¿Cómo aproximarse desde el arte contemporáneo al Estallido Social?, ¿Existen modos o plataformas legítimas para hacerlo?, ¿Qué implicaciones tiene abordar la memoria de la protesta como ficción?
En este episodio de #CríticaEnDirecto partimos de estas preguntas para conversar en torno a Los Caídos, propuesta de Juan Covelli nominada al Premio Luis Caballero. Invitada: Isabel Cristina Díaz.
6 comentarios
Pero si el ¿cómo? para usted es más importante que el ¿quién? entonces esta conversación, como todo su escrito se queda completamente corto en el análisis de los dispositivos que usa la instalación. Hablar de «la IA» en singular como de «los videojuegos» es tan ingenuo como suponer que ya existe una distancia considerable para tener un alejamiento que permita reflexionar sobre lo que ha pasado.
Una de las mayores confusiones actuales en la representación de la tecnología es homogeneizar las técnicas y pensar, que en solo hecho de usar videojuegos como «nuevo medio», hay un aporte significativo – o crítico- a la construcción de memoria, o, como lo dice el texto de la muestra: «se propone este proyecto, que traslada las tensiones del plano físico al virtual, pero todavía público, entendiendo el espacio virtual como el lugar de debate posdigital por excelencia». Cuando lo que puede probar el estallido social – visto desde el contexto colombiano – es que lejos de eso, la pluralidad de las técnicas y tecnologías es lo que todavía (afortunadamente) sirve como superficie para un debate público potente, a diferencia de lo que puede pasar en otras latitudes con contextos e infraestructuras distintas a la nuestra.
La relevancia de este comentario de Atractor (resultan varias), es que el debate puede pasar de mencionar quién puede o no abordar ese contenido, a la comprensión del medio y sus alcances. Si a esto podemos entrar desde la ingenuidad para desde ahí recorrer ese tramo, pues 👏🏻👏🏻👏🏻
Hay algo que en todo este tiempo yo no he visto a nadie ni enunciar ni comentar, y me preocupa. Me refiero a el hecho de que la materia sensible de este proyecto es algo que aún está doliendo, aún se está padeciendo, las/los muertxs, desaparecidxs, quienes han perdido su capacidad de ver por los ataques del ESMAD hacia los rostros de los jóvenes, los procesos legales contra quien se manifiesta entre tantos…Esta REALIDAD es meramente algo vivo, no se puede forzar a encarnaciones matericas deshonestas, deshonestas porque pretenden eso competir con la realidad, cosa que ningun artista podrá lograr. No sé porque escudan a este proyecto de una crítica real, así como el proyecto Barrio de manera questionable hace de una realidad viva una vitrina de lo empobrecido, este proyecto de los caídos, encarna un ejercicio similar, forzar un discurso de memoria, que de hecho aún es muy viva para ser memoria, sigue siendo realidades de personas reales que no podemos atrevernos a camuflar.
totalmente.
Muy interesante el pódcast sobre la exposición, mi opinión se orienta más a aspectos formales del uso de la IA:
Si nos alejamos un poco del romanticismo que conlleva el pensar en los medios tradicionales de la plástica y analizamos formalmente las imágenes generadas por las IA, nos podemos dar cuenta que caen en un amaneramiento. Son imágenes tomadas de una gran base de datos (internet) generando pastiches relamidos, una especie de imagen pobre como diría Hyto Steyerl, al principio, estas imágenes efectistas cumplen con su objetivo, pero si más artistas optan por estos medios se van a empezar a homogeneizar las propuestas estéticas, las imágenes generadas por distintos artistas se van a parecer mucho formalmente, independientemente del concepto, castrando así la riqueza visual que se pueda llegar a obtener(riqueza que sí se consigue por otros medios, digitales o análogos) cayendo de una manera torpe en la obviedad, ya que las imágenes generadas por esta tecnología son fácilmente reconocibles. Es aquí en donde se le puede encontrar un talón de Aquiles a la IA. No es tan sencillo como decir «genera imágenes» esas imágenes que genera hay que analizarlas, bajar del pedestal al robot. Aún falta tiempo para que esta tecnología realmente equipare al ojo y al trabajo de un artista de carne y hueso, si es que algún día lo hace.
¿Quién y qué sostiene el relato del arte contemporáneo? Revisando la exposición, la obra de Covelli que es lo que menos pongo en cuestión ya que se sostiene dentro de los limites de lo que consideramos arte contemporáneo, lo que me preocupa es ver cómo, tanto cómo artistas cómo otros agentes del arte no acaban de comprender lo que es la práctica artística enmarcada en el pensamiento y la perspectiva decolonial, cuestiono la manera en que ese relato del arte contemporáneo en los procesos artísticos intenta apropiar la perspectiva decolonial, pensándola como recurso, como si fuera algo que se pueda quitar o poner, o algo que pueda estár en la obra, intrínseco al objeto de arte, porque tampoco es una mediación como se suele entender, primero habría que descolonizar las artes, las prácticas, los agentes, los lugares del arte. A mi entender es la misma colonialidad del arte que estructura del relato del arte contemporáneo, y en esa contingencia de lo que sucede intenta aporpiar todo tipo de insurgencias estéticas y/o epistemica circundantes, atribuyendo e influyendo en el valor de la obra y el objeto artístico así como en la recepción, producción y demás categorías presentes en la industria cultural, donde prima el valor del objeto por sobre lo vivo, es posible que por eso lo queramos reafirmar bailando alrededor de las obras, eso si, sin corromper su fisicalidad cómo he visto en el PLCaballero. Quizá ese es el grado de sofisticación que tiene el arte contemporáneo como poder colonial que termina absorbiéndolo todo, por eso su vínculación cada vez más fuerte hoy con la figura institucional del museo, que es de las estructuras más sofisticadas de la colonialidad del poder (pero eso ya da para mucha tela por cortar). Si bien ni siquiera el estallido social es una forma decolonial, por el contrario es afín al poder. No podría estar inserto desde ese lugar de pensamiento, puesto que toda resistencia es derivativa del poder y de la violencia de las estructuras de poder ejercen (aunque dentro de lo que se vivió en las marchas y los motines hallan habido prácticas de «reexistencia»). Si bien la distancia que toma el artista en la propuesta de su obra de ‘los caídos’ es la voz expresada de quienes lo vivieron de otra manera (también con el cuerpo). válida si, porque a la estructura narrativa de lo contemporáneo en el arte eso le es indiferente, es lo contingente lo que lo mantiene sucediendo.
Por otro lado está la pugna que veo se está generando en la crítica sobre la obra del artista y que lo escuché en crítica en directo que hace Esferapublica, pugna entre quiénes lo vivieron de cerca y quienes lo vivieron desde otro lugar, (entre Ñeros y gomelos) o cómo lo queramos ver, igual estas diferencias son producto de esa colonialidad del poder, es la colonialidad del ser manifiesta en las personas y sus representaciónes, y en ellas la posibilidad de ejercer violencia epistemica sobre el otro colonizado tratando de imponer sus valores, (también coloniales) ya sea desde vincularse cercanamente con el suceso del estallido social a travez del dolor o el hambre, – «es que a mí me dolió más porque estuve allí- «, o desde quién resta la voz de algunas voces presentes en el escenario valiendose desde epistemologias también coloniales, así mismo quién desde la distancia que da posibilidad de contemplarlo y verlo ya sea desde algun privilegio de raza, de clase, o de generole sea posible.