Recorrer las obras seleccionadas por los jurados del Premio Luis Caballero, a través de la sala curva y silenciosa de la Galería Santa Fe, es como encontrarse con un libro de consulta en una pluma invisible escribe un pedazo de la historia del arte plástico de nuestro país.
El Premio Luis Caballero es, como lo han catalogado algunos críticos «el referente más importante del arte colombiano en el exterior, por su exigente convocatoria». Un premio que fue creado por el maestro Jorge Jaramillo, actual Gerente de Artes Plásticas de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, cuando las bombas sacudían la capital colombiana y las galerías de arte sólo abrían sus puertas a los jóvenes talentos, en medio de una coyuntura que pedía a gritos un espacio para que los artistas consagrados, mayores de 35 años, pudieran deleitar al exigente público bogotano con lo más selecto de sus reflexiones, a través de los nuevos conceptos que imponía el arte contemporáneo.
Como lo ha dicho el crítico de arte Eduardo Serrano, al reflexionar sobre la importancia histórica del Premio: «El salón ha registrado un cambio artístico muy claro, que va desde la modernidad hasta la contemporaneidad; entonces, revisar el salón es como revisar la evolución que ha tenido el arte en los últimos tiempos».
Para los artistas que tienen la oportunidad de exponer a lo largo del año en que se abren las puertas del Luis Caballero, la experiencia es avasalladora porque plantea un reto, en la medida en que las obras deben cobrar sentido a partir del particular espacio de la Galería Santa Fe; hecho que demanda concentración y disciplina.
Este año fueron seis los artistas seleccionados, cada uno con un trabajo variado, crítico y lúcido, en donde las temáticas se convierten en poesía que describe las diversas realidades que nos envuelven como ciudadanos del mundo, y se expresan a través de puestas en escena que capturan la sensibilidad del público. Hicimos un breve recorrido por cada una de las obras que participaron en el V Premio Luis Caballero, de la mano de importantes artistas plásticos y críticos de arte:
La obra que abrió la temporada de exposiciones fue 35ºC, de Luis Fernando Ramírez, quien diseñó un entorno natural, tipo invernadero, con tres sistemas de colmenas de abejas, que según el reconocido crítico y pintor Gustavo Zalamea, «se adaptó estupendamente al espacio de la Galería, conectando el interior con el exterior del Planetario, trabajando con conceptos de la arquitectura moderna y con planteamientos de mucha actualidad alrededor de la ruptura entre la ciudad y la naturaleza».
La segunda obra que se presentó fue Palabraimagen, Imagen-palabra, de Catalina Mejía, quien plasma sobre láminas de aluminio, cual estantes de una biblioteca, los lomos de los libros de arte, haciendo alusión al concepto de memoria. Según el artista Jhon Castle, «ésta es una obra que incorpora al espectador en sus brillos y reflejos, y marca cierto gusto sensual por los libros de arte».
Expulsión del Paraíso, de Mario Opazo, fue la tercera obra que el público tuvo la oportunidad de apreciar. Era una puesta artística que incluía video y performance, recreando conceptos relacionados con la idea de desplazamiento; la obra fue descrita por Zalamea como una serie de «instalaciones que contaban con una presencia física y emocional en el espacio, en donde Opazo logró remover las capas del tiempo de manera profunda y sorpresiva».
Posteriormente se presentó Somos estrellas, de Fernando Pertuz; una obra que reunía gran cantidad de imágenes y reflexiones relacionadas con distintos eventos de orden político en la ciudad y en el país; para Zalamea esta obra «trabaja con la vida de la gente y los convierte en protagonistas».
360º, de Rosario López, fue la quinta obra expuesta; compila una serie de imágenes y texturas inspiradas en el salar de Uyuni, en la región del Potosí, Bolivia, e intenta establecer una relación directa entre el paisaje boliviano y la dimensión de horizonte. Para Zalamea, en la obra de Rosario «el paisaje está siem- Transformando la Galería Santa Fe Balance del V Premio Luis Caballero pre presente e impregna sus puestas en escena de una particular visión de la escultura contemporánea».
La obra Paisajes desmembrados, de Nelson Vergara, finaliza esta temporada, y hace una ruptura del paisaje desde elementos como el dibujo, el cuerpo, el video y la instalación; para Zalamea, el trabajo de Vergara «desarrolla vectores de tiempo, trayectorias y dibujos con el paisaje, en los que reaparece, como un espectro, todo el Romanticismo».
En retrospectiva, las obras seleccionadas para participar en el Luis Caballero 2009 se preocupan, como lo dice el crítico Eduardo Serrano «por mantener el nivel y el interés que el salón planteó desde un comienzo», y se convierten en un espacio de discusión académica por excelencia.
El Premio Luis Caballero cierra este año con la premiación, durante la primera semana de diciembre; la organización ha preparado un material en video y fotografía, que da cuenta del proceso de concepción y puesta en escena de cada una de las obras seleccionadas durante el 2009.
Lorena Salamanca
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