Por Fernando Pertuz
Que puede hacer una acción en medio de un territorio geográfico y corporal que se encuentra continuamente en peligro, que puede hacer el arte por la vida, y por la defensa de nuestro territorio, que puede hacer el performance para ayudar a entenderte, a aceptarte… y a aceptar a otros.
Muchas de las acciones reflexionan sobre el yo, el hombre, la mujer, la familia, la sociedad, el planeta, la violación de derechos, la libertad, el medio ambiente, el extractivismo, la desaparición forzada, la homofobia, el machismo, la contaminación, el dar, el recibir, el compartir. Un performance que está íntimamente relacionado con su territorio, con lo que acontece, y con lo que atenta contra la vida, por ello hablamos de la vida, para realizar actos de vida, que defienden a la vida; acciones que demuestran un interés por la reflexión social y como esto puede ayudar en la transformación del individuo y de la comunidad.
El performance, acción o arte con el cuerpo puede permitir conocernos y aceptarnos; ya que muchas propuestas facilitan entrar en sus vidas, en lo que aman, en sus miedos, en sus éxitos o fracasos, muchos comparten lo que piensan del país, del mundo, de la mujer, de los hijos, de la amistad, de la ayuda, de la justicia, de la desigualdad, lo que con llevo construir una serie de experiencias sensitivas que fueron compartidas en espacio público.
Las acciones en espacio público activan reacciones que jamás podrían suceder dentro de un salón de clase, allí podemos encontrarnos con las diversas maneras de participación ciudadana, de interacción colectiva, y de cómo una acción puede servir para la transformación individual y social.
Espacios donde los estudiantes dejan de ser estudiantes, y el profesor deja de ser maestro para adentrarnos en un espacio colectivo de aprendizaje, investigación y creación, donde el arte es un puente, un vehículo, un medio de comunicación, una herramienta de construcción social.
El machismo, el feminismo, y las fobias han sido cultivadas en una sociedad con comentarios denigrantes, y humillantes ante los otros, aquí el performance puede hacer que plantees un espacio de reflexión sobre lo que afecta a la mujer, y por consiguiente a la comunidad, y es allí donde radica el valor del arte, en lo que dice, en lo que hace sentir y pensar.
La libertad de pensamiento, la libertad de expresión, es un derecho inviolable, pero aún persiste el pensamiento que oprime y somete al otro, relaciones humanas de poder que afectan a unos y otros, donde el contexto en el que crecemos nos construye e igualmente nos destruye, y ese es el resultado de nuestros actos y pensamientos que terminan moldeándonos a diario.
El arte igualmente permite hacer memoria, para que no olvidemos lo que sucedió, y no se repitan los hechos, se haga justicia, pero sobre todo para crear conciencia en muchas personas que no perciben lo que acontece y descubrir el poder creativo que cada uno tiene moldeando la sociedad que merecemos.
El romero ayuda para la memoria, si lo pones en vino una semana y te lo tomas, igualmente ayuda a recordar a más de 34571 feminicidios en Colombia.
La lúdica facilita que volvamos a ser niños, y rescatar ese niño interior que tenemos, en medio de un mundo donde más de dos millones de niños hacen parte de la guerra, y otros son abandonados, secuestrados, violados y esclavizados ante los ojos de la sociedad, de la justicia, de las religiones y de la todos nosotros.
Las amenazas, desapariciones, y asesinatos de líderes indígenas y campesinos es una estrategia colonizadora que se viene reproduciendo en muchos territorios y en diversas épocas de la historia de la humanidad, simplemente por el control territorial, por los recursos minero energéticos, por las zonas de cultivo, y por sitios estratégicos militarmente hablando.
Ya vemos como en muchas zonas se remplazaron los cultivos de maíz, arroz o papa, por la extracción de carbón, petróleo, o la construcción de megahidroeléctricas lo que va transformando el ecosistema paulatinamente hasta acabar con flora, fauna y la vida en general. Vender la tierra y las riquezas que posee es vendernos a nosotros mismos, es vender la vida de cada ser vivo.
Así como el territorio es explotado en el subsuelo, es contaminado en el suelo por pesticidas, que nutren nuestros alimentos y que por consiguiente contaminan nuestro territorio sagrado llamado cuerpo. Todos los días llegan a las mesas de nuestros hogares alimentos manipulados genéticamente, cultivos que han acaparado grandes territorios con monocultivos que erosionan la tierra y con métodos de cultivo que afectan al medio ambiente, flora y fauna que está en vía de extinción, guerras invisibles que aniquilan a la población a cuenta gotas con enfermedades
La corrupción, la politiquería, los asesinatos de estado, dejan mucho que decir de este sistema social en el que nos encontramos donde se le puso precio a la muerte de un ser humano, pues su vida ya no vale nada. Este continuo y sistemático método de control social ha sembrado el miedo para que la gente calle, para que los líderes y las comunidades huyan por su vida y abandonen la defensa del territorio y de la vida.
La posición de la mujer sensible, luchadora, amorosa, madre, amiga, hermana, esposa, líder, o defensora, también se hizo escuchar, ellas hablaron desde su experiencia personal, desde sus amores, dolores, angustias, éxitos y fracasos, ellas cuestionaron a hombres y mujeres intentando despertarnos, intentando señalar lo que acontece, lo que las afecta, lo que las hace felices, ellas mismas cuestionaron a una sociedad que las utiliza, que no siempre las valora, que a ratos las humilla, pero siguen llevando esa carga, por ellas y los suyos.
Así mismo está la posición de aquellas mujeres que cuestionan la moda, el maquillaje, las cirugías, la apariencia, la máscara que nos imponen, que aceptamos y que construimos para aparentar o para protegernos, camuflajes utilizados para no ser visibilizados por completo o para atraer a otros.
Dar para recibir, recibir para dar, compartir un abrazo, un chocolate, una mirada, una sonrisa, difuminar los límites entre arte y vida, y porque no hacer de la vida una obra de arte, ya lo decía Beuys en la ¨Plástica Social¨, lo que con lleva a que cada ser humano es un artista, un artista en el acto creador y transformador de la energía, de esa energía vital que nos mueve y mueve a la sociedad, esa energía que puede mover montañas, que puede conMOVER.
Cambiar semillas por abrazos, hacer un trueque, un intercambio donde siembras semillas a cambio de que sembremos calor humano, puede sonar absurdo, y para muchos raro, loco, el pedir un abrazo, el darle un abrazo a un extraño, pero en este momento de la humanidad debemos sembrar esperanzas, debemos cultivar sueños, ilusiones y fantasías que visionen un mundo mejor.
Endulzarles la vida a otros, cuestionar el valor de una moneda de cincuenta con una moneda de chocolate, alegrarle la vida por un segundo a otro, romper la cotidianeidad de los trabajadores de la calle, de los transeúntes para que con actos sencillos, sublimes y efímeros podamos volver a creer en el otro, en nosotros y en el mundo que nos tocó vivir.
Cuando te la pasas pidiendo plata en un semáforo para subsistir y poder estudiar, cuando estiras todo el día tu mano luego de hacer piruetas para recibir una moneda, o muchas veces una cara amarga, un desplante o una mala palabra… y tomas la decisión de hacer tus malabares con objetos invisibles, para al final acercarse y regalar una moneda a los presentes, es cuando vez que todo puede cambiar, que puedes cambiar la cara de aquellos que van tarde, o que no les salió bien su trabajo, cuando vez que puedes sacar una risa, una mirada de sorpresa, vez que si se puede transformar al menos por segundos la existencia personal y la de otros.
Y que más hermoso y bello momento cuando una madre decide compartir su leche materna con todos nosotros, alimentando también nuestras esperanzas, compartiéndose a sí misma, abriendo las puertas de su intimidad y de su cuerpo, para ofrecerse ante todos, como lo hace una madre con sus hijos.
O el trabajo de otra madre, que comparte sus preguntas cotidianas y respuestas para con ello abrir un espacio de diálogo donde las personas intercambian con ella sus angustias, o éxitos; la palabra y el pensamiento como material maleable, que facilita a través de la comunicación aceptarme, entenderme, perdonarme y comprender a otros.
Los rituales por la vida, por la paz, por la armonía no se hicieron esperar, muchos nos encontramos preocupados por lo que acontece, y por el futuro de la paz, y es allí donde se ve reflejada esa preocupación haciendo actos simbólicos, chamánicos, que exorcicen, limpien, y espanten las malas energías, las malas ideas, las malas personas. Rituales contemporáneos que intentan salvar la tierra, el país, y la vida.
Acciones que permiten que la gente se detenga y se pregunte cosas, acciones que generan reAcciones , y que nos hacen cuestionarnos sobre nuestro papel en el mundo, en este aquí y ahora, performances, acciones corporales, happenings, arte corporal, arte de acción, no importa el termino, más cuando en la calle nadie sabe que eres artista, que lo que haces es performance, allí en el espacio público eres un símbolo que representa a todos, y te conviertes en ejemplo, en espejo, para que el otro se vea y tome partida.
Recoger basura puede ser un acto insignificante, dar un abrazo, un dulce, un pan, compartir un instante, reír, llorar, pero esas acciones entran en tu inconsciente y permiten a veces activar o prender tu bombilla e iluminarte.
Realmente cada vez estoy más convencido de que el arte, y en este caso la acción corporal permite generar espacios pedagógicos y lúdicos que nos hagan volver a creer en nosotros, en el otro, en el país y en el sistema.