En respuesta a las preguntas sobre el debate de María Belén y María Victoria: El debate surgió a partir de un problema de lo que podríamos llamar Interpretación, y yo lo titularía algo así como
FONDO y FIGURA DE UN LITIGIO
En la conferencia de Maria Belén Sáez de Ibarra ella hizo la aseveración de que, en la obra que Juan Manuel Echevarria titulada «Bocas de ceniza», el blanco del fondo sobre el que se encuentran recortados los personajes o figuras en el video implica, sugiere o alude a una no contextualización de los sujetos, quienes, por así decirlo, flotarían en un no lugar cultural, geográfico e histórico. La pregunta, o más que pregunta, la oposición de Maria Victoria Uribe fue entonces en dirección de negar dicha «falta de contexto», imputando como errónea la interpretación de María Belén, ya que, como ella bien lo dijo, los cantos mismos, y los letreros al final de cada uno de los cantadores, ubicarían, sin duda alguna, dicho contexto.
Vista así, la cosa parecería una discusión un poco bizantina: discutir el significado del blanco utilizado como fondo. Lo que pasa es que, cada una, hizo, paralelamente, uso de su autoridad sobre la materia: María Victoria desde los artículos y libros que ha escrito, no sólo sobre masacres, sino sobre esa obra específica de Echevarria, y María Belén sobre el contexto en el que ella había, efectivamente, realizado esa aseveración, toda vez que María Victoria había llegado bastante tarde, y sólo escuchó la fracción final de la charla.
En mi caso, tratando de hacer una traslación a una discusión que ya había tomado giros de no acabar nunca, tomé la palabra para recordar que, precisamente, unas horas antes José Luis Brea nos había hablado de la naturaleza «LITIGABLE» de la obra de arte en general, y de los discursos visuales en general: su sentido no pertenece a nadie, ni al artista mismo. Y me parecía que la cosa también daba para recordar a Gadamer, quien en su texto La Actualidad de lo Bello nos habla sobre esa cualidad del arte de ser, siempre, algo que está por completar: el sentido no es algo que esté ontológicamente adosado a la obra, sino que es algo que construye el lector, desde su óptica, desde su universo cultural, histórico y simbólico. El «interpretador» llámese espectador, crítico o historiador, es un co-constructor de sentido, y en este caso me parece que teníamos al frente la evidencia de esa verdad de a puño que no sólo Brea o Gadamer, sino la historia misma del arte, de la crítica de arte, del pensamiento estético nos han dicho una y mil veces: la obra no puede ser reducida a una adivinaza en la cual el artista «escondió» un sentido que, ahora, debe ser develado y revelado por el conocedor, llámese crítico, historiador, o estudioso visual para el caso.
Alegrémonos amigos del arte, trabajadores de la imagen: el texto artístico, sea visual, sonoro o escrito, siempre será polimorfo, mutante y sujeto a erosiones y construcciones de sentido!!
Faltos de tiempo, y un poco agotados por la jornada la discusión, afortunadamente, paró ahí, pero en la cabeza me quedó retumbando todo el problema de la contraposición Fondo y Figura en la historia del retrato. Contraposición ésta que, de por sí, da para todo un seminario, o para varios: desde la historia de esa relación en la pintura, pero también en la fotografía o el video. Desde la hermenéutica y la estética, toda vez que varios autores contemporáneos han aludido a una disolución de esta contraposición clásica en el arte contemporáneo, etc. etc. O sea… no creo que se trate solamente de un problema de «Heráldica» en la cual el amarillo quiera decir riqueza, o el azul igualdad y el blanco fraternidad… pero precisamente por ello fue rica la jornada… porque dio para hablar, para discutir, para dejar temas en el tintero, etc. Para seguirle dando vueltas a lo que siempre nos estamos preguntando: ¿Qué aporta el arte? Cuál es su utilidad social, política, histórica, epistemológica, antropológica, cultural y un largo etc…..
Un saludo,
Adolfo Cifuentes, desde Bucaramanga.