recuperación de la poética

«Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia. Nada supe de los deliquios embriagadores, ni de la confidencia sentimental, ni de la zozobra de las miradas cobardes. Más que el enamorado, fui siempre el dominador cuyos labios no conocieron la súplica. Con todo, ambicionaba el don divino del amor ideal, que me encendiera espiritualmente, para que mi alma destellara en mi cuerpo como la llama sobre el leño que la alimenta.»

Me pregunto: ¿Para qué será que en Colombia ponen a leer la Vorágine en el bachillerato, cuando uno en esa época casi no alcanza a captar el significado de la poética del asunto?

Precisamente, hace algún tiempo, oponiéndome a la oscura impresión que tuve en el colegio, osé volver a leer a José Eustasio Rivera y tal como lo señala Alejo Carpentier, a nivel del uso del lenguaje, el contenido épico de la Vorágine es extraordinario.

Me uno, por ello, al voto por la recuperación de la poética y de la metafísica, dimensiones de lo humano que pienso que puede dar un nuevo aire a la creación artística de nuestra época.

Los nexos entre literatura y plástica están casi abandonados actualmente y sería bueno recuperarlos.

En todo caso, los clásicos siempre serán fuente de lo imperecedero, de lo eterno, de lo inmortal…

A propósito de antiguos debates acalorados, vale la pena revisar en este punto a Homero:

“Canta, oh diosa, la colera del Pelida Aquiles, Colera funesta que causó infinitos males a los aqueos…”

Dimo García