Fotografía editada a partir de esta.
Estimado Alcalde electo,
En primer lugar me permito decirle que voté por usted sin tener la menor idea de qué va a hacer ni cuándo va a empezar a inaugurar tanta obra tan bien hecha, excelentemente planeada y mejor denunciada. Fui feliz cuando escuché su discurso de ganador. Pero no le escribo para comentarle que tenía pavor de ver a los dos títeres de JJ Rendón reprimiendo juiciosamente desde el Palacio Liévano cualquier tipo de oposición en la ciudad capital, concentrados en hablar pestes de cualquier gobierno local anterior y tratando de repartir el presupuesto de la ciudad entre tanta gente impoluta.
No, de eso no le voy a hablar. En cambio, aprovecho la oportunidad para contarle de un minisector de poca incidencia y pésima proyección dentro del panorama de minorías que pueblan esta ciudad, para que, por lo menos, sepa que existe. Entonces, esta carta tiene un interés lagartístico-informativo.
Veamos, hay una población de artistas visuales formad@s en academia universitaria con una alta necesidad de ocupación profesional (como todo el mundo), que optan por detectar y dominar ese deseo incontrolado que algunos llaman talento (pagando matrículas caras en muchas facultades) y que miran con buenos ojos la política de estímulos que ofrece una Gerencia de Artes Visuales regida hasta hace muy poquito tiempo por el inconmovible dictamen de una brillante hija de dirigiente conservador. Estos artistas, de rebeldes y bohemios tienen muy poco, les gusta el patrocinio (como a todo el mundo), y lo buscan con ansia (como todo el mundo). Yo también he optado por ese camino: soy adicto a postularme para cuanta beca existe, más si proviene del Distrito.
Por eso, cuando ví en una entrevista que usted respondía “???????” cuando le preguntaron por su artista y su escritor bogotano favorito sentí un escalofrío y pensé:
1.- “Este candidato es super-inteligente, niega conocer a cualquier artista o escritor de la ciudad, para no sesgar la ejecución de políticas hacia los representantes de una generación u otra, pues ¿qué señal enviaría si hubiera dicho que le fascinaba el mural de Manuel Hernández, en el Congreso, la poética pictórica y vacilante de Luis Luna -¿quién se acuerda de Luis Luna?-, o que admiraba los videos de Edwin Sánchez?”
2.- “Este candidato, se cuida de mencionar su preferencia por alguna de las bellas artes. Interesante, pues si demostrara una erudición sobre la producción escrita o visual de Bogotá, inmediatamente los trabajadores de otras áreas dirían, ‘pero claro, es que como al alcalde sólo el gusta la _________________, por eso el Festival Internacional de ________________, salió tan mal.’”
3.- “Este candidato, como el director, la subdirectora y la gerente de artes plásticas, en la Secretaría de Cultura de Bogotá, no tiene idea de que existen un campo artístico y literario en la ciudad.”
Estimado Alcalde electo, con todo respeto, me incliné por la opción 3, la de la ignorancia. Entonces medité mucho mi asesoría ad honorem.
Un día en que por desgracia no pude ir, se hizo una reunión donde Santiago Trujillo, Bertha Quintero y Marta Bustos presentaban sus planes para el fortalecimiento, la apertura, la profesionalización, la internacionalización y la bla, bla, bla del sector de las artes visuales en la ciudad. Según se escucha en la grabación colgada en este blog –sí, yo también le doy crédito a las grabaciones.-, los funcionarios se dedicaron a mostrar sus propuestas para las artes visuales en el próximo período, a decirnos cuántas casas habían visto para arrendar y otros asuntos. Fue bueno saber que estaban buscando un techo para las artes. Previsible, pero bueno. (Aunque habría sido mejor que se hubieran quejado en público de las críticas que reciben desde este sector y de tanta gente que cuestiona su gestión, para hacer menos aburrida su asustadísima charla, pero… perdón, me desvío, no vamos a hablar de pánico escénico por olvido de guión, esta carta no es sobre teatro).
En fin, ante la soberana echada de globos de director, subdirectora y gerente de artes plásticas, me permito preguntarle: ¿Estas personas, director, subdirectora y gerente de artes plásticas, continuarán en sus cargos durante su gobierno?
Si sí, excelente, ya sabemos quién va a cuidar una casa en Teusaquillo (con parqueadero ¡para cinco carros!). Pero, si no, ¿Estos personajes fundamentales para las artes de Bogotá, que sufrieron recorriendo el barrio Teusaquillo (y de pronto el Park Way o Chapinero Alto), para arriba y para abajo buscando una casita con condiciones y muchos cuartitos para mostrar arte contemporáneo, no la van a disfrutar? ¡Qué injusticia!
Pero bueno, los nombramientos vienen y van. Ahora, más que el futuro de gente tan promisoria, me preocupa el porvenir de sus planteamientos. Estimado alcalde electo, ¿conoce la propuesta de apoyo a las artes visuales de director, subdirectora y gerente? Si lo sabe, muy bien. Si no, creo que debería preguntarles antes de que termine el año. De pronto vea que se debe hacer uno que otro ajuste, pues más que ponerle dry-wall a una casita de un antiguo barrio de gente ultrabien, quizá existan otras situaciones que le resulten de interés. No le estoy pidiendo que asuma un rol de Mesías y que intervenga en la totalidad de este panorama. No. Le pido por favor que se ilustre sobre algunas discusiones que hace la gente que se graduó de artista o que medra a su alrededor (nosotros, los gestores) y que trate de comprender cómo queremos ser gobernados y de qué forma nos gusta recibir dinero y apoyo. De pronto, si nos conoce, seamos felices. Felices y amorosos.
Otra cosa, ¿sabe que el plan de promoción para imponer a Bogotá en el mapa de las artes visuales internacionales se concentra en dos meses del año? Si lo sabe, bien. Pero si no, le comento: se inauguran una Feria de arte, una Feria de arte alternativa, otra Feria de arte más exclusiva y privada que las otras dos –y, que según los loguitos, cuenta con el apoyo de una iniciativa de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, institución del orden cultural que recibe recursos del Distrito Capital ¿sabía?-, un recorrido por talleres y galerías de presupuesto menor –devoradas en el mapa que imprimió el periódico Arteria el mes pasado-, fiestas, charlas y Hal Foster.
Vea lo interesante de este salto hacia delante. Hace ya muchísimo tiempo que el Museo de Arte Moderno de Bogotá – institución del orden cultural que recibe recursos del Distrito Capital ¿sabía también? Vaya y visítelo, se entristecerá-, estranguló un evento que se llamaba Bienal de arte de Bogotá. Entonces, la ciudad se quedó de un momento a otro sin su megaevento. Llegó entonces ArtBo, la primera feria de que le hablaba y allí, una curadora –que también tuvo que ver con unas críticas a las que respondió rapidísimo, todo hay que decirlo– trabajó denodadamente por promover (su visión de) el arte joven del país. Hizo muchas cosas allí, básicamente promoverse. Pero, más allá de eso, esta curadora y su proyecto en la feria, pasaron a reemplazar simbólicamente la Bienal de que le hablaba, la que murió sin pena ni Gloria. Ya la gente joven no quería pensar en Bienales desaparecidas, ¡ahora estaba Artecámara!
Pero, me estoy extendiendo, mil disculpas. La cosa es que junto a la feria y su espacio para las ‘manifestaciones más vanguardistas y experimentales del arte vanguardista y experimental’, empezaron a aparecer otras iniciativas y el sector se alegró. El problema que teníamos los fans era que, como en las versiones antiguas de Rock al Parque, la lluvia se cebaba en nuestras ansias de ver arte malo y comercial y muchos terminamos enfermos. Por favor, señor Alcalde electo, trate de intervenir para que ese proyecto de apuntalamiento turístico se haga en épocas más beneficiosas, de pronto en simultánea con Rock al Parque, en abril ¿No le parece? Un arte popular (la música) y otro elitista (el arte de vender arte) juntos. Como dicen en la política “sería un gana-gana”. Y, bueno, sobre lo que importa, por favor no trate de intervenir en ningún tipo de apoyo presupuestal desde el Distrito para estas ferias. Como todo el mundo ellas lo necesitan, ¡quizá más que nosotros!
Sobre los espacios de arte de bajo presupuesto no quiero extenderme. Ni siquiera cuentan con una categoría dentro del esquema de la gerencia de artes del Distrito. ¿Alternativos? ¿Independientes (de qué)? ¿Disidentes? (¿En serio disidentes?) ¿Circulares? ¿Baratos pero que pagan arriendo caro (como el de la casita de Teusaquillo)? Sólo le pido que les de un nombre –pero luego de someterlo a votación- y que si les dan dinero, nadie intervenga en la forma como lo dilapidan. Pero, bueno, estoy tratando con un curtido y sagaz vigilante de los recursos públicos a quien no debería recordarle su experiencia denunciando malos manejos a todo nivel. En este caso, sé que su alcaldía no dudará en retirarle el apoyo económico a quienes no demuestren administrarlo con claridad o a quienes patrocinen expresiones que no vayan en sintonía con la Política del amor. Bueno, esto último es censura, y de seguro en su gobierno no la habrá. Ojalá.
Lo último que quiero decirle es que, por favor, visite las exposiciones de arte que hace esta población de artistas academizados. De pronto algo le guste y termine como su colega César Gaviria, con galería. Vaya y mire qué es lo que hace la gente con el dinero del Distrito, supervise, por favor, la producción visual de Bogotá. De pronto encuentre una –usando el cliché- “nueva forma de ver”.
Perdón. Una última cosa. La gerencia de artes de la Secretaría de Cultura hace mucho producto editorial. Muchísimo, no se imagina cuánto. Por favor, haga que se lance por concurso el diseño de tanta cosa tan interesante. Es que ver a la misma empresa de siempre haciendo sus mismas cajas de texto de siempre y utilizando su tipografía sin serifas de siempre, cansa.
Agradeciendo su atención,
Guillermo Vanegas