Arqueología de los medios
Siegfried Zielinski. Traducción y edición académica, Álvaro Moreno Hoffman. Ediciones Uniandes, 2012.
Lanzamiento en la reciente feria del libro en Bogotá, filbo, abril 23 del 2016.
Yo sostengo un libro, y ¿qué otra cosa podría hacer sino sostenerlo en mi palabra?
Hacia el tiempo profundo de la visión y la audición técnica
Lo primero que uno encuentra es La Sirena de Neblina, una especie de tubo gigantesco dado a ver el mar, dispuesto sobre la playa en una especie de plataforma, el mecanismo sugiere un riel alrededor del cual se desplaza la bocina de manera que uno podría imaginarse, un ruido de sirena propagándose en todas las direcciones, pero no de cualquier sonido, porque a un costado encontramos una suerte de partitura que debe regir el sonido a producir, dependiendo de la densidad de neblina. No vemos a ningún ejecutante salvo un hombre diminuto a lo lejos que no guarda ninguna relación proporcional al artefacto. Su tamaño es descomunal. Quizá todos esos engranajes han provisto al artefacto de su propia técnica de funcionamiento de tal manera que pueda prescindir del humano para su ejecución. A lo lejos vemos un velero que parece alertado por la sirena. El hombre vecino a la máquina observa con su catalejo los efectos sonoros que ha producido el artefacto.
Se trata sin duda de la ilustración del concepto de lo nuevo. De hacernos ver desde esta inventiva las gradaciones a que pudiera llegar ese disparo abismal de lo nuevo. De tal manera que lo nuevo pudiera ser como esa sirena de neblina. Enunciación y registro de algo que produce un profundo remesón en las capas de sentido que han venido asentándose en el tiempo.
Hasta que nos despierten voces humanas. Relato del lanzamiento de un libro
“He visto vuestro futuro- dijo Campbell. Vuestros barcos han matado el arrecife en una milla alrededor del hotel. Vuestras latas de coca-cola están esparcidas por todo el lecho coralino. Vuestros matrimonios no duran, vuestros hijos se drogan y vuestra televisión es basura.” Hasta que nos despierten voces humanas, Lewis Shiner, en Mirrorshades, Una antología Ciberpunk
Amanecer en las montañas, el frío, la sensación de estar perdido de la civilización. El bosque debió haberlo cubierto todo. Sin dejar espacio. Así sin resquicios, la urgencia de la vida humana debía encontrar su lugar en otra lejanía. Tiempo atrás divisamos la ciudad desde arriba. Atrás, en una montaña perdida. Desde la piedra la ciudad parecía abarcable y poco peligrosa. La mirada de alturas nos protegía de su embate. Allí se estaba bien. Perdidos de la continuidad. Perdidos de toda causalidad. Y todo efecto. ¿Cuánto duraría? Los pasos tenían otra duración. También las palabras. En esa piedra se podía mirar sin aturdirse. El tiempo duraba. No había proyecto alguno que retuviera las circunstancias. Y la roca maciza continuaba. Ahora es sábado de mañana. Ahora que las circunstancias vienen precipitándose hacia este momento del despertar necesario. Abro mi cuaderno. Las anotaciones permanecen intactas. Un registro apenas silencioso de mi lectura del libro. De esta experiencia con el libro. Se fueron abultando las palabras y las referencias. Iba avanzando mientras divisaba por mi ventana esta misma montaña que ahora diviso mientras escribo. Pero es otro momento y otro tiempo y las sensaciones se han asentado un poco más y los efectos. A tal punto que se ha enrarecido la solución resultante. Mirar al trasluz. Esa mañana tan radiante. Un 23 de abril. Tan urgente despertar y encaminarse a la ciudad. Atravesarlo todo en una ráfaga. En una inconciencia. Es sábado. Es imposible eludir la anécdota. La densidad. Este peso de verse sin avanzada posible. Los nervios se templan. La máquina nos obliga a fundirnos a ella, el tráfico. Uno se aplasta y se hace trizas. Perece. Hoy desde aquí, desde estas otras montañas, respiro para esos momentos de asfixia.
Los sábados colapsa la ciudad
No es un lugar común decir que la ciudad colapsa. Es sábado, algo parecido a un fuerte malestar físico. Pero es psíquico. Las ideas parecen arrinconarse hacia la zona más oscura del interser. Para protegerme, evito cualquier pensamiento mientras esto dura. Sólo concentrarse. Sólo conectarse. La idea se encuentra allí auscultada por la fantasía. También una circunvolución la protege del embate del afuera. Hablar no es como escribir. Se está expuesto. Expuesto literalmente a las inclemencias. Ofrendado. Tal vez hasta inmolado si somos realmente inocentes. Si no, se existe desde la simulación y la máscara. Habría que concentrarse en la idea desde otro ángulo. Y la irradiación de esta sala no lo permite, sillas blancas, plásticas. Alguien filmando la escena. Intento enfocar los pocos rostros que distan de mi unos pocos pasos. Una tarima. Un simulacro de conversación. Sofás blancos baratos, una mesa de poca altura como imitando una sala de estar, botellitas plásticas con agua salobre. Una planta detrás para dar una sensación más familiar y viva. Faltan los libros. En la mesita he puesto mi libro, este que llevo leyendo un mes atrás, y mi cuaderno de notas con un detalle de la Venus de Sandro Boticelli. Llevaba en mi cajón varios años. Demasiada belleza para ser despertada otra vez a este mundo. Pero helo aquí titilando en la mesita, en lo que queda de su brillo original. En este blanco gastado. El momento se presta a la simulación. Este simular que sostenemos una conversación en una sala. Enfrente debía estar el público. No hay nadie. Sólo unos pocos y la máquina de registro. La máquina es artificial y cortante. Una representación de la necesidad que tiene, que tenemos todavía. Necesidad de hablar, de comunicarse. De sostener una conversación. De sostenerse en otro. Pero no hablamos en verdad. Aunque las ganas de hablar sobre cualquier cosa van mermando. La sensación es como estar en un hangar. Y empezó antes de llegar a este salón de feria. Empezó en la mañana cuando el tiempo marcó la fecha y era el momento de la partida. Entonces se fue acercando el acontecimiento. La idea. Ahora debía quedar expuesta esa idea. Debía saltar y ofrecerse, como este magnolio, sus blancas flores permanecieron intactas tan poco tiempo, el tiempo se revela en un ocre que terminará por marchitarlas. Impunemente. No puedo mirarte. En realidad no se hacia dónde mirar. No sé si estoy ante un público o en la intimidad. Los espacios y las intenciones se traslapan. Es un desacierto la disposición de este salón sala. De este hangar salón. De esta fábrica cultural. ¿Y la idea? Se desliza. Recorre el auditorio. Acierta y desacierta. Se despliega como un pájaro que debiera volar brevemente para regresar. Y sí, regresa. Regresa a su jaula. Regresa a mi herido de muerte. El tiempo de exposición es una merma. Una merma de la visión y de la vida.
Arqueología de los medios, la ciencia de los medios como variantología de los medios y las artes
Se trata de lo nuevo, de sus gradaciones. De cómo prevalece lo significativamente novedoso. De poder establecer una relación entre tecnología limpia y desecho sucio, entre orden y anarquía, entre lo artificial y lo descompuesto. Se unen así un tecnoromanticismo y un neoromanticismo que permiten poder percibir la vida de otra forma. Como una red planetaria de información.
Se trata de encontrar lo novedoso en lo que creemos viejo. Un método de aproximación a los medios, un movimiento an-arqueológico que supone un tiempo profundo al que la comprensión sólo puede aprehender metafóricamente. Un método que redefine lo nuevo en ausencia de la idea de progreso o de la existencia de un plan, cualquiera que este sea. Se trata de situarse en una cronología dilatada, en un actualismo geológico. Situaciones que requieren pensar de otra manera el tiempo. Y que exigen nuevas categorías que en esa aprehensión metafórica se ven abocadas a abandonar el pensamiento lineal.
Sintonizarse con el tiempo profundo es una proyección cualitativa. En esa proyección el hombre desaparece como idea central para percibirse apenas como un accidente en la evolución. De tal manera que los tiempos profundos son inconmensurables en cuanto a su apreciación y capacidad de variación, en relación con los tiempos cortos y de escasa variación de la vida del hombre.
El valor de ese método es poder rastrear esas condensaciones del saber, porque en esa exploración del tiempo profundo no basta con ver la analogía entre el desarrollo de los medios y la historia, porque en la historia encontramos siempre la dificultad de suponer una tendencia cuando lo que en realidad tenemos son variaciones, así la anarqueología se transforma en variantología, una alternativa a la estandarización de los medios y las Artes.
Se trataría de orientarse hacia un medio maestro que conduciría toda la práctica de signos, integrando los medios conocidos y más recurrentes del siglo XX, como son la televisión y el cine, prácticas que defenderían contra esa estandarización. Para hacer prevalecer la heterogeneidad de las Artes.
Pero el concepto mismo de medio es un concepto que necesita ser revitalizado, en esta búsqueda está precisamente el encuentro fortuito con unos manuscritos de los siglos XVI y XVII que comenzaron a dilucidar esa otra perspectiva, el poder sugestivo de lo nuevo en lo viejo y caduco, lo que suponía además otra manera de entender la escritura y el mensaje, otra manera de entender el sentido, una manera que revolucionaba la visión de ciencia, de escritura de la ciencia. Entonces los imperativos de claridad y comunicabilidad chocaron contra el ideal de oscuridad de los textos de alquimia, en esos textos se propugnaba por el valor privacidad, que sería contrario a ese espíritu general de los tratados científicos. El alquimista buscaría no la divulgación de sus saberes sino al contrario una escritura encubridora y secreta donde quedara cifrado su saber. Toda una paradoja para los tiempos de comunicación que vivimos, porque el imperativo era precisamente la destrucción del discurso.
La práctica y teoría de los medios al no ser generalidades se transforman en una experiencia particular, se transforman en práctica artística. Se trata en ese sentido de abandonar esa vocación de unificación y estandarización a que se suponían llamados los medios por esa filiación con el poder que tiene la comunicabilidad para mutar hacia la diversidad y multiplicidad. La interfaz precisamente empezaba a escapar de lo predecible y calculable fugándose hacia las zonas de lo inconmensurable y no predecible. De suerte que investigarlas suponía asumir también otra actitud, la de un explorador en profundidad de esas constelaciones mediáticas. No una divagación nostálgica sobre el pasado sino una verdadera creación de ese pasado a través de esas narraciones no lineales en que las propias convicciones se ponen en juego ante la posibilidad de dar lugar a eso que se creía pasado y olvidado, se trata de dar lugar a lo diferente al encontrar en ese pasado remoto los momentos dinámicos que abundan en heterogeneidad y así relativizar las supuestas certezas del presente. De esta manera, la conciencia de los tiempos podría arrojarnos hacia otro tiempo y otro lugar. Perdemos entonces la certeza de la seguridad, perdemos la certeza y seguridad de estar situados porque el todo y los todos que somos comienzan a traslaparse.
Hacia una escritura del derroche, Bataille
A los tiempos por venir, los tiempos necesitados, los tiempos del auxilio los llamamos los tiempos de la economía del derroche, opuestos a todo ese imperativo de la efectividad y el cálculo. Es desde ese perderse y donarse como se ha escrito este libro, también es el ángulo y la perspectiva en que se asume la traducción. Porque escribir y traducir son dos derivas de ese derroche en que se abandona toda previsión del costo. Escribir, traducir y también leer se transforman en formas poéticas del gasto, en plusvalía estética, en recuperación de ese signo huella de escritura que se había transvalorado perversamente en puro valor de cambio, en mero cálculo, en mercancía. Se trata en adelante de abandonar cualquier proyecto, el gasto es puro gasto sin razón, sin intencionalidad a la vista. Entonces debemos abandonar frente a la anarqueología toda pretensión efectista. Esta anarqueología, entendida como esa vía poética del conocimiento es un llamado de atención sobre la otredad, no es un ensimismamiento, es precisamente el desocultar tantos momentos de esa arqueología de los medios que fueron quedando rezagados en el horizonte del progreso ante el imperativo de lo ya superado, de lo viejo y caduco. En ese desocultamiento se asume una actitud cognitiva específica, no el efectismo de una novedad, sino precisamente eso nuevo que brota por el develamiento de esas zonas ocultas, de esos lados nocturnos que fueron puestos en la trastienda del saber y de la historia. No se trata de desocultar lo evidentemente visible, sino de sacar a la luz esas facetas que apenas si se las tiene en consideración. Ya que todo lo oscuro y místico ha sufrido en la Historia de las ciencias una labor contraria, la de su normalización y esclarecimiento. También aquí el desvelamiento es la necesidad de poner en comunicación a la ciencia con esas zonas que han quedado en la otra orilla, las del sonambulismo, las del éxtasis, las de la clarividencia. Dando a entender que se trata de otros modos de encauzar la acción. Así la física se hace poesía, se hace física sagrada. Así vamos desde esa ciencia al encuentro de lo inesperado y lo diverso. Hacia lo nuevo. De este hallazgo la ciencia encuentra una relación diversa con el mundo. Algo que viene a irradiar esa acción con la pasión del poetizar y la mística. Una ciencia encarnada en un lenguaje y experiencias verdaderamente vivificantes. También la liviandad de esa experiencia, en que el mundo se despoja de su pesadez, de su pensar de escritorio y de cátedra; la acción es un retomarse con otro brío, el del abordaje de la realidad como un andar, el de una filosofía del andar que libera y encauza en esa ligereza y libertad del que camina y piensa, del que se enruta, en un pensar sin condición ni prejuicio. Entonces pensar puede ser crear, un encaminarse por la indeterminación (Heisenberg) y lo experimental (Las vanguardias). Porque de lo que se trata es de una escritura del andar ¡Y cómo no pensar en Montaigne a caballo! En un hombre que ensaya su escritura abriendo el confín de las leyes del tratado hacia una zona imprevista, hacia un derroche de escritura; un traspasar las fronteras de las márgenes del tratado, un abrir las esclusas a esa voz contenida y que ahora divaga sobre si, desbordada y hospitalaria del gasto y la donación.
Serán los tiempos de una economía de la amistad, suntuaria y subversiva. En detrimento de la productividad y del saber efectivo. Una economía que precisa siempre de atención y de reconfiguración. Una economía necesitada de hospitalidad (Cf. Klossowski) que contemple la posibilidad de un cuerpo humano como moneda de canje, como moneda viviente. Y que ese cuerpo, liberado de las obligaciones pueda convertirse en actor soberano. Una tal economía presupone y antepone el derroche ante la infertilidad del imperativo de contemplar ese cuerpo como producto.
De ser así, la exploración anarqueológica actuará como defensa de esas zonas que mantienen abiertas la experimentación. Se harán abiertas y permeables a la experimentación porque serán hospitalarias.
Se podría pensar en esas estrategias que subvierten la efectividad en red, y donde lo superfluo que es tomado siempre como antivalor se transforme precisamente en la imagen de ese derroche necesario a todo lo que consideramos superfluo. De suerte que ese derroche genere canales de libre acceso en que la constante sea precisamente el ser superfluo y derrochador. (Cf. Las plataformas alternativas de Linux)
Escribir desde el lugar común, Glissant
Se trataría de escribir desde el lugar común, entonces se desandaría de esa certeza del discurso, de su centralidad y llamado a la perfectibilidad. El lugar común, las palabras de la tribu que no han sido purificadas todavía. Seguirían siendo balbuceo, palabras a mitad de camino entre la frase hecha y la ocurrencia fugaz. O Las frases que todos recuerdan y se llevan a cuestas como única herencia. La herencia del lugar común. Del no lugar, de la mala escritura, del yerro, del desacierto, de la mala pronunciación. Ningún leit motiv ostentoso que venga en detrimento de esa jerga de calle, repetida y desvalorizada; estribillos que van quedando en la memoria y que la buena educación y el buen pensamiento van borrando. Sí, se trata de repetir lo que todos repiten y seguirlo trillando en la voz de todos, la voz que ha de ser de todos. Hablar trastabillando, esa falta de certeza y corrección del sin nombre. Se ha de pensar en trasversal, desde el archipiélago, esa incertidumbre de lo que se descentra y encuentra la novedad a cada paso, entonces desde dónde. No hay centro y no hay certeza, hay archipiélago, creolización, es decir contaminación de lo espurio, de la ley, del sistema, de la unificación, mala sintaxis, vergüenza. Mala pronunciación. Voces al unísono. Relación de lo diverso, de lo que no podría catalogarse, no hay clases ni género que puedan catalogar tal irresolución, lo siempre cambiante, lo que no puede generalizarse. Se trata también de residuos, de zonas inclasificables, márgenes sin haber sido unificados, excepciones. Entonces la globalización no puede permearlos; la globalización, el supuesto cosmopolitismo de una ciudadanía universal. Es el mundo más bien, la necesidad de un tratado de todo el mundo. Y el mundo es un aprendizaje continuo. Sin método alguno. Leer los rastros más bien. De eso se trata.
No se puede alcanzar la experiencia original
Es ficticia toda reproducción del origen, el momento permanece ignoto, sellado el drama del nacimiento. Se puede si en cambio, abrirse a las sorpresas que cada momento de exploración pueda traer. El hallazgo fortuito que abre la realidad. Entonces el sentido de la realidad se torna en sentido de la posibilidad (Musil en El Hombre sin atributos)
Es un error considerar la posibilidad como algo que ensombrece y desvía, porque es precisamente este desvío el que podría ponernos en contacto con lo posible, así estamos siempre en situación de sombra, de asombro. En continua búsqueda anarqueológica.
El tiempo propio
No hay propiedad sobre el tiempo. Es la paradoja de los tiempos, una época que debe rastrearse por nuestra disposición del tiempo, porque esa disponibilidad se traza como la mayor amenaza, disponer de tiempo, disponer del propio tiempo es la riqueza del tiempo. El tiempo debe entenderse en su doble perspectiva de duración o de extensión, de Aion y de Kairos, el primero es el tiempo que va más allá de la vida y del mundo. El segundo es el tiempo oportuno, el momento propicio que nos lleva a decidir. Ese instante único para el que no existe la espera y que debemos saber tomar al vuelo para no perder su momento. Ese tiempo es el tiempo de la toma de decisiones, el carácter interventor. Nos lleva a comprender la necesidad de la interfaz como única vía de acceso a la totalidad que de otro modo permanece sellada. Se trata así de ser activista dentro del mundo, es decir, de intervenir el mundo a través de un corte que posibilita experimentar con el mundo, ese corte es una experiencia del tiempo, la de la avanzada en relámpago, que permite vislumbrar instantáneamente esas condensaciones que se han producido como cambios de paradigma. La avanzada vislumbrando esos cambios se hace posible precisamente por ese método anarqueológico, ese ir en relámpago, ese desplazamiento en el tiempo afín a toda reproductibilidad, las artes del tiempo, los medios que se sustentan en el tiempo.
Artes del tiempo, imágenes en movimiento
Se trataría de encontrar nuevas sintonizaciones con las nuevas prácticas artísticas, sintonizaciones que piden imaginar otro espacio, un disolver la idea de contemplación y recogimiento de la sala de exposición, del museo. ¿Cómo acceder al instante? ¿Cómo abandonar el espectáculo para ponerse en situación de deriva? Será preciso el cuerpo, el propio cuerpo, y la imaginación; mediaciones de ese tiempo-instante imposible. Ritmos intervenidos. Disponerse a la pérdida, al gasto. Ser capaces de pilotar este tiempo Kairos, el momento propicio, para el que no existe la espera, la postergación. Un tiempo inminente. De urgencia. Conectarse con las cosas a pesar de la institución, es decir, poder entrar en relación directa, transgrediendo la frontera, el cerco. Así la relación es la apertura de la aventura, del caos, del azar. Se trata de un trabajo sobre lo imposible en que lo ordinario se transforme en noble, un trabajo de alquimista. Un pasaje a la sorpresa. Sin refugio. Sin ninguna certeza a la vista. Un aprendiz de mago. Sin temor al fracaso. Sin temor a la dignidad del fracaso.
Los medios, ese lugar común
Lo que los medios podrían ser es impreciso. En parte por el grado de dependencia que los mismos medios se han encargado de establecer con la política y con la esfera administrativa, de tal manera que la palabra ha cobrado un valor a veces equívoco, a veces impreciso. A veces una palabra comodín en ausencia de todo poder de significación. Los medios han pasado a ser obvios y esa seguirá siendo la tendencia, son un patrón general, por eso la urgencia de esas constelaciones de sentido en que todavía pueda rastrearse esa huella que los medios han dejado antes de que se instauraran como patrón general. Como patrón de estandarización. Se trata así, en ese rastrear, de volver a resignificar esa idea de medio abriendo su espectro cuanto sea posible. Se trata de establecer accesos operativos a los medios, a sus posibilidades de conexión, entrar en esa esfera relacional que los conecta. Se trata de dilucidar ese trasfondo del medio en que el medio como relación es en realidad un médium, en el sentido profundo de médium, de pasaje hacia un más allá de lo funcional, hacia constelaciones que abren nuestra atención en la posibilidad de vislumbrar zonas aparentemente inusitadas de esa constelación. Como una colección de curiosidades (Cf. Benjamin) que se abriera súbitamente y con su novedad irradiara nuevas posibilidades de relación y de mediación. En esa avanzada, en la medida en que se sortee el valor de lo hegemónico, podrá entreverse ese listado de posibles que aparecen cuando la mirada se permite esa necesidad de movilidad y de combinatoria que hacen posible ese ir al encuentro fortuito. Serán los días de hallazgo fortuito en que se pueda dar con algo pese al carácter huidizo de ese mediar. De ir a medias.
La anarqueología y la actitud del viaje
Se trata de entender este trabajo con los medios como viaje, con la actitud del que viaja. Así se está abierto al embate de lo nuevo, de lo inusitado. Supone saberse también en estado de registro sismográfico de lo que pueda acontecer, es el asombro intacto del que viaja, su apertura a lo otro. A la aventura. Dispuestos a ese entrar en relación con las cosas, no en su simple funcionalidad sino en su acontecer de posibles. Es la actitud de la magia como poder deseante. Entonces viajar será también estar en riesgo, liberado de la certeza, del ancla de la seguridad y la ley. Se está abierto y sucede la experiencia. El valor de lo inédito fluctuando como invención. Como posibilidad del pensar y del actuar. Es el pensamiento del que deriva, del riesgo de toda deriva.
Se trata así de un pensamiento de intervención (Cf. Brecht), una dramaturgia operativa que revierte a las cosas su valor y al mundo, relativizados como están normalmente en su carácter de ser operativamente simples mercancías, monedas de cambio. La dramaturgia que se pide es una dramaturgia de la diferencia, una crítica a la política tecnológica, así los medios serán no el lugar del conflicto entre razón y pensamiento, entre razón y mundo sensorial, sino se tratará de aunarlos como fuerzas dinámicas recíprocas. Una zona entre la fascinación técnica y el pensamiento. Se trata así de convertirse en operador, y dejar de ser en cambio un simple participante. Pero ser operador no funciona simplemente como conocedor de códigos. Se trata de alcanzar al ser creador. La experiencia de la creación. La experiencia como creación continua.
La ciencia que es vivida como arte
Se trataría de la emergencia de un arte-ciencia, de una ciencia-arte, esa aproximación cercanía en que se suspende la escisión separación entre lo material y lo pensante, entre la res extensa y la res cogitans cartesiana. Se trataría de ser un oscilógrafo viviente, un ser máquina capaz de capturar cualquier leve oscilación. Una subjetividad aunada al cosmos. Se trataría otra vez de pensar, de poder pensar esa historia desde la cosmovisión de los poetas y filósofos de la naturaleza. Situación impensable si se recuerda precisamente la figura del exaltado, del desmesurado y desenfrenado, del autodidacta. Figuras proscritas por la sumisión y contención del académico. Figuras consideradas precisamente como antivalor del hombre de ciencia y que el romanticismo transforma en sus prototipos.
Figuras que al ser capaces de internarse en las más profundas regiones subvierten la idea de ciencia hasta llevarla a los confines del arte y la experiencia. Una ciencia arte. Una práctica necesitada de vivencia. La disciplina, se transforma en arte. En visión completa. Una física arte por ejemplo. Una física sacra.
El engranaje de la acción y el tiempo, otra visión para las artes
Estaríamos en una órbita de la experiencia y de la deriva del arte que haría impensable la separación entre artes del tiempo y artes del espacio (Cf. Laocoonte). Pensar, poder pensar la historia de las Artes como una antropología especial y positiva donde se engranen acción y tiempo. Seguiría un arte supremo, un arte del futuro en que se aunara naturaleza y acción. Vida y placer de la vida. La física como arte supremo del futuro. Supondría la regeneración de la consonancia entre naturaleza exterior y naturaleza interior del ser humano. La física como arte en el tiempo. Una dinamización entre el espacio y el tiempo. Se trata de comprender precisamente que no hay quietud, no existe una sucesión calmada, sino una vibración constante. El organismo espacial es inseparable del organismo temporal en el sonido, en la palabra, en el lenguaje, en la música. El tiempo organizado y la forma en el espacio. La conversión del sonido en imagen, patrones sonoros coagulados en una imagen. No hay pausa ni quietud en lo viviente. Hay imaginación activa (cf. Jung, Novalis). Nomadismo y alquimia. Artes del tiempo, no del espacio. Formas ambiguas de ver las artes, desde el espacio y el tiempo.
La arqueología de los medios, un proyecto de Libro
“Escritura desatada”- dice Cervantes
Pensar en escribir y observar cómo piensa y escribe, cómo observa un poeta; escritura desde la poesía. Escritura de la poesía y en la poesía. Ser un médium de todo eso. Pensar de manera diferente. A la deriva y en la deriva. Derivar hacia el poema (Cf. Lucrecio)
Escritura de la resonancia y en la resonancia, escritura anarqueológica, ser capaz de entrever cómo resuena el pasado en el presente, el presente en el pasado, la transferencia de uno a otro, de uno en otro, el pasaje. Los vasos comunicantes que permiten la contaminación. Ser capaz de esa contaminación. Ser capaz de no eludir ese poder analógico de las cosas en las cosas, de ese tiempo en el tiempo.
La idea de una nueva combinatoria para la que se requieren nuevas capacidades. Capacidad de procesar, de instalar, de montar, de ordenar. Otra escritura. Otras escrituras.
Métodos de creación que es preciso rastrear otra vez en tanto fueron acallados por la administración y el conservadurismo dogmáticos.
Una ciencia poética. Crear, observar, escribir desde la poesía. Un libro hecho de personajes. Una ficcionalización de la realidad. Un libro no lineal, no discursivo en que sea posible captar la interconectividad del tiempo. Un libro posible, no definitivo, hecho de fluctuaciones. De variaciones. Que va creando sus propias constelaciones de sentido. Un libro donde resuenan voces diversas, polifónico y multiforme. Con numerosas y simultáneas entradas. Regido por la magia de la posibilidad. Libro pasaje, libro pliegue, rizoma, fractal. Perspectivístico. Contenedor y creador de múltiples puntos de vista. Una mezcla. Escritura desatada como quería Cervantes. El libro como cosmos, como unión del microcosmos y del macrocosmos.
Preguntas al editor, traductor
1 – Te hablaba del Libro como puente o pasaje y cómo el traductor así como en su momento el transcriptor, se donan, en esa economía del derroche. Economía de la que habla Bataille haciendo contrapeso a la economía de la eficacia. Antes de conocerte en cierto modo pensaba en una donación un tanto trágica marcada por la inercia a que nos llevan las circunstancias del presente, cuando el valor de uso, las fuerzas productivas y creativas de la época, han sido llevadas a su mínima expresión, a su sin salida. Desde esta perspectiva trágica del darse escribí sobre la transcripción. Allí estaba Bartleby y Andrés Caicedo. Estaba David Foster Wallace. Geniales y marcados por el fuego de la tragedia. Estaba Pablo Batelli a quién veía aferrarse a esas transcripciones como a la última tabla de redención de la existencia. Mi escritura de ese entonces surgió de esa misma desesperación. Era un donarse a otro. A otros. Buscando alguna redención. Un puente imposible. En nuestra primera conversación comencé a divisar la posibilidad. Esa sombra o cara oculta que revolucionaba mi idea de la iteración. Las transcripciones. La traducción. Los viajes. Todos esos flujos de continuidad hacen parte de la iteración. De esa deriva. Pero ahora comenzaban a irradiar en todas las direcciones y abrían la tragedia. Era posible la sombra. Traer la luz. Ese fue el aprendizaje de la deriva. Así la iteración devino en puente, pasaje, donación. Gasto y derroche. Religión. Es decir, unión de los contrarios. Medium. Medium es la manera alquímica para medios. Y en esa economía del gasto. Ser un medio. Ser un médium. Donarse. Donación. Subversión de las fuerzas económicas y políticas. Libertad. Deriva. Iteración. Viaje. Andadura. Felicidad del transcriptor. Del traductor. Del médium. Del medio
2 – La comunicación y expresión humana llegadas a un punto de interfaz casi completa. ¿No habría una suerte de dialéctica negativa en esa expresión, una dialéctica negativa que en una anarqueología de los medios reencontrara la salida de la interfaz, y retornara a un punto cero que equivaldría a recomenzar esa historia de la expresión y la comunicación, en ausencia de toda interfaz?
3 – Llegará un tiempo en que estemos tan subsumidos en los medios que ya no sea posible tomar distancia. La necesidad de esa distancia para poder leer la realidad, de esa ciencia de la distancia para actuar en la realidad como querían Althusser y Brecht.
4 – Quizá la ciencia necesite también su zona de ilegibilidad. Como dice Agamben de la poesía. Un libro destinado a quien nunca lo leerá. Un regreso con la poesía al lugar de ilegibilidad de donde proviene. Wittgenstein señalaba que la filosofía debía ser sólo poetizada. Pero también está la amenaza del pensamiento sobre la poesía.
5 – Cómo no contraponer la anarqueología a la idea de enciclopedia, esa locura de la razón. Ese antecedente de Libro, de máquina de lectura. La clarificación y operación del conocimiento, como lógica, como combinatoria, poder finalmente prescindir del error, de lo arbitrario, del displacer. Poder apreciar la belleza entendida como representación de esa Bella Naturaleza (Cf. Las Bellas artes reducidas a un mismo principio. Batteaux). Poder eliminar cualquier cosa parecida al azar y al capricho. Crear un sistema de conocimientos basado en reglas y al que se llama arte. Pero también, recuperación de lo mecánico y manual, buscar reivindicarlo. Un libro donde la regla de la diferenciación es la diferente manera en que opera el entendimiento sobre los objetos, y ello a su vez, sometido al arbitrio que produce la necesidad.
Finalmente el plan de esa enciclopedia, de ese libro, obedece a la ideación de un árbol genealógico o enciclopédico donde se señala el origen y las relaciones que los conocimientos tienen entre ellos (Cf. La idea de árbol del conocimiento de Bacon, con sus ramificaciones y escalonamientos) Pero también el reconocimiento del carácter tortuoso y laberíntico de ese conocimiento que se busca, el efecto es la discontinuidad. Se trata quizá de lo mismo. Lo que cambia es el matiz, el cariz con que aparece lo laberíntico y discontinuo. Lo que aquí en la enciclopedia es un obstáculo, una dificultad, en la anarqueología es un hallazgo, una fortuna. Son dos maneras de avanzar. Dos temperamentos. El peligro de ese orden y de esa discontinuidad es la posibilidad de destruir el árbol enciclopédico con el que se representa el conocimiento. El filósofo se situaría por encima de ese vasto laberinto. En un punto de vista muy alto desde donde pueda dominarlo todo. Abarcarlo todo. Entenderlo todo. El mapamundi es el árbol o sistema. Los mapas particulares, son los artículos detallados. El mapamundi creado depende del punto de vista desde donde se sitúe el observador. El mejor árbol sin embargo, es aquél que puede ofrecer mayor número de relaciones y ligazones. Se reconoce la imposibilidad para conocer las relaciones entre las islas y el continente. Los enciclopedistas han elegido una división que pudiera satisfacer el orden genealógico y el orden enciclopédico de los conocimientos, paradójicamente ellos reconocen la arbitrariedad de esta elección. Memoria, razón e imaginación son las tres maneras de operar el alma sobre los objetos. Esas tres facultades producen imaginar, es decir las bellas artes, razonar que es el terreno de la filosofía, y memorizar que corresponde a la historia. Las tres a su vez se disponen en una jerarquía, primero se razona, luego se memoriza y por último se imagina. Todo a su vez está sujeto a reglas. Las tres facultades si bien operan cada una de manera diferente no se excluyen. A su vez, los seres también están sujetos a división y clasificación, así tenemos los seres espirituales y los seres materiales. Los primeros operan desde la razón y la memoria, los segundos desde la imaginación. Finalmente este árbol se ve coronado en su cúspide por Dios, quien estaría a la cabeza de los seres espirituales. Luego se encuentran los espíritus y finalmente el hombre quien participa por su espíritu y su alma en la zona espiritual, y por su cuerpo e imaginación, en la zona material. El arte estaría en esa zona material y quizá subrepticiamente podría de cuando en cuando tocar ciertas alturas.
6 – Pienso también en la filosofía analítica, tan contrapuesta a la filosofía continental, pero tampoco cercana a la filosofía de archipiélago. Pienso en Wittgenstein para quién toda filosofía, toda estética, toda psicología, toda religión, constituyen exabruptos, absurdos lógicos. Mentiras.
Claudia Díaz, junio 4 de 2016
1 comentario
Excelente disertación a propósito del libro Arqueología de los medios de Zielinski. No me queda sino admirar la seguridad en el trazo y la escritura de Claudia Díaz, verdadera crítica y co-amanuense de los temas contemporáneos. Un verdadero valor para la cultura.