el arte de invitar a los amigos

Ay,
que alguien me cuente qué es lo que pasa, porque en los últimos días un montonón de amigos, como noventaydos, han ido a hacerme la visita al cuchitril ese en el que trabajo, todos tristes y cabizbajos y bastante bastante pero bastante bravos con la pobre Natis. ¿Cómo es que fue lo del Salón Regional para que todos digan que es peor que olor de pescadería de la 19?

Y bueno, me imagino que la cosa no es para menos: que Natis haya hecho convocatoria para seleccionar propuestas para el regional, y que se hayan recibido 96 y que de esas sólo salieran 4, mientras que por invitación ya había metido hasta al nido de la perra, pues no hay derecho, ¿no? Porque para qué se pone a convocar desconocidos si ya había convocado a sus amiguetes, ¿no? Y es que todos están furiosos que porque se gastaron tiempo y plata pasando proyectos lo más de chéveres, y parece que ni siquiera todos los jurados vieron los trabajos completos. Y yo creo que eso sí es una falta de delicadeza, pues, digo.

Y claro, en esa propuesta de planificación de cómo iba a ser el regional ya decía que iba a ser por invitación y convocatoria, pero oiga, no hay derecho a que por invitación llene el chuzo de cuadros y por convocatoria nada de nada, pues para esa gracia no haga convocatoria y más bien invite a otros cuatro amigos y ya, ¿no? Así completa el cupo y no mete gente que se tire el parche. Porque tanto desconocido por ahí que no es recomendado de nadie, vaya usted a saber qué mañas tienen y todo.

¿O es que no le alcanzaban los amigos? Porque si es así la cosa sí me da como cosita. Natis, oye, si estás solita más bien me llamas y nos tomamos un tecito con galletas y nos volvemos reamigas y te muestro unas manualidades preciosas que estoy haciendo y me invitas para el próximo regional, ¿bueno?

Un besito, Paquita