Parte 3. Una Segunda Oportunidad para Hitler

El preocupante diagnóstico que bien podría arrojar tan grave condición del artista sumergente lo da el avance de una cepa tropical, febril y alucinógena, de ese famoso síndrome de nuevo rico, a la que por obvias y bochornosas razones (de una pobreza que va más allá de lo material) es difícil resistirse. El rumbo internacionalista, globalizante, transnacional, de las carreras de quienes disfrutan su padecimiento, aparece ya trazado; el puerto de salida del insufrible tercer mundo no se vislumbra muy lejos, puede encontrarse como espejismo a la vuelta de ese destino turístico familiar tan puerilmente añorado.

* Viene de una Segunda Parte

Un Mar de Corrupción

 

La ida al Club Los Lagartos rompía esa rutina comercial que pudo haberme apartado de la academia, con enormes molestias para mi padre. Pero en ese plácido lugar, entonces campestre, la cosa era peor: no podíamos nadar, porque nos habían enseñado por culpa de los griegos (¡Eureka, Eureka!) que los cuerpos de mayor densidad en el agua se hunden y se ahogan. […] Hecho maravilloso de antaño eran las vacaciones en Apulo, donde sí podía entrar a la piscina, pues el agua me llegaba solo al cuello (como les está pasando a todos los colombianos que no saben nadar en el mar de la corrupción).

Carlos Lleras de la Fuente. Memorias de mis Vacaciones. Revista SoHo.

 

Correspondiendo al dicho popular que reza: Para todo hay gente. Esta facción incestuosa, no sería tan prolífica, lejos del calor de una muchedumbre lagarta que —mientras se amontone a la sombra sinuosa e intimidante de los más retorcidos árboles genealógicos— sabrá verse implicada oportunamente entre la concurrencia a encubrir, adornar y envolver en papel regalo, acuciosas evidencias aún desprovistas de coartadas definitivas.

Por ello, si solo depende de una proclive y contínua participación de consagrados arte-servidores, fidelizados a priori a sus presuntos mercaderes, prosperarán incluso nuevas copias de un mismo modelo para tan sospechoso esquema de negocio.

El que por más denunciado que esté, bien podrá seguir contando entre nóminas paralelas con todos aquellos prolíficos trabajadores de La Cultura quienes ante cualquier viso de oportunidad, sin pensarlo dos veces, aterrizarán como moscas a empalagarse en los supuestos privilegios que conlleva el favor de quienes certifican sus pestilentes, manchosos y pegachentos curriculums, con ítems tan reputados como únicamente puede ofertar ese expertise estético consistente en la renovación de imágenes públicas tan viciadas como las de sus prometedores «padrinos» y «madrinas».

¿Acaso, tales ahijados, ahora lustran esas lúgubres espaldas para hallar su reflejo futuro en la persecución de ambiciones ajenas, soñando con adquirir recuerdos autocompasivos en clubes y vacaciones VIP, tal como las que gozan con frecuencia aquellos grandes referentes socio-económicos?

Sucesivamente, estos asesores junior de lo más bajo de los altos perfiles, serán difícilmente diferenciados de su hoy admirada corruptela, incorporando finalmente su presuntuoso disfraz al folclore de los grandes bailes de máscaras. Allí, donde sin pena y con gloria comparecen, siguiéndole el paso rastrero al ritmo del reencauche de políticos quemados, retirados por fuerza mayor hacia el epicentro de una agrietada escena artística, vulnerablemente elevada a una altura de pedestal en favor del re-lanzamiento de calamitosos personajes, tan bienvenidos ahora, como mañana serán los mayores obstáculos ante una necesaria auto-definición de alguna comunidad artística en esa compleja recolección de fragmentos que solamente a la larga sobrevendrá a los desastres de este ‘Boom‘.

Por lo pronto, el preocupante diagnóstico que bien podría arrojar tan grave condición del artista sumergente lo da el avance de una cepa tropical, febril y alucinógena, de ese famoso síndrome de nuevo rico, a la que por obvias y bochornosas razones (de una pobreza que va más allá de lo material) es difícil resistirse. El rumbo internacionalista, globalizante, transnacional, de las carreras de quienes disfrutan su padecimiento, aparece ya trazado; el puerto de salida del insufrible tercer mundo no se vislumbra muy lejos, puede encontrarse como espejismo a la vuelta de ese destino turístico familiar tan puerilmente añorado.

Todos esos aspirantes a la misma vulgaridad del Cartagening Way of Life que ostentan las estereotípicas clases privilegiadas, ya están siendo embrionariamente diseñados aquí como productos/productores especulativos de incubadoras empresariales creativas para TLCs; aunque, sujetos a la devaluación y siempre en desventaja, ante el poder del USD.

Reality

De tal suerte, los requisitos de cierta performance auto-sugestiva en espera de la «visa de trabajo», está plagada de autoengaños para intentar legitimar una farsa que no hace mucho hubiera sido tan cuestionable como ahora, intempestiva y procazmente, aparece el oasis de este paraíso artificial que logra efectivamente abrir otra dimensión, distorsionando e imponiendo protocolos profesionales antes ajenos al devenir de un medio, hoy absorbido, por una realidad aumentada de lo que pasa en el emprenderismo raso de las industrias; llegando incluso a evocar las lógicas de un reality show del tipo The Apprentice, donde se perfilan oficinistas ingenuos y a la vez egoístas e inescrupulosos, motivados únicamente por la codicia de su propio progreso.

Y es que en la contemplación de este paisaje hiperreal, no puede ser coincidencia ver por ejemplo a Jean Claude Bessudo —el Donald Trump colombo-francés y protagonista de la versión criolla de este enlatado de la TV por cable—, como un actor más en el particular Comité de Honor de ART/Cartagena. Así mismo, Martha Stewart, la host en otra versión de The Apprentice (EE.UU), fué de las más ilustres asistentes a la BIACI, en una búsqueda insigne de objetos preciosos, dada su labor como cazatalentos en el universo de la decoración de interiores, pero desde el mundo de la decoración de Bienales «Artísticas».

 

Miss Colombia en la BIACI y Miss Universe en la rueda de prensa de Miss Universo 2014-2015.
Miss Colombia en la BIACI y Miss Universe en la rueda de prensa tras su coronación.

 

Igualmente, tampoco puede ser casual la elección de Miss Universe 2014-2015, que para algunos, en principio fué motivada por los intereses expansionistas hacia Colombia de los negocios de Trump (The Apprentice, el original). Y aunque hablamos de un certamen tan costoso que ha tenido problemas para hallar sede, de hecho, ya se dice que Cartagena —en su desesperado grito de dependencia neo-colonial— podría pagar las onerosas sumas que demanda el alojamiento de tal reinado, antes de este aspirante a la presidencia de EE. UU. quien, en otra rotación del mundo con dirección a la derecha política, hoy suma a su favor los réditos electorales de la xenofobia.

Normalización

Mientras tanto, al entusiasta y ávido creativo del tercer mundo —perfilado según el exotismo primermundista que rinde alabanzas en el mismo spanglish de la latinazi Miryam Witcher o el que explota Sofía Vergara para ser toda una caricatura e incluso con el español mal traducido de su mayor imitadora en pleno virreinato universal, etc.— se le inquiere, sin esperar negativas: ¿Pasará ud. el casting de The Next Great Artist, de Artstar o Quién (NO) Quiere ser Millonario? Por ejemplo: ¿Acaso, alguno de los colgados al borde de estas máximas plataformas, levantadas por las nuevas empresas artísticas, no quisiera tener la suerte de la estrella universal, Oscar Murillo? ¿Quién no se contagia de las «ganas de verle y estar en su marcha, su rumba y su desfile con ética y estética«? Él, nuestro “Basquiat” Colombiano (como es reconocido), será sólo el primero de su especie biopolítica con origen en esta densificada jungla profesional de las artes plásticas locales. Pues, por muy ridículo que antes podía parecer, desde ya se están copiando particulares méritos para ganar célebres sobre-nombres.

Como plaga, la voracidad caníbal de transnacionales del talento, se expande por su olfato de nuevos fenómenos disecados; ya nacidos en vitrinas como bellas cabezas reducidas, clonadas, de ese buen salvaje del primer capitalismo: «Lo que nos espera bajo este sistema es más y más normalidad.»

 

Los Murillo en el cóctel de inauguración de la BIACI.
Los Murillo en el cóctel de inauguración de la BIACI.

 

Sin embargo, no hay que dejar de ver cómo al mismo tiempo que “este certamen de arte organiza en paralelo visitas turísticas por el centro colonial de Cartagena, jornadas gastronómicas y hasta una excursión a las islas del Rosario”; principalmente, inserta a esa sofisticada industria turística que romantiza cualquier muladar, un cautivador engranaje con la articulación a esta particular fábrica del ornato fundada en la idea que sus productos, al fin de cuentas, son lo que menos importa.

Las reconfiguraciones del capitalismo tardío —en una vuelta más de la incesante rueda de sus negocios turbios— permiten que el mentado “arte” de estos macrocefalicos eventos sociales, como hemos visto, no represente más que el telón de fondo para los verdaderos actores principales, sirviendo como bello tapadero de un back stage oscuro y temible, pero que frívolamente se lleva a cabo y de manera lamentable, sin consideración de que así se fragua cierta caducidad para figurar alternativas de participación autónoma en lo público, desde el arte.

Y es que un pueblo ventajoso pero terriblemente ignorante, donde aún las máximas élites casi por fuerza bruta quieren desconocer y desestimar tal carisma crítico —que se hace indispensable ante esta actualidad—, prefiriendo aplicar procesos de sustitución para productos de boutiques, con el beneplácito de sus mismos autores en ciernes, quienes de forma ilusoria parecen saciarse a nivel laboral relamiendo brevemente el dulce país de la mermelada y la Prosperidad para Todos.

¡Así, por fín parece verificarse la literatura fantástica de aquel rumbo enunciado en la locomotora de las Empresas Creativas y Culturales! Lectura ligera, impuesta por esa «escuelita» de la Cámara de Comercio, que hoy reemplaza entre sus generaciones, la pesadez de la filosofía, la sociología, la antropología, la historia, las ciencias humanas, etc. Hoy «costuras», otrora bases de cierta actividad que a pesar de ser sistemáticamente invisibilizada, aún prueba posibilidades más allá de una vana decoración por y para arribistas, respecto a la que parece conveniente ignorar todo lo que no corresponda con un manejo diestro de refinadas técnicas propias de alguna artesanía contemporánea.

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Aún más, a pesar de los bombos y platillos con los que de manera efectiva se han auto-proclamado estos shows mediáticos, cualquiera puede corroborar que realmente fué poco o nada lo que se vió —o mejor, se ha dejado ver— de las presuntas obras de arte, en las ya tres oportunidades de tales exhibiciones.

De nuevo, ello en gran parte se explica porque al final aquí se trata de disimular con una excusa incluyente, la cita a pomposas galas político-empresariales de alto nivel, donde las producciones “artísticas” convocadas, asisten tan solo durante una componenda inicial del marco dorado para un lobby pérfido. Sus posibilidades son obviamente restringidas deviniendo en dispositivos penosamente atascados entre los formalidades del objeto suntuoso y la función pública de un display publicitario, siempre dispuesto al servicio del gran patrocinador, aquel que allí logra aparentar mecenazgo por ese apoyo a su propia propaganda.

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Continuará en una última parte…

Ver: Primera y Segunda Parte.

 

Jorge Sarmiento.