A falta de espacios para la participación ciudadana o clausura de los mismos y ante la creciente deuda de respuestas dignas a ciertos cuestionamientos hechos recientemente sobre la gestión de directivas del sector público, habiendo respondido mayormente con silencio, mentiras, exclusión, amenazas de cárcel y multas; Esfera Pública tuvo que ser la instancia sustituta programando un evento abierto que, aunque informal y por fuera de la agenda oficial del IDARTES, comprometió la presencia ante “el medio artístico” de la Gerente de Artes Plásticas y Visuales, Cristina Lleras. Era de esperarse su actitud displicente y evasiva ante algunos de los ya desgastados señalamientos; pero, lo que sí nos tomó por sorpresa fue que los presentes –en representación del “medio artístico”–, ud. y yo, todos, resultamos llamados por la institución para servir a los servidores públicos con trabajo burocrático voluntario y autogestión de la gestión propia de dichos funcionarios.
Por supuesto, para lanzar una convocatoria con semejantes alcances era necesario establecer una coartada amplia e incluyente a escala de un edificio, o su misma ausencia, creando la situación oportuna al anunciar que el gran proyecto de una sede propia para la Galería Santafé –como solución al desahucio sufrido por este espacio artístico, anteriormente ubicado en el Planetario Distrital– hoy es inviable debido a falta de recursos económicos. Aunque siendo justos, lo propio sería explicarlo como carencias en el recurso humano del IDARTES pues la verdadera causa de este problema comienza cuando la propia gerente manifiesta su incapacidad para sacar adelante dicho proyecto, resolviendo insólita y descaradamente que “el medio artístico” –el pueblo en términos políticos, los súbditos a nivel monárquico y los peones para una finca o en el juego de ajedrez– deben ser quienes vayan al frente, a la vanguardia burocrática, marchando detrás de esta meta institucional.
Así, la Conversación # 1 | El medio artístico y el Idartes que inicialmente prometía un cara a cara en medio de apremiantes problemas aún pendientes al día de hoy; finalmente fue utilizada como excusa para dar una noticia inadmisible que sin embargo aparentemente logró ser recibida y legitimada gracias a la simple presencia de ciertas “fichas claves” que ponían en blanco y negro el terreno de juego para la asamblea, la agrupación, la confluencia… ¿Asistimos a la inauguración de una plataforma política unipersonal bajo la cual una muchedumbre dispersa de despojados deberá verse obligada a unificarse en la forma de un seudosindicato precarizante y defender lo propio en bloque o de lo contrario estaría a punto de perderlo?
La Casa Voladora
De la nada se nos atraviesa en el camino de todos y cada uno un escenario adverso requiriendo con urgencia de nuestra intervención burocrática, poniendo a prueba el lobby y alta gerencia de los artistas locales como única maniobra posible de la administración para salvar la Galería Santafé, pese a que solo algunos meses atrás un proyecto arquitectónico sui géneris fue enunciado de manera entusiasta con lo mejor de la supina experticia en la que únicamente esta representante de la institución puede expresarse. Como inspirada por el ángel de la historia walterbenjaminiano y haciendo gala de una particular jerga altermoderna, declaró que debía erigirse: “un contenedor para una multiplicidad de expresiones y de prácticas que se pudieran hacer ahí. Que fuera, digamos, que involucrará todas estas nuevas dinámicas; que fuera un volumen que en la medida que se, que las prácticas van cambiando se pueda ir… digamos, pues pueda irse transformando, que la práctica va mucho más rápido y los cambios que se han visto en los últimos diez años van más rápido de lo que puede ir una administración distrital en la construcción de unos espacios para esas prácticas. Entonces, ideal tener un lugar muy, heee, digamos hee, muy fácil de convertir y de volver una cosa u otra.”
Digamos que sin duda, cavilaciones tan metódicas pero dinámicas, sumadas al dominio de un pragmatismo, digamos, tan versátil y versado como exclusivamente una miembro honorífica de El Grupo de Altos Estudios para la desterritorialización del collage y de su horizonte epistemológico (GAEDCHE) como ella puede entender y manipular a su antojo, dada su pasmosa experticia como pionera en la exploración decolonial sobre terrenos baldíos de la arquitectura expandida en una cosa u otra, aplicada a los efectos especiales que acontecerán en un futuro cercano, dentro de contenedores espaciales a la medida pero simultánea e infinitamente múltiples, prospectivos, efectistas, efectivos y especiales, cuya tecnología de punta de lanza supera, y con creces, la ficción al despegar estratégicamente a medio camino de los Transformers y La Casa Voladora, para prácticamente adelantarse de aquí a diez años a la vanguardia de la práctica en la administración distrital y alcanzar el ritmo de las veloces dinámicas eternamente cambiantes, inefables e inasibles de aquella máquina del tiempo conceptual del arte siempre contemporáneo, la que garantizará el viaje hacia la libertad de expresiones, prácticas y dinámicas idealmente más fáciles y rápidas hacia un mañana mejor para todos y todas…
Pero de pronto a algún ciudadano desocupado sin oficio ni beneficio, siendo tal vez el artista contemporáneo promedio un buen ejemplar para adherir a campañas de estado, se le ocurre pensar –antes de salir de su casa apresuradamente, un día lunes muy temprano en la mañana, a autogestionar los recursos faltantes del distrito o ponerse en la árdua tarea de estudiar y entender una misión/visión tan expertas como la citada– que lo mejor sería simple y llanamente no aportar a que la obra de tan representativo espacio se realice durante esta administración, decidiendo así nada más, evitar el protagonismo colectivo y quedarse en la cama enterandose de las infidencias del caso a través de Esfera Pública.
Aunque sin duda es mejor opción de vida que aceptar la propuesta de trabajo gratuito como asistente independiente de gerencia participativa, creativa, diversa y humana, en el IDARTES, no deja de ser inquietante entrever que tal indiferencia descansa ante la administración privada de lo público sobre una postura rendida, conformista y en un punto, hasta reaccionaria. Pues si bien es cierto que semejante oferta de la institución provoca que, hoy como nunca antes, abstenerse de participar en los asuntos públicos parezca configurar de manera irónica una actitud consecuente; también puede ser la oportunidad para vislumbrar otras perspectivas ademas de contemplar todo lo que ganaremos por el trabajo gratuito que se nos brinda o seguir en el terreno hostil dejado por la acostumbrada y generalizada apatía mientras unos pocos dan la pelea no mucho más allá de los límites de esta palestra, Esfera Pública. ¿Es impensable asumir una posición distinta a la espera inerme bajo las cobijas mientras llega la penosa noticia de la probable pérdida de recursos públicos sea porque no se realice esta obra, o lo que puede ser aún más temible, una dirección incompetente emprenda un proyecto impropio que perdure por años?. Ahora, avanzando por este camino, ¿no parece apremiante un cambio en la gerencia actual del IDARTES, sumando el futuro siniestro de la Galería Santafé a todos sus característicos debacles?. Antes que sea tarde, de haber una iniciativa del sector lo justo sería requerir que este puesto quede vacante, disponible para alguien que asuma los proyectos institucionales antes de nosotros. Ello, mientras algunos no respondan afirmativamente rodeando una gestión tan dudosa para ser colegas en el abuso perverso del ideario democrático, como puede resultar ver la solución extendiendo los límites de la participación ciudadana al buró de los funcionarios del estado.
La Funcionaria X
¿Veremos andar la nueva Galería Santafé, como en una fábula desmoralizante, siguiendo los primeros pasos de elefante blanco con los que retumba la ampliación del MAMBO?. Muy posiblemente; con los antecedentes de la actual administración, no resulta inusitado pensar que lo sólido que podría haber tenido este proyecto se fue convirtiendo en un peso muerto para los planes distritales. Y por indignante que parezca, realmente no es difícil imaginar un proceso kafkiano donde los globos en los que elevaron a este calamitoso Dumbito, inflados por la hiperventilación “progresista” de cierta funcionaria, lo expulsaron entre portazos de oficinas en un paseo interinstitucional de la muerte para al final dejarlo flotar a la deriva hasta desinflarse y caer torpemente en nuestras manos, como un enorme bulto de papas calientes.
Tal como ya lo habíamos afirmado, advirtiendo desde un principio lo contraproducente que puede ser el posicionamiento de otro personaje con condicionamientos sociales tan característicos de las tristemente célebres Damas de la Cultura en la administración local de las artes plásticas y con la seguridad del conocimiento de causa dejado por la experiencia de un año agotado en intentos fallidos de relación profesional con la actual gerente, reiteramos que lo mejor sería su renuncia. Aunque improbable, creo que una convocatoria consecuente por la vía de la acción ciudadana sería en sentido contrario a los intereses personales de permanencias obstinadas y adversas en estos cargos de poder. Mantener tal tipo de perfiles en la administración de lo público seguirá dejándonos abandonados a situaciones cada vez menos comprometidas con causas comunes pero más comprometedoras y hasta coercitivas, como parece ocurrir cuando desde la comodidad de tronos institucionales nos ponen entre la espada y la pared, empuñando el arma que le daría la estocada final a la Santafé de no aceptar erigir sus muros, de manera que parecería casi de una obligación o un dilema moral.
¿A cuántos encumbramientos sociales de las reconocidas Damas de la Cultura vamos a asistir, sin siquiera contemplar la oportunidad de rechazar la invitación y a pesar de la seguidilla de legatarias que hemos tenido el mal gusto de sufrir de manera indolente a lo largo de sus sucesivas reencarnaciones?: Sylvia Escobar, Ana María Alzate, María Consuelo Araújo, Berna Chique Chique, Gloria Zea, etc., etc., etc.
Ahora, volviendo a la Conversación # 1 | El medio artístico y el Idartes, es notable que a pesar del rosario de inconsistentes argumentos con los que la voz de la institución intenta autolegitimarse agónicamente, como expiando culpas; parece claro que no logra hacernos reconocer una gestión destacable y por el contrario no resultan ser pocos ni fútiles los reclamos hechos desde el sector. Ello fue más que evidente en varios momentos a lo largo de la citada reunión como cuando, en medio de este clima de inconformismo y ante las responsabilidades que exige la Galería Santafé, Cristina Lleras parece justificar su propia evasión explicando un exclusivo punto de vista, difícilmente rebatible para quien no ha ocupado como ella el cargo de Gerente de Artes Plásticas y Visuales del IDARTES: “es distinto cuando uno está adentro, uno es un funcionario X; uno puede hacer toda la pataleta del mundo pero pues eso no depende de mí”*. Frente a semejante pretexto, de pronto alguien puede decir que cuando uno está afuera, en calidad de ciudadano lego, lo que tiende a imaginar es algo contrario a lo que dice la gerente como por ejemplo que un funcionario público en su posición le compete garantizar el lugar que ha sido históricamente el principal espacio de exhibición artística del distrito y en un marco más amplio, sin alejarse de los mínimos, uno supone que también se le puede reclamar (sin exigir pataletas) la suficiencia para ser vocera de la ciudadanía, del sector específico que supuestamente representa, respondiendo así por intereses comunes ante otros agentes del distrito. Sin embargo, como queriendo decretar un particular estado de excepción de la administración pública, ¿sus declaraciones no parecen desengañarnos dejando ver que lamentablemente el suyo resulta ser el caso contrario?
¿Se trata de aplicar la retórica necesaria para mantenerse inamovible en su puesto a pesar de la impostura institucional que configura tal descargo de responsabilidades?. Su discurso continúa así, buscando convencernos que una obra como la Galería Santafé puede lograrse si y sólo “si hay un sector muy fuerte o una figura muy fuerte”* que desde el poder ejerza la suficiente presión política, social y económica, descartando de tajo la segunda opción al compararse y poner como ejemplo la supremacía de Gloria Zea –su estereotipo de Dama de la Cultura– y en tono autoindulgente, asegurar que ella, a diferencia suya, si puede “lograr un montón de cosas porque es un personaje público”*. Aunque no por nada la susodicha también ha sido reconocida en un Top Ten del Jet Set muy por encima de los dudosos rankings del arte; para rematar su ingeniosa exposición de motivos, finaliza denominándose humildemente como Funcionaria X. Dejándonos así la única posibilidad que debe ser aceptada, como si se tratara de una loca pero irreversible jugada del destino por la cual la bolita queda en manos de todos, menos en las de la Lleras.
En conclusión, si nos dirigimos hacia esta perspectiva, –evitando principalmente la incertidumbre de contradecir directamente el paradigma posicionado en los cargos de poder para la dinastía inquebrantable de las Damas de la Cultura– ante todo tendríamos que confiar a priori, ciegamente, en una prerrogativa como la incompetencia del cargo de Gerente de Artes Plásticas y Visuales del IDARTES para el proyecto de la Galería Santafé. Viéndonos obligados a aceptar que no queda otra salida más allá de: ¿representar como si se tratara de un honor y deber cívico la gestión de quien nos convoca?, ¿asistirla y excusarla en sus negligencias e incapacidades, asumir sus funciones y tomar posición lanzándonos de cabeza al vacío socavado en la gerencia pública?, ¿convertirnos como comunidad y medio en un “grupo de presión” para hacerle frente a la emergencia –que deviene en causa– de la pérdida de este espacio?. ¿La totalidad de la “esfera pública” del arte confluirá en un futuro cercano cuando, después de acomodadas las fichas cerrando filas en torno a esta promisoria figura de la gerencia y gestión cultural, gracias a nuestra colaboración y visibilización de sus logros, podrá salir en hombros por la puerta grande de una nueva y futurista Galería Santafé, como un loable personaje público, y ahí sí “lograr un montón de cosas”*?
* Conversación # 1: El medio artístico y el Idartes