Con donaciones desde un dólar, muchos artistas han encontrado financiación en la red, pero, sobre todo, aliados para sus proyectos. El ‘crowdfunding’ es una alternativa cada vez más popular en el mundo que en Colombia todavía tiene obstáculos.
«Por la plata no se preocupe, porque no hay». Con frecuencia quienes se dedican a las artes tienen que escuchar estas palabras. Para poder financiar sus proyectos, los creadores necesitan igual o más creatividad que frente a un lienzo o a una hoja en blanco. Hasta ahora, esta tarea ha estado repartida entre el Estado -en Europa sobre todo- y mecenas privados, lo que es más frecuente en Estados Unidos.
Pero la crisis de 2008 y la incertidumbre que ha reinado desde entonces ha puesto el dulce a mordiscos, y la cultura encabeza la lista de recortes, lo que ha llevado a que aparezcan alternativas. Son plataformas que ponen en contacto directo a los creadores con un público dispuesto a apoyar ideas que seduzcan. Y más que a apoyar, a entrar a hacer parte de estos proyectos.
La fórmula se llama crowdfunding y la hacen posible sitios web que prestan el servicio de conectar buenas ideas con quienes pueden ayudar. El más conocido, pues reúne muchos y muy diversos proyectos, desde documentales hasta libros pasando por festivales musicales y artículos de diseño, es Kickstarter.com. En él, cualquier persona con una iniciativa puede registrarse y proponer su proyecto para que los dueños del sitio lo evalúen. Los que pasan el filtro son publicados con una meta de dinero a recaudar en un tiempo límite. Los visitantes pueden donar desde un dólar hasta el total de lo solicitado. Si no se alcanza la meta, hay reembolso. Existe una base de confianza muy fuerte; los proyectos que logran el objetivo -alrededor del 45 por ciento- quedan disponibles para que sus responsables informen sobre su desarrollo.
Para manejar los recursos se utiliza el sistema de pagos de Amazon, mientras que la comisión para la página es del 5 por ciento. A cambio de sus aportes, los creadores ofrecen incentivos que pueden ser una nota de agradecimiento, una copia autografiada de un DVD con la película o de un ejemplar del libro o incluso incluir el nombre del donante en los créditos.
Pero Kickstarter no es el único. Existe una buena oferta de plataformas que va en aumento. Hay especializadas en cine, Vodo.net, y en la industria editorial: Unbound.co.uk; también una especializada en Latinoamérica: Idea.me. Pronto estará disponible www.goteo.org, que lleva la idea un paso más allá. «Queremos generar comunidad en torno a los proyectos. Además, trabajamos con un fondo social de instituciones y empresas, permitimos ayudas no monetarias y nos constituimos como fundación sin ánimo de lucro», asegura desde España Enric Senabre, uno de sus gestores. También funciona una para proyectos de periodismo investigativo: Spot.us.
Entre los que le han apostado a esta herramienta está Margarita Jimeno, colombiana residente en Nueva York, con su nuevo cortometraje, Swimming Away, que trata de una competencia de natación en la que tres inmigrantes se disputan un permiso de residencia. En Kickstarter recaudó 8.000 dólares, la mitad del presupuesto. «Es saludable la posibilidad de ser financiado por un sistema democrático, sin un comité pequeño de ilustres personajes del cine que deciden qué proyecto ‘merece’ ser financiado», cuenta. Jimeno resalta cómo, bajo estas reglas, «si la idea es buena e impactante, la voz se riega y gente desconocida aporta dinero». Uno de estos desconocidos, recuerda, le envió un billete de 50 francos suizos. «Venía con una carta muy bonita de un inmigrante ucraniano que se identificó totalmente con el corto, pues él trabajaba en ese momento lavando platos y con sueños de hacer arte».
El proyecto de Jimeno arrancó con la meta de reunir cinco mil dólares en un mes, objetivo que alcanzó en menos de dos semanas. «Tuvimos que reinventar la estrategia. La gente apenas veía que estábamos financiados, ya no quería seguir donando». Señala algo clave: la cultura de la donación, que ya existe en Norteamérica. «Esta sociedad está acostumbrada a dar, entonces, no es tan difícil convencer al público desconocido; es bien visto dar a cambio de muy poco». Eso sí, las plata no llega por arte de magia. «Hay que promover el proyecto en muchos espacios. Es un trabajo de tiempo completo», apunta.
Otro caso exitoso es el del dueto colombo-argentino Lulacruza, conformado por Alejandra Ortiz y Luis Maurette. Ellos, junto con el reconocido director de videos musicales francés Vincent Moon, querían viajar por Colombia para registrar, en audio y en video, tanto los sonidos de la naturaleza como «las músicas tradicionales y contemporáneas». «El objetivo era ‘dialogar’ con ellas para así crear nuevas músicas», explica Ortiz. Presentaron el proyecto -que hoy es una realidad y del que salieron videos y varios discos- en Kickstarter y fue aprobado. «Pedimos 12.000 dólares y recaudamos más de 15.000». De la red obtuvieron dinero, pero también de un público que se dejó cautivar por la idea y quiso ir más allá del mero apoyo. «Aparte de conseguir plata, se crea una red de colaboración con gente que cree en lo que haces y, sobre todo, confía, Además de dinero, se ofrecían a tomar fotos, a mezclar grabaciones; nos ofrecieron hospedaje. Se nos abrieron otras perspectivas. La gente se siente parte del proyecto», añade Ortiz. Para ellos fue clave dejar claro desde el comienzo que el producto final sería gratis. También sugieren, como ellos hicieron, un blog para compartir los avances.
Pero el crowdfunding no se limita a estas plataformas. El programa periodístico Contravía aplicó un modelo similar para su última temporada: les pidió apoyo a sus televidentes, sin recurrir a un sitio web. «Estos pequeños aportes fueron los que trajeron donaciones de instituciones más grandes como la del Open Society Institute», explica su productor ejecutivo Juan Pablo Morris. El director paisa Jorge Mario Álvarez ha encontrado a muchos dispuestos a aportar su trabajo para su largometraje Los niños de la niebla, entre ellos, la actriz Flora Martínez. Eso sí, en Colombia todavía falta superar las trabas que impiden recibir donaciones y más si estas son en moneda extranjera. Hasta ahora, la alternativa es contar con una cuenta en Estados Unidos.
¿Cuál es el secreto del crowdfunding? Pablo Arrieta, experto en cultura digital, cree que es más fácil vender una idea a los fans que a unos inversionistas. «Hace rato dejó de ser delirante pensar en que puedo recoger fondos para mis proyectos a escala global», apunta. Los consumidores, que antes eran pasivos, han pasado a ser socios de proyectos cuyo resultado muchas veces es propiedad de todos.
«Los artistas conservan sus derechos, reciben apoyo, crean su obra y la entregan a fans que la aprecian. Se vende antes de hacer y no queda sujeta a los juegos del mercado tradicional, en el que las cosas puede que salgan mal por estrategias erradas y no por errores del creador y su obra. Y al contar con una base que apoya, seguro la distribución de la pieza va a ser más sencilla», comenta Arrieta, quien está convencido de que esta es una herramienta que en los próximos años se consolidará y cobrará más importancia. «La gente quiere contribuir, y con solo ‘likes’ uno no puede pagar cuentas. Muy pronto el ‘crowdfunding’ será un camino para proyectos de todo tipo, no solo culturales».
publicado por Semana