objetivo/subjetivo

Por años he admirado la capacidad creativa y conceptual de Miguel Ángel Rojas. Lo ecléctico de su producción, sumado a treinta años de impecable factura lo han convertido, lo queramos o no, en uno de los monstruos del arte contemporáneo colombiano. Su fórmula: lograr que una serie de señalamientos auto-referenciales sobrepasen el discurso íntimo y se adapten a unas preocupaciones públicas. Eso y que es un gran tipo, un poco tibio pero muy sencillo y humilde.

De vocación innata este ‘girardoteño’ desde hace rato se merecía esta exclusiva retrospectiva en la que sus asíduos seguidores pudieron apreciar de nuevo obras como Pelito, Boca, Trinity o Dakota Smith, Bratatá, David o Grano. Obras que poco a poco se van convirtiendo en hitos de nuestra historia cultural.

Desgraciadamente para esta columna, la curaduría no tuvo ningún pierde. Rocca sigue sin tropezarse. Les juro que busqué milímetro a milímetro y lo único que encontré fue un hoyo demás que de seguro hicieron antes de colgar uno de los monitores. De resto todo impecable. Y aún si algunos no están de acuerdo con la tenue iluminación, creo que es adecuada. Tal vez los enormes bloques grises a la entrada (que correspondían a unos cuartos con video instalaciones) lucían un poco extraños. Pero no son más que matíces. ¿La serie de “Davides” colgados a esa altura? Sorprendente.

Es una excelente exposición.

Sin embargo quiero dejar aquí consignada una reflexión ligada al creciente discurso de la identidad y la auto-referencia en el arte. Alguna vez se han puesto a pensar que no fuéramos tercermundistas, que no hubiera violencia en Colombia, que no fuéramos tan conservadores, etc. Supongo que en ese caso la mitad de los artistas estarían marchitos de inspiración y sin reflexiones propias para sacar de lo más profundo de sus seres. (Río). Por eso hago un llamado de atención. Para que fórmulas como la de Miguel Ángel Rojas no se vuelvan el diario producir de los fabricantes de imágenes de nuestro país. Porque en dado caso nos hundiremos inevitablemente en discursos tan locales y anodinos que se perderá la gracia. Y si algo no podemos perder es la sutil y sublime gracia del arte. Esa que lo hace digno de ser llamado como tal. O es que acaso el ser normal, conforme y positivo ya no es suficiente como para merecer expresarse?

Enfin… Miguel Angel Rojas está recogiendo el fruto de su juicio e independencia, y con creces. Alvaro Barrios ya lo había citado en su ensayo sobre el origen del arte conceptual en Colombia, Santiago Rueda le concedió todo un ensayo y María Iovino siempre lo tendrá entre sus favoritos. Hagamos lo mismo con otros. Con otros que también se lo merezcan y que sean menos visibles.

Lolita Franco

1 comentario

No podría estar más de acuerdo en cuanto al uso de temáticas comunes, la violencia, el problema social, etc. En nuestro entorno es particularmente fácil caer en el comentario político, y sin darnos cuenta. Esto hace parte de la emulación inconciente por parte de los artistas, y no es nada nuevo, desde el principio ha sido así. En colombia una obra que no hable de los trillados temas sociales y políticos es un respiro, y es lo que necesitamos.