Disparates del discurso institucional

Estoy preparando una clase sobre políticas culturales. Como referencia les dejé a los estudiantes el componente “Políticas de artes” (pp. 83-106) del Compendio de Políticas Culturales del Ministerio de Cultura (2010). Estoy en problemas porque no entiendo los disparates que allí se consignan. No sé si algún funcionario tuviera la gentileza de explicarlos. Es difícil encontrar tanta incoherencia condensada en tan pocas líneas. Aunque la jerigonza parece cantinflesca no lo es, pues no produce risa. Va una pequeña muestra de un extenso repertorio:

“Esa condición creadora, crítica y trasgresora del pensamiento artístico unida a la multiplicidad de facetas y desarrollos imprevistos y complejos de su práctica demandan apertura mental, visión y profundidad en su aproximación. Así entendido el arte, aclaramos que desde el Ministerio de Cultura no se hace política artística orientada unilateralmente. Asumimos que las artes se entienden como prácticas, experiencias y pensamientos mediados por la percepción, la emoción, el sentimiento, la imaginación y la razón. Modos de ser del pensamiento con alcances cognoscitivos y características singulares distintos al conocimiento científico y al conocimiento del sentido común, antropológico o cultural. Prácticas, experiencias y pensamiento constitutivos de la subjetividad personal y colectiva, y por tanto partícipes en la configuración del sujeto desde la infancia y a todo lo largo de la vida. Prácticas o experiencias que abren el ámbito de lo posible, liberando las fuerzas de la vida y construyendo sentidos y formas alternas de existencia a partir de recursos expresivos, creativos y poéticos.

La expresión y la construcción de sí son procesos simultáneos. En el uso creativo del lenguaje, en particular del lenguaje artístico, se abren nuevas posibilidades de sentir, conocer y vivir. Esta consideración trae consigo la convicción de que el arte, más que representar, crea y produce, no sólo obras sino acontecimientos y procesos, incluso modos de vida y nuevas relaciones sociales. Para nuestro caso, las prácticas artísticas, por su misma fuerza creadora, más que preservar, renuevan la diversidad cultural y estética. Y, por tanto, más que promover una opción particular de arte o cultura, se trata de favorecer la existencia, el diálogo y la concertación con ellas, como distintos posicionamientos y modos de significar el mundo.” (pp. 85-86)

 

Elkin Rubiano