Sobre la Bienal del Mercosur (1)

Khaled Hafez, a77a Project.

Durante los próximos tres meses será necesario ver cómo se arreglan las cuentas, cómo se compra el pasaje y cómo se saca el tiempo, para ir hasta Porto Alegre, Brasil, a recorrer la 8º Bienal do Mercosul que tiene por curador general a José Roca. El viaje vale la pena, para ver las obras (claro!), pero más aún para ver el encuentro entre ellas, cómo esas obras que podrían seguir hablando solas, comportándose como monólogos, que es la forma de actuar del arte (y de todo lo) contemporáneo, en esta Bienal han conseguido encontrarse para tener una conversación entre ellas.

El arte de conversar supone dos condiciones sin las cuales, o no existe o se ha convertido en un mero teatro de diálogo. La primera es la anulación de cualquier jerarquía: si en un diálogo el profesor o el jefe, en virtud de su puesto, tiene la razón de antemano, el ejercicio se anula y no hay forma de que el intercambio aparezca. La segunda es que debe tener un centro: el cual no se da como un artificio de poder, sino como un tema a ser compartido, un único tema que en una buena conversación se transformará, llevará a otros, pero jamás se volverá miscelánea pues cuando llega a este punto, la conversación se disuelve.

En la 8º Bienal do Mercosul, específicamente en la parte Geopoéticas, la conversación arranca de una manera eficaz, pues consigue cumplir las dos condiciones básicas, no tiene jerarquías –no hay una obra que imponga las reglas del juego–, pero sí hay un tema, el cual se da como eje o como punto de encuentro.

De este modo, basta ir de un galpón al otro, de una esquina a la siguiente, para percatarse de una discusión boyante, donde queda claro que todas esas obras, desde el Melanie Smith/Rafael Ortega hasta Khaled Hafez están hablando mal de un único y mismo objeto: están realizando una crítica y es por eso que el diálogo prospera.

No hay conversación sin crítica, término que implica analizar y juzgar, esto es: dividir un objeto en partes para, después de examinar cada una de ellas, volver a unir estas partes, pero sin seguir el orden anterior, lo que depara en otro objeto completamente diverso al original, pero jamás autónomo o nuevo o inventado.

Bien, el tema de conversación de la 8º Bienal es claro: el concepto de nación. Un concepto que cada obra, cada artista va picando a su modo, va recorriendo a su modo, y que lleva a una fuerte discusión sobre su origen: las revoluciones de la última mitad del XVIII y la primera mitad del XIX, esas revoluciones ilustradas de San Martín, Bolívar, Napoleón y Washington, que crearon nuestro mapa, nuestras fronteras, nuestros nombres y nuestros monumentos, que rompieron el mundo y lo volvieron a juntar de una manera inusitada: sin Rey, pero que ahora, en este momento del presente, tenemos que criticar: dividir para juntar de nuevo. Ahora bien, ¿cómo vamos a dividirlas y cómo vamos a juntarlas? Nos tenemos que sentar a conversar sobre eso, y una de las conversaciones fuertes, calientes, vivas está al frente del río Guaíba en esta 8º Bienal del Mercosur.

Continuará…

 

Julia Buenaventura de Cayses

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