competiciones deportivas y la violencia que tiende acompañar los conflictos sociales y políticos en el seno de cada sociedad por la representación y el debate parlamentario de los mismos y por su representación y/o simbolización artística. La exclusión de la violencia y de la crueldad efectiva, aunque no de la representada, es un extraordinario logro civilizatorio,  reconocido abiertamente por Aristoteles en su Poética. Y puesto de presente en las investigaciones de historiadores de la Grecia clásica como J.P. Vernant, sobre las relaciones entre teatro y democracia.