¡Esto se ha puesto muy, muy de maravilla!
Cuando el trono pierde compostura (ah, elogio a América Latina, pues nuestra razón se inclina a los pies, ante lo cual yo declino), es anuncio de un cierto ¡touché, maestro! Y como siempre, nuestras agrias razones en ultramar, Kassel sí, Kassel no, Kassel duda. Por mi parte, ya superé el embrollo que representeba acceder al MIT tras un – ¿cómo se llama?- pedestre asunto de ¡cookie! Y me propongo revisitar a fantasmas, es decir a Chantal Mouffle, verla despacito, in exposing. Mi prejuicio sigue en pie (qué insistencia, esta pedestre): Algo falla en la apropiación crítica y deconstructiva de la dialéctica, cuando uno extraña el aliento poiésico propio de Derrida, Serres y tantos otros: ver en las contradicciones las aporías, los retruécanos, las incertidumbres, las vacilaciones, los oxímoroms antes que el salto a un ‘estadio superior», ja, ja, ja, ja, ja.
Abrazos,
Gabriel Restrepo