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«[…] la satira como acto de caridad mantiene unido al satírico con los objetos de su ataque […]» —R.G.G.

Dialogando con Victor Quinche tal vez a lo que me refiero con el trabalenguas «La crítica como prueba de unión del crítico con el objeto de su crítica» es a un estado de unión que incluye la posibilidad de tomar distancia; contrario a la norma de algunas empresas donde se les indica a los empleados que si van a criticar lo mejor es que se vayan (posiblemente las políticas laborales de los nuevos para-empresarios de la seguridad democrática son afines a este ejemplo). También me acojo a la interpretación que da Mary Boom y a su ejemplificación sistemática mediante la figura de un C.C.A.V. (institución que uno esperaría incluya la posibilidad de tomar distancia, pues de no ser así engendraría un C.C.C.A.V. —Concejo de críticos de los críticos de artes visuales—).

Siendo preciso con respecto al origen del trabalenguas en cuestión puedo localizar la mayor área de influencia en un texto de Rafael Gutiérrez Girardot titulado «Karl Kraus y el lenguaje como sátira». En el texto sobre Karl Kraus he leído la sátira como una forma de crítica. Me gustaría extenderme sobre el asunto del pre-empirismo que menciona Quinche en su correo pero dadas mis limitaciones estaría pensando con el deseo, sin embargo releyendo su generosa explicación («es la no distancia preempirista entre lo que uno conoce y aquello con lo que uno conoce») intuyo una mención a la dependencia entre institución e independencia —y viceversa–.

Para detallar el trabalenguas adjunto tres citas del texto sobre «el lenguaje como sátira»:

La satira como acto de amor, de caridad, de afirmación de la vida, cómo el ámbito en el que el lenguaje demuestra su poder y provoca la siempre aproximada plenitud es la ‘scala paradisi’ que tiende el lenguaje para que «la obra acierte». Pero la satira como acto de caridad mantiene unido al satírico con los objetos de su ataque, es decir, la satira es acto de caridad porque el lenguaje es lazo de unión con los que han pervertido el lenguaje .

[…]

Kraus expresó densamente la actitud emparentada con la de Nietzche, que éste definió en el balance de su vida, en Ecce Homo (postumamente aparecido en 1903), como ‘praxis de mi guerra’: «primero: sólo ataco cosas que son triunfales –dado el caso espero hasta que sean triunfales. Segundo: sólo ataco cosas cuando no encontraría un aliado, cuando estoy solo, cuando yo solo me comprometo… Nunca he dado publicamente un paso que no me comprometa: ese es mi criterio de la acción auténtica. Tercero: nunca ataco personas –me sirvo de la persona sólo como de un fuerte lente de aumento con el que puede hacerse visible una situación crítica general, pero furtiva… Cuarto: yo ataco solamente cosas, en las que se excluye toda diferencia de la persona, en la que falta todo transfondo de malas experiencias. Al contrario atacar es una demostración de benevolencia, y dado el caso, de gratitud». Como Nietzche, Kraus atacó vanidades triunfantes, las ataco a ‘corps perdue’, solo, sin acudir a nadie que lo secunde en ese ataque, atacó a personas (los periodistas, los escritores triunfantes) como síntomas de una situación general crítica y furtiva (la que incubó el nacionalsocialismo) y tuvo conciencia de que ese ataque era un acto de benevolencia.

[…]

En la tumba, la lápida de piedra sólo tiene dos palabras: Karl Kraus.

—Rafael Gutiérrez Girardot , «Karl Kraus y el lenguaje como sátira» / (en «Insistencias», Editorial Ariel, 1998).

Lucas Ospina