Sobre la Crítica

Iniciamos la segunda temporada de #LeerLaEscena con la lectura que hace Juan Peláez de un comentario de Jose Aramburo en la discusión en torno a «Los hijos bobos», un texto de Carlos Salazar Wagner donde hace una dura crítica a los espacios gestionados por artistas.

Iniciamos la segunda temporada de #LeerLaEscena con Juan Peláez y su lectura de un comentario de Jose Aramburo en la discusión en torno a «Los hijos bobos«, un texto de Carlos Salazar Wagner donde hace una dura crítica a los espacios gestionados por artistas.
#LeerLaEscena es un proyecto de [esferapública] que propone una serie de aproximaciones a su archivo de debates y textos. Como uno de estos modos de acercamiento, se ha invitado a distintos lectores de este foro a escoger un aparte de un debate o texto del archivo y leerlo en voz alta.
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Apartes de la discusión en torno a «Los hijos bobos» >
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Manuel Kalmanovitz 2013/05/06 10:46 am Yo sé que es un lugar común pedirle a los críticos que pasen a la acción, pero en este caso me parecería ideal que Carlos Salazar Wagner nos mostrara qué cara tiene una “férrea búsqueda de obras” y cómo se podría satisfacer su exigencia de “creatividad y contundencia”. Hay muchos espacios donde podría hacerlo, basta contactarlos por Facebook y cuadrar una fecha, todos están sedientos de ideas. Mientras más gente haya haciendo cosas buenas, mejor para todos.

Un aspecto positivo de este número de espacios independientes, que aparece como algo negativo en este texto, es que no hay convocatorias –o sea que el trámite para hacer algo ahí no es tan complicado ni tan mediado por requerimientos institucionales–.

Usted puede acercarse a cualquiera de los que manejan esos espacios y decirles “oiga, tengo una idea, quiero hacer una férrea búsqueda de obras para luego montar una férrea exposición donde los férreos lazos de amistad no cuenten para nada. Una exposición donde sólo puedan participar gente que yo no conozca, y donde no puedan simplemente ‘montar algo’. ¿Ah? ¿Le suena? De verdad que no va a ser como un hijo mongólico, se lo aseguro. Yo me lo imagino como un hijo sano y saludable, sin irregularidades en sus cromosomas”.

Y ante semejante propuesta, algún espacio rebuscará en su calendario y le dirá que sí y ahí todos podremos ver cómo se ve la paradójica propuesta del autor de hacer una investigación donde la simpatía no se tenga en cuenta (¡sería toda una hazaña, eso sí, porque la simpatía existe en tantos sentidos!).

(Aclaro que curé con Natalia Sorzano de Tímido y puedo decirle que no todos los que participaron eran “amiguis” míos, aunque sí me simpatizaban. Pero como según el texto simpatía y amistad son la misma cosa, no sé si sirva de algo la explicación).

Iván Ordóñez 2013/05/06 12:29 pm Creo que el texto de Carlos Salazar Wagner no va por el lado del creciente auge de espacios. Creo que en lo que llama la atención como sub-texto es en la reproducción de prácticas que posiblemente son las mismas que estos espacios critican de lo institucional. El amiguismo como práctica política y burocrática, independientemente de la existencia o no de algún tipo de convocatoria; la cercanía y necesidad de hacer parte de un circuito basado en el mercado (ferialización, galerismo), entre otras. Hay que ser muy ingenuo para comer cuento de la noción de independencia como circuito autónomo en un país como este. Por eso me parece que lo que dice Salazar Wagner podría ubicarse en el campo como crítica independiente (parafraseando a Andrea Fraser y demás en aquello del apellido institucional) que devela, por decirlo así, la micropolítica de estas “alternativas”.

Carlos Salazar Wagner 2013/05/06 2:24 pm No dudo en primer lugar el carácter utópico del texto, que si bien no propone una solución explícita ni tampoco expone una nueva falencia sobre el mundito del arte, sí creo y estoy casi seguro, pone el dedo en la llaga sobre una situación que se hace crítica y que pareciera estar siendo defendida por muchos con sus insufribles lobby de amigos; aunque me urge aclarar ciertas incógnitas porque pareciera que me tildan de artista resentido y marginal.

Señor Kalmanovitz, no me preocupa que no entienda las comparaciones, las metáforas, ni la ironía y, por ende, no intentaré hablar en fábulas; lo que si me tiene desconcertado es que en su opinión me tildara como alguien ajeno a los espacios independientes. Si escribo esto es porque hablo desde adentro, he tenido la oportunidad de ser amigo de estos espacios y observar plácidamente como realizan sus eventos y exposiciones, he incluso vivido y escuchado en primera persona el “vamos a hacer una exposición, haga algo”.

No sé en que mundo viven muchos, si es que tanta mediocridad se les hizo algo normal y la ineptitud creciente no les permite ni comparar, planear e iniciar un nuevo diálogo y/o proyectos. No sé incluso si ya exista la siguiente pregunta ¿Qué obra o qué investigación parece concordar con el objetivo de mi curaduría/evento? o incluso creo que no existe el siguiente razonamiento: ¿Será que la obra de “x” artista tiene mucho más fuerza que la mía y es más congruente con el discurso de la exposición? Pareciera que los proyectos de todos los amigos son perfectos y tan interesantes que se olvidaran del millar de artistas que TAL VEZ tengan obras mucho mas significativas que los mismos pelagatos observados. No se trata de proponer como algo novedoso una exposición donde prime la investigación, es exigir que las exposiciones tengan un mínimo criterio investigativo y curatorial, es decir, no es algo nuevo, es algo que DEBEN tener pero que el señor Kalmanovitz parece olvidar.

Existe también el carácter utópico de las convocatorias y las investigaciones, evidentemente no se van a encontrar artistas maravillosos a primera mano ni se presenta una inmensidad de proyectos. Lo que si resulta casi demandable es que esta falacia parece haberse olvidado y que la presentación galerista de amigos/artistas se nos tire en la cara como proyectos de investigación y nadie lo denuncie –insisto, yo no hablo de la periferia-.

El producto final que es palpable es el estancamiento, estancamiento que parecen observar los 201 me gusta sobre el texto, pues el aceptar proyectos que no son ni siquiera cuestionados por los gestores del proyecto (ni en su inicio ni en su proceso) donde el único requisito es ser amigo entonces queda la siguiente pregunta ¿Cuál fue el criterio (teórico, plástico, etc.) por el que fue escogido el proyecto aparte de la camaradería?

Finalmente la decisión de escoger a los espacios independientes es que resulta más irrisorio su actitud rebelde que toman muchos, cuando sus practicas son el espejo de la burocracia de las instituciones que tanto critican, además de mi consideración personal de ser los espacios independientes parte fundamental de la fomentación artística de la cual parecen olvidarse y adentrarse al lobby de la amistad. Sin embargo es una situación generalizada por lo cual ladenominé en totalidad como la escena del arte.

PD: Muchas palabras están en cursiva porque parece que algunas frágiles personas no parecen entenderlas dentro del férreo contexto del texto.

Juan Sebastián Ramírez 2013/05/06 5:54 pm Con el puro animo de llevar la contraria y de irritar a los espíritus sensibles, les voy a contar mi experiencia con MIAMI la cual es diametralmente opuesta a la que cuenta Widy. Quería hacer una exposición en Bogotá y estaba buscando donde hacerlo. Como cualquiera lo hubiera hecho acudí primero a los amigos donde por razones que no recuerdo el asunto no se podía hacer. Una vez antes había ido a MIAMI y, aunque no los conocía y en resumidas cuentas no tenia ni idea quienes eran, decidí contactarlos. El proceso fue el usual “pues si.. podría interesarnos.. ¿por qué no nos envia una propuesta por email?”. Eso hice, esperé un tiempo y no me contestaron (como siempre sucede en estos casos), por lo que insistí de nuevo (como debe hacerse) y recibí la respuesta que quería: “hagámoslo”.

En ese primer momento, no era amigo de ninguno de ellos y mi contacto se limitaba a un par de llamadas telefónicas, un corto intercambio de correos y una saludada durante una inauguración en La Central. Después se hizo la dichosa exposición y durante el proceso de montaje nos fuimos conociendo y cogiendo confianza y aprecio. La experiencia fue bastante gratificante (al menos para mi), me gustó su actitud la que consideré honesta, fresca y desinteresada. Algunos meses después, de una manera bastante instintiva los invité a que me propusieran un proyecto para una de las salas del museo en el que trabajo. Aclaro para los cazadores de conspiraciones que al momento que se realizó mi proyecto-curaduria en MIAMI, aun no detentaba el cargo de curador del museo.

En fin, todo esto para introducir el capitulo final de esta novela. Después que MIAMI hiciera su proyecto en Cali, yo estaba buscando (de nuevo) un lugar en Bogotá para mostrar un otro proyecto. El proyecto era el libro de Victor Albarracín que había editado (y del cual yo estaba muy orgulloso) y la exposición que lo acompañaba. Por supuesto, mi primera idea fue proponerlo a los nuevos buenos amigos de MIAMI. Mas allá de mi amistad reciente, sabía que ellos eran amigos de Víctor, que algunos de ellos en el pasado habían trabajado con él, que les interesaban las publicaciones, que también eran amigos de Francisco Toquica (quien había diseñado el libro), que la cosa iba en el “estilo MIAMI”, que era un espacio donde el proyecto se desarrollaría de una manera muy natural, etc.. Además, ellos ya habían visto la exposición en Cali y leído el libro y, me habían hecho buenos comentarios. Sin embargo cuando lo propuse me dijeron “no sabemos… vamos a pensarlo”. Después recibí la respuesta: “este año ya hemos trabajado en dos ocasiones juntos, y Víctor ya ha expuesto acá.. y nos parece que es mejor evitar la endogamia.. preferiríamos hacer proyectos con gente nueva que no conozcamos, que aparezcan por ahí”. Y así fue. Cuando los MIAMI estuvieron en Cali se entrevistaron con artistas de acá que no conocían, y después de un tiempo los invitaron a exponer este año en Bogotá. Lo de Victor se hizo finalmente en otro lado.

Resumiendo… ser amigo no hizo ninguna diferencia en el plano laboral. Sin embargo, es muy común que los agentes del campo artístico, heridos en su ego al ser rechazados, en vez de poner en duda la calidad de sus proyectos, se limiten a buscar un tercero a quien culpar. La culpa siempre es de los demás..

William Contreras Alfonso 2013/05/06  7:27 pm Una solución interesante sería adquirir la sana costumbre (que yo ahora he perdido y de lo cual me admito igualmente culpable) de ejercer una labor crítica constante sobre lo que consideramos mediocre y falto de carácter conceptual. Se ha acostumbrado a no hablar sobre lo que no nos gusta y dejar pasar las cosas esperando que el olvido se encargue del asunto, pero leyendo las críticas en esta discusión salta a la vista que hay un enorme inconformismo soterrado en el público que no suele ver la esfera pública, ni siquiera en esferapublica. A excepción de poquísimos personajes como Guillermo Vanegas, es muy extraño ver por este medio a alguien que se ocupe de un ejercicio de crítica simple y útil: ir a una exposición de arte, diferir con ella y compartir dicha opinión. Se acostumbra a escribir en universalismos y generalizaciones sobre un supuesto estado del arte del arte local, pero pocas veces verdaderamente alguien dice con ejemplos puntuales que fue lo que no le gustó y porqué. A Carlos Salazar Wagner no le han gustado varias exposiciones y nos intenta explicar porqué. Eso está bien. Una galería no acepta cualquier proyecto que le proponen y por eso es acusada de falta de criterio ¿Porqué?

Otro punto: Realmente dudo que sea serio decir que el amiguismo curatorial es cosa de los espacios autogestionados. Es común ver gestores, curadores, impulsadores y cocuradores adjuntos elevados en posiciones de poder a punta de lagartería coctelera y apellidos caros que entregan becas, premios y meten mano en las rifas culturales para que quien le caiga en gracia entre a colecciones de bancos o se vaya a visitar Sao Paulo. Acá hay gente que imprime tarjetas de presentación con el título en mayúsculas de CURADOR E INVESTIGADOR y nunca han mostrado resultados ni en lo uno ni en lo otro, pero ahí siguen a flote, quién sabe cómo…

Santiago Castro 2013/05/07 1:10 am Muchas ideas en el texto de Carlos Salazar Wagner son generales, vagas y sobre todo extremadamente godas/ortogonales en la comprensión de cómo hacer exposiciones de arte.

En el ambiente ya tenemos buenos procuradores fascistas y tenemos suficiente con Ordoñez. Estaría bueno al menos en el arte, tener espacio para que vivan los hijos bobos, los hijos mongólicos, los buenos hijos, las ovejas negras, los maricas y hasta los espacios malditos.

Y si estamos en una era en donde suenan tanto palabras como inclusión, diversidad y entretenimiento, debería algún “amiguis” de María Paz proponerle para la Feria Artbo, un pabellón de espacios “independientes”. Nunca he asistido a la feria, no se si ya se ha hecho tal cosa, pero depronto puede ser un buen ejercicio para ver en la práctica diferentes espacios, formas, estrategias, métodos y fines de las muestras. Tal vez en la cercanía espacial entre espacios se puedan ver diferencias formales serias, que justamente alimenten el mundito del arte local.

José Aramburo Tanta actividad crítica debe dar mucha hambre. No sé, digo.

Juan Melo 2013/05/07 8:59 pm Creo que en principio, el asunto planteado, debe alejarse de lo doméstico y de los sentimientos de frustración ante la negativa a ser exhibido, o pedir la oportunidad de exhibir. De la galería MIAMI solo podemos decir en Cali de una sola exhibición,con sus defectos y virtudes que da cuenta de una serie de procesos en los cuales unos mas acertados que otros, evidencian un trabajo de transversalidad con un juego de retoricas ya no tan contemporáneas. Por encima de generar una crítica vacía y llena de quejas y de tristezas, mejor generar unos señalamientos de los curadores, que ha realizado el ejercicio en Cali,

Hace cuatro años dirijo Precarius Tecnologicus un proyecto de arte e interactividad, que en el que participan diseñadores de medios interactivos, ingenieros mecatrónicos e ingenieros multimedia, puedo dar cuenta de quienes desde un criterio profesional curatorial, se han tomado el trabajo de ir al taller a conocer de primera mano que se gesta desde las ideas de alguien que dedica su vida al quehacer artístico pos electrónico, en todo este tiempo solo he recibido cuatro visitas, la primera de Guillermo Marín y Jim Fgankugenn de la curaduría en vídeo arte e interactividad plastica titulada “Para verte mejor” en Popayán, que hizo parte del 42 Salón Nacional de Artistas “Independientemente”, la segunda fue del curador Carlos Betancourt para la curaduría “Ensayos para un mundo perfecto” del Salón de arte joven BBVA-Banco de la República; la tercera fue Carlos Blanco del Colombo Americano de Bogotá titulada Ensayos de dibujo interactivo y la cuarta y última visita fue de Juan Sebastían Ramírez y Erika Florez de la curaduría “Desde el malestar” para el 14 salones regionales de artistas, son la únicas visitas que he tenido y con todos ellos he tenido la oportunidad de compartir ideas y exhibir las vídeo instalaciones interactivas, creo que la lista sería mas larga si tan solo, los curadores vinieran hacer su trabajo “In situ”,

Creo que son los excesos de poder y el tráfico de influencias en la escena artística la que hacer ver a los artistas bogotanos, además de bobos, como unos mafiosos de unos carteles disfrazados de circuitos artísticos.

La lista de las visitas al igual que las exhibiciones des-afortunadamente no es mas larga porque ningún otro curador ha venido a ver el trabajo en el taller, donde se puede instalar y ver en directo, pero cuando escuchan que el trabajo que realizamos aborda tecnología, interactividad y código abierto, no importa el carácter filosófico de lo que se plantea, sino que los curador@s ponen pies en polvorosa y salen corriendo, primero, porque generalmente no conocen sobre arte y nuevas tecnologías (osea que no conocen la contemporaneidad post-digital) y segundo que cuando finalmente te escuchan simplemente dicen: “no se puede porque no hay plata para el alquiler de los equipos”.

Finalmente creo que el asunto es que la curaduría tiene que volverse un ejercicio mas riguroso y serio, los curadores deben ir al taller del artista, hablar con él, dejar ese tráfico de influencias que se maneja en la política y en la mafia porque en el escenario nos comportamos igual que bandidos de cuello blanco y Cali no es la excepción, aquí también hay carteles del arte con sus bobos a bordo.

Adriana Martinez 2013/05/09 11:56 am Como “acusada” me cuesta responder a una “critica” que en realidad es una pataleta llena de insultos y odio. No entiendo de que manera el “acusador” pretende, exige y podría interesarle en lo más mínimo la respuesta de una persona que considera mediocre, idiota, unineuronal, importaculista y con un trabajo paupérrimo y nauseabundo. No entiendo el punto de la discusión, tal vez mis neuronas no son suficientes.

Hablar sobre si las personas que exponen en MIAMI son amiguis o enemiguis creo que es irrelevante, no tendría ningún sentido excusarme o intentar demostrar que ese no es el criterio de selección numerando cada caso en que le hemos dicho que no a un amiguis y que sí a un desconocido (amiguis en potencia). En todo caso nuestra meta tampoco es ser incluyentes y democráticos; trabajamos por lo que creemos, con lo que nos llama la atención y sentimos simpatía. Por eso hicimos nuestro propio espacio.

Tampoco me siento en la obligación de demostrarle al inquisidor ni a nadie que efectivamente hacemos investigaciones, intentamos buscar nuevos artistas, conocer mas gente, mas amiguis… Y no porque tengamos la obligación sino porque nos interesa.

Con respecto a la calidad de las exposiciones, el hastío y nauseas que siente Salazar hacia ellas, pues sólo puedo decir que hemos hecho exposiciones malas, no tan malas y creo que también buenas. Hemos hecho mas de 40 eventos en los dos años de funcionamiento que llevamos y han sido en su mayoría charlas abiertas al publico donde invitamos a nuestros amiguis y enemiguis a discutir sobre las exposiciones y los problemas en torno al arte contemporáneo bogotano. Jamás he visto a nuestro nuevo critico en éstas charlas. Si quieres un respuesta inmediata ¿que mejor manera que ir, leer el texto y debatirlo en persona? Quedas muy invitado y personalmente te haré llegar una invitación a la siguiente charla.

Con respecto a la cantidad de neuronas que me quedan, mi mediocridad, estupidez y demás insultos, no tengo mucho que decir. Tan solo te recomiendo por si decides pasarte a charlar, ahorrarte ese tipo de “criticas” para no cerrar el dialogo ni volverlo una pelea personal.

Adriana Martinez, miembro unineuronal de MIAMI.

Alejandro Martín Maldonado 2013/05/09 a las 10:23 pm Resulta increíble ver cómo se puede llegar hasta la perversidad de querer burocratizar todo, una locura de vigilancia “crítica” que replica lo peor de los sistemas de control y reemplaza los reglamentos por un sistema de denuncias. Se quejan de las burocracias, pero parecen querer que los espacios que se crean con el espíritu contrario deben operar bajo controles peores. La amistad, que es lo único que nos salva de la desesperación en este mundo lleno de razones para no querer vivir, ahora resulta que es el peor de los crímenes. Si uno saca una revista, o monta un espacio, o crea un cineclub, es para proyectar películas que le interesan, publicar cosas que la parece que valen la pena, hacer cosas con los amigos, hacer amigos en el camino. Si lo que se hace es pésimo, que digan lo que quieran, pero que no vuelvan un crimen hacer cosas con los amigos.

La verdad en los tiempos que llevo de espectador de las discusiones entre artistas, me ha impresionado mucho que, partiendo del acuerdo que parecen tener de lo malas y perversas que son las instituciones, por un lado les sigan poniendo tanta atención, y por otro, no creen espacios para reemplazarlas. Todas las décadas de crítica institucional no les han servido a los artistas para liberarse de las instituciones, sino al contrario para obsesionarse hasta grado sumo con ellas. A tal punto que los artistas se sienten críticos, no porque sean lúcidos, o porque traten temas políticos, o porque desbaraten las estructuras del sistema, sino porque critican, torpedean, y se regodean con las instituciones artísticas. Luego de 10 años en que la política y la realidad colombiana pasaron por sus momentos más atroces y más descarados, la idea del arte crítico se concentró en su mayor parte en darle una y otra vez a los mismos funcionarios del sistema artístico. Que sin duda muchos han sido criticables por muchas razones, pero no sé si merecían tanta atención. Más durante todos estos años horribles.

Todo parece confirmar que hay una obsesión con ser artistas, y cómo al final para muchos lo único que determina el ser artista es tener que ver con instituciones artísticas (llámese museos, universidades, otros artistas, gestos definidos como artísticos hasta ser institucionalizados), pues muchos de nuestros artistas o críticos parecen condenados a vivir alrededor de estas instituciones.

Yo no lograba entender que los jóvenes artistas no crearan sus propios espacios. Así que la serie de apariciones que van teniendo cada semana o cada quince días, para mí han sido un respiro y una señal de una mediana sensatez y de ganas de hacer cosas. Lo que era incomprensible era la nada. ¿Cómo es que no había espacios de encuentro, parches de músicos, portales de video? Con tanta gente en ciudades tan grandes, no podía ser que ninguno hiciera nada y todos se quedaran esperando a ver qué hacían los dos o tres museos y las mismas galerías de siempre. ¿Será que se iban a quedar todos conectados a facebook y nada más?

Me preocupa mucho la tendencia a generalizar, a hablar de todos los espacios nuevos como si fueran el mismo. Me entristece que la actitud sea la de juzgar y la de la superioridad moral. Me sorprende que no les den tiempo, cuando los espacios son tan nuevos y los que los han creado tan jóvenes. Yo he visitado un par de veces Espacio 101, un par de veces La agencia y El Parche, sigo desde hace rato a Los invisibles, fui una vez a Miami, y los sigo a todos por Facebook y tristemente me toca ver desde lejos lo que hace La usurpadora y Residencia en la tierra. Siempre que voy a Cali voy a Lugar a dudas, y no saben las gracias que doy por que exista ese lugar increíble. Y en Medellín visité Casa tres patios y Taller 7. La verdad todos me parecen muy diferentes y a todos les he visto iniciativas muy buenas. En Miami y en la Agencia asistí a muy buenos debates (donde había agentes de distintos espacios) y donde se evidenciaba la gran diferencia entre unos y otros y donde tenía lugar algo que puedo decir que casi no he visto aquí en Esfera Pública y es que unos aprendan de otros, y que sin estar de acuerdo, puedan hablarse sin insultarse y sin mirarse por debajo del hombro.

Pero los espacios independientes no son solo estos espacios físicos de combos artísticos, también están las revistas como Matera y Asterisco. Hechas por amigos e invitando amigos, son dos hechos fantásticos de los años recientes. La última Asterisco es la mejor exposición de una generación que todavía no ha recibido la exposición que merece en un espacio físico. Aunque extraño los primeros números de Matera donde el protagonismo anónimo de Manuel Kalmanovitz la hacía surreal, me parece que cada número es mejor que todas las exposiciones de dibujo que haya visto en galerías. Matik-Matik y Festina lente son unos espacios donde se presentan los mejores artistas contemporáneos que tiene colombia y que da la casualidad de que son músicos. Los pirañas son algo que uno no acaba de creer, Meridian Brothers son tremendos, Mugre y Las malas amistades crean los mejores ambientes en los que uno se pueda meter.

Creativos, amistosos, hondos y generosos son también los Siluetos y los Jardín, los Lagunos y Destiempos, Entreviñetas y Robots, los de Radio Pachone y Mixticius, los de Bogotraxx y La Peluquería. Unos más ingenuos y otros más cínicos, unos más aguerridos y otros más tiernos. Unos más sofisticados y otros más crudos. La bobería también a ratos funciona como sazón. La inteligencia a veces ayuda y a veces sobra.

Los Siluetos han expuesto en calendarios los dibujos de dos tremendos y desmedidos Jim Pluk y Mateo Rivano, y la serie de los mitos colombianos es la curaduría temática mejor llevada a cabo en mucho tiempo en estas tierras: allí donde se pudo caer en el cliché más manido salen Power Paola y Inu Waters con unas recreaciones fantásticas y potentes, a la vez tiernas y deprimentes, de la Madremonte y el Mohán. Lástima que los libros de Jardín sean tan caros, pero muchos estarán de acuerdo de que el libro de La felicidad es de los mejores proyectos artísticos recientes. Y así no se vendan casi y no sean los libros del año como la maravilla de Emma Reyes, los libros de Juan Mejía y Lucas Ospina, de Laguna, merecen estar en esa misma exposición donde están Rivano, Waters y Mancera.

Y si conocemos los impresos, es también gracias a gente como los de La peluquería o el Mercadito de los domingos, Casa tomada o La madriguera del Conejo, que han prestado sus espacios y sus esfuerzos para que los conozcamos. Y sí, porque unos son amigos de otros, o porque sin conocerse son amistosos los unos con los otros. Muchos porque Manuel Kalmanovitz los ha acogido, con la ayuda de Francisco Toquica por ejemplo, para reunirse en las Ferias independientes a presentarnos libros, músicas, afiches y demás. Reproducidos a precios nada desmedidos. Con versiones en pdf gratis para descargar.

Independientes se llaman a sí mismos también los que han hecho posible que el cine colombiano por fin vuelva a hacer que uno quiera verlo. Chocó y La playa DC tienen mucho que enseñarle a los que hacen todo tipo de ejercicios con imágenes en movimiento con grado de artistas, pero La Sirga es algo tan fuerte, emocionante y conmovedor, tan aterrador y hermoso, que uno bien puede quedarse mudo.

¿Toda esa generosidad, inteligencia, hondura y belleza merece ser tratada así como la tratan aquí? ¿En realidad creen que la solución es mantener este sistema de denuncia como lo peor de los regímenes de paranoia del este y del oeste?

Y que tal si más bien gastaran un poco de su tiempo en hablar bien de lo que se hace bien. ¿No es mejor dejar que todo eso que no merece la pena merezca el desprecio y el menosprecio de no ser mencionado? Que tal si alguien nos cuenta de los hallazgos que tuvieron lugar en La residencia en la tierra o de aquel momento tremendo que pasó en La usurpadora. Por que no reseñamos todo lo que ha hecho El parche y como Marius Wang, hacemos cosas con los artistas que nos parecen profundos y rompedores. ¿Por qué no se ha publicado un catálogo con los textos de El Bodegón para que seamos conscientes de los tremendos artistas que participaron y los textos que inspiraron?

Es verdad de Guillermo Vanegas y Lucas Ospina están muy solos en su tarea de hablar de lo que pasa (y hacer su propia obra con sus textos), todos extrañamos que Víctor Albarracín no haya vuelto a escribir casi, gente que escribe tan bien como Manuel Kalmanovitz y Julián Serna debería sacar un rato para contarnos lo que hacen sus colegas: los que no hayan leído el texto de Serna sobre Maria Teresa Hincapié corran a leerlo porque es lo mejor que se ha escrito en los últimos años sobre nuestro “campo”.

Yo debo la reseña juiciosa de los mejores libros que he leído recientemente: el Virus Tropical de Paola, Bogotá con mar de Kalmanovitz; del disco más tremendo que haya escuchado en décadas: Toma tu jabón Kapax de Los pirañas y de la película más fuerte: La Sirga. Allí encuentro lo mejor del arte contemporáneo reciente, consecuentes como pocos con lo que los mejores artistas de todos los tiempos (en especial los colombianos) han podido enseñarnos. Yo me tomo mi tiempo para saldar mis deudas, pero las saldo. O al menos eso intentaré.

Víctor Albarracín 2013/05/10 6:36 am “Amiguis, no hay ningún amiguis”. Epígrafe a “Políticas de la amistad”, de Jacques Derrida (sólo para que se vea mi rigor investigativo y la férrea construcción discursiva con la que escribo esto y no se me tache de mongólico, porque con ser feo ya tengo más que suficiente).

Solo quiero decir que todo este “debate” se trata de un problema de cercanía, de amistad, y del hecho obvio de que a Max Brod, por ejemplo, lo que Kafka, su mejor amigo, escribía, le parecía tan la retrochimba que decidió traicionarlo y no quemar su obra completa sino más bien, publicarla.

¿Qué es una buena exposición? ¿Qué es una investigación férrea? Es estúpido intentar responder a esa pregunta, porque estamos hablando de arte, es decir, de subjetividad. A mí, la obra de Doris Salcedo me parece una completa gonogorzobia (no encuentro una palabra más fea que esa para adjetivar algo en mundo), pero si ella fuera mi amiga, su obra me parecería fantástica. Se los juro.

El problema, creo, está en que los espectadores como Wagner (no Richard sino Carlos) han perdido la capacidad de sentir simpatía por algo, de sentir amistad por algo y también de odiar con las tripas más que con las conveniencias; de, por pura enemistad con ese algo que odian, tomarse el tiempo para decirnos por qué, sin ambigüedades, les pareció tan mongólica una exposición hecha por un grupo de amigos en el Caribe, o por qué, de una forma clara, echándonos el cuento sin pereza, les parece, más allá de la sosa y abstracta perorata general, que todo es una basura.

A mí también me parece TODO una basura, pero hay basura que recibo con cariño. Con mucho más cariño del que suelo recibir las “férreas investigaciones” de los sesudos académicos y de los grandes maestros, de todos esos nombres construidos a punta de metáforas, alusiones, citas, argumentaciones y de una batería teóríca tan sólida como estéril.

Y ya para terminar, y qué pena con todos ustedes, si quieren crítica, escríbanla. No sean atenidos.