Invitamos a la curadora Ximena Gama a compartir con los lectores de esferapública el proceso que llevó con Bordes de la cotidianidad, curaduría que presentó el 1 y 2 de diciembre de 2017 en la galería Jeu de Paume en Paris, en el marco del año de intercambio Colombia-Francia.
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Reporte o diario de un proyecto
Del comunicado del Jeu de Paume
“Estos dos días de proyecciones y diálogos ofrecen explorar nuevos trabajos de Colombia en el campo de la imagen en movimiento. El proyecto curado por Ximena Gama Chirolla reúne videos de Marcos Ávila Forero, Elkin Calderón, Juan Fernando Herrán, Laura Huertas Millán, Ana María Millán y Sandra Rengifo más un performance de Laura Huertas. Las discusiones con los artistas ayudarán a los visitantes a comprender mejor sus enfoques y, en términos más generales, el contexto del trabajo del video en Colombia.
Los videos elegidos por la curadora revelan figuras o paisajes que, de una forma u otra, están fuera de las normas. Al elegir representar estas microhistorias, los artistas abordan los problemas vinculados a la colonización de los conocimientos tradicionales y, al mismo tiempo, se interesan por las repercusiones de la dinámica económica impulsada por la globalización sobre determinadas estructuras sociales y políticas en Latinoamérica. Ya sean documentales o trabajos experimentales, estas piezas cuestionan la forma de representar vidas «no disciplinadas» ubicadas al borde de las convenciones. Después de las proyecciones habrá una serie de conversaciones con los artistas invitados con el fin de ofrecer a los visitantes una mejor comprensión de sus enfoques artísticos y conceptuales”
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Este proyecto inicia a finales del 2016 con la invitación a presentar una propuesta para una curaduría de video arte colombiano que sucedería durante dos días en el Jeu de Paume el año siguiente en Paris. Y, aunque la invitación tenía un énfasis en una muestra con obras de artistas iniciando carrera quise fugarme de esa definición clásica de juventud clausurada en términos de edad y de trayectoria y situarla más bien en esa sensación de extrañamiento tan propia de lo joven y que termina siempre desbordándose en un descubrimiento de lo otro. Una suerte de trampa que me abrió campo para hacer una selección de videos que resultaran extraños entre si y que concluyó en la elección de esa -a veces tan antipática combinación de palabras- otra historia en el subtítulo de la propuesta.
Para esta muestra quise pensar en imágenes que producen ciertos extrañamientos; imágenes en movimiento que, aunque podrían ser convencionales, invitaban a pensar lo que está por fuera de la norma. También quise explorar las interrupciones de los relatos que se producen por roces con otras disciplinas. El cine –sobretodo- con sus estrategias narrativas y técnicas, pero también la literatura y la poesía, la historia y lo político permitieron que pudiéramos poner en juego otras miradas acerca de nuestro hoy.
Una vez hecha la selección me interesó que la geografía de cada uno de los videos se extendía por paisajes políticos, culturales y sentimentales muy distintos, relatos que en cierto sentido se han desviado del camino, que no se terminan de suturar por completo y que son capaces de configurar otro tipo de relación en el campo de la representación. Mostrarlos juntos fue darme cuenta de que en ellos este problema nunca se agota, al contrario, ayuda a mostrar la politicidad y los espacios de disputa que son inherentes a configuraciones colectivas y sociales de la sensibilidad de nuestros países; abren ciertas condiciones para pensar lo que está en juego en una dimensión estética frente a una alternativa política. Cada uno de estos trabajos de observación unen el pensamiento poético, la forma (material y lo sensorial) con los procesos económicos y sociales. En ellos también se puede ver un juego entre las estructuras narrativas, interrupciones o disrupciones entre forma y contenido en las que justamente pueden aparecer, se visitan y revisitan lugares que no pueden ser ni normatizados o normalizados.
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El proyecto mutó de manera rápida y lo que yo siempre pensé en términos de exposición – idea a la que todavía no renuncio- terminó en otra cosa viva donde lo que abundó fue el dialogo con Laura Huertas, Juan Fernando Herrán, Marcos Ávila Forero, Elkin Calderón, Ana María Millán y Sandra Rengifo. Desde las palabras y las imágenes de cada uno de ellos, artistas que difieren en tiempos, lugares y contextos, me di cuenta que su poética podía enmarcarse en la de “ver desde otros lados”, lados donde había un atrevimiento por contar historias y al mismo tiempo y de cierta forma también permitían que se narraran a si mismos. Algo que se hizo mucho más fuerte en las conversaciones de esos dos días y que también detonó Laura Huertas con el único performance de todo el evento: An opinion upon one minor point donde ella (después de yo haber leído rápidamente la conferencia) se sentó al frente de la mesa, completamente vestida de negro y con un solo foco de luz apuntándola desde arriba leyó tres cartas dirigidas a tres mujeres: la maestra de tejido Eufrosina Vásquez, la cineasta Chick Strand y Jezabel una pintora ficticia inspirada por su madre. Una acción en la que la conversación con estos tres fantasmas desbordó la noción de homenaje y , más bien, trajo en un espacio, momento y en un tiempo específico su propia tradición – claramente enmarcada en la historia de una serie de artistas mujeres- y, junto a ello, una memoria íntima y personal que la ha configurado y acompañado emocional e intelectualmente.
En esa primera jornada hablamos sobre esas cartas y la relación que había con La libertad donde, a mí manera de ver, proponía un ensayo visual basado en su encuentro con una familia de textileros de Oaxaca en México donde se entretejían dos historias: una capa que yo llamé superficial y que ofrece el marco a una tradición; y esa otra que versa sobre la resistencia y libertad que las mujeres indígenas han conseguido en el tiempo a través de este labor. Con el lugar del lente puesto sobre esta comunidad pone a temblar la postura de representación tradicional que se centra en un sujeto supuestamente sin poder y pasivo en su propia historia. El acercamiento plástico en cada toma, las manos y los telares, las voces, las memorias y los deseos muestran esas formas de vida donde es posible construir otra red emocional y poner en jaque ciertos estereotipos arraigados en nuestra sociedad.
Esta conversación abrió la puerta para lo que iba a pasar en la primera jornada del sábado y que titulé dentro del programa Acciones políticas y de identidad donde quería que, a través del trabajo de Elkin y también desde las representaciones de Juan Fernando y las imágenes de las violencias interrumpidas de Marcos, exploráramos las formas visuales donde la construcción documental y poética capta historias de personas cuyas aspiraciones y futuros imaginados están profundamente ligados a modelos alternativos de ser. Es decir, se centran en la representación de ciertas subjetividades que abren otras posibilidades y formas políticas en la región.
Elkin en el 2014 realiza una residencia en el río Mamoré en medio de la selva boliviana. Allí, en ese barco se encuentra con Fabiana, la bartender travesti de la embarcación. Durante estos días Elkin navega el río junto a ella y como resultado realiza un retrato sobre su vida, su autoexilio y sobre la continua construcción y reconstrucción de su identidad. Esta obra que se enmarca también desde una estructura social tan extraña como es la de la embarcación, una estructura también flotante y móvil, es totalmente coherente y nutre la identidad no fija de la misma Fabiana. Finalmente es el río y el barco el marco de su vida donde ella puede existir por fuera de la norma o en el borde de un canon social.
Juan Fernando, en La Vuelta realiza una radiografía de una de las zonas más emblemáticas de Medellín. Las comunas son los cinturones de miseria en la periferia de la ciudad cuya pobreza y violencia se acrecentó en los años ochentas y noventas por el narcotráfico, la violencia y el sicariato. En esta comunidad poseer una moto se convirtió en el sello social y en el símbolo de prestigio y de poder. Juan Fernando desde el rastreo, un tanto psicológico de este objeto cotidiano, logra reconstruir de vidas que siempre están en riesgo. Finalmente es la moto la que te lleva al borde de la vida y la muerte (“mueres o matas”), pero también la que te eleva de posición. Es el objeto de deseo, el tótem, de estos mundos marginales.
La serie de videos de Marcos, que se salieron por momentos e interrumpieron el tono narrativo, exponen de manera directa el tiempo y las marcas de la violencia. Aquí, a diferencia de los otros ensayos visuales, lo que prevalece es la fragmentación temporal y espacial que acentúa, por un lado, las consecuencias ideológicas de la imagen y, por otro, las posibilidades de enunciación política a partir del uso de diferentes recursos de montaje. En otras palabras, Un Pechiche para Benkos, Atrato y La sucursal del Paraíso, propusieron una relación con la imagen a partir del extrañamiento de la violencia, muestran la imposibilidad de su relato y la posibilidad de que esta solo puede exponerse desde el fragmento.
En horas de la tarde pasamos a lo que llamé el El documento como ficción, dos horas donde exploramos la posibilidad de una revisión histórica y poética del presente a través de la reapropiación de documentos y de archivos artísticos y literarios. Ana María en Frío en Colombia se re-apropia de una película alemana que fue grabada en Cali en los años ochenta donde predominaba ese relato de nuestro país como lugar paradisiaco pero corrompido por las drogas y la guerra del narcotráfico. Al grabarla de nuevo, esta representación del trópico exótico revela otro tema y otro escenario de colonización y, de hecho, con este gesto revierte esta información. Con la nueva Frío en Colombia, Ana insiste una vez más en ese el valor cultural que poseen las fantasías imaginarias o los mitos sobre ciertos territorios del trópico y que desencadena una suerte de definiciones e identificaciones en la cultura dominante.
Pero fue finalmente Sandra, en una Flecha en el Cielo, donde retoma la noción de paisaje y explora el paso del tiempo a través de las lecturas poéticas de Dan Turell. Aquí, a diferencia de las otras propuestas, este video se sale de la mirada más política y se centra exclusivamente en la poética de la imagen y de la palabra. De una imagen del norte, del frío y de un horizonte. Terminar las jornadas con él es también poner la mirada en otra jugada estética donde lo que hay es una renuncia del relato clásico para concentrarse en un registro de la invención del tiempo y de otra cotidianidad.
Al caer la tarde tuvimos una conversación con Carolina Ponce de León donde abrimos la discusión hacia la revisión de cada uno de nuestros procesos, las relaciones amorfas de los artistas con otras disciplinas como el cine, el pensamiento y las resistencias políticas, los viajes y la ficción; la vida en general. También hablamos un poco sobre nuestra tradición con relación a otras producciones del video en Colombia que también han sido revisitadas y han construido otro tipo de relatos frente a la historia más reciente del país.
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Último apartado de la conferencia que leí el 1 de diciembre de 2017
“Finalmente estos montajes son una ocasión para re-imaginarnos en otros tiempos y en otras subjetividades. Un ejercicio bastante urgente y más en una época en la que estamos con ráfagas – anómalas y cada vez menores- de optimismo sobre el futuro, una especie de era posterior al fin y al renacimiento de la historia. Hoy, en vez de referirnos al futuro, la sugerencia que tomamos al pie de la letra es la de proponer un viaje no solo a estos presentes, sino a indagar por estas representaciones que justamente se salen de la norma, de la historia en mayúscula, de las identidades fijas para ver las posibilidades que aún laten en ellas.
Finalmente, este encuentro podría resumirse como uno sobre el poder y la historia. Pero no, mejor no. Es sobre lo femenino y su resistencia. Sobre las identidades sociales que irrumpen en los objetos. Sobre la violencia. Sobre los cuerpos. Sobre los relatos del pasado que hoy son poetizados de otra manera. Pero, sobre todo, sobre las posibilidades de los afectos y de las sensibilidades. Lo que está en juego hoy es la manera cómo nos contamos y qué tipo de relato estamos construyendo desde nuestro país e incluso quisiera pensar que también desde Latinoamérica. Cómo nos estamos mirando y también si se puede romper y quebrar esa categoría que ha abierto otro tipo de brechas y que de manera sospechosa aún mantiene esa postura un tanto absurda de“ darle voz a los que ni tienen voz”.
Esto que hoy presentamos también lo ponemos en juego desde otros lugares. El juego entra la historia, el documento y la ficción. Finalmente, cada una de las producciones de estos seis artistas son obras que también han estado enmarcadas en una historia de conflicto propio de nuestro tiempo y que creo que abrirán una puerta para indagar sobre las posibilidad de entretejer lo poético y lo formal; cuestionaremos el posible origen de estos relatos, un origen que no se pueden encasillar en las categorías del cine, el documental y el arte contemporáneo; en últimas, la hipótesis en el medio es ¿cómo podemos construir representaciones sobre esas otras vidas que también han sido catalogadas como “indisciplinadas”? Y pensar, junto a esa pregunta, si la experimentación visual hace posible la representación de ciertas cotidianidades que existen en los bordes. Desde la conversaciones y las proyecciones podemos pensar cómo es posible poner en juego otra historia, una historia que bordeé el día a día, esa otra cotidianidad. Una cotidianidad anfibia y amorfa.”
Ximena Gama Chirolla
Febrero 12 de 2018
Programa del encuentro aquí