#LaVozDelArtista es el nuevo videopodcast de esferapública en cuya primera temporada estaremos escuchando varios artistas que plantean en su trabajo relaciones con diversas nociones de memoria, ciudad y espacio público.
Nuestra invitada en este segundo episodio es Ingrid Salcedo, quien nos habla de su interés por realizar una mirada crítica al modelo de ciudad, a través de propuestas en torno a la autoconstrucción de vivienda e intervenciones críticas en los sistemas de transporte en Bogotá.
Cuando veo a alguien colarse, sonrío. Ingrid Salcedo
La primera vez que supe de Transmilenio tenía 11 años, era 2002 y estaba en 5to grado. La tarea era consultar, dibujar y colorear los diferentes tipos de buses que tendría el sistema. Recuerdo que, con ayuda de mi familia busqué en internet, yo creo que fue mi papa, o talvez mi mamá, los que le imprimieron esperanza al asunto, porque con ese sistema algo iba a mejorar en nuestras vidas.
Me cuentan (y yo alcancé a vivirlo) que antes de eso, en los buses urbanos, la gente no cabía y prácticamente colgaba en las puertas delanteras y traseras. Los trancones sobre las avenidas principales eran enormes, estos buses olían a feo y se subía gente a vender comida; a usted lo podían chalequear en el tumulto o sí era muy tarde podrían atracar a todo el bus. Siendo niña fui acosada sexualmente en uno de esos buses y mi hermana también.
Hoy, 21 años después, casi nada ha cambiado para nosotrxs, por eso cuando veo colarse a alguien en Transmilenio yo sonrío; porque este sistema es una promesa fallida ante una necesidad sentida de vivir en una ciudad que te permita movilizarte con una mínima dignidad.
También sonrío porque sé lo que se siente no tener para pagar el transporte. Sé de la rabia y la impotencia. Haciendo mi pregrado en artes, en la universidad pública de Bogotá, yo debía solventar los gastos de materiales, fotocopias, pasajes y lo que me fuera a comer en la universidad. Mi familia no me exigía aporte de arriendo, alimentación o servicios públicos, pero ellos no podían darnos a mi y a mi hermana para lo demás.
Yo trabajé en un bar, vendí hamburguesas vegetarianas, hice diseño gráfico, cree mi propia marca de ropa y pude ser la primera profesional de la familia -junto con mi hermana. Pero nada de eso fue suficiente para cubrir todos los gastos que tuve esos años y ante la precariedad del día a día, quedó elegir, comprarse los materiales o pagar el pasaje; comerse una arepa por la tarde y colarse en Transmilenio o aguantar hasta la noche para cenar.
En septiembre de 2023, veinte años tarde, la empresa Transmilenio firmó un convenio con la Universidad Nacional para subsidiar 20 pasajes al mes a 2300 estudiantes. ¿Qué pasa con los estudiantes de la Universidad Pedagógica Nacional, de la Universidad Distrital, del Colegio Mayor de Cundinamarca? ¿Por qué pasaron tantos años para que se contemplara un subsidio de transporte a estudiantes universitarios (para hacerlo de manera tan parcial)? ¿Por qué se ha recurrido a la estigmatización y a la criminalización antes que a atender a las causas de la evasión?
¿Qué pasa con la gente que vive en el desempleo? ¿Qué pasa con la gente que vive en el trabajo informal? ¿Por qué los contratos de gestión del Sistema Integrado de Transporte privilegian a los operadores privados antes que, al distrito, es decir, antes que a la ciudadanía?
Según la ONU el derecho a la ciudad, es vivir en un asentamiento humano que cumpla sus funciones sociales y garantice el acceso equitativo y asequible a los derechos, entre estos, el de la movilidad. ¿Aporta el sistema Transmilenio al acceso equitativo de lxs bogotanxs al transporte público?
Yo creo que, muchxs estaremos de acuerdo en que no, que el sistema Transmilenio, en más de dos décadas, no ha contribuido significativamente a garantizar el derecho a la movilidad de manera equitativa a lxs habitantes de Bogotá. Creo que podemos estar de acuerdo y que algunxs podrán esperar a que se encuentren soluciones, talvez que se construya el metro en algún momento o que una nueva troncal para los articulados ayude en algo a alguien; pero sé que para otros la opción de esperar soluciones no está.
La experiencia de clase no se puede enseñar. Es decir, nacer en unas condiciones que dificultan la garantía de los derechos a alimentación, vivienda, vestimenta, transporte, educación y trabajo digno, por tu condición de clase social, es algo que talvez se pueda comprender racionalmente, pero no se puede sentir si no se habita. Quizás por eso para algunas personas las soluciones dan espera y para otrxs la respuesta es simple: colarse cuando sea posible.
No se puede comprender la problemática de la ineficiencia del sistema integrado de transporte de Bogotá, sin entenderlo en el marco del modelo de ciudad. Por mi parte, he abordado, desde mi practica artística, la problemática de movilidad en algunas oportunidades; he narrado historias de autoconstrucción de algunas familias; he escrito algún artículo sobre densidad poblacional… lo seguiré haciendo porque considero que uno de los papeles que podemos cumplir como artistas es el de plantear diálogos sobre problemas comunes. No está en mi hacer algo diferente.