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Un impostor anda suelto. Eduardo Serrano, “tal vez la voz más autorizada para hablar de artes plásticas en Colombia”, está siendo suplantado por alguien que usa su mismo nombre y tiene con él un asombroso parecido. Este avatar no duda en dar declaraciones a los medios que incluso contradicen y critican lo dicho por Serrano. Una muestra de esta impostura ha quedado en evidencia al contrastar una declaración que dio un Serrano a  RCN y otra que dio otro Serrano al portal  Plan B. Ambas hacen mención al caso de la artista Tania Bruguera en la Universidad Nacional el 26 de agosto de 2009, en el marco del Séptimo Encuentro Hemisférico de Performance y Política, una acción que al parecer fue anunciada así por la artista en su página de Facebook: “El performance de hoy en colombia es una mesa redonda sobre nociones y necesidades de la figura del héroe por un paramilitar, un líder de los desplazados, un familiar de secuestrado/desaparecido, una guerrillera las far y un elemento sorpresa para el publico”. El elemento sorpresa fue, como bien es sabido, líneas de cocaína servidas en bandejas. Esto desató una pequeña polémica en el establo intelectual y dos semanas después, cuando el acto tuvo  eco en los grandes medios, produjo una inmensa reacción en el establecimiento que obligó a ministros, académicos, fiscales y curas a pronunciarse en contra de este  arte del desespero.

En ambas declaraciones, la de Serrano y su impostor, la del “consultor de arte” y la del “curador e historiador”, aparece un personaje vestido con camisa de rayas en una especie de local poblado de mercancía artística; posiblemente la única diferencia entre las dos situaciones está en la opinión. En una declaración, la que da un Serrano al noticiero RCN, en septiembre de 2009, dice: “No, definitivamente el arte no lo justifica todo” y concluye “no todo lo provocador es arte”. Este Serrano, cauteloso y correcto, evita decir que lo hecho por Bruguera es un performance o una exposición y lo llama “el hecho de la artista en la Universidad Nacional ayer”.  El Serrano de la entrevista a Plan B, en enero de 2010, toma otra postura, en un sección de la entrevista dice que “lo malo” del 2009 no fue “el hecho de la artista” sino “la censura a la exposición de Tania Bruguera en el Museo Nacional” y explica: “la reacción un poquito provinciana de los medios y del público con relación a esa exposición”. El Serrano de RCN se equivoca en la fecha, dice que “el hecho” fue “ayer”, cuando la acción de Bruguera había sucedido hacía más de dos semanas, y el Serrano de Plan B es un Davivienda, “está en el lugar equivocado”, dice que el acto sucedió en el Museo Nacional. Sin embargo, más allá del despiste y esta nula atención por los detalles, lo que queda en evidencia son dos posiciones antagónicas: lo que en septiembre era un “hecho”, en enero se convirtió en una “exposición”, lo que era una acción “violenta” y “bizarra” hecha con “tal de llamar la atención del público y los medios”, paso a ser Arte que puso “el dedo en la llaga de un mal que nos afecta muchísimo a los colombianos”. El Serrano de enero califica al Serrano de septiembre de “provinciano”, el Serrano de septiembre —con su postura solemne— hace ver al Serrano de enero como un oportunista dicharachero que, cuando baja la marea y tiene que opinar ante un medio de comunicación discreto, se atreve a meter sus piececitos en las aguas del disenso.

Lo difícil de este asunto es separar al Serrano impostor del verdadero, la fantasía nos dice que hay dos Serranos o incluso que se trata de muchos avatares, la cruda realidad indica que Serrano solo hay uno. La literatura, en manos de Balzac, en la novela Las Ilusiones perdidas nos dice, en boca de un opinador a sueldo, lo siguiente: “¿Entonces, siente verdaderamente lo que escribe? —le preguntó Vernou con aire zumbón—. En realidad somos mercaderes de frases y vivimos de nuestro comercio. Cuando desee escribir una gran obra, un libro, puede plasmar en él sus pensamientos, su alma, dedicarse a él y defenderlo; pero los artículos, que hoy se escriben y mañana se olvidan, a mi juicio no valen más que el dinero que por ellos se paga.”

Lucas Ospina
Originalmente en la Silla Vacía