A partir de tres orientaciones del pensamiento
Todo empieza con una frase solitaria y final, escrita por Darío Corbeira en su “Francisco Franco reloaded”[1], texto mediante el cual, el autor, pretendía abrir un más que necesario debate sobre el supuesto arte político de nuestros días, estableciendo algunas consideraciones al margen de una invitación a participar en una exposición sobre “cette gueule abominable de salaud latin”[2].
La frase era la siguiente: “un compañero de Brumaria, Alejandro Arozamena, al hilo de las cuestiones brevemente esbozadas en los párrafos anteriores y que ocupan una parte de nuestras reflexiones, resumía nuestros comentarios al respecto: El tema es que con el supuesto arte político de hoy pasa precisamente eso: en vez de organizar el vacío lo que se hace es evitarlo haciendo como si (o sea un semblante) estuviera lleno. Como si el lugar de la política fuera el Museo. Cuando, por otro lado el Museo, ni siquiera tiene por qué ser el lugar del arte. Estas y otras cuestiones conformarán el punto de partida de un proyecto abierto “El arte no es la política / la política no es el arte: despertar de la historia” que hace tiempo venimos pensando”.
Dicho y hecho, después de unos meses trabajando en su planteamiento teórico, Brumaria atrapa el guante y abre una convocatoria para la participación en un grupo de trabajo, con sede en Medialab-Prado Madrid, sobre la distinción radical entre arte y política. Se partía, ciertamente, de una circularidad en trampantojo que le hacíamos soportar a la hipótesis inicial: “El arte no es la política/la política no es el arte”. A lo que añadíamos: “nada nuevo, en efecto, pero nada viejo tampoco, en ese enunciado que propone Brumaria. La distinción (y también la amalgama) arte-política va desde Platón y Aristóteles hasta nuestros días, pasando por Kant y Hegel, Proudhon o Marx, Nietzsche, Heidegger, etc., y recorriendo prácticamente toda la historia de nuestras filosofías, políticas y estéticas”[3].
Decimos “circularidad en trampantojo”, pues de lo que se trata, en realidad, es de evitar la identidad o la amalgama a toda costa y de que los procedimientos de verdad (Arte, Política, Ciencia, Amor) son, a un tiempo, iguales y diferentes. De hecho, son diferentes para ser iguales, puesto que la diferencia está en la base de la igualdad (y viceversa). ¿Hará falta recordar, una vez más, que la identidad se opone a la diferencia y que esta oposición es no-idéntica, por tanto diferente y aun por ello igual, a la que opone igualdad a desigualdad?
Después de todo y antes que nada, tendríamos esos tres materialismos (el histórico, el fenomenológico y el psicoanalítico) que pueden servirnos como las más preciosas orientaciones en el pensamiento. Tales orientaciones, sin duda, fueron masivas en el pasado siglo y, sin duda, igualmente, dependen en el nuestro de sus más actuales refundiciones. Asimismo, podemos decir que estos dispositivos incluyen determinadas prácticas de vida y existencia e incorporan, en última instancia, a un sujeto que articula diferentes saberes y haceres. Por ejemplo: un saber-hacer con la verdad-acontecimiento (dialéctica materialista), un saber-hacer con el síntoma-real (cura psicoanalítica) y un saber-hacer con el fenómeno-sentido (fenomenología no estándar).
Y es que, en lo contemporáneo, parece como si el imperativo rimbaldiano “hay que ser absolutamente moderno” se hubiera convertido, las más de las veces, en “hay que ser absolutamente banal” o, lo que es lo mismo, “todo vale: hay que ser absolutamente posmoderno”. Parece como si, triste y decepcionantemente, todo lo platónicos que pudiéramos llegar a ser lo escondiéramos en nuestras pornografías, todo el kantismo ambiente lo dispusiéramos en la insublimidad de nuestras políticas y obras de arte y todo nuestro inconsciente estético hegeliano en la desesperanzada esperanza, si no es en un 15M como Espíritu Absoluto, lo es en nuestra piadosa creencia en la religión del arte (por no hablar de nuestro más oscuro y secreto nietszcheanismo y su plausible deriva en un heideggerianismo casi siempre nazi). Freud sabía muy bien que un, siempre sintomático, malestar en la cultura prepara el retorno de lo peor bajo las especies de la pulsión de muerte.
De ahí que separarse de lo banal, el fraude o la impostura, resulte tan decisivo. Y ello suponga no amalgamar procedimientos, no suturar efectos, operadores y verdades, distinguir objetos y sujetos, no confundir fenómenos y acontecimientos, en definitiva, distinguir de una vez el arte del artefacto e, incluso, del artificio para no equivocarnos, justamente, en lo que respecta a los proyectos y a los proyectiles. Al menos si lo que queremos, como Mallarmé, es horadar en algún muro, de tela o de historia, tan sólo una ventana.
Y de ahí, asimismo, el cuestionamiento estructural, también en constelación, que nos hacíamos en un primer esbozo del planteamiento teórico:
– ¿Qué efectos tienen los acontecimientos contemporáneos en la producción de verdades artísticas o verdades políticas? ¿Cuáles son y dónde se localizan? ¿Qué tipos de fidelidades y sujetos se dan? y sobre todo ¿Cómo organizar la multiplicidad histórica de la política y del arte de un modo nuevo?
– ¿En el arte contemporáneo y más específicamente en el arte político, cuál es el gran modelo de lo que es inmediato, de lo que circula, de lo que sucede, de lo que muere en cuanto aparece, lo que debe ser consumido y después debe desaparecer, el modelo de todo esto es la mercancía.
– ¿Hasta qué punto las obras más abiertamente políticas de la pasada y actual Bienal de Venecia, la última documenta de Kassel o la 7 Bienal de Berlín actuaban en un contexto de consenso y creando discursos no cuestionadores sino abiertamente institucionales?
– ¿Cuál ha sido el resultado, si lo hubiera habido, estético o teórico de las comisiones de cultura de las acampadas?
– ¿Cuáles son las claves ideológicas, teóricas, simbólicas y estéticas del llamado “arte político”?
– ¿Cómo hacer y articular una crítica ontológica, una crítica estética y una crítica política al arte de nuestro tiempo?
Etc.
Deleuze sabía muy bien que las preguntas se fabrican como cualquier otra cosa. Sólo que hay preguntas y preguntas. Las más fundamentales, por estructura, es decir, precisamente por ser fundamentales, puede que no tengan respuesta. Pero eso no ha de impedirnos, sólo hace falta un poco de valentía, el formularlas.
El resto, tal y como escribía André Breton en su hermosa y mariposeante “Oda a Charles Fourier” es “grito de la esfinge Átropos. Trabajo en cadena”.
A ese trabajo en cadena es al que quisiéramos convocar, desde aquí, a cualquiera. Y ello, a partir de esos tres dispositivos genéricos del pensamiento que serán, a la vez, nuestras orientaciones en el “núcleo de la Noche”, en medio del “Desierto Superpoblado” y del “Vive sin Idea” generalizado e impuesto un poco por todas partes.
Primera sesión para el grupo de trabajo en:
Medialab-Prado Madrid
8 de octubre de 2013
18:00 España – 11:00 Colombia
A partir de tres orientaciones de pensamiento (marxismo, psicoanálisis, fenomenología) se anuncia nuestra primera sesión de trabajo en las instalaciones de Medialab-Prado, en Madrid, y se dispondrá, asimismo, de la posibilidad de un seguimiento y participación via web[4].
Sin duda, el objetivo primordial sigue siendo el mismo: un cierto despejamiento teórico y la creación de posibles, por pequeños que sean, para el arte y la política.
Ponentes:
Guillermo Villamizar: Procesos de producción contemporáneos desde una perspectiva histórica del arte a partir de la II guerra mundial y el periodo conocido como guerra fría.
Montserrat Rodríguez Garzo: Como psicoanalista y desde la escucha que estructura su práctica, intentará aproximarnos a la lógica del sentido soportada en un sintagma que bien podría enunciarse del siguiente modo: “La producción del artista es política, por orfandad”.
El singular papel y la acción restringida que Brumaria se reserva, no obstante y toda vez que haga falta describirlo, será el de una especie de elemento provocador, dialéctico, expansivo y liberador si se quiere, buscando integrar el decir en el hacer, sin que ello suponga la abolición del dichoso azar en modo alguno, y siempre con vistas de una plausible publicación ulterior.
En Brumaria, 2 de Octubre de 2013
[1] Está visto que tal pretensión era ilusoria, pues el mundo del arte sólo contempla la Ley del Silencio que, aún más que la mismísima ley de la gravitación de los cuerpos, pesa sobre un discurso (o, más bien, sobre “dos” discursos distintos: política/arte) que discurre pero no piensa, pues se halla absolutamente (id est: realmente) subsumido en la economía política capitalista y en la única lengua que habla y se le reconoce: la plusvalía. He aquí, de todos modos, el link al escrito de Darío Corbeira publicado por Esfera Publica en mayo de 2013: https://esferapublica.org/nfblog/?p=59855
[2] Se reconocerá aquí la famosa ecfrasis sartreana de la facha de nuestro dictador en su devenir contemporáneo como artista o incluso como obra de arte, pero que, según el propio Sartre, ya bastaba en sí misma para publicitar su muerte. Así, pues, decía Sartre en aquella célebre entrevista de Libération el 28 de octubre de 1975: “el día de su muerte es un día de fiesta, un verdadero día de fiesta que pienso celebrar bien. Encuentro que la mejor manera de anunciar a los franceses que Franco ha muerto es publicando su retrato. Tiene la cara que exige exactamente un golpe de navaja o guillotina. Su cabeza evidencia los casi cuarenta años de asesinatos que ordenó. Mussolini era un cerdo, Hitler tenía una cara antipática, pero no tenían ese rostro abominable de cerdo latino: con esos carrillos, esas arrugas malvadas, ruines”.
[3] Para más información a este respecto puede consultarse tanto nuestra web: www.brumaria.net como la sección ad hoc habilitada por el equipo de Medialab-Prado para la inscripción y participación: http://medialab-prado.es/article/grupo_arte_politica
[4] Para más información, inscripción y detalles: http://medialab-prado.es/article/grupo_arte_politica y www.brumaria.net