El trabajo de Luisa Roa está, permanentemente, a punto de desplomarse: Ya sean esas erupciones de papeles que parecen a punto de rodar por la pared, una columna de objetos apenas sostenida por un palito, o esos dibujos en los que los objetos vuelan, emergen, se revuelven o flotan en improbables posiciones y espacios que parecen sometidos a leyes físicas para nosotros extrañas. Su trabajo parece a punto de desplomarse. Parecen a punto de perder la forma esas hojas de papel meticulosamente dibujadas de punto en punto, habiendo miles de puntos frágiles que hacen masas y sombras por igual. Casi que se tiene miedo de estornudar, porque el golpe de viento podría hacer volar los miles de pequeños puntos en todas direcciones, dejando la hoja nuevamente en blanco.
Se trata, entonces, de un trabajo inestable. De un ejercicio de «asociaciones libres», como ella misma dice. De unas asociaciones que, de tan libres, pueden romperse, diluirse, desasociarse. Y es en esa fragilidad donde reside su riqueza. Una riqueza más bien demente, ajena a las razones, puesta en una dimensión distinta a la de la transparencia.
El Bodegón los invita a esta exposición de dibujo, en la que Luisa pone el espacio del Bodegón en rigurosa vigilancia, sea esto lo que pueda significar (nosotros no lo sabemos), pero que, sin duda, nos hace pensar en nuestro próximo, propio e inevitable desplome.
viernes 10 de julio, 7 pm
El Bodegón (arte contemporáneo – vida social)
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