Un artista redescubierto en Bogotá

Sesenta y nueve números de una revista deportiva, dibujada a mano por Juan Gregorio Martínez en los años veinte, conforman una excéntrica exposición en Museo de Arquitectura de la UNAL.

A comienzos de los años setenta, el escritor y periodista Juan Pablo Lombana descubrió una curiosa colección de más de cien cuadernitos escritos y dibujados por su abuelo, Juan Gregorio Martínez, fallecido tiempo atrás. Lombana quedó maravillado con esos curiosos objetos que pretendían ser los números de una revista de deportes, hecha a mano y titulada Sport. Dice el escritor: “Yo iba al cuarto de mi abuela a fregar la vida y a insistirle ‘vamos a verlas, vamos a verlas’; hasta que un día me dijo ‘tome y no me moleste más’. Ella sabía que me encantaban y así fue como me quedé con ellas”. Casualmente, hace un par de años Lombana le enseñó las revistas a la artista Rosario López quien, sorprendida, le propuso diseñar una publicación con una selección de los dibujos y quizás un escrito sobre el deporte y la historia del fútbol aficionado en Colombia. Lo de aficionado es porque entre 1928 y 1936, momento en el cual Martínez dibujó los cuadernos, no había surgido en el país el fútbol profesional.

El asunto tomó otro rumbo cuando invitaron al proyecto a Zenaida Osorio, diseñadora e investigadora especializada en publicaciones periódicas de los siglos xix y xx. Comenzaron a mirar más allá de la línea y el color; se interesaron en los encuadres de los dibujos, los tipos de letra, los anuncios de productos, los cajones, las maquetas (esos esquemas invisibles que ayudan a ordenar la información). Como si de un hallazgo arqueológico se tratara, se pusieron en la labor de buscar el origen de los modelos usados (a primera vista, tan libres) por Martínez y a través de sus cuadernos estudiar la manera en que los medios impresos presentaron esa época. “Rastreamos las publicaciones periódicas de los años veinte y treinta para compararlas con lo escrito y dibujado por Martínez —señala Osorio—, y que él presentaba como un bisemanario ilustrado. Por eso tienen dobles páginas centrales, índices, publicidad y toda una construcción que es compartida por El Mundo al Día, Cromos y otras revistas de la época. Pero además, Sport copia estrategias más sutiles, como por ejemplo la costumbre de autopromocionarse poniéndole la revista en la mano a sus entrevistados, u ofrecerle al lector fotografías exclusivas o ediciones especiales; porque no existe publicación periódica sin público lector, y con apenas 14 años (la edad en la que comenzó a dibujar Sport) Juan Gregorio Martínez se inventó un público con el que se disculpa y al que le promete cosas”.

Aunque puede parecer una excentricidad hacer una revista completamente a mano, en la historia hay más de un ejemplo similar y así lo indican Osorio, López y Lombana: en 1894, cuando Pablo Picasso tenía 13 años, publicó el primer ejemplar de un pequeño periódico manuscrito hecho en lápiz y tinta sobre papel, bautizado por él como La Coruña. También de niño, Germán Arciniégas produjo otro periódico escrito a mano que hoy forma parte de la colección de la Biblioteca Nacional. Y en 1933, año en que Martínez ya había publicado más de 69 números de Sport, Jerry Siegel y Joe Shuster terminaban una historia ilustrada titulada The Reign of the Superman, publicación doméstica que daría origen al famoso cómic del famoso superhéroe.

Hoy, ochenta años después de la aparición de su primer número, Sport se vuelve verdaderamente pública. Gracias a una beca de los Fondos de Investigación de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional, del 12 de mayo y hasta el próximo 6 de junio se exhibe en Bogotá, en el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother de la ciudad universitaria, la exposición Sport, cuadernos de deportes. En esta divertida, respetuosa y cálida muestra, montada con la ayuda de Miguel Ángel Castiblanco y Miguel Gerardo Ramírez, se exhiben documentos históricos como las fotografías, los tipos de letra, las maneras y modelos que calcó Martínez en Sport (ahí están, por ejemplo, los verdaderos anuncios publicitarios de sus patrocinadores imaginarios: Automóviles Fiat, El Guayo Alemán, Almacén El Regalo, Droguería Riveros, Vidrios Fenicia); al lado de ejercicios plásticos más libres (Rosario López cose camisetas en miniatura de los equipos de fútbol que dibujó Martínez, hace pequeños bordados y arma collages con el material de Sport y las imágenes de las revistas de entonces) que hacen eco a la observación, la apropiación y esa edición precisa, presente en los cuadernos de Juan Gregorio Martínez. Algunos de ellos están presentes en la exhibición protegidos en cajas de acrílico.

Al verlos es innegable su valor estético y su extrañeza. Sus dibujos nos exigen una atención, una mirada diferente a la de la fotografía: nos atrapan (quizá por su escala, quizá por el cuidado, la laboriosidad “femenina” con que fueron hechos) y desaceleran la velocidad con la que estamos acostumbrados a ver las imágenes de los medios impresos. En estos cuadernos el tiempo se comporta de manera distinta. Es el tiempo del juego y del placer. “De aquello que se hace y que no es productivo —apunta Osorio— como en los momentos de desvarío, como cuando se hace algo sin estar seguro para dónde se va. Por eso, esta exposición es una oportunidad para volver a ver. Eso es lo que significa revista: volver a mirar. Volver a ver lo que él vio con nuestros ojos de ahora”.

Humberto Junca Casas*
Bogotá

Arcadia