un malestar con nombre propio

Es un hecho que en la facultad de Bellas Artes de la Tadeo hay un malestar, algo que no funciona bien, pero que a la larga nadie sabe explicar a ciencia cierta.
Si bien es cierto que hay personas que tienen cosas que contar, anécdotas que compartir, quejas que formular (como hemos podido ver en este blog), hace falta lo más importante: que la maestra Sylvia diga algo al respecto.

Víctor dice en el texto introductorio: “No sobraría aquí preguntarse dónde están los funcionarios del Consejo Nacional de Acreditación para hacerle un seguimiento riguroso a las irregularidades que la Facultad (de la Tadeo) sigue cometiendo y de las cuales siguen siendo presas los estudiantes.”. Pues bien, cuando se hizo el proceso de acreditación estuvieron esos funcionarios presentes en la Universidad hablando con algunos de los estudiantes. ¿Y qué pasó? Que no se dijeron cosas relevantes con respecto a las problemáticas internas de la facultad. Me parece (confieso que no me acuerdo muy bien) que sí hubo comentarios sobre el hecho de que la facultad no tiene convenios con otras universidades etc. pero nadie se metió con la parte administrativa de esta. Como raro, aquella vez la mayoría asumimos esa actitud de valegüevismo total. Además, ¿cómo se puede hablar de un malestar que no se sabe exactamente qué es? ¿Un malestar con muchos síntomas? Yo personalmente aún no logro descifrarlo completamente.

Quiero abordar este problema desde situaciones muy sencillas, desde las cosas que yo he percibido. Pequeñas reflexiones basadas en hechos personales.

Puedo afirmar que no he visto a Sylvia en ninguna de las exposiciones a las que yo he asistido, que han sido varias. Quizás ella sí asista a una que otra exposición, por lo tanto no puedo juzgarla completamente. Sin embargo el hecho de que yo no la haya visto en exposiciones me da a entender que no le interesa mucho el tema. Así que yo le preguntaría a Sylvia ¿Porqué es tan escasa tu presencia en las exposiciones de arte, teniendo en cuenta que eres la directora del Programa de Bellas Artes de la Tadeo?

Sé que Sylvia no ha asistido a ninguno de los grados, a pesar de que hace dos años casi nadie se gradúa. Entonces le preguntaría ¿Porqué no le hiciste el honor a los recién graduados de hacer acto de presencia en la ceremonia después de dos años sin grados?

Sylvia al parecer no pasa mucho tiempo en la facultad. Cada vez que voy, ella NO está. (En este punto me gustaría preguntarle a los demás si les ha pasado, si lo han notado…)

Sé que para hablar con Sylvia toca pedir cita y que a veces esa cita no es asignada. De vez en cuando opta por llamar por teléfono para resolver “rápidamente” el asunto. De esto infiero que ella no está dispuesta a hablar con la gente como la hacía Manuel Santana, léase “de manera informal”, cosa que me parece fundamental en una facultad como la de artes. Aquí la pregunta sería ¿Porqué es tan difícil localizarte? Si no se puede hablar de arte contigo Sylvia, entonces ¿de qué?, lo que me lleva a la siguiente pregunta ¿Cuál es tu función como directora de programa?
(Manuel, nos has hecho falta…)

Sé que en la facultad no hay programas o convenios con otras universidades, incluso con universidades en el exterior. ¿Sylvia, ya que eres directora de programas, no deberías tener más iniciativas en este aspecto?

En fin, son preguntas sencillas pero que a mi modo de ver son importantes ya que reflejan una parte de lo que es el “malestar” aquel, difícilmente definible, pero latente en nuestra querida facultad. Seguramente todos tenemos una pequeña lista de preguntas que nos gustaría hacerle a la maestra. Sería interesante elaborar un cuestionario al respecto. Lo que sí queda claro, es que todo apunta a la figura de “Sylvia” y que ella no dice absolutamente nada.

El problema que veo actualmente en la facultad, hablando “desde adentro” es que los estudiantes no tienen muy claro qué esperar de ella. Saben qué es la directora, pero a nadie le queda claro cuál es realmente su función cómo decana. A mí tampoco me queda claro cuál debería ser la función de un decano de Bellas Artes, ya que –sin entrar en un análisis minucioso del tema- las funciones de éste sí difieren a las de los decanos de otras facultades. Y como Sylvia es un presencia silenciosa entonces las más jóvenes generaciones no tienen de qué quejarse de ella, así que es algo pretensioso querer involucrarlos en algún acto de resistencia contra la maestra. Por otro lado hace falta una posición más crítica de los estudiantes con respecto a la educación que están recibiendo, independientemente de la figura de “Sylvia”. Por lo general se asume esa actitud crítica cuando ya se está apunto de salir como maestro o maestra en Bellas Artes. En esos momentos surgen preguntas como ¿Y ahora qué va a ser de mi vida siendo “artista”? O en el peor de los casos ¿porqué estudié esto y no otra cosa? ¿Valió la pena haber estudiado artes en la Tadeo?
Queda claro que hacer algo desde adentro de la facultad es difícil. También por lo mismo que menciona Víctor en el texto. No es un secreto que la familia de la decana tiene una fuerte presencia en la Universidad y eso dificulta mucho las cosas.
Los del problema son aquellos que están en el limbo de la tesis, y los que ya están por fuera de la Tadeo (los profesores) y son pocos los que se han manifestado con respecto a lo que sucede en la facultad. ¿Si desde adentro no se puede hacer nada, entonces cómo actuar desde afuera?

Retomando el tema de Natalia Ávila, voy a hacer referencia a algo que escribió la Niña Bien Vestida de la Tadeo: “(el debate) ha querido aumentar el malestar al incluir el asunto que tiene que ver con la salida de profesores. Si, todos lo lamentamos y estamos de acuerdo, en que allí hay un enorme problema a nivel de la dirección de la facultad, pero eso es tema de otra historia, aunque algunos quieran descargar su frustración en la misma llaga.” Me parece bien que la persona que escribió esto “desde adentro” admita que hay un problema a nivel de la dirección de la facultad. Eso ya es un pequeño avance. Sin embargo todo lo que ha sucedido con Natalia, las cartas que envió al Ministerio de Cultura, al Rector de la Universidad y las respuestas que recibió son una muestra de que desde afuera tampoco se puede actuar acudiendo a las instancias legales. Ellos no entiendan realmente lo que implica un proceso artístico y no lo entenderán por más detalladas que sean las cartas de Natalia. Ellos cumplen con el protocolo indicado en el Manual de Procedimientos y lo que hacen es verificar que las personas involucradas en el asunto, que han sido acusadas de no ser idóneas para juzgar el proceso artístico de ella, cumplan con los requisitos para su puesto, como ser una maestría en artes. Que tengan el cartón acreditado. Eso es lo único que les interesa saber. Argumentan que la facultad está acreditada y que eso la hace excelente en todo el sentido de la palabra por lo que más bien les parece una falta de respeto que se ponga esto en tela de juicio.

En cuanto a las tesis, ha sido una grave falla de parte de la facultad no haber pensando desde antes en la figura oficial de tutor. Eso de buscar tutor por cuenta propia, es decir sin remuneración oficial de por medio, era una labor bastante complicada. Después de tantos problemas por fin se dieron cuenta que los estudiantes necesitan este personaje para hacer una “buena” tesis, así que ya existe oficialmente “el tutor” en la Tadeo.
Pero ¿qué sucede con la aprobación y la reprobación de los anteproyectos y de las tesis? Se trata de un asunto delicado, ya que por un lado está el proceso artístico como tal, que al ser totalmente subjetivo, depende solamente del juicio de quien lo haga. Por otro lado está la institución que debe cumplir con ciertas reglas. En el reglamento estudiantil, capítulo X, dice: “El trabajo de grado se calificará de la siguiente manera: Aprobado o reprobado”, pero no especifican las carreras. Por lo tanto Bellas Artes cuenta igual que Biología Marina, Derecho y Comercio Internacional. No sabemos como funcionan las cosas en esas facultades, pero sí sabemos que en arte la cuestión del “aprobado” y el “reprobado” es bastante compleja. Todos hemos visto obras de arte que consideramos buenas y otras malas, pero el caso es que existen y surgen del proceso de alguien. Otra cosa es que pasen por filtros de selección al ser presentadas a convocatorias, pero eso ya es otro tema. En todo caso el proceso de la tesis, proceso que admite opiniones y correcciones externas, debería ser un proceso del cual surge finalmente algo, ya sea un escrito o una obra, y no el resultado de un proyecto pensado para que les agrade a los jurados y para que -por favor- lo aprueben.
El problema no son las reglas sino en quiénes están ejerciendo el poder de decisión, en este caso el jurado conformado por Paula, Oscar, Nelson y Sylvia. ¿Qué les da a ellos el derecho de decir qué está bien y que no? ¿Sus propios procesos como “artistas” ¿Sus conocimientos en el área? ¿Los diplomas que tienen? Ya que ellos tienen el poder, ¿cómo deberían usarlo? ¿Cuáles serían los criterios más apropiados para evaluar ya sean los anteproyectos o las tesis sin tener que acudir a la reprobación de estos? ¿Será que la figura oficial del tutor va a ayudar a evitar este tipo de problemas en el futuro?
Conozco a Natalia y a Kevin y leyendo el blog sobre todos los intentos fallidos me parece lamentable no poder ver lo que hubiera surgido del proceso de investigación sobre Arte y Narcotráfico o sobre el Bodegón. Ojalá vuelvan a retomar estos temas.

Por último me queda por preguntar: ¿Sylvia, qué opinas de todo esto?

Otra niña bien vestida, medio afuera, medio adentro

PD: Estoy de acuerdo con Víctor. Es grave que sean tan pocos los estudiantes y docentes que opinen sobre estos temas.