Desculturización de los pueblos latinoamericanos, décadas 50′ s-70′ s. Guerra a las pretendidas manifestaciones nacionales de arte, declararlas como manifestaciones provincianas y estériles acordes con un arte subdesarrollado. Inicio del proceso de internacionalización del arte latinoamericano. En última fase, desvinculación del arte latinoamericano de toda referencia histórica y contextual. De toda referencia a un grupo de arte. Instauración de un arte individual. Moderno. La calificación arte moderno debe sustituir la de arte nacional. Debe erosionarse toda perspectiva modernista de ese arte nacional y minimizarse su poder de irradiación y expansión. Debe infantilizarse y ridiculizarse el arte mural, hacer visible su carácter juvenil y pobre, minimizarlo hasta hacerlo coincidir con la pobreza formal del realismo social y su carácter decididamente propagandístico. Situar el arte mural como un arte a cortapisa del progreso. Como un arte estéril y retardatario, retrógrado. Hacer ver a estos pintores nacionalistas como desvinculados del mundo y sus realidades. Calificarlos como pintores románticos sin ninguna conexión con la realidad nacional ni latinoamericana. Formar un bloque compacto de arte latinoamericano con idénticas características en todo el continente, anulando toda referencia a las particularidades culturales de cada región. Evitar toda posible identificación con sus valores nacionales. Identificar este arte nacional como un arte cerrado ante la perspectiva de progreso. Resaltar su conexión con la perpetuación de valores de clase hasta identificarlo con las oligarquías nacionales, insistiendo en su intención perpetuadora de un orden que busca sumir a sus pueblos en un subdesarrollo rampante y conveniente. Crear mecanismos de control que garanticen la expansión y perpetuación de estos marcos culturales a través de comités de selección, becas, bienales, intercambios culturales, programas televisivos, artículos de prensa y revistas culturales. Los marcos culturales deben ser enfáticos en subrayar la originalidad y novedad del nuevo arte y su carácter vigorizador de la cultura hasta entonces anclada en falsos recipientes y carente de toda estructura. Consolidar el proceso a través de un aparato crítico convincente que debe reforzarse y expandirse en los medios de comunicación. Apelar a eslogans de fácil recordación que reiteradamente subrayarán el arte nuevo. Delinear e intervenir los currículos académicos que deberán estar en consonancia con las políticas de la nueva crítica y que garantizarán a mediano plazo la consolidación del nuevo marco cultural. Sintonizarse y buscar una vinculación directa con intelectuales y revistas de avanzada para asentar en la causa de este nuevo arte una salida al subdesarrollo.
(Claudia Díaz, octubre 2011)