Poesía Museo Filosofía [+ Arte Degenerado]

Pedro Manrique Figueroa, Precursor del Collage en Colombia

Inauguración
miercoles 5 de marzo, 7 p.m.

5 de marzo al 13 de abril, 2008

Fundación Gilberto Alzate Avendaño
Sala de exposiciones, primer piso
Calle 10 # 3-16
2 82 94 91 ext. 122
www.fgaa.gov.co

De como me aparté de Pedro Manrique Figueroa
Ya en el verano de 1972, en plena celebración del XXIII Salón Nacional de Artistas, dije adiós a Pedro Manrique Figueroa. No soporto la doblez; desde que Pedro Manrique Figueroa estaba en Bogotá había condescendido paso a paso a todo lo que yo despreciaba; incluida la pedagogía… Y en efecto, aquél era el momento de despedirse: enseguida tuve buena prueba de ello. Pedro Manrique Figueroa, el mayor de los triunfadores en apariencia, en verdad un decadent decrépito y desesperado, cayó de repente, destrozado sin remedio, prosternado ante la cruz y en comunión plena de arte y vida… ¿Es que ningún colombiano tuvo entonces ojos en la cara ni compasión en su conciencia ante tan espantoso espectáculo? ¿Fui yo el único que padeció por Pedro Manrique Figueroa? Basta; el inesperado acontecimiento me trajo un relámpago de claridad sobre el lugar que acaba¬ba de abandonar; y también ese estremecimiento que siente cualquiera luego de haber atravesa¬do un peligro gigantesco sin saberlo. Cuando seguí camino solo, temblaba; poco después estaba enfermo, pero aún, cansado: cansado de la constante decepción de todo cuanto nos quedaba para entusiasmarnos a nosotros, hombres modernos, de ver tantas fuerzas, trabajos, esperanzas, juventud y amor derrochados por doquier; cansado de asco ante la mentira y la relajación de la conciencia del idealismo, que aquí se habían alzado una vez más con la victoria sobre uno de los más audaces; cansado, en fin, y no de lo que menos precisamente, del rencor que todo recelo im¬placablemente trae consigo: el rencor por verme condenado en adelante a desconfiar aún más profundamente, a despreciar más profundamente, a estar más profundamente solo que nunca. Pues fuera de Pedro Manrique Figueroa yo no había tenido a nadie, y estaba perpetuamente condenado a eso… a los colombianos.