sin sangre en las venas

1. Ya que Pablo Batelli, a diferencia de todas las personas que aparecemos incluidas en su texto «Extensión crítica», no hace crítica (o quizás su ausencia en el listado brilla allí como la Única Posibilidad Crítica), no entiendo entonces cuáles son sus ansias de joder: «quise joder a los demás y lo logré», según él mismo afirma en otro de sus nunca afortunados epitafios. Hablar de hacer crítica implica, supongo, la posibilidad de que esa crítica hecha haga algo, construya acontecimientos y ponga a vivir algo nuevo en cambio de simplemente sentenciar a muerte por costumbre y mezquindad.

2. La crítica debería tener un poquito de humor. Humor que al final tienen hasta los ladrillazos institucionales de Guillermo Vanegas cuando consigue hacer literatura del patético enfrentamiento con Andrés Hoyos. Si Batelli simplemente quiere joder, no entiendo porqué no lo hace con un ápice de gracia.

3. Siempre hablando de los contextos y nunca capaz de encontrarle la medida a ninguno. Si sabemos, y creo que todos lo sabemos, que lo que pasa por Arteria es trivial por naturaleza, por qué no dejarlo de ese tamaño y sí promover un desangre crítico si, lo sabemos también, la crítica no tiene sangre (o si la tiene está congelada, como no deja de hacer ver Batelli cada vez que escribe sus «incendiarias» declaraciones éticas). Podríamos haber dicho que Jaime se ve gordito en la foto, o que a mí me rompieron la cara por líos de faldas o por bocón o, más bien, por dócil. Podríamos decir que las preguntas son ingenuas y las respuestas institucionales. Pero no, tenemos que hablar de «fanatismos y militancias de diversa índole en acuerdo tácito con intereses económicos superiores o no a sus agentes que han tomado la decisión de marginar a cualquier costo a sus disidentes», la verdad sea dicha, ya quisiera yo establecer acuerdos económicos de cualquier clase y con quien fuera para sobrevivir con dignidad, pero mi menos que modesto perfil, mi falta de simpatía y lo poco fotogénico que resulto me impiden incluso llegar a conseguir trabajo porque, en todo caso, siempre termino trabajando gratis.

4. Y es por eso mismo que me resulta jodida la declaración universal de dignidad de Batelli (otrora conferencista en cuanto evento gestaba el grupo de investigación del que hacen parte Ospina e Iregui en los Andes, universidad de la que, no sé si lo recuerdes Pablito, tú mismo eres egresado): porque habla de las personas sin tener la más puñetera idea de a quién se está refiriendo, justo como ese Andrés Hoyos que habla de Guillermo Vanegas como si fuera el sucesor de Martha Senn en una todopoderosa organización gubernamental guiada por oscuros y fraudulentos intereses cuando, en realidad, la situación es muy distinta.

5. Por eso, al final, me pregunto qué es lo que pretende Batelli con tantas ínfulas libertarias. Quizás toda esta parafernalia de capitales, patrimonios e intereses oscuros no sea más que el esbozo de la envidia por no estar comiendo una tajada suficientemente grande del pastel de la industria cultural, ¿no?

Pablo Batelli no constituyó -en resumen- un proceso inocuo.

Víctor Albarracín

1 comentario

Sería importante que las tertulias de este foro no se diluyeran en pugnas, egoísmos y subdesarrollismos viendo que la construcción de lo colectivo es una tarea y valor a promover en este medio. En vez de estar llevando la discusión a las sombras como lo hace Ospina con tanta maestría o al ímpetu acalorado como suele hacerlo Albarracin, deberíamos en este caso tomar ejemplo del tono conciliador de Arcos-Palma, quien sitúa su correspondencia en el terreno de las ideas sobre arte; promoviendo siempre una posición de serenidad que tanto hace falta por estas fechas.

Intuyo ademas que la dependencia a la red encuentra en estas mismas fechas sus mas altos índices. Se abren en Facebook nuevas redes y la brújula solo deja ver un movimiento vertiginoso en todas las direcciones. Ganará esta vez la imagen? Seguirán teniendo valor las promesas de palabras por encima de la vista? Esperemos que deparen estos rumbos cambiantes para el arte. De pronto, no lo queramos así, la bomba atomina esta cada vez más cerca.

Ricardo Arcila