Un Salón Horizontal

Comenzando el 2008, el grupo Maldeojo debatió aspectos relacionados con el modelo de Salón y cómo podría verse un programa de esta naturaleza en la diversidad del Caribe, tratando de entender como el Salón sería marcado por las condiciones locales. Para ello fueron necesarias las lecturas de contexto y hacernos preguntas que responden al imaginario: ¿Quién recuerda que Jamaica colinda hacia el norte con Colombia? ¿o, que gran parte de la inmigración de inicios y mediados de siglo XX llegó al país por Puerto Colombia, generando una amalgama de culturas que iniciaron el desarrollo y la modernidad? Cuando se habla de la región Caribe se habla de manifestaciones culturales, de mestizaje y de una idiosincrasia generada por las condiciones ambientales, geográficas e históricas que la caracteriza…

El Salón Anual, como se le llamó en la época inicial al evento que hoy conocemos como Salón Nacional de Artistas, fue el escenario para la generación de los modernos, permitiendo el desarrollo en Colombia de las vanguardias que hacían furor en Europa a finales del XIX e inicios del siglo XX.  El evento fue durante mucho tiempo un espacio deseable al desarrollo de la obra de un artista y su posterior legitimación en el ámbito cultural; espacio para la visibilidad, la crítica y el intercambio con el medio artístico dispuesto a tomar riesgos a favor de la evolución del arte. Desde los años 50 una generación de artistas del Caribe desarrolló un movimiento acorde al espíritu moderno y algunos de ellos tuvieron fuerte presencia en los Salones Nacionales, entre ellos cabe mencionar artistas de la calidad de Enrique Grau, Alejandro Obregón, Cecilia Porras y Alvaro Barrios quién, como anécdota, ganó un tercer puesto y lo rechazó al no estar de acuerdo con las políticas de Colcultura de la época.

Ahora, si entendemos el Caribe como una franja geográfica que bordea el norte de Colombia, entonces resta mencionar el trabajo del grupo Maldeojo compuesto por artistas y docentes que han desarrollado continuas intervenciones en la región dirigidas al fomento de las prácticas artísticas. Las actividades de Maldeojo se desarrollaron parcialmente en los laboratorios de mediación y creación, una derivación propia del programa de laboratorios de investigación y creación del Programa Salones de Artistas del Ministerio de Cultura, una propuesta pública que yace en los principios de fomento y reconocimiento local. Para Maldeojo el artista entra a mediar entre las expresiones culturales propias de las comunidades y conceptos cercanos a las prácticas artísticas contemporáneas, dando como resultado materializaciones singulares y eventos artísticos en contexto.

Actualmente Maldeojo, gracias al esfuerzo conjunto de las entidades que apoyan y una decisión nacional a través  de la concertación en el marco de los comités regionales,  asume el desarrollo del proyecto 42 Salón Nacional de Artistas que en su versión 2010 – 2011 toma el nombre de “Independientemente”. Desde ya se está configurando un proceso de gran interés para las artes en Colombia debido a la descentralización del programa y la oxigenación de las artes que el evento produce en cada región. Maldeojo, conformado por Eduardo Hernández, Rafael Ortiz, Manuel Zúñiga, Carole Ventura, Eduardo Polanco y Adriana Echeverría, lideran actualmente la propuesta de la cuadragésima segunda versión del Salón Nacional de Artistas con una propuesta ambiciosa y atenta a la complejidad que busca involucrar, no solo a Cartagena la sede del evento, sino también a Barranquilla y Santa Marta además de generar acciones en los diferentes departamentos y algunos municipios que componen la región.

Arte y territorio

El 41 Salón Nacional realizado en Cali trajo consigo una serie de preguntas interesantes con respecto al evento nacional que abrió sus puertas al arte internacional y un modelo un tanto ajustado al cual se acomodaron las regiones.  Comenzando el 2008, el grupo Maldeojo debatió aspectos relacionados con el modelo de Salón y cómo podría verse un programa de esta naturaleza en la diversidad del Caribe, tratando de entender como el Salón sería marcado por las condiciones locales. Para ello fueron necesarias las lecturas de contexto y hacernos preguntas que responden al imaginario: ¿Quién recuerda que Jamaica colinda hacia el norte con Colombia? ¿o, que gran parte de la inmigración de inicios y mediados de siglo XX llegó al país por Puerto Colombia, generando una amalgama de culturas que iniciaron el desarrollo y la modernidad? Cuando se habla de la región Caribe se habla de manifestaciones culturales, de mestizaje y de una idiosincrasia generada por las condiciones ambientales, geográficas e históricas que la caracterizan.

Independientemente con el Salón Nacional en su versión actual asumen el Caribe colombiano como región de lugares donde cabría señalar las relaciones entre territorio y estética. Es un punto de vista que nos permite revisar los flujos y trayectos que unen el país con el Caribe insular y la geografía continental; un pretexto para entender lo que somos al entrar en contacto con otros lugares y paisajes a través del enfoque de las artes visuales. La propuesta de Salón se mueve en dos frentes: una relación con el territorio Caribe de los 12 proyectos del país más el componente internacional, y una activación de las curadurías regionales que extienden sus planteamientos tanto con obras como procesos, una y otra en un diálogo cultural y estético. El trayecto previsto por los artistas que provienen de las diferentes zonas del país se desarrolla en las ciudades de Santa Marta, Barranquilla y Cartagena, las que reciben cada una cuatro proyectos de investigación curatorial que tocan aspectos relevantes concernientes al arte, a la economía, al cuerpo, la migración e hibridación, las fronteras, nuevas tecnologías y prácticas ancestrales y culturales de lo que hoy es el país. ¿Que relaciones se pueden construir, no bajo consignas regionales, sino a través discusiones culturales en este intercambio? Experiencia que queda por ver y que posiblemente se discutirá en el 2011 en Encuentro de Lugares, la plataforma discursiva del Salón Nacional en Cartagena de Indias. Un acontecimiento que reunirá los diálogos interculturales, las manifestaciones artísticas y el análisis y crítica que surja del actual Salón donde las relaciones intrínsecas podrían ser  la norma.

Lo horizontal

Cuando se habla de territorio desde las prácticas artísticas y de la diversidad de eventos que conforman el actual Salón, habría que pensar en relaciones, en relaciones con y desde el territorio. En ese juego de relaciones es deseable que se produzca un despliegue vital de nuevas formas de pensar y de construir el sentido de territorio, una mesa horizontal donde los diferentes actores entran en relación y generan creativamente  mundos posibles que emergen solo en la fecundidad de los encuentros. George Yúdice en entrevista dada a Tristestópicos dice; “Si uno comienza ideologizado, afirmando que el arte es para esto, o que debe hacer esto o lo otro, entonces el arte terminará ajustándose a tales creencias, siendo justamente lo que uno tenía en mente. Se trata más bien de permitir que se produzca una relación del artista con su medio o con otros artistas en colaboración para que de ahí surja alguna invención. Las obras que buscan poner en operación una ideología por lo general no generan una revelación. Cuando digo “ideológico” no me refiero necesariamente a una finalidad política sino a una idea que luego se implementa, que se cree que se está llevando a cabo”.

Consideramos que el Caribe se integra así como la plataforma geográfica donde las fichas del dominó yacen expuestas en desorden sobre la mesa, listas a invertirse para resaltar allí el paisaje, tanto natural como el de las relaciones sociales. Bien lo dice Benítez Rojo: “Lo caribeño no es un centro o una raíz; es un rizoma que se desplaza en varias direcciones imprevistamente, una corriente marítima de varios ramales, o bien las trayectorias posibles de un huracán, que puede empezar como una tormenta tropical en las costas de África, organizarse a la altura de St. Thomas, cruzar sobre Puerto Rico y La Española, y tomar rumbo norte bordeando La Florida y amenazando a Nueva York.” Independientemente se configura a nivel conceptual desde el pensamiento archipélico de Édouard Glissant, quien señala al Caribe como lugar de un nuevo tipo de pensamiento que defiende lo transversal en lugar de lo universal. Lo universal es una sublimación de lo particular. Ha caducado esta perspectiva tradicional – “continental”- según la cual mi manera de ser sería la única válida universalmente. El reconocimiento de la diferencia constituye el elemento principal de la relación en el mundo.

“El fuego fértil será siempre un fuego conjunto”, escribe el autor francés nacido en Martinica.  El Caribe es un modelo rizomático, con  múltiples raíces que permiten ir al encuentro de los demás, siendo así desde su condición geográfica como desde su peculiar forma de pensamiento, errático, criollizado y de fronteras porosas. Esa condición propia es la que facilita el encuentro de los otros, recogiendo iniciativas de afuera que entran en dialogo con lo local. El litoral es, de suyo, intercultural, su forma de pensarse y de ser así lo confirman, y ese modo de ser-pensar quizás se vincula con la propia geografía. El carácter abierto, extrovertido y espontáneo no es un modelo calificativo y único de la cultura regional, en sí lo que se destaca es el prisma de las relaciones. La lectura del otro donde la visión que multiplica es esencial. Conceptos que a su vez fundamentan el sentido del actual modelo de salón horizontal.

Rafael Ortiz

Equipo Maldeojo

5 comentarios

Si se ha apelado al término ¨Independiente ¨ para calificar esta nueva edición del salón nacional pensando en los bicentenarios, valdría la pena tomar en cuenta seriamente que el Caribe es la cuna histórica del pensamiento anticolonialista, desde ¨La breve historia de la destrucción de las Indias¨ de Bartolomé de las Casas hasta ¨ Los condenados de la tierra ¨ de Franz Fanon. Y que por lo tanto cabría tomar en cuenta esa persepectiva en el diseño definitivo del salón. El ensayo de Susan Buck-Morss sobre Hegel y Haití resultaría en ese caso singularmente útil.

«La denominación del proyecto con el adjetivo Independiente es una referencia a la ruptura de la tradición en la historia de los salones de Arte que se inicio en Francia desde finales del siglo XIX; su transformación en el adverbio de modo Independientemente implica una acción que modifica el significado del verbo Independizar y también del adjetivo Independiente, en clara alusión a actuar con independencia; es decir con libertad, que es una reflexión de interés en esta conmemoración y confirma la vigencia del valor de la transgresión en el desarrollo de los procesos del arte contemporáneo.»
EXTRACTO DEL TEXTO independienteMENTE de Eduardo Hernández Fuentes del Equipo Maldeojo.

gracias por la aclaracion. la pregunta es genuina. sobretodo porque un salon nacional es lo menos independiente del mundo… ya que depende de los presupuestos del estado para realizarse… el gesto de «independencia» parece ser lo que se valora a pesar de su «imposibilidad».