Predicciones sobre el arte que se nos viene

He visto a un ex-artista antioqueño tratar de explicar la posmodernidad proyectando cuadros sinópticos; fui espectador del «oso» realizado por una exalumna de Lyotard cuando trató de presentar lo impresentable; escuché a un artista caleño cuando declaró que el «arte nuevo» debía abolir la pintura; soy amigo de un excelente pintor que, a la hora de concursos nacionales, presenta instalaciones; vi las pataletas de varios artistas a quienes no se les otorgaron premios nacionales; conozco a un buen artista colombiano que trabaja con elaborados softwares y fue vetado en este tipo de concursos; asistí a una charla hace poco de un influyente sociólogo francés en la cual se quejaba de que llevamos 35 años hablando del fin de la modernidad, pero todos los días tenemos que seguir alimentando nuestro cuerpo y consumir desechos visuales modernos, arquitectónicos y de todo tipo.

También he vivido con pesar como un crítico de talento abandonó su oficio debido a la incapacidad de los artistas colombianos para plantear teorizaciones interesantes; escuché a un promotor artístico de Medellín que insiste en que la función del artista debe ir más allá del museo, de modo que influya y tome partido en las decisiones más relevantes del país; he leído aun filósofo de la historia «gringo» que se atreve a vaticinar la continuidad del arte sobre la base de una reflexión sobre el arte mismo y su funcionamiento; y, por último, leí a un crítico activista norteamericano que marca una diferencia entre la modernidad tecnológica y la modernidad artística y plantea la necesidad de continuar la primera y de retomar el espíritu combativo de la segunda, pero aboliendo cualquier rastro metafísico de las vanguardias.

Esta introducción, que tiene que algo que ver con una conocida petición de Lyotard, me sirve para entrar en el terreno improbable de las predicciones. Espero que un escrito sobre un tema semejante sirva de magneto para que artistas de todo tipo tengan un referente distinto a los ya exageradamente usados de «Art Forum» y «Art in America».

Existe una enorme variedad de criterios que tratan de explicar este momento de «relajamiento» (1). Voy a hacer una especie de operación matemática que, con algo de sentido común, sume y reste cualidades y falencias de algunos de estos criterios para llegar a tres predicciones que describirían con cierta ecuanimidad, los lineamientos generales de lo que veremos en arte de aquí a unos cinco años, que es bastante en esta época.

Para empezar, hay que decir que en arte todo puede ser de otra manera. Lo interesante aquí entonces es el ejercicio mental que supone el pensar una predicción, aún si es totalmente descabellada. Al fin y al cabo, como dijo -si no me equivoco- Catherine Ringer, actriz pornográfica y cantante del grupo Rita Mitsouko «prefiero ser ridícula que parecer inhumana».

En 1979 el dibujante barranquillero Alvaro Barrios organizó una exposición itinerante por algunas ciudades Colombianas con varios artistas conceptuales jóvenes del momento. El mismo estaba comprometido con proyectos que incluían, por ejemplo, la publicación de grabados populares en periódicos y obras «interactivas» (recuérdense los «Sueños con MarcelDuchamp») que lo llevaron a vaticinar que el arte de los años 80 en todo el mundo sería puramente conceptual.

Pero no era sólo él. Unos pocos años atrás en la escena internacional, las obras de Douglas Huebler, Robert Barry, Nam June Paik, Joseph Kosuth, Robert Morris, Lawrence Weiner y Walter de María entre otros, comenzaro a crear serias dudas acerca del funcionamiento y la naturaleza de la pintura, la escultura, la percepción en general y el mercado artístico.

Al mismo tiempo, los alemanes e italianos contestarían a esta invasión anglosajona con pinturas y esculturas que presentaban algunas novedades lingüísticas como la simultaneidad de figuración y abstracción y la referencialidad histórica.

Todo esto no quiere decir que Barrios estuviera equivocado, ni que le haya impedido convertirse en el artista más logrado de su generación; sino que es precisamente en estos años -1975/80- que se adquiere conciencia de que el arte es emisión y recepción de significados.

Joseph Kosuth, que no ha dejado de producir obras analíticas desde 1965, se me ocurre como pilar de esta predicción. Su serie «Cathexis» (1982) se concentra en la cancelación del proceso significativo por medio de una serie de inversiones como frases que se contradicen, extracción y repetición de palabras «clave», etc.

Por otro lado, compañeros generacionales de Kosuth, que nunca abandonaron los espacios museales y de galería (2) como Sol Lewitt, Donald Judd, Carl André y Dan Flavin entre otros, demostraron con sus obras «escultóricas» la importancia de lo puramente dado; del material y lo fenomenológico como el medio comunicativo primero y más importante en un trabajo, incluidos los del pasado y también los objetos del mundo.

Por lo tanto, sería muy interesante ver en estos años obras que CANCELEN EL PROCESO SIGNIFICATIVO MEDIANTE UNA INTERACCION IRONICA ENTRE PALABRAS Y EL MATERIAL CON QUE SEAN FABRICADAS ESTAS PALABRAS. Es decir, un revuelto entre el último Kosuth y la fenomenología.

Para nuestra segunda aventura futurista tendremos que tocar los ineludibles mass media.

El señor Arthur C. Danto ha explicado notablemente como Warhol y sus amigos produjeron, con el «simple» hecho de representar objetos comerciales o emitidos por los medios, una disminución metafísica en el arte occidental de tal magnitud, que es irreversible. El fracaso del chamanismo arcaizante de Beuys (3) y de las «nuevas mitologías» (4) son reveladoras en este aspecto. Definitivamente nos alejamos ya de la «visión curva» (5), premoderna, y nos enfrentamos a una atomización massmediática y nihilista. En un contexto así, los artistas SERAN ADMINISTRADORES DE MEDIOS Y REVELADORES DE SIGNIFICADOS OCULTOS ENTRE LA SIMULTANEIDAD DE EMISIONES: NEOCHAMANES DE LAS COMUNICACIONES, «MAESTROS» EN CREAR ALEGORIAS CON LOS MEDIOS DE COMUNICACION.

Para muchos críticos simplistas (sobre todo latinoamericanos), la problemática del arte actual consiste en abolir la pintura. Pero debemos preguntarnos, en esta era telemática, ¿no ha sido la pintura, por lo menos hasta 1940, el paradigma de lo «virtual»? una vez que las vanguardias formalistas lograron concientizarnos de que «detrás de toda pintura vive un rectángulo» (6), la pintura como «ventana» parecía destinada a desaparecer. Sin embargo, baches como la transvanguardia y el neoexpresionismo, pero también la invasión de medios electromagnéticos, han suscitado este soporte, no como ventana sino como campo de experiencias. Una performancia no es más «macha» que una pintura. La calidad no depende de la técnica, sino de las ideas e hibridaciones que ambas puedan generar.

Así que, la tercera y última elucubración sobre el mañana es que HABRA PINTURA «CONCEPTUAL» O COMBINACIONES BIDIMENSIONALES NO-TECNOLOGICAS, ESTRATEGICAS E INTELIGENTES QUE RESUMIRAN MUCHAS INFLUENCIAS «FRIAS», DESDE EL POP HASTA EL VIDEO. Por lo tanto, no serán metafísicas como las de Mondrian, sino que funcionarán más en la linea virtual del pensamiento que en la emotividad romántica.

Estas tensiones que estúpidamente me atreví a formular, tal vez ya se hayan dado en algunas obras que conocemos, pero lo que planteo es más un hacer conciente con ellas que encontrar casualidades históricas aisladas. Las tres se darán simultáneamente -espero que con muchas otras- y como caras opuestas del fenómeno «deconstrucción». Quizás por eso la cuestión que más inquieta a algunos artistas y autores, y que permitiría terminar con el «relajamiento» – que no es tan malo como quieren hacernos creer algunos autores- es la pregunta: ¿es o no la deconstrucción el último eslabón del espíritu heterodoxo vanguardista? Difícil predicción.

 

Fernando Uhía, artista*

*Publicado en el Archivo X. Septiembre de 1996. El Archivo X era un archivo portátil donde se guardaban propuestas, textos, fotocopias y en algunos casos, convocatorias de artistas participantes en las reuniones que propiciaba este proyecto, coordinado por Jaime Iregui.

archivox

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Notas
(1) Término acuñado por J:F:Lyotard.
(2) Para más información acerca de estos artistas y su relación con los espacios museales, ver el articulo «Serra, Brancusi,. Continuidad, ruptura e historicismo». Por Carlos Vidal en la revista LAPIZ # 114
(3) Luis Camnitzer hace un análisis comparando a Beuys y a Oldenburg en ARTE EN COLOMBIA # 66, páginas 51 y 52.
(4) Vattimo analiza estas formas de lo mitológico en su libro «La sociedad transparente».
(5) Término de Guy Hocquenghem y René Scherer para describir la visión premoderna en el libro «El alma atómica».
(6) Donald Judd.