Como una de las últimas ceremonias de su mandato, el presidente Santos pre-inauguró el monumento de la paz comisionado a Doris Salcedo, situado en las cercanías del Archivo Distrital, y que según palabras de la artista «será un museo de arte contemporáneo y memoria, cuyo piso o fundamento está literalmente conformado por las armas depuestas por la antigua guerrilla de las Farc. Dichas armas fueron fundidas y reconfiguradas como el soporte físico y conceptual sobre el cual se erige este lugar de memoria»
Transcripción del discurso de Doris Salcedo en la pre-inauguración del museo monumento realizado a partir de las armas entregadas por las FARC.
Cuando recibí las armas depuestas por la antigua guerrilla de las Farc para construir con ellas un monumento, reflexioné cuidadosamente sobre dicha posibilidad y llegué a la conclusión de que lo indicado era más bien construir algo que se opusiera conceptualmente a la noción misma de monumento, es decir, un contra-monumento. Preferí no construir un monumento porque, como su nombre lo indica, el monumento es monumental; jerarquiza y presenta una visión triunfalista del pasado bélico de una nación. Su principal función es someternos o empequeñecernos como individuos frente a una versión grandiosa y totalitaria de la historia.
El monumento era posible en el siglo XIX, cuando las naciones creían que poseían una conciencia y una cultura totalmente unificadas. En este momento histórico de Colombia, carecemos de símbolos que puedan ser convertidos en monumentos capaces de otorgarle a la sociedad en su conjunto una versión única de lo que nos ocurrió durante estos largos años de conflicto.
Sin embargo, una sociedad fragmentada y heterogénea como la nuestra puede tratar de unir sus experiencias y memorias divergentes en un espacio común. Hoy nos encontramos en este contra monumento titulado Fragmentos, que será un museo de arte contemporáneo y memoria, cuyo piso o fundamento está literalmente conformado por las armas depuestas por la antigua guerrilla de las Farc. Dichas armas fueron fundidas y reconfiguradas como el soporte físico y conceptual sobre el cual se erige este lugar de memoria. Parada sobre este piso, cualquier persona se encuentra en una posición equitativa, equilibrada y libre, desde la cual es posible recordar y no olvidar el legado de la guerra. Este espacio tiene la tarea de acoger memorias antagónicas para así generar desde aquí una gran polifonía de voces discordantes. Fragmentos conforma un lugar desde unos diálogos difíciles y provocadores tendrán lugar; diálogos que, al igual que los de La Habana, nos permiten deslumbrar las posturas y mundos que nos son ajenos.
La tarea principal del arte es la de dar cabida a múltiples lecturas de un mismo hecho. Y es justamente ahí donde la relación memoria – arte se convierte en una herramienta esencial para que podamos construir zonas de contacto o zonas de encuentro en las que los colombianos logremos cohabitar.
Fragmentos presenta únicamente el vacío y la ausencia, porque es precisamente a través de estos elementos que puedo establecer el carácter absolutamente irredimíble de la guerra. El arte no puede compensar con belleza el horror causado por la guerra, y por esta razón Fragmentos no intenta otorgar una forma estética a la pérdida, el daño o al muerte violenta.
Invité a un grupo de mujeres víctimas de violencia sexual a dar forma a las armas. Durante días, martillamos este metal para marcar así el cese simbólico de la relación de poder impuesta por las armas. Es la primera vez que un acuerdo de paz abre un espacio tan importante a la experiencia de las víctimas de violencia sexual. Permitir su participación activa en la elaboración de una obra de arte en un espacio que conmemore el fin del conflicto armado forma parte de la compensación simbólica que esta sociedad estaba en mora de ofrecerles.
Para que la experiencia de una víctima pueda ser comprendida en toda su gravedad, dicha experiencia debe ser expresada, narrada y compartida. Por ese motivo Fragmentos, este lugar de memoria, tiene como misión producir y exhibir durante un periodo equivalente a la duración del conflicto diferentes obras de arte que reelaboren la memoria de la guerra. Cada año, un artista será invitado para que presente aquí su mirada y su interpretación de nuestro pasado reciente, de tal manera que no tendremos solo un monumento, sino múltiples contra monumentos cambiantes, polifónicos y vivos.
Fragmentos reclama una memoria en permanente estado de transformación. El arte es una de las formas de pensamiento que tiene la capacidad de convertir la memoria en un proceso infinitamente inconcluso. El arte, al igual que el Acuerdo de Paz que usted firmó, presidente Santos, nos permite pensar una visión de futuro en la que los opuestos conviven y lo incompatible coexiste pacíficamente.