Sobre la grieta en la Tate Modern

Rosa, que es cicuta dijo, no sin un brillo en la esquina del ojo, que lo que había que hacer con esa grieta era esto:

Reunir un grupo nutrido de activistas sin mucho que perder y con ganas de figurar (si es posible pagándoles). Planear estratégicamente para que todos entren a la Tate al mismo tiempo (como los de la rumba en el video). Cada uno lleva tres kilos de cal enredados en el cuerpo y al sonar un pito, todos corren botando la cal a lo largo de la fisura. Uno de los activistas graba la acción, cuyo video venderá a un noticiero y servirá para pagar las posteriores multas a los activistas y para aspirar la cal. Mientras tanto, otro activista espera en la puerta de la institución a los reporteros de CNN y BBC, avisados con veinte minutos de anticipación y que no alertarán a los de la Tate para ganar rating en el noticiero. Una efervescente nota escandalosa dotará de suficiente visibilidad mundial al trabajo, a la artista y a la institución. En tanto que se negocian las penas a los activistas y se aspira la grieta, se pide permiso a la artista y a la Tate para montar una mesa en la mitad del Turbine Hall y sentar en ella a Noam Comsky, Alfredo Molano, Ángela Patricia Janiot y Paris Hilton (a su vuelta de Ruanda). Los cuatro discutirán en vivo para CNN sobre el tema de la legalización.
Ya estábamos cansados y ahí quedó la cháchara…

Andrés Matute